Volumen 13, Número 241, enero 30 de 2013 |
Pluralismo económico = privatización
También le
llaman modernización, regulación, apertura al capital privado.
Pero nada de eso es privatización, dicen. Sin embargo, la
privatización no se define por los adjetivos sino por los hechos. En
materia de energía, es la entrega al capital transnacional de las
funciones constitucionalmente estratégicas del proceso de trabajo
energético, para que lo realice con la infraestructura industrial de su
propiedad privada y los recursos naturales propiedad colectiva de la
nación (FTE).
Fernández-Vega C. (en La Jornada,
19 ene 2013) publicó un artículo (en su columna México
S.A.) a propósito del llamado “pluralismo económico”,
expresión borrosa utilizada por Videgaray para referirse a la presenta
privatización de Pemex (y también de la CFE).
Pemex y el pluralismo
Con la novedad de que el gobierno peñanietista
decidió estrenar lenguaje (no sólo en el caso del IFAI), por lo
que solicita tomar nota: a partir de ahora, la ola privatizadora (sexta al hilo,
con el petróleo en primerísimo lugar) se denomina pluralismo
económico, de acuerdo con la creación del neofilólogo Luis
Videgaray, presentada en sociedad durante su anuncio de que éste es el
año de la reforma energética, la cual no será otra cosa que
una nueva intentona de abrir las puertas de Petróleos Mexicanos al
capital privado y rematar a la Comisión Federal de Electricidad.
Así, la nueva administración aporta al acervo tecnocrático
de eufemismos para justificar el traspaso de bienes de la nación a manos
particulares; es decir, la famosa venta de garaje inaugurada tres
décadas atrás por Miguel de la Madrid, en cuyos estantes
sólo quedan algunas joyas.
No cabe duda que la inventiva
tecnocrática carece de límites, cuando se trata de privatizar
bienes públicos. Ello, porque, como se ha comentado en este espacio,
desde que 30 años atrás se instaló en Los Pinos,
muchísimos han sido los eufemismos utilizados por la tecnocracia para
desmantelar el aparato productivo del Estado y justificar la brutal
privatización de los bienes nacionales (favorable para un reducido grupo
de amigos del régimen, autóctonos y trasnacionales), entre los que
se cuentan redimensionamiento del Estado, desincorporación,
modernización, capitalización complementaria, inversión
conjunta, asociación estratégica, democratización del
capital, apertura regulada, seguridad jurídica para los inversionistas
privados, y, a partir de ayer, pluralismo económico.
Por esa ruta
eufemística terminaron privatizados, y en no pocos casos extranjerizados,
bancos, aerolíneas, ferrocarriles, satélites, telecomunicaciones,
puertos y aeropuertos, ingenios azucareros, fertilizantes, empresas mineras,
cementeras, textileras, hoteleras, refresqueras, papeleras, siderúrgicas,
químicas y petroquímicas, armadoras, electricidad, gas, tendido de
fibra óptica, entre otras tantas. Y ahora, pluralismo económico de
por medio, pretenden agregar la joya de la corona, el petróleo, al de por
sí grueso inventario de bienes privatizados.
La más
reciente aportación de Luis Videgaray se suma a otros conceptos por
él mismo utilizados, una semana atrás, como sinónimo de
política económica, la cual, según él, no quiere
decir otra cosa que democratizar la productividad, el capital humano, la
innovación, el acceso a la energía, el acceso a la
tecnología de la información, el crédito, la posibilidad de
emprender, las oportunidades económicas y lo que se acumule. Y como en
este espacio lo comentamos el pasado sábado, un ejemplo concreto y
exitoso de cómo se democratizan las cosas en México está en
la reprivatización bancaria.
Pero bueno, el hecho es que el
titular de Hacienda ya dijo que la reforma energética va de entrada, y lo
justificó así: el primer paso del gobierno federal en la serie de
reformas económicas que pretende impulsar será dado en el terreno
energético. Se trata de tener un sistema regulatorio que permita a las
empresas unir fuerzas con Petróleos Mexicanos en un marco orientado al
mercado. Obviamente no lo dijo en un foro de obreros y campesinos, sino en uno
de inversionistas y empresas privadas de Latinoamérica (La
Jornada, Roberto González Amador), a quienes informó que la
iniciativa correspondiente se presentará al Congreso tan pronto comience
el siguiente periodo ordinario de sesiones, el primer día de febrero
próximo.
Para evitar dudas, Videgaray detalló que “el
crecimiento económico necesita reformas y para ello es necesario adoptar
un pluralismo económico... México es una democracia vigorosa y el
presidente Enrique Peña entiende que es nada más a través
de acuerdos con la oposición como el país podrá aplicar las
reformas que necesita... México tiene un potencial enorme para ofrecer a
empresas del país, sobre todo a las pequeñas y medianas,
energéticos de calidad a bajo costo. No ocurre así, porque tenemos
uno de los marcos regulatorios más rígidos, y recordó la
entrevista que en noviembre de 2011 concedió Enrique Peña Nieto
–quien entonces todavía no era el candidato de su partido a la
Presidencia– al diario Financial Times, en la que el hoy presidente
llamó a ‘superar atavismos ideológicos’ respecto del
régimen legal de Pemex, que limita la participación de capital
privado en las áreas de exploración y extracción de
crudo” (ídem).
Ahora que si de pluralismo
económico se trata, entonces la reforma energética es una de las
cosas más importantes que se tienen que hacer y será para
beneficio de la mayoría de los mexicanos. Los cambios que buscará
el gobierno federal en el sector no son privatizar Pemex ni mucho menos
privatizar las reservas de petróleo, sino tener un sistema regulatorio
por el que puedan las empresas unir fuerzas con Pemex en un marco orientado al
mercado, que permita atraer capital para explotar los inmensos recursos
naturales del país, de los cuales, la mayoría no han sido
explotados a costa de las familias mexicanas y de la economía mexicana.
Por ello, 2013 es el año de la reforma energética.
Con todo
y nuevo eufemismo, afirmar que la intención no es privatizar Pemex es
jugar al tío Lolo, como lo hicieron los cinco gobiernos que antecedieron
al de Enrique Peña Nieto. Muchas puertas traseras fueron abiertas en esos
30 años, todas por medio de leyes secundarias, reglamentos, rutas
legaloides y acuerdos en lo oscurito, y a estas alturas el capital privado tiene
un pie dentro de Petróleos Mexicanos (los dos en Comisión Federal
de Electricidad). Sólo falta el otro, y de eso se trata la prioritaria
reforma energética que promueve el nuevo gobierno.
Entonces, que
lo del pluralismo económico quede para el Diccionario de Eufemismos
Tecnocráticos, porque la intención real tiene de todo, menos
pluralidad.
Fuente: 2013, elektron 13 (20) 1-2, 20 de enero de 2013,
FTE de México.
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