Volumen 12, Número 213, marzo 16 de 2012 |
F. Barbosa Cano
* UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTONOMA DE
MEXICO fabiobarbosacano@gmail.com
RESUMEN:
El “Modelo Puerto Vallarta de Proyecto de Tratado sobre Principios
y Criterios Orientadores para la Coordinación de Actividades Relativas a
recursos Submarinos transfronterizos de Hidrocarburos Subyacentes a la Frontera
Marítima entre Estados Costeros Vecinos”, es una propuesta
alternativa a la del gobierno panista. El hecho de que nuestro país y la
Unión Americana establezcan normas generales significa un paso
importante; anticiparse a escenarios de conflicto es algo
“positivo”. Ahora falta que se cumpla. Es importante examinar su
contenido. ¿Habrá artículos que permitan acuerdos secretos
entre las élites, aspectos ambiguos que permitan situaciones que afecten
los intereses nacionales? El área bajo la jurisdicción del tratado
cubre aguas someras, profundas y ultraprofundas.
Introducción
El Frente de Trabajadores de la Energía es la organización de los
trabajadores que quizá más acuciosamente ha examinado el
desarrollo de las actividades de Petróleos Mexicanos en las aguas
profundas del Golfo de México.
A lo largo de varios años en
diversas reuniones, asambleas y foros hemos planteado no solamente
críticas sino también nuestras propuestas, creo que fuimos los
únicos en este país que propusimos públicamente en un foro
como este, como alternativa a las propuestas del gobierno panista, el llamado
“Proyecto Puerto Vallarta de Tratado”.
La elaboración
de ese documento que pese a nuestros esfuerzos ha permanecido muy poco
difundido, se inició desde 1979 por un grupo de estudio integrado por
expertos en Derecho internacional y en Geología, entre otras
instituciones el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y el
Instituto Mexicano del Petróleo. Entre ellos se encontraba nuestra
querida amiga, quien nos acompañó, mientras vivía, en todos
estos foros: la Doctora en Geología Carmen Pedrazzini Nezzi.
El
grupo trabajó intensamente por un periodo de seis años,
acudió a todos los materiales, información y experiencias
disponibles, empezando con los casos de la plataforma continental del Mar del
Norte de 1969 y puede decirse que realizó contribuciones a una rama
emergente del Derecho: el Derecho internacional de los recursos
transfronterizos.
Finalmente este grupo interdisciplinario se
reunió en Puerto Vallarta México en febrero de 1989 para
consolidar varios borradores preliminares. El producto definitivo de la
reunión fue el “Modelo Puerto Vallarta de Proyecto de Tratado sobre
Principios y Criterios Orientadores para la Coordinación de Actividades
Relativas a recursos Submarinos transfronterizos de Hidrocarburos Subyacentes a
la Frontera Marítima entre Estados Costeros Vecinos”.
Desde
luego que no habríamos incorporado esa propuesta sin la ayuda de Carmen.
Sirva esta breve introducción, como un modesto homenaje a la Doctora
Carmen Pedrazzini fallecida el año pasado, porque la mejor manera de
reconocer el valor de una investigadora es leer, estudiar, y sobre todo intentar
aplicar los resultados de su trabajo.
En esta ocasión de ninguna
manera repetiremos lo que ya se encuentra publicado en los boletines de
años anteriores, comenzaremos con algunos datos que permitan conocer
algunos antecedentes del acuerdo suscrito por los gobiernos de México y
los Estados Unidos el 20 de febrero de este año de 2012.
Proyecto Puerto Vallarta de Tratado
El equipo de juristas y geólogos que elaboraron el
Proyecto Puerto Vallarta de Tratado examinó 58 acuerdos bilaterales, de
los cuales 14 no hacen referencia a los recursos en el área de
delimitación; por nuestra parte, en el Instituto de Investigaciones
Económicas, desde los ya lejanos años noventa fundamos un
seminario en el que hemos examinado numerosos casos concretos de tratados y
convenios sobre yacimientos transfronterizos, y, aunque no podemos presumir de
una revisión exhaustiva, podemos adelantar algunas observaciones.
