Volumen 12, Número 235, diciembre 21 de 2012
 








Para poder entender y enmarcar la participación de atlakamani en el trabajo ceremonial enfocado en el evento astronómico de este 20 y 21 de diciembre, será necesario explicar brevemente, para esclarecimiento conceptual, la cosmopercepción de los mexica acerca de las eras o humanidades que nos antecedieron, así como la función espiritual de la danza cósmica.

La cuenta de los “soles”

La tradición mexica guarda la memoria de cinco edades o humanidades; registradas en los Anales de Kuauhtitlan, en la “piedra de los soles” y en la misma tradición oral. Nos dicen que al atado cósmico de 52 años se le llama Xiuhmolpilli (pequeño atado resplandeciente de Fuego Nuevo), que es cuando la tierra se coloca en la misma posición en relación con la constelación de Las Pléyades. El resultado de la multiplicación de 13 ciclos de 52 años corresponde a un ciclo solar (luz o tonalli), que sumado a un ciclo lunar se convierte en la duración de una era cósmica.

Los cinco soles que han transcurrido son el Sol de Fuego “nahui kiauitl tletonatiuh” (hubo una lluvia de fuego que termino con la humanidad), el Sol de Tierra “nahui ozelotl” (los hombres fueron devorados por un ejército de jaguares, o mejor dicho ocelotes), de Aire “nahui ehekatl” ( muertos los hombres por un gran vendaval), de Agua “nahui atl atonatiuh” (lluvia a cantaros durante un largo tiempo), y Sol de Movimiento “nahui ollin” (movimiento y hambre). El sexto sol será un Sol de la Energía, del maíz, alimento que ha sido el sustento para nuestro pueblo desde aquella época.





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