Volumen 12, Número 236, diciembre 21 de 2012 |
5- Códices mayas
En 1562, se realizó un Auto de Fe, en Mani,
capital de los Xius, en Uxmal. Se juntaron varios códices y fueron
destruidos por los conquistadores.
En «Relación de las cosas
de Yucatán», Diego de Landa, ignorante, inquisidor y bárbaro
español, y además obispo de Yucatán, escribió:
“... escribían sus libros en una hoja larga doblada con
pliegues que se venía a cerrar entre dos tablas que hacían muy
galanas, y que escribían de una parte a otra a columnas, según
eran los pliegues; y que este papel lo hacían de las raíces de un
árbol y que le daban lustre blanco en que se podía escribir bien
...
“Usaban también esta gente de ciertos caracteres
o letras con las cuales escribían en sus libros sus cosas antiguas, y con
ellas y figuras y algunas señales en las figuras, entendían sus
cosas y las daban a entender y las enseñaban. Hallámosles gran
número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en
que no hubiese superstición y falsedades del Demonio, se los quemamos
todos, lo cual sentían a maravilla y les daba
pena”.
Casi todos los códices originales se perdieron,
solo 3 sobrevivieron al fuego de los invasores. En los códices,
además de la presencia de quien es padre y madre en ese escenario de
colores, con sus árboles, aves y otras deidades cósmicas, los
glifos de los días y de los años muestran cómo ese espacio
está permeado por el tiempo portador de destinos (León-Portilla
2002).
Para los mayas escribir un códice era un acto ritual muy
importante, elaborados por “escribas” (ah ts’ib) o
“pintores (ah woh) de manera anónima, luego de una larga
especialización, mediante combinación de colores y con tonos y
matices totalmente simbólicos. Eran guardados celosamente y se
leían en público para estudiar, interpretar y transmitir su
contenido, durante las fiestas y ceremonias especiales.
Para confeccionar
los códices los mayas utilizaban el papel “amate” obtenido de
la corteza interna del árbol de la higuera, también utilizaban la
piel de venado, tela de algodón o papel de maguey. Para lograr una
superficie apropiada los trataban con una capa de cal o estuco y luego se
escribía con cepillos y tinta. Cada página medía 10 por 23
centímetros aproximadamente, las capas se cubrían con una capa de
almidón y, finalmente, con una preparación blanca de carbonato de
calcio (Davis 2006).
Una vez armado y antes de comenzar a escribir, a
cada página se le pintaba un marco grueso de color rojo y algunas
líneas horizontales y verticales, quedando la superficie dividida en
varios cuadros. Dentro de ellos se dibujaba un ideograma diferente relacionado
con los demás. Los temas podían ocupar un cuadro o varias
páginas.
En los códices, los mayas plasmaron sus
conocimientos, tradiciones, creencias, sistema económico, plantas
medicinales y cronología. También hay detalles de la
genealogía, sus calendarios, tributos, censos y alianzas
políticas.
El procedimiento para su lectura no es sencillo. Para
leerlos, se colocaba una estera en el suelo y sobre ella se extendía
horizontalmente el códice. Los oyentes se situaban alrededor lo que les
permitía moverse de derecha a izquierda para tener una visión
completa.
Los códices sobrevivientes son el de Madrid, el de Paris
y el de Dresde, que toman su nombre del lugar en que actualmente se encuentran
alojados.
5.1 Códice de
Madrid
En el «Códice Trocortesiano» o
«Madrid», p.75-76, la pareja suprema, Ixchel e Itzamá,
está representada en la parte central junto a la Ceiba cósmica,
símbolo maya del centro del mundo, rodeada por los nombres de los 20
días del calendario ritual.
Este Códice contienen escenas
adivinatorias en un contexto de ciclos calendáricos (Tzolkin y Haab),
así como, direcciones del universo. Las imágenes representan
rituales y actividades cotidianas como la agricultura, petición de
lluvia, apicultura, caza, actividades bélicas, sacrificios humanos y
tejido, como se reflejaban en el ámbito de las deidades.
