La Constitución No se Modifica
El Senado de la República rechaza
propuestas privatizadoras de la industria eléctrica de México. Las
iniciativas del PRI, PAN y PVEM serán archivadas como asunto totalmente
concluido. Después de 1,178 días de lucha, se reconoce la
razón de trabajadores y pueblo de México.
Ni
siquiera fueron tratadas por el pleno de la Cámara de Senadores. Mediante
dictamen de 5 comisiones dictaminadoras, 28 de 48 integrantes, los senadores
pertenecientes al Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido de la
Revolución Democrática (PRD) y Partido Verde Ecologista de
México (PVEM), desecharon tres iniciativas que proponían la
modificación a la Constitución Política del país
para privatizar la industria eléctrica nacionalizada.
La primera
iniciativa fue presentada en febrero de 1999, por el entonces presidente Ernesto
Zedillo siendo secretario de energía Luis Téllez.
En esa
propuesta se proponía modificar los artículos 27 y 28
constitucionales. El primero, en el párrafo sexto establece que,
Corresponde a la Nación la generación, transmisión,
transformación, distribución y comercialización que tenga
por objeto la prestación del servicio público de energía
eléctrica.
Dicha reforma afectaría también al
párrafo cuarto del artículo 28 el que indica que, la
electricidad es una actividad estratégica que, de acuerdo al
artículo 25 constitucional corresponde realizarla en exclusiva al
Estado.
Las modificaciones propuestas tenían el
propósito de privatizar la industria eléctrica, nacionalizada en
1960. La argumentación se basaba en los supuestos enormes recursos
necesarios de inversión a efecto de satisfacer las necesidades de
crecimiento en la industria y el país.
En 13 mil nuevos megawatts
eléctricos estimaban Téllez y Zedillo los requerimientos de
capacidad instalada hacia el 2005 con una inversión de 25 mil millones de
dólares. Para lograr tasa de crecimiento del 6% anual los promotores de
la iniciativa proponían la entrada indiscriminada del capital privado en
las actividades reservadas a la Nación. Se proponía, nada menos,
que la entrega del patrimonio nacional al capital extranjero.
De inmediato
se produjo una enérgica respuesta de los trabajadores, encabezados por el
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), secundados de inmediato por el pueblo
de México.
La iniciativa se había turnado al Senado como
cámara de origen, misma que al igual que la Cámara de Diputados
estaban dominadas por el PRI, partido en el gobierno. Zedillo, Téllez y
demás integrantes del PRI desarrollaron una costosa campaña
propagandística tendiente a que su propuesta fuera aprobada.
Como
antecedente previo, está la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con
Norteamérica (1994) que, en uno de sus últimos anexos,
prevé la privatización energética. Dos años antes,
en 1992, en la perspectiva de la firma del TLC, el expresidente Carlos Salinas
de Gortari (PRI) había promovido reformas anticonstitucionales a la Ley
de Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE), ley
aprobada originalmente en 1975 al calor de la lucha de la Tendencia
Democrática de Electricistas y Nucleares, sujetos de la represión
político-militar del Estado en 1976. Esas reformas regresivas fueron
aprobadas por los legisladores del PRI y han servido de base a la
Privatización Eléctrica Furtiva que realizó Zedillo
y que realiza actualmente Fox.
La intensa lucha de los mexicanos, encabezada
por el SME, y el contundente rechazo a la iniciativa de Zedillo y Téllez,
en realidad del Banco Mundial y demás organismos financieros del
imperialismo, mediante movilizaciones diversas, argumentos de todo tipo,
publicaciones, foros, etc. llevó a que dicha iniciativa fuera congelada
por el Senado, mismo que ni siquiera pudo emitir ningún dictamen al
respecto.
Mientras tanto, a través de la Comisión Reguladora
de Energía (CRE), el gobierno federal procedió a la
concesión de permisos privados bajo las modalidades de
autoabastecimiento, cogeneración y producción
independiente, pequeña producción,
importación y exportación. De acuerdo a las reformas
de 92, estas figuras NO se consideran (indebidamente) parte del servicio
público. En tales casos, por tanto, pueden participar los inversionistas
privados nacionales y extranjeros.
Al no haberse aprobado la iniciativa
priísta, el gobierno federal optó unilateralmente por otorgar los
permisos privados para la generación de electricidad, en términos
de abierto engaño y corrupción.
Se realizaron elecciones
presidenciales y, en forma poco clara, mediante encuestas y el manejo de la
televisión privada, se otorgó la presidencia a Vicente Fox del
Partido Acción Nacional (PAN).
La campaña de Fox se
llevó a cabo en medio de mentiras cotidianas, llegó a decir que no
se privatizaría la industria eléctrica. Después
adornó el discurso y dijo, ante las burocracias sindicales del sector,
que los activos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de
Luz y Fuerza del Centro (LFC) “no serían privatizados”,
únicamente se abrirían ambas empresas a la inversión
privada. Se trataba de un engaño a todos, como lo denunciamos
oportunamente, porque no se privatizaban los activos pero sí las
funciones.
