Volumen 13, Número 241, enero 30 de 2013 |
Cruzada medieval contra el hambre
El gobierno federal en turno da a conocer un
nuevo programa contra el hambre. Lo primero que hace es cancelar la posibilidad
de tener empleo. El programa es plenamente asistencialista, de ningún
modo se atienden los problemas de fondo de 60 millones de mexicanos que vivimos
en la pobreza.
La señal de Marcos
Ahora la versión peñista
Como si fuera una copia de Lula, presidente
brasileño que en 2003 propuso el programa “Hambre Cero”,
Enrique Peña Nieto anunció el arranque de la Cruzada Nacional
contra el Hambre y la Pobreza Extrema.
Pero no es para emular a Lula,
quien por cierto no logró sus propósitos, se trata de una nueva
versión del estilo del PRI que reinventa programas
asistenciales.
El tema es muy importante pero se tergiversa por el
gobierno en turno.
El problema de inseguridad alimentaria en el
país se presenta en diversos grados. Hay 41 por ciento de mexicanos que
padecen esta condición en forma leve, 17.7 de manera moderada y 10.5 por
ciento –8.3 millones de familias– en forma severa. Quienes
permanecen en esta última categoría son personas que han
experimentado hambre, con una dieta insuficiente en cantidad y poco variada, de
acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012
(Enciso A., en La Jornada, p.3, 21 ene 2013).
De los mil municipios en el
país que tienen a 75 por ciento o más de su población en
pobreza, hay 190 que concentran a la mitad de los mexicanos en esa
condición. Los cinco con el mayor porcentaje de pobres, en los que la
principal carencia es la alimentación, son: Cochoapa el Grande, Guerrero,
con 82.6 por ciento; San Simón Zahuatlán, Oaxaca, 80.8; San Juan
Cancuc, Chiapas, 80.5; Mixtla de Altamirano, Veracruz, 80.3, y
Chalchihuitán, Chiapas, con 79.8 por ciento, indica el Consejo Nacional
de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(Coneval).
En un breve recuento de programas previos, en 1980
surgió el Sistema Alimentario Mexicano (SAM). En 1989 fue el Programa
Nacional de Solidaridad (Pronasol). Actualmente, 40 por ciento de los hogares
recibe ayuda de al menos un programa alimentario. Oportunidades es el de mayor
cobertura, seguido de Desayunos Escolares del DIF y Liconsa, indica la Ensanut
2012.
Según la información previamente difundida, la
Cruzada Nacional contra el Hambre, anunciada por Peña Nieto en Chiapas,
se dirigirá a los 28 millones de mexicanos que sufren de carencias de
alimentación y a los 11.7 millones que hasta 2010 sufrían de
pobreza multidimensional. Dicho esquema involucra 64 programas ya existentes, se
aplicará de forma inicial en 400 municipios y en él
participarán los sectores público, social y privado, además
de organismos internacionales.
Con la formación del Sistema
Nacional para la Cruzada contra el Hambre y la Pobreza Extrema, esta estrategia
busca lograr cero hambre, eliminar la desnutrición infantil, aumentar la
producción de alimentos y el ingreso de campesinos, minimizar las
pérdidas poscosecha y de alimentos, promover la participación
comunitaria y la movilización popular para la erradicación del
hambre.
Enorme pobreza en México
La magnitud de la población de México
que sobrevive bajo la línea de la pobreza y bajo la línea de la
indigencia es mayor a la que, en promedio, registran América Latina y el
Caribe.
Hasta 2011, último año del que se tienen cifras
comparables para 17 naciones de la región, 36.3 por ciento de los
mexicanos vivían en pobreza, casi siete puntos porcentuales más
respecto al 29.4 por ciento de la población latinoamericana que se
encontraban en igual condición, indican estadísticas de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)
(González S., en La Jornada, p.29, 21 ene 2013).
Los mexicanos en
indigencia representaron 13.3 por ciento de la población total, cuando la
media latinoamericana fue de 11.5 por ciento.
Se trata de 40 millones 778
mil mexicanos que perviven bajo la línea de la pobreza y 14 millones 940
mil en la indigencia, al aplicarse los porcentajes referidos por la Cepal con
los 112 millones 336.5 mil habitantes del país contabilizados por el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en el
último censo de
población.
Arranque en Las Margaritas
El programa de Peña Nieto se puso en marcha
el 21 de enero de 2013 en Las Margaritas, Chiapas, municipio tojolobal conocido
por haber sido uno donde se produjo la irrupción del EZLN en 1994 y sigue
siendo un bastión zapatista (Vargas R.E., en La Jornada, p.7, 22 ene
2013).
Los oradores le llamaron “emblemático” al
lugar. No explicaron por qué pero es evidente, trataron de dirigirse
tímidamente a los zapatistas chiapanecos.