En este
Códice se muestran una serie de mujeres en telar de cintura, tema que se
asocia con la Luna y que se compara con el movimiento de ésta.
También, hay ceremonias que marcan el inicio de un ciclo de 260
días (Haab) y el inicio del siguiente (Davis 2005, Paxton
2009).
En las páginas 75, 76, 77 y 78 se indica un pasaje relativo
a la asociación de la rueda calendárica con las direcciones del
mundo.
5.2 Códice de
Paris
El tema principal de este códice es una serie de
escenas relacionadas con la secuencia cíclica de 13 katunes
(períodos de 7,200 días cada uno).
En la página 3
del Códice se mira a una figura que está de pie frente a otra que
está sentada en un trono con símbolos del cielo. En la
página 17, Chaac dios de la lluvia desciende en el interior de una casa
por las ofrendas que le han sido dedicadas. En la página 18, se alude
específicamente al dios C. En la página 22 se ve a los cuatro
“pahuatunes”, dioses de los vientos, y los cuatro rumbos del
universo; debajo hay una banda que representa al cielo y debajo de ésta
los dioses de la muerte (Davis 2005, Paxton 2009).
Rueda calendárica y direcciones del mundo. Códice de Madrid, p.75, 76
5.3
Códice de Dresde
a)
Descripción general
El «Códice de Dresde»
está descrito y comentado en detalle por Thompson (1981) y por Aveni
(2005). Las páginas del Códice están dobladas, de los
pliegues resultan 39 hojas de 9 cm. de ancho y 20.4 de alto, pintadas por ambos
lados, con excepción de cuatro que quedaron en blanco. El documento
completo mide 3.50 metros de largo y tiene 74 páginas. Está
escrito en colores rojo, negro, amarillo, verde y azul maya. Debido a los
diferentes estilos de escritura se cree que fue elaborado por ocho personas. De
acuerdo a la temática y tipo de ideogramas se estima que es originario de
Chichén Itzá. Su fecha aproximada de realización se
sitúa entre los años 1000 y 1200.
Este Códice trata
principalmente de astronomía, incluyendo tablas de los eclipses lunares y
de los movimientos de Venus. Contienen almanaques y enumeraciones de los
días de culto y de adivinación, así como, profecías
para un lapso de veinte años. También hay informes sobre el
tiempo, la agricultura y los días propicios y convenientes para la
adivinación. Asimismo, contiene textos sobre las enfermedades y la
herbolaria. Igualmente, se describen la conjunción de varias
constelaciones y planetas con la Luna.
Hay una página que relata
una inundación o un diluvio. Según una interpretación, se
narra la existencia de diluvios anteriores a la llegada de los españoles
y se afirma que cuando esto ocurriera habría otro diluvio
devastador.
Arriba de las representaciones de los dioses están
escritos jeroglíficos que forman textos cortos con narraciones acerca de
las escenas descritas.
El «Códice de Dresde» es una de
las claves para descifrar la escritura jeroglífica. Además, todas
las figuras conocidas de los dioses mayas provienen del mismo (Davis 2006).
Entre otros, está Itzamá, un dios sabio y viejo que
residía en el cielo, valorado como el Creador, el dios de la medicina y
de la escritura. En el Códice se observa el momento en que está
emergiendo de las fauces del dragón celeste. También se describe a
Zak Kolel, representada con el cabello suelto y desnuda, que personifica a la
Luna creciente; K’in Ahau, el dios del Sol, el único que aparece
dibujado con barba, representado por el número 4; Naal, conocido como el
dios del maíz, representado por el número 8.
Otros dioses
son: Kukulkán, cuyo glifo frente a su cabeza tiene otro que representa un
penacho de plumas y se identifica con Venus; Xaman Ek, “la estrella del
norte” simboliza a la estrella polar y es un dios exclusivo del cielo ya
que siempre aparece allí y nunca sobre la tierra; Chaak, dios de la
lluvia, que puede fragmentarse en varios según los puntos cardinales, por
ello tiene diferentes colores y se le representa como una hacha de
mano.