En primer lugar es evidente la diferencia entre aquellos convenios
celebrados entre países en igualdad de condiciones de desarrollo
económico y social como los del Mar del Norte, destacadamente Noruega y
Reino Unido y los tratados celebrados entre potencias militares regionales y
países pobres en condiciones asimétricas. El caso más
notable sería el tratado entre Timor Oriental, una pequeña isla, y
Australia. En las aguas limítrofes de esos dos países, desde los
años setenta se han descubierto ocho yacimientos transfronterizos, entre
otros el gigante de gas: “Greater Sunrise”; para resumir,
digamos que el diferendo aún no concluye.
En el largo proceso,
que no ha estado exento de episodios violentos, algunos de los “momentos
decisivos” ocurrieron el 9 de febrero de 1991 cuando a bordo de un
avión australiano que volaba sobre el Mar de Timor, se firmó el
llamado “Tratado del Hoyo de Timor (The Timor Gap Treaty)” por los
ministros de Relaciones Exteriores de Indonesia, Ali Alatas y su
homólogo Gareth Evans, este acuerdo establecía que ambos
países se repartirían en proporciones iguales los ingresos
de la explotación de los hidrocarburos.
Otro episodio
ocurrió en la medianoche entre el 19 y el 20 de mayo de 2002, en esa
fecha Timor firmó su independencia de Indonesia surgiendo como la nueva
“República Democrática” e, inmediatamente, las nuevas
autoridades signaban el compromiso de concluir, ese mismo año de 2002, el
acuerdo de unificación de “Great Sunrise”.
Este se
firmó en 2003 pero entonces surgió un problema decisivo: ¿en
qué país se construirían las instalaciones de proceso?,
asunto que tiene que ver con el empleo, los suministros y la seguridad militar
de los equipos y tuberías. A la fecha el asunto parece estar concluyendo
las grandes petroleras Woodside (34% de las inversiones), Conoco Phillips (30%),
Shell (26.56%) y Osaka Gas, japonesa (con el 10% de las inversiones), han
construido en Darwin, territorio australiano, es decir en zona
“segura”, un complejo de licuefacción de gas que se espera
abastecerá al mercado japonés. En corto: a Timor solo le
corresponden ingresos del 20% sobre el gas “a boca del pozo”, es
decir sobre la materia prima.
El problema de los transfronterizos es
complicado porque requiere un tratamiento caso por caso, el afán de
simplificar y la prisa por sacar conclusiones puede llevar a interpretaciones
erróneas, debemos advertir que para mantener sus participaciones los
militares indonesios desataron terribles masacres, que la defensa del derecho de
Timor a independizarse fue defendida por intelectuales de la talla de Noam
Chomsky e incluso por la izquierda australiana. Por otro lado, una
expresión de maquiavelismo puede ser que, en casos de yacimientos
transfronterizos pequeños, a Timor le corresponde el 90% por ciento de
los ingresos.
Sin el dramatismo del caso anterior tenemos las diferencias
entre Vietnam y China, en ausencia de un acuerdo, hace apenas unos días
barcos de esta última potencia cortaron los cables de exploración
sísmica de equipos vietnamitas aduciendo que operaban en aguas
patrimoniales del nuevo gigante de Oriente; sin ir tan lejos también
tenemos los debates entre Venezuela y Trinidad y Tobago, aunque existe un
llamado “Memorando de Entendimiento” se discute el caso
“Lorean-Manatee” (Lorean es el nombre del pozo descubierto del lado
venezolano y Manatee el nombre del pozo perforado en aguas de Trinidad que
descubrió las extensiones de la misma estructura petrolífera).
En 2006 Petróleos de Venezuela (PDVSA) afirmó:
“estimamos que 80% de las reservas están en Venezuela y el 20%
restante en Trinidad”. Este es un caso verdaderamente interesante, porque,
como se sabe, en esos países se ha producido, lo que ahora se revela como
inconveniente para proteger los intereses nacionales: una apertura completa a la
inversión privada, y la empresa operadora en ambos lados de la
frontera es Chevron.