A la base militar de
Comitán llegaron multitud de aeronaves y pasajeros que fueron trasladados
por tierra y helicópteros a Las Margaritas. Allí, Peña
ensayó un discurso florido. “El hambre es una verdad ignorada. Unos
no la conocen, otros no la aceptan y algunos ni siquiera se atreven a
mencionarla”, dijo Peña. Luego detalló algunas
acciones.
“Estas acciones, aclaró enseguida, no tienen un
sentido asistencialista. No se trata sólo de repartir alimentos. Es una
estrategia integral de bienestar e inclusión social y está por
encima de consideraciones ideológicas”.
Como medidas
inmediatas de este programa para atender a los 7.4 millones de mexicanos con
carencias alimentarias, se contempla: una amplia convocatoria social, organizar
los bancos de alimentos y de donaciones, crear un fondo de trabajo solidario
para quienes deseen trabajar para la cruzada y, en conjunto con especialistas en
los temas de alimentación, nutrición y pobreza, alinear las
medidas específicas al Programa Hambre Cero, convocado por las Naciones
Unidas.
Al evento fueron llevados habitantes de los 122 municipios
chiapanecos, los que llegaron con mucha antelación y fueron entretenidos
por grupos musicales pues el acto empezó muy tarde. El gabinete
presidencial en pleno, gobernadores, presidentes municipales y otros
políticos más estaban presentes. Rosario Robles, secretaria de
desarrollo social de Peña y ex “izquierdista” corrupta del
PRD, fue oradora central.
Según dijo Peña, la Cruzada se
iniciará en 400 municipios definidos a partir de la información
del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social (Coneval) y pretende atender, además del problema alimentario, las
carencias de salud, educación, vivienda, economía local y
servicios básicos.
Las “limosnas”: “las tienen que ofrecer en otro lado”
Unas horas después, a nombre del EZLN, Marcos
difundió un comunicado.
El subcomandante Marcos dio a
conocer la postura zapatista respecto a la Cruzada Nacional contra el Hambre
presentada por el presidente Enrique Peña Nieto y la mayor parte del
gobierno federal en las afueras de la cabecera municipal de Las Margaritas. El
breve comunicado se remite “Para: Alí Babá y sus 40 ladrones
(gobernadores, jefe de gobierno y lame-suelas)”, con el remitente:
“De: Yo merengues” (Bellinhausen H., en La Jornada en internet, 22
ene 2012).
De entrada confiesa: “No encontramos palabras para
expresar nuestro sentir sobre su Cruzada Nacional contra el Hambre, así
que va, sin palabras”, para añadir un trazo digital (de dedo) de la
seña considerada obscena que Marcos ha empleado en ocasiones
anteriores.
Enseguida, con una posdata descalifica el acto oficial:
“Muy mal muchachos. Pésima coreografía y mala
coordinación. Ese aplauso de los acarreados estuvo completamente fuera de
tiempo, hasta el ‘preciso `se dio cuenta (lo que ya es decir bastante).
Recuerden que el fondo es forma (¿o era al revés?). Mmh... y siguen
los tartamudeos, además de las equivocaciones en el uso del plural, el
singular, el masculino y el femenino. Hay que practicar más. Mmh... a
menos que ya sea el estilo de gobierno, porque la chayo (sic) siguió la
misma línea. En fin, a esforzarse más. De por sí nadie les
cree y luego con esos papelones,
menos”.
Las causas ni se mencionan
En el inicio de su gestión administrativa,
Peña Nieto quiso ser efectista poniendo un lascerante problema en la
prioridad de su agenda. Pero no le salió bien a pesar del aparato
desplegado y al utililería usada.
En un auto desmentido,
Peña negó que el programa sea asistencialista. Son frases. Las
medidas iniciales que anunció son muy generales y declarativas.
Habrá que ver los proyectos no mencionados y los recursos asignados. Sin
embargo, por lo señalado no hay variación con programas previos,
todos caracterizados como asistencialistas.
Según Peña se
trata de una “estrategia integral de inclusión y bienestar
social”, con referencia a amplios sectores socialmente marginados y
explícitamente excluidos, no de ahora sino de siempre.
En
ningún momento se reflexiona sobre la incapacidad del Estado para
combatir la pobreza. Baste señalar que los gobiernos en turno ni siquiera
utilizan una metodología adecuada para medir la pobreza y ésta les
ha servido solamente para hacer demagogia jamás para combatirla y
erradicarla.
Desde luego, sería ingenuo esperar la más
mínima autocrítica del gobierno, su tarea es preservar el estado
de cosas y simular preocupación pero nada más.
El fondo del
asunto jamás se toca ni lo hará ningún gobierno en turno.
¿Cómo reconocer que el modelo económico seguido por los
diversos gobiernos sirve para favorecer la acumulación de capital y
concentrar la riqueza en unas cuantas manos, al tiempo que promueve la
existencia de más y mayores pobres? Ese modelo se llama capitalismo y su
fase actual se conoce como neoliberalismo.
