Volumen 12, Número 213, marzo 16 de 2012 |
Este 74 aniversario de la Expropiación Petrolera es un
momento para reflexionar acerca de la situación energética y, en
general, de los recursos naturales en México.
Las epopeyas de 1938
y 1960, cuando las industrias petrolera y eléctrica fueron rescatadas
para la nación representaron dos de los más importantes
acontecimientos políticos de la pos-Revolución Mexicana. Los
recursos energéticos pasaron a ser propiedad colectiva de la
nación.
Hoy vivimos un proceso regresivo expresado en la
desnacionalización energética. Esto es el resultado de sucesivas
medidas antinacionales decididas por los gobiernos en turno. En el contexto del
neoliberalismo económico, mediante las privatizaciones, la nación
mexicana hemos perdido una gran parte del patrimonio colectivo.
La
Comisión Reguladora de Energía (CRE) ha otorgado 670 permisos
privados de generación eléctrica, principalmente a empresas
transnacionales y sus filiales. El 50 por ciento de la capacidad de
generación total a nivel nacional ya es privada.
Las nuevas
centrales de generación eléctrica son del tipo ciclo combinado a
base de gas natural, con centrales privadas de alta potencia que venden la
energía que generan a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
No nada más. Cientos de empresas privadas se han sustraído a la
CFE para comprar su energía a las corporaciones
transnacionales.
Todos los recursos naturales energéticos y
minerales están sujetos a la privatización furtiva. En el caso del
viento, las corporaciones se han instalado en el Istmo de Tehuantepec,
apropiándose de las tierras, el agua y el viento. El agua está
sujeta también a la privatización, mediante la instalación
de centrales hidroeléctricas privadas. Otro tanto, empieza a ocurrir con
la radiación solar.
En la minería existen 25 mil
concesiones a las transnacionales.
Con base en lo dispuesto por el
Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), la industria
petrolera está siendo fragmentada. La distribución, transporte y
almacenamiento de gas natural ya es privada, a través de permisos
otorgados por la CRE a los particulares.
La exploración y
producción de gas seco se han concesionado mediante Contratos de
Servicios Múltiples. Próximamente, será privatizado el
transporte y distribución de productos petrolíferos y
petroquímicos y agrocombustibles, así como su almacenamiento. La
CRE otorgará los correspondientes permisos.
La petroquímica
“secundaria” hace años que está privatizada. En 2011
se otorgaron los primeros contratos para la exploración y
producción de hidrocarburos en el sureste mexicano y, en 2012, se han
puesto a licitación otros contratos en la región norte del
país. Desde 1938 no ocurría nada parecido.
Apenas en
días pasados, los gobiernos de México y Estados Unidos pactaron un
acuerdo para la eventual explotación de hidrocarburos en las estructuras
transfronterizas.
Más aún, en el contexto de la
campaña electoral presidencial, se oferta al capital extranjero la
privatización general de Pemex y de la CFE. Esta situación es
lesiva al interés general de la nación.
Para continuar el
análisis, el FTE de México realiza el 19 Foro de Energía.
Invitamos al pueblo de México a participar activamente en defensa de la
industria energética nacionalizada.
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