No, a Reforma Laboral
Privatizar la economía y eliminar derechos obreros, ejes de la política económica neoliberal. La reforma laboral foxista está orientada a aumentar la explotación de los trabajadores y la ganancia de los empresarios.
Modificar la
jornada de trabajo ampliándola, recuento obligatorio antes de estallar
una huelga, despidos sin aviso previo. Tales son algunas de las propuestas que
el gobierno de Fox pretende imponer como reforma laboral De acuerdo con las
propuestas orquestadas por la secretaría del trabajo, presidida por un
empresario de los más retrógradas, se indica en el artículo
59 que, “El sindicato y, a falta de éste, los trabajadores y el
empleador podrán convenir la ampliación de la jornada diaria, sin
que se considere tiempo extraordinario, para permitirle a los trabajadores el
reposo de varios días a la semana”
Respecto al artículo
387 se propone que “Cuando un sindicato emplace a huelga para firma de
contrato colectivo, la Junta deberá señalar, dentro de las 48
horas siguientes y antes de la fecha fijada para su estallamiento, día y
hora para el desahogo del recuento, con el propósito de determinar si es
voluntad de la mayoría de los trabajadores la celebración del
contrato”
Estas 2 (dos) propuestas son suficientes para rechazar a
plenitud, en todos sus términos, la reforma laboral del foxismo, del
Banco Mundial y empresarios neoliberales.
Hace más de 100 años
que los trabajadores mexicanos, encabezados por Ricardo Flores Magón,
enarbolamos la jornada de 8 horas diarias, 40 horas a la semana, dos días
de descanso y pago de 56 horas. Un millón de vidas costó la
Revolución Mexicana. En 1931, la Ley Federal del Trabajo reconoció
el derecho obrero a la jornada máxima de trabajo. A la fecha, sin
embargo, no se cumple. Pocos son los centros de trabajo con jornadas semanales
de 40 horas. No obstante, el gobierno de derecha pretende ampliar la jornada,
sin ningún pago adicional pues indica que esa ampliación no se
consideraría tiempo extraordinario.
Respecto a la huelga, el derecho
se conquistó hace casi cien años, en Cananea y Río Blanco,
al precio de la sangre obrera. Ese derecho, sin embargo, en México NO
EXISTE. ¡El derecho de huelga en México NO existe!
Tratándose del sindicalismo industrial, hacer huelga está
prohibido, aunque la ley reconozca el derecho. Cuando se proyecta una huelga,
siempre interviene el ejército y se desata la represión. En el
último intento de una huelga nacional electricista, en 1976, fuimos
reprimidos con violencia, política y militarmente. Ahora, el gobierno
foxista propone limitar más tal derecho, exigiendo la intervención
oficial en asuntos propios de los trabajadores. ¡El derecho de huelga es de
los trabajadores! Nada tiene que hacer el gobierno, con ningún tipo de
recuento previo para garantizar ese derecho, por demás inexistente en la
práctica.
Lo peor es el estado deplorable del sindicalismo mexicano.
Los charros del Congreso del Trabajo están en desacuerdo con las
propuestas de empresarios y gobierno. El charrismo sindical, sin alternativas,
preferiría que las cosas se mantengan sujetas a su control
mafioso.
La Unión Nacional de Trabajadores (UNT) ha formulado una
propuesta, adoptada por el Partido de la Revolución Democrática
(PRD). Esa propuesta incluye: semana de trabajo de 40 horas, sustitución
de las Juntas de Conciliación y Arbitraje por jueces laborales,
creación del registro público nacional de organizaciones
sindicales y contratos colectivos, Voto libre directo y secreto en al
elección de directivas y recuentos para la celebración de
contratos colectivos, titularidad y huelga, Productividad concertada y reparto
de beneficios, Libertad sindical sin intervención del Estado,
Derogación del Apartado B, Intervención de las comisiones de
derechos humanos en asuntos laborales, entre otras.
La propuesta de la UNT
es diferente a la oficial, sin embargo, es muy limitada. Podría decirse
que, dadas las actuales condiciones laborales en México, lo que la UNT
propone es un avance. Pudiera ser, pero eso no conduce a la mejora real de la
situación ni menos a la democracia sindical, como han expresado sus
promotores encabezados por una representación viciada y formada en las
prácticas del charrismo sindical.
No se necesita una nueva ley, se
necesitan 2 (dos), una de modificaciones y adiciones al artículo 123
constitucional, principalmente para redefinir las ramas industriales mismas que
deben ser 20 (veinte). En la actualidad, lo que existe es una
“revoltura” fuera de época. La otra, es la Ley Mexicana
del Trabajo en la cual debe establecerse la jornada semanal de 36 horas con
pago de 56. Al respecto, hay antecedentes exitosos en México (bahena, CCT
SUTIN 1986). En breve descripción, tenemos alternativas.
Lo grave de
la situación es la carencia de condiciones políticas. Hace falta
una nueva ley laboral, la actual es obsoleta en muchos aspectos. Sin embargo, la
ofensiva del neoliberalismo es brutal y la fuerza política
del movimiento obrero mexicano es casi nula. De manera que, NO conviene
modificar por ahora la legislación laboral. Esto es contradictorio pero
obedece a una realidad concreta, es una triste y desagradable realidad.
En
estos momentos, cualquier modificación, constitucional o no, representa
un grave riesgo para los trabajadores dada la desfavorable correlación de
fuerzas. Confiar en los actuales partidos políticos es una
ilusión, confiar en “liderazgos” charros es un evidente
error. Defender lo que se tiene es ya una ventaja, pues cada día las
amenazas de seguir perdiendo conquistas se vuelven realidades insoslayables.
También, debemos organizarnos mejor y luchar coherentemente,
democráticamente, con independencia de clase, en un movimiento obrero
verdadero. Esta, es tarea de los trabajadores no del gobierno ni de ninguna
ley.
¡Respeto a derechos obreros!
¡No, a la reforma laboral neoliberal!
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