También están Chaak Balam, el “jaguar
grande” que simboliza al poder y al Sol del inframundo.
Las fechas
del calendario maya contenidas en el Códice son el resultado de
observaciones o cálculos astronómicos. Davis (2006) considera que
la correlación de Goodman-Martínez-Thompson cuyo coeficiente es de
584,284 días no es confiable. Como alternativa, se considera una nueva
correlación basada en las inscripciones de Piedras Negras,
Quiriguá y Copán estableciendo los coeficientes de 530,834
días, 600,070 días y 622,261 días.
Este
último fue presentado en 1991 en un congreso mundial de prehistoria y
protohistoria realizado en Bratistalava, Eslovaquia. Con ello se ha logrado
determinar la importancia astronómica de las observaciones de los
planetas y sus conjunciones, así como, el transcurso del año
trópico para determinar los equinoccios, solsticios y eclipses de
Sol.
b) Almanaques
La
descripción del «Códice de Dresde» ha sido realizada por
Aveni (2005). En el Códice hay 43 almanaques, con la cuenta de 200
días formados de una quíntuple división del tiempo en
períodos de 52 días, mismos que constituyen las tres cuartas
partes del texto.
En la p.17 y p. 18 del Códice, parte
“c” se indica un almanaque de 5x52 días. Cada rueda empieza
con números y nombres, o sea los llamados puntos de entrada del Tzolkin.
Los números están escritos en negro, indican 15, 33 (veinte
escrito fonéticamente + 13) y 4, haciendo un total de 52. Cinco pasos por
el almanaque constituyen un ciclo completo. Los coeficientes del nombre del
día del Tzolkin aparecen en rojo como 6, 13 y 4.
De acuerdo a los
textos, inscritos arriba de las imágenes, el propósito de los
almanaques era hacer augurios y predicciones. El augurio o rito se representa
como una mujer que lleva sobre la espalda a un esquelético dios de la
muerte.
Códice de Dresde, p.17, 18
c) Tablas de
eclipses
Las tablas astronómicas del Códice predicen
eclipses o posiciones lunares y solares. Los cálculos más modernos
toman en cuenta los “números de anillo” y los
múltiplos aberrantes. Según Thompson (1972), “la
astronomía maya es astrología”.
Las páginas 51
a 53 del Códice representan parte de una tabla lunar que se extiende
hasta la página 58. A partir de la página 53a, en la base de cada
media página se observa el numeral 177 que se repite carias veces. Esta
serie termina con el numeral 148. En las páginas 52b y 52b, el
número 177 se encuentra escrito cinco veces consecutivas, seguido del
148.
En la parte de arriba se leen los números 6408, 6585, 6939,
7116 y 7262. Estos números son totales acumulativos por la adición
repetida de los números inferiores. Estos números están
vinculados a los eclipses.
Aveni (2005) señala lo siguiente: a) la
aparición en la tabla del número 6585, el intervalo del ciclo de
Saros, b) la casi equivalencia de seis lunaciones con 177 días (en
realidad, seis lunaciones son igual 177.18 días) y de cinco lunaciones
con 148 días (147.65 días). El número 177 probablemente
corresponda a una tabla de eclipses, cuyo año medio es de 173.31
días. Es decir, la predicción podría haberse logrado
después de mucho tiempo de haber observado a la Luna contando ciclos
lunares en grupos de seis y cinco.
El número total de días
de la tabla es 11,959 (alrededor de 33 años) o muy cerca de 405 lunas
(11,959.18 días, la misma cuenta lunar de 5x81 usada en Palenque). Este
número es conmensurable con el ciclo de 260 días (46x260=11,960
días=405 lunas) y se puede usar para recuperar el mismo día del
Tzolkin, con un ligero cambio en las fases de la Luna. La conclusión es
que las páginas 51 a 58 del «Códice de Dresde»
representan tablas de eclipses y registran las fechas en que ocurrieron.
También se trata de la predicción de eclipses relacionados con
calamidades. El bloque IV de la página 53 muestra un cadáver
femenino pendiente de la cabellera y el dios de la muerte que aparece
arriba.