En 2005 Chevron Texaco perforó los pozos
llamados 2X, 3X Y 4X, el mismo año, es decir casi simultáneamente,
otros equipos de Chevron perforaron enfrente, en el bloque 6D de Trinidad y
Tobago, el Manatee-1, así quedó confirmada la extensión de
las arenas productoras a ambos lados de la frontera de los dos países.
Este problema, derivado de la insuficiencia tecnológica, ha sido muy
claramente planteado por el internacionalista Alberto Székely con quien
he tenido el honor de participar en varios foros en México, los Estados
Unidos y en Cuba.
De manera que el hecho de que nuestro país y la
Unión Americana establezcan normas generales significa un paso
importante; anticiparse a escenarios de conflicto es algo
“positivo”. Ahora falta que estas se cumplan. Más aún
examinar su contenido ¿habrá artículos que permitan acuerdos
secretos entre las élites, aspectos ambiguos que permitan situaciones que
afecten los intereses nacionales?
Existen elevadas posibilidades de que se descubran yacimientos transfronterizos
El mapa número 1 que acompaña este texto, tomado de los anexos
técnicos del acuerdo, mismos que sospechamos no están disponibles
para los Senadores de a pie (es decir los que no pertenecen a la élite
que participó en las negociaciones) desvanecen un equívoco,
generalmente se piensa que el acuerdo se refiere exclusivamente a las aguas
profundas, nuestra ilustración muestra que el área bajo la
jurisdicción del tratado cubre aguas someras, profundas y ultraprofundas,
virtualmente solo deja fuera una porción frente a las costas de Texas y
el espacio de la Dona Oriental, que aunque la petrocracia texana
pretendió engullir, tendrá que negociarse en el futuro,
considerando los indiscutibles derechos de la hermana republica Socialista de
Cuba.
Como se sabe en la frontera sur de la Dona Occidental, es decir a
lo largo de la frontera México-EEUU, misma que estuvo en moratoria y
concluirá al entrar en vigor el acuerdo, hay muy escasas posibilidades de
encontrar petróleo, la razón es que esa porción se ubica en
la llamada “Llanura Abisal”, que le tocó a México
según el tratado de 2000. Ese problema lo hemos planteado en un libro y
diversos artículos e, inclusive en el Senado de la República
frente a la responsable de ese atentado contra los intereses nacionales: la Sra.
Rosario Green, ministra de Relaciones Exteriores en el gobierno de
Zedillo.
Una situación distinta se plantea en la zona llamada
Cinturón Plegado Perdido, en ella, la investigación
geológica y sísmica realizada a lo largo de varias décadas,
ha demostrado que existen formaciones geológicas y estructuras, es decir
trampas que podrían contener hidrocarburos, mismas que se extienden tanto
del lado estadounidense como del mexicano.
Aún más, a cinco
kilómetros de la línea fronteriza fue descubierto, en 2001 el
yacimiento Trident, se han perforado tres pozos y dos de ellos son
productores de crudos ligeros. Diez años después sabemos que
sus reservas apenas ascienden a unos cien millones de barriles; el mapa
número 2 elaborado por el comisionado de la CNH, Doctor Javier Estrada
nos muestra la localización de perforación de Pemex llamada
“Alaminos” situada a 4 kilómetros de Trident.
Aunque
en 2010 escribimos que Trident no era comercial y que solo disponía de
recursos por 100 millones de barriles, la firma del acuerdo cambia la
situación: las nuevas perforaciones, del lado mexicano, podrían
descubrir hidrocarburos en volúmenes que permitieran el desarrollo de ese
yacimiento ya existente.
Mapa 1. Area
bajo la jurisdicción del Tratado
Fuente: México, Secretaria de Relaciones Exteriores, Febrero de
2012.