Si el objetivo central de
Peña Nieto es mantener el mismo modelo económico y social,
¿podrá combatir seriamente a la pobreza? No lo hará. El
programa neoliberal de Peña consiste en incrementar la acumulación
transnacional de capital, consecuentemente auspicia al expoliación,
despojo y atraco de los recursos naturales de la nación, empezando por la
fuerza de trabajo y la vida humana. En tales condiciones, no se puede revertir
ninguna tendencia nefasta.
Lo que Peña hará es tratar de
mitigar un poco el desastre alimentario pero nada más, no puede
más, ni quiere. Al contrario, la pobreza le beneficia para sus planes
estratégicos y, simular combatirla, es parte del discurso.
A las
corporaciones financieras, comerciales e industriales les importa la
infraestructura y recursos naturales de la nación, los seres vivos les
estorban. Pero, por el momento, allí están y deben convivir con un
feo paisaje. De allí que finjan interesarse en mejorar el aspecto.
Nadamás.
Las privatizaciones de todo tipo son incompatibles con el
desarrollo social, no generan crecimiento económico ni empleo ni
bienestar. Es, precisamente, a la inversa. En tal sentido, la política de
Peña está muy alejada de afectar al capital. Consecuentemente, su
programa contra el hambre solo puede ser asistencialista, aunque diga lo
contrario.
En materia de alimentos, ¿cómo podrá
subsanarse la necesidad de comer y hacerlo bien si el país no produce
suficientes alimentos? Desde la entra en vigor del TLCAN, en 1994, y la
privatización del ejido, en 1997, las tierras han venido siendo
acaparadas por nuevos latifundistas extranjeros que han desmantelado la
producción nacional de alimentos.
El hambre de millones de
mexicanos lo han tomado los diversos gobiernos en turno como el motivo para
hacer negocios, económicos y políticos, siempre medrando
electoralmente con las carencias de la población. Así lo han hecho
siempre y así lo hará Peña.
Que al frente de la
Sedesol esté Rosario Robles, considerada por el gobierno como
“izquierdista”, no es ninguna garantía. El nivel de esa
señora es deplorable en todos los aspectos.
Anunciar el programa
en Las Margaritas será parte de la respuesta a los zapatistas,
¿acaso un mensaje entre líneas? Parece una respuesta muy ingenua.
Marcos, en su respuesta inicial, los aniquiló al considerar las
propuestas como
“limosnas”.
¡Política agroalimentaria independiente!
Al hambre humana hay que
erradicarla, también a la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y el
desempleo. Algunos intelectuales consideran que eso es utópico, que
jamás ocurrirá ni debe ocurrir. El FTE de México sostiene
que no solo es posible sino necesario.
El ser humano se desarrolló
como tal gracias al trabajo y al lenguaje. Hoy, la realización del
trabajo socialmente útil es una necesidad para la
sobrevivencia.
Las necesidades sociales de la mayoría de la
nación viviente van en aumento y chocan con los intereses empresariales.
Es en ese sentido que el programa de Peña no servirá ni para
mitigar la pobreza so pena de contrariar al capital al que sirve.
Hay que
ir a las causas de la pobreza y proceder en consecuencia. Lo que hace falta en
México es expropiar al capital, reorganizar la economía nacional y
reorientarla a la satisfacción de necesidades humanas, en materia de
energía y alimentación, principalmente.
Es necesario
recuperar la tierra, las aguas, los bosques, los minerales, los
energéticos, el espectro radioeléctrico, y utilizarlos
racionalmente mediante el dominio colectivo de esos recursos. Para financiar el
desarrollo es preciso re-nacionalizar la banca y las finanzas.
Las
privatizaciones deben ser revertidas mediante procesos de
re-nacionalización. Las re-nacionalizaciones implican no solamente un
régimen de propiedad colectiva sino el desarrollo de políticas
independientes en cada sector. La política agroalimentaria
independiente plantea, de entrada, la re-nacionalización de la tierra
y las aguas, también la producción colectiva de alimentos
básicos, el cultivo de las tierras ociosas, la prohibición total y
absoluta de la minería y de los agrocombustibles, el aprovechamiento
alimentario de los mares y un programa nutricional nacional.
Alimentarnos
bien para pensar mejor, estar saludables, con bienestar y dinámica vital
plena, educarnos para la libertad, vivir en espacios suficientes, tienen como
premisa resolver el problema del trabajo.
Nada se puede lograr sin
desarrollar la fuerza de trabajo. El capitalismo no lo permite.
¡Cambiémoslo! Es preciso avanzar exigiendo el derecho al empleo. Eso
no lo harán Peña Nieto ni Robles, ningún gobierno ni
persona en particular. Se requiere de la intervención organizada del
pueblo en su conjunto, empezando por los sectores más concientes. Lo
demás no son solo limosnas sino simples
engaños.
Fuente: 2013, elektron 13 (22) 1-4, 22 de enero
de 2013.
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