Correlacionando los eclipses que ocurrieron en el norte de
Yucatán durante el siglo V se encuentra coincidencia con el
Códice.
En el «Códice de Dresde» se menciona a
los eclipses solares y lunares. El intervalo de 148 días es aquel en que
pueden ocurrir juntos los eclipses de Sol y de Luna durante una secuencia de
lunaciones. Sin embargo, la tabla del Códice no registra a estos eventos,
pudo haberse usado solamente para eclipses de Sol, basada en observaciones
lunares. Lo asombroso es describir esos ciclos con tan solo dos
números.
En la parte ritual de las páginas 51-58 del
Códice, entre los intervalos de los 177 y 148 días y los totales
acumulativos se encuentran signos vinculados al calendario de 260
días.
En la parte superior izquierda de la página 52 se
encuentran las cuatro fechas de la Cuenta Larga. Los “números de
serpiente” se entremezclan por pares en cada columna, una en rojo y otra
en negro y han sido motivo de muchas controversias.
La tabla registra en
total 405 lunaciones, en un período igual a 11,958 días lo que da
por resultado un mes sinódico de 29.52592 días que solo difiere
por 7 minutos del valor actual.
d)
Venus
Los mayas llamaban a Venus, Noh Ek (gran estrella), Chac Ek
(estrella roja), Sastal Ek (estrella brillante) y Xux Ek (estrella avispa).
Venus anuncia la salida del Sol por la mañana o surge de las cenizas de
la luminaria solar extinta al caer la noche (Sejourné 1976). El
simbolismo de Venus ha sido identificado en todo tipo de inscripciones, textos,
vasijas y estelas, así como, en el «Códice de Dresde» en
las páginas 24 y 46 a 50 del mismo.
Las tablas de las
páginas 24, 46 y 47 muestran similitud con las tablas de eclipses. La
página inicial es un manual que consiste de múltiplos de
longitudes de la tabla y de fechas de la Cuenta Larga. La mayoría de las
restantes tablas tratan del ritual de Venus. La página inicial es una
larga cadena de fechas importantes del calendario de 260 días relativas
al planeta y a los dibujos que las acompañan (Aveni 2005).
Los
intervalos y sus totales aparecen en los registros inferior y superior. El
argumento es el mismo en las páginas 51 a 58 pero con un personaje
distinto en el papel principal.
En las páginas 46 a 50 los cuatro
números inferiores, escritos en rojo, se repiten idénticamente.
Son los números 236, 90, 250 y 8. Sigue un dibujo y luego se repiten los
mismos cuatro números.
Los puntos y barras negras de un poco
más arriba dan los totales acumulados: 236, 326(=236+90), 576(=326+250),
584(=576+8), 820(=584+236) y así sucesivamente. Los 584 días
representan una aproximación al período sinódico promedio
de Venus, actualmente estimado en 583.92 días.
Los dibujos
intermedios, que aparecen al lado derecho de cada página, muestras
diversas representaciones agresivas de Kukulkán, el dios Venus. La deidad
aparece lanceando a diferentes víctimas. Los dibujos que alternan se
refieren a algún tipo de augurio.
El período
sinódico de Venus se representa cinco veces en las páginas 46 a 50
del códice. Si se sigue totalmente, la tabla es útil para 5x584
días=2,920 días, o sea, exactamente 8 Haabs (7.995 años
trópicos). Aveni (2005) indica que el período de Venus se escinde
en cuatro intervalos, probablemente con la intención de que
correspondieran con a) su visibilidad como estrella matutina (236 días),
b) su invisibilidad en la conjunción superior (90 días), c) su
visibilidad como estrella vespertina (250 días) y, d) su invisibilidad en
la conjunción inferior (8 días). Este último es el
único intervalo en el Códice que se acerca a la
realidad.
Las páginas 46 a 50, como las 51 a 58, muestran el
significado ritual por la abundancia de fechas del Tzolkin. Las líneas de
la derecha del bloque superior dan las fechas de la rueda calendárica de
las diversas apariciones de Venus.
