Culminar la Nacionalización
Después de los dictámenes
del Senado y de la Corte, ¿Qué sigue? 1- Revocar todos los permisos
privados otorgados al margen de la ley, 2- Suspender la Privatización
Eléctrica Furtiva, 3- Derogar las “reformas”
anticonstitucionales de 1992 a la ley eléctrica. Lo más
importante: la integración cabal de la industria eléctrica
nacionalizada y la unidad sindical democrática.
Los
permisos eléctricos privados, otorgados por la Comisión Reguladora
de Energía (CRE) son ilegales. Mediante esos permisos se fue consumando
la Privatización Eléctrica Furtiva. El gobierno federal se
apresuró a entregar una parte importante del patrimonio nacional a
múltiples empresas privadas extranjeras. Ahora, debe terminar esa
Privatización Furtiva. Fox, los funcionarios de la Secretaría
de Energía, de la CRE y los propios inversionistas privados han incurrido
en responsabilidad y deben responder de sus actos. Independientemente de la
situación legal, en lo inmediato se deben suspender todos los permisos
privados, no otorgando ni uno sólo más y procediendo a la
revocación de los ya concedidos, por así convenir a la
Nación. Se trata de casi 200 permisos otorgados a casi 100 empresas
privadas, principalmente extranjeras. Esos permisos incluyen la
instalación de plantas termoeléctricas, hidroeléctricas,
carboeléctricas y eoloeléctricas. Los beneficiarios de esos
permisos procedieron a asociarse e incluso pactar contratos con municipios e
instituciones públicas. Estos, también han incurrido en
responsabilidad. Suspender la Privatización Furtiva significa que ya
no haya permisos de ningún tipo, porque no se requieren y porque son
inconstitucionales. El dictamen de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (SCJN) debía llevar a los legisladores a revocar las
reformas de 1992 a la Ley de Servicio Público de Energía
Eléctrica (LSPEE). Esas reformas constituyen la base legaloide para la
Privatización Furtiva. Diputados y Senadores están en una
coyuntura favorable y debieran proceder. En tal sentido, las iniciativas de
reformas a la legislación eléctrica secundaria deben revisarse
cuidadosamente. Esto quiere decir, que se deben suprimir todos los aspectos
inconstitucionales. En vez de reforzar las reformas de 92, lo que debe hacerse
es suprimirlas. A partir de la nueva situación, no debe insistirse en
otorgar permisos privados. Las figuras creadas por Salinas de Gortari,
desnaturalizan el concepto de servicio público. El único caso
justificado, como excepción, sería Petróleos Mexicanos
(Pemex), tratándose de procesos de cogeneración relacionados con
las refinerías energéticas. Si no se necesitan, ni son
correctos, los permisos privados la Comisión Reguladora de Energía
no tiene ninguna razón de ser y debe desaparecer. Su proceder hasta ahora
es completamente antinacional no habiendo manera de regeneración
posible. De las iniciativas presentadas por PRI y PRD pudiera rescatarse
algo, sobre la base de incorporar propuestas debidamente sustentadas. De otra
manera, lo trascendente de la primera parte, esto es, NO modificar la
Constitución política evitando la reforma de los artículos
25, 27 y 28 constitucionales, podría contradecirse si los legisladores
insisten en sus propuestas iniciales. Esas iniciativas, en los términos
de ahora, son inaceptables. Por otra parte, insistimos: las tareas
históricas planteadas por la nacionalización eléctrica no
están cabalmente cumplidas. Falta la integración de la industria
eléctrica nacionalizada, la consecuente unidad sindical y la
contratación colectiva de trabajo única. En la medida en que
la integración se siga posponiendo, la industria estará
incumpliendo los propósitos de la nacionalización. Dejar las cosas
como están significa validar la presencia y atraco del charrismo sindical
en uno de los sectores más estratégicos de la
Nación. El charrismo sindical no solo es antidemocracia, es
corrupción, inseguridad nacional, una ofensa a México. Esa mafia
debe ser extirpada y para ello se precisa de la unidad sindical
democrática. O, ¿es que los legisladores creen que los charros
sindicales son la garantía para el sano desarrollo de la industria
nacionalizada? ¡NO!, al contrario, son un obstáculo. En esas
condiciones, la llamada autonomía de gestión habrá de
devenir en autonomía para la corrupción, más que
ahora. No avanzar hacia la integración industrial significa posponer
la solución de fondo a muchos problemas operativos, financieros, de
mantenimiento y de control. Es, asimismo, seguir tolerando al charrismo
sindical, pernicioso para la Nación, en su presente y futuro. Los
charros sindicales han incurrido en responsabilidad y son parte importante del
fraude, han sido el soporte principal para la Privatización Furtiva y
deben ser arrojados de la industria eléctrica nacionalizada de
México.
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