Por otro lado, a 14 kilómetros al norte de la
línea fronteriza, en el paralelo 26, se descubrieron en aguas
estadounidenses los primeros campos gigantes; de tal manera que utilizando el
método analógico es razonable esperar que en las aguas
patrimoniales de México también se descubran yacimientos, repito,
por analogía, esperamos de las mismas dimensiones de Great White,
Silvertip y Tobago en desarrollo por Shell y sus socios: British Petroleum y
Chevron.
Claroscuros de un acuerdo
Dos son los problemas fundamentales que abordan los siete
capítulos y 25 artículos del nuevo acuerdo:
En primer
lugar el asunto de la unificación del yacimiento, es decir la posibilidad
de que Petróleos Mexicanos, la única compañía que
por mandato constitucional puede ser operadora del lado mexicano y las empresas
extranjeras, propietarias de licencias o concesiones de bloques en aguas
patrimoniales de los Estados Unidos, puedan asociarse para diseñar
y desarrollar un proyecto de explotación del yacimiento como una
unidad; es decir definiendo el número óptimo de pozos,
ubicación de los mismos, sistemas de explotación desde el inicio:
bombeo, mantenimiento de presiones, eventualmente la reinyección del gas
y, especialmente vital para Pemex: compartir el financiamiento y las
tecnologías.
Mapa 2.
Localizaciones de Pemex y pozos de los Estados Unidos
cercanos a la línea fronteriza, 2009
Fuente: Dr. Javier Estrada, 2009.
Esta búsqueda de
socios extranjeros explica el interés de los dos últimos gobiernos
de México y de los tres grandes partidos políticos para plantear
el método de la unificación, concepto expresado
gramaticalmente en forma errónea como unitización, mal traducido
de “unitization”.
Esta avidez por asociarse con las
grandes petroleras, explica que desde 2003 la Comisión de Relaciones
Exteriores del Senado estuviera insistiendo en el acuerdo, desde luego
camuflajeado con el discurso de la “eficiencia”, a veces con la
retórica sobre la defensa del patrimonio nacional y hasta con el mito de
la sustracción furtiva usando la “técnica popote” que
en este momento solo dejo apuntada, para abordarlo más
adelante.
Si ese primer “paquete” de artículos fue
impulsado por los negociadores del gobierno mexicano, el otro conjunto de
artículos que conforman el acuerdo, expresa las preocupaciones
estadounidenses: el reforzamiento y homogenización de las nuevas medidas
de seguridad industrial. Recordemos que el accidente del pozo Macondo en abril
de 2010 que sacudió a la opinión pública mundial y
afectó gravemente amplias sectores de las playas de Louisiana, Texas y
Florida y quizá también de Tamaulipas y norte de Veracruz,
estableció un parte aguas por lo menos en las actividades petroleras en
el Golfo de México y el mar Caribe. Esta parte se expresa en el
articulado del capítulo seis: inspecciones, seguridad industrial y
protección ambiental.
México y Estados Unidos tienen
legislaciones petroleras muy diversas. La unificación será una
decisión que las empresas extranjeras decidirán voluntariamente,
es decir podrán acordarla o rechazarla; el gobierno de los EE.UU. no
está facultado para intervenir en las decisiones de las empresas
privadas; el acuerdo solo establece compromisos de los gobiernos para
propiciarla.
¿Es posible conciliar diferencias?, la solución
que encontraron los negociadores fue la de insistir en la promesa de
respetar y sujetarse a las legislaciones de cada país: a lo largo del
texto del acuerdo once veces se reitera que la aplicación de las
disposiciones respectivas “estará sujeta a la legislación
nacional aplicable en cada país” o expresiones similares, como, en
el caso de que alguna empresa inicie el desarrollo de un transfronterizo, la
otra parte “deberá tomar las medidas adecuadas bajo su
legislación nacional” (articulo 7, capitulo 2)
Podríamos decir que la aplicación del acuerdo presenta
problemas que solamente los juristas especializados en derecho internacional del
mar podrán dilucidar, aunque ya en el texto actual encontramos
artículos que nos parecen cuestionables, principalmente el que
“la información geológica de cualquier tipo clase o
naturaleza, escrita u oral, pueda ser clasificada como confidencial”
(Capítulo 1, artículo 2); así como la
información relativa a las controversias y los “expertos” que
intervendrán en el caso de que ocurran (Capítulo 5,
artículo 16, parágrafos 1, 2, 4, 7 y 8).
Dado el
carácter estratégico del petróleo la información
geológica puede tener repercusiones: un éxito puede abatir
precios, como está ocurriendo en el mercado del gas; un fracaso puede,
eventualmente, desalentar licitaciones en curso, elevar los precios en un
mercado tan sensible, en la era pos pico del petróleo que viven los dos
países.
Si bien, en la tradición de los Estados Unidos,
las empresas pueden mantener reservada ciertas informaciones, en nuestro
país toda la información debe ser revelada por que el
petróleo no es propiedad de Pemex, ni de los gobiernos en turno, sino de
la Nación.
De mantenerse información geológica como
confidencial las comunidades de ingenieros, sus asociaciones profesionales e
incluso los profesores que impartimos materias en relación con las
reservas y el potencial petrolero, quedaríamos imposibilitados de
participar en la caracterización de yacimientos, sus extensiones y
espesores, que es precisamente el aspecto medular que permitirá comprobar
si este acuerdo cumple con su promesa de reparto equitativo de los recursos de
hidrocarburos en la zona fronteriza México-Estados
Unidos.
Sobre la tan insistentemente mencionada “operación popote”
A
pesar de considerables avances tecnológicos, a la fecha no han podido
resolverse los desafíos que presentan las perforaciones horizontales,
a profundidades y extensiones extremas, como el de la energía
necesaria para mover la tubería, la barrena y transportar la roca
destruida hasta la superficie. Mientras más largo el pozo más
energía es requerida para vencer las fuerzas de fricción
ocasionadas por la rotación o deslizamiento en el agujero; en el caso de
la barrena la energía necesaria para rotarla y que pueda destruir la
roca.
Otra limitante han sido esas rocas y las fuerzas que ejercen,
mientras más profundos y más inclinados son los pozos, se elevan
los riesgos de colapso, lo que impediría continuar la perforación.
Por otro lado mientras no se perfore, carecemos de información
directa, la sísmica solo tiene resolución vertical de unos 30
metros, tampoco podemos conocer las permeabilidades porque estas se determinan
en laboratorios mediante pruebas a núcleos de cuatro y media pulgadas de
diámetro y no más de 9 metros de longitud; tampoco conocemos el
radio de drene, en fin a la fecha, el récord internacional en pozos
horizontales, podría estar en unos 12-13 kilómetros de
extensión pero en aguas someras, no en ultra profundas.
En
México estamos perforando pozos con un alcance de ocho o nueve mil metros
frente a las costas de Tabasco, pero asentando el equipo en tierra y en Cuba,
que mencionamos porque no ha faltado quien la señale como candidato a
realizar pozos horizontales, se han logrado pozos de hasta 6 kilómetros
en litoral norte de la isla, pero con equipos perforando desde tierra, en fin,
no es correcto el uso de la propaganda para distraer a la opinión
pública.
Reforzamiento de la seguridad industrial
Para concluir con una nota optimista
digamos que el acuerdo puede ser un alivio a los problemas de seguridad
industrial, pues actualmente Pemex opera sin coberturas y seguros que le
permitan hacer frente a escenarios de desastre, y pese a que la Comisión
Nacional de Hidrocarburos e incluso desde el Instituto de Investigaciones
Económicas, se han hecho señalamientos al respecto, “la
paraestatal ha sido indolente”. “México ya tiene suficientes
problemas como para que cualquier día amanezca con la noticia de que hubo
un nuevo derrame en el Golfo de México y que el país es objeto de
demandas internacionales que le exijan indemnizar a los
afectados”.
Mapa 3. Localización de
perforación “Trión-1”, programada para abril de 2012
Fuente: Región Norte de Pemex Exploración y
Producción.
* Maestro Fabio Barbosa, Investigador del
Instituto de Investigaciones Económicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
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