Hubo muchos burócratas y asesores, que se dedicaron
a repetir “Privatización NO, ¡Apertura Privada
Sí!” Con oportunidad, el Frente de Trabajadores de la
Energía señaló que eso, era lo mismo. Con sólida
argumentación se documentaron las razones y los hechos,
habiéndolas presentado públicamente a los trabajadores en el I
Foro Eléctrico Nacional y otros eventos nacionales e
internacionales.
Desde antes de tomar posesión de la Presidencia de
la República, el gabinete de transición foxista preparó un
documento para la Reorganización de la Industria Eléctrica
Nacional. Según tal documento, la industria nacionalizada debía
ser privatizada. Consecuentemente se promoverían reformas
constitucionales. La argumentación era similar a la de Zedillo, y tal vez
peor, carente por completo de bases, sin ningún diagnóstico ni
claridad en los números, falseando datos y sin citar fuentes. En su
oportunidad lo denunciamos.
Sin embargo, Fox no envió ninguna
iniciativa de ley a las Cámaras, prefirió la vía de los
hechos. Al margen de la Constitución, del Poder Legislativo y del pueblo
en su conjunto, se dedicó a promover la entrada del capital extranjero en
la industria eléctrica nacional. Para ello, ha contado con la actitud
servil y traidora de la CRE.
A la fecha se han otorgado más de 200
permisos privados para generación eléctrica, mismos que en 2001
representan una capacidad instalada mayor a las proyecciones estimadas por Luis
Téllez para 2005.
Todos los permisos son falsos y corruptos, porque
no se tratan de ningún autoabastecimiento ni cogeneración, ni
pequeña producción, sino generación privada en alta escala,
a cargo de empresas transnacionales mismas que utilizan la red eléctrica
nacional facilitada por el gobierno. Hoy en día, el 30 por ciento
equivalente de la capacidad efectiva en operación es privada. La
situación ha llegado a tal nivel, que en la práctica se ha venido
suprimiendo el concepto de servicio público, con la participación
de multitud de gobiernos municipales e instituciones públicas, al tiempo
que los inversionistas privados empezaron a constituir nuevos monopolios
privados. Todo se ha venido haciendo, SIN modificar la
Constitución.
No satisfecho el foxismo, hacia fines de 2001, el PAN
presentó ante el Senado una propuesta para modificar la
Constitución en términos similares a los propuestos por Zedillo
(PRI). Casi al mismo tiempo, el Partido Verde Ecologista de México
(PVEM), aliado del PAN en las elecciones presidenciales, propuso algo parecido.
De manera que, para el actual período ordinario de sesiones legislativas
existían 3 propuestas de iniciativas de ley tendientes a modificar la
Constitución para privatizar la industria eléctrica.
Ahora, en
una coyuntura política completamente desfavorable al foxismo, en el
contexto de las denuncias de Cuba que han puesto al descubierto, a nivel
mundial, las mentiras de Fox y su servilismo al gobierno norteamericano, los
legisladores del PRI, PRD y PVEM dictaminaron en las comisiones respectivas
rechazando las 3 propuestas.
Esto es muy importante y es un triunfo nuestro.
Ante la presión de los trabajadores y del pueblo, y aprovechando la
coyuntura política, los senadores del PRI reconsideraron su
posición y votaron en contra de su propia propuesta, lo mismo hizo el
PVEM. El PRD se sumó y se hizo mayoría.
Nos congratulamos de
la decisión formal del Senado de la República. El resultado de la
votación es un reconocimiento a las innumerables voces de los
trabajadores y pueblo de México, quienes siempre hemos mantenido en alto
nuestras banderas de lucha. Tuvieron que pasar más de tres años,
habiéndose privatizado una buena parte del sistema eléctrico
nacional. Ahora, es pertinente que se proceda en consecuencia.
Está
muy bien que la Constitución no se modifique, pero ahora se debe
detener de inmediato y terminantemente la Privatización
Eléctrica Furtiva. Existen mecanismos al alcance, la propia LSPEE
prevé la revocación de los permisos. También, es
pertinente proceder contra los funcionarios que han transgredido a la
Constitución entregando el patrimonio nacional al capital extranjero,
simplemente aplicándoles la Ley de Responsabilidades de Funcionarios
Públicos.
Lo más importante es llevar a cabo una adecuada
política eléctrica nacional, la Política
Eléctrica Independiente, y la consecuente integración cabal
de la industria eléctrica nacionalizada.
PRI y PRD han presentado
3 propuestas de modificaciones a la legislación eléctrica, las
tres son muy cuestionables pues legitiman a la Privatización Furtiva,
hecho que es inconstitucional. Eso es inconveniente para la Nación y por
el bien de ésta, deben retirarse esas propuestas hasta que sean
corregidas, bien elaboradas y acordadas por el consenso nacional de los
trabajadores y pueblo de México organizados
socialmente.
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