Volumen 11, Número 205, diciembre 13 de 2011 |
CARTAS ZAPATISTAS
CARTA DE EMILIANO ZAPATA A GENARO AMEZCUA
Tlaltizapán,
Febrero 14, 1918
Sr. General Genaro Amezcua La Habana,
Cuba
Estimado amigo:
Me refiero a las gratas de usted fechadas el 1o. y 15 de enero
último.
Por ellas veo que ha continuado usted, con actividad y con éxito la
ardua labor de propaganda, que la revolución le ha encomendado. Veo
también con gusto que en esa tarea es usted eficazmente ayudado por
entusiastas e inteligentes colaboradores, que fungen ya como agentes de
propaganda.
Por los recortes que se sirve adjuntarme, quedo impuesto de la
benévola acogida que en la prensa de esa capital han tenido las
declaraciones hechas por usted, acerca de las finalidades que perseguimos, lo
que es indicio cierto de que la intelectualidad cubana se da cuenta de la
importancia de este movimiento regenerador y simpatiza con él
abiertamente, al reconocer su indudable justicia.
Verdaderamente, celebro que en ese interesante país hermano del
nuestro, repercutan vigorosamente y dejen hondas huellas las reivindicaciones
gallardamente sostenidas por el pueblo campesino de esta república de
México.
Era de esperarse que así sucediera; era de augurarse esa cordial
hospitalidad para nuestros anhelos de reforma y para nuestros empeños de
radical renovación, pues lo mismo tienen que pensar y que sentir los
pueblos de igual historia que sufren y han sufrido idénticos males; que
en su seno sienten agitarse los mismos problemas, y que, es lógico, por
lo mismo alienten análogos ideales y vibren con los mismos
entusiasmos.
Mucho ganaríamos, mucho ganaría la humana justicia, si todos
los pueblos de nuestra América y todas las naciones de la vieja Europa
comprendiesen que la causa del México revolucionario y la causa de la
Rusia irredenta, son y representan la causa de la humanidad, el interés
supremo de todos los pueblos oprimidos.
Aquí como allá hay grandes señores, inhumanos,
codiciosos y crueles que de padres a hijos han venido explotando hasta la
tortura, a grandes masas de campesinos. Y aquí como allá, los
hombres esclavizados, los hombres de conciencia dormida empiezan a despertar, a
sacudirse, a agitarse, a castigar.
Mr. Wilson, el presidente de los Estados Unidos, ha tenido razón al
rendir homenaje, en ocasión reciente, a la revolución rusa,
calificándola de noble esfuerzo por la consecución de libertades,
y sólo sería de desearse que a este propósito recordase y
tuviese muy en cuenta la visible analogía, el marcado paralelismo, la
absoluta paridad, mejor dicho, que existe entre ese movimiento y la
revolución agraria de México.
Una y otro van dirigidos contra lo que León Tolstoy llamara "el gran
crimen": contra la infame usurpación de la tierra, que siendo propiedad
de todos, como el agua y como el aire, ha sido monopolizada por unos cuantos
poderosos, apoyados por la fuerza de los ejércitos y por la iniquidad de
las leyes.
No es de extrañar, por lo mismo, que el proletariado mundial aplauda
y admire la revolución rusa, del mismo modo que otorgará toda su
adhesión, su simpatía y su apoyo a esta revolución mexicana
al darse cabal cuenta de sus fines.
Por eso es tan interesante la labor de difusión y de propaganada
emprendida por usted en pro de la verdad; por eso deberá acudir a todos
los centros y agrupaciones obreras del mundo, para hacerles sentir la imperiosa
necesidad de acometer a la vez y de realizar juntamente las dos empresas: educar
al obrero para la lucha y formar la conciencia del campesino.
Es preciso no olvidar que en vrtud y por efecto de la solidaridad del
proletariado, la emancipación de l obrero no puede lograrse si no se
realiza a la vez la liberación del campesino.
De no ser así, la burguesía podría poner estas dos
fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia
de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los
trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá
utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del
campo.
Así lo han hecho en México, Francisco I. Madero en un
principio y Venustiano Carranza últimamente; si bien aquí los
obreros han salido ya de su error y comprenden ahora perfectamente que fueron
víctimas de la perfidia carrancista.
Todo lo que usted haga para obtener la colaboración de los centros
obreros de Europa y América, será poco, si se considera la
trascendencia de la labor y la magnitud del resultado.
Debe usted excitar a estas agrupaciones a que propaguen en sus respectivos
países los ideales del agrarismo; el programa de