Como las tablas de eclipses las de
Venus también son reutilizables. La página 24 del Códice
contiene información que fija el punto de partida de las
efemérides de Venus tanto en términos de los lubes del
calendario ritual como de la Cuenta Larga. También incorpora una tabla de
multiplicar como ayuda para empezar un nuevo ciclo del calendario de
Venus.
Leídas a lo largo de una línea, las páginas
46 a 50 son válidas para 2,920 días de observaciones de Venus. La
tabla consiste justamente de múltiplos de ese número. Empezando en
la parte inferior derecha de la página 24 y procediendo hacia la
izquierda se encuentran los números, 8.2.0 (1x2920), 16.4.0 (2x2920),
1.4.6.0 (3x2920) y 1.12.5.0 (4x2920). Pasando hacia arriba se continúa la
serie con los múltiplos quinto a octavo de 2,920 y, luego, más
arriba están los múltiplos, noveno a décimo segundo.
Si se agrega al último número 2,920 se llega al
número de 13 recorridos, o sea, 37,960. Como el ciclo de Venus es de 584
días y el calendario es de 260 días, la relación es de
146x260=65x584=37,960 días ó 5.5.8.0. Entonces, se podría
esperar que una aparición de Venus se repita en una fecha de rueda
calendárica dada después de ese lapso. Ese intervalo resulta ser
de 104 Haabs o dos ruedas calendáricas completas.
Aveni (205) ha
señalado que 65 revoluciones reales de Venus, cada una con promedio de
583.92 días, se acercan más a 37,955 días que los 37,960 de
la longitud planeta en la tabla. Esto significa que al cabo de dos ruedas
calendáricas se producía un desfasamiento de 5 días que
seguramente eran conocidos y corregidos por los mayas, cuyas desviaciones no
eran motivo de preocupación en el corto sino en el largo plazo.
En
la página 24 del Códice se encuentran dos fechas de la Cuenta
Larga (9.9.16.0.0 y 9.9.9.16.0) que ofrecen información acerca del
momento en que pudo haberse usado la tabla de Venus. A un lado aparece el
número 6.2.0, el cual, por estar encerrado en un círculo se la
llama “número de anillo”. Usualmente, uno de éstos
números se agregan a una fecha base de la Cuenta Larga anterior para dar
una fecha posterior. En este caso, la intención era agregar el
número de anillo a una fecha previa a 0.0.0.0.0 4 Ahau 8 Cumkú con
objeto de llegar a ésta que marca la época actual.
El
“supernúmero” 9.9.16.0.0 (1,366,560) tiene la propiedad de
ser divisible en una gran variedad de números importantes del calendario
maya. Este número representaría la fecha de instalación de
la tabla, si bien, Lounsbury (1983) sostiene la fecha 10.5.6.4 (20 de noviembre
de 934).
En las páginas 46 a 50 del Códice aparecen
también glifos de Venus y las direcciones del mundo que se repiten en
orden variado. En la parte superior de la página 50 hay un texto acerca
de los usos de la tabla.
e)
Marte
Respecto a este planeta y su interpretación en el
«Códice de Dresde», Aveni (2005) analiza algunos aspectos
numéricos indicados en las páginas 43 a 45 señalando que
las tablas ofrecen evidencia de la observación del
planeta.
Códice de Dresde, p.51, 52
Tránsito de Venus por el disco solar, en 2004, antes y en 2012
Murales de Bonampak, estructura 1, y las guerras venusinas
f) El diluvio
cósmico
En la página 74 del Códice se
representa uno de los diluvios cósmicos que acabaron con los mundos
anteriores al actual: el dragón celeste Itzamá acompaña a
la vieja diosa O, arroja un torrente de agua y caen sendas corrientes
acuáticas de dos glifos que penden de su cuerpo; la diosa, con
expresión airada y garras en vez de manos y pies, vacía un
recipiente. Abajo aparece el dios L o Chaac negro (lluvia destructora) con un
águila sobre su cabeza y portando dardos y lanza como símbolo de
destrucción.
Códice de Dresde, p.53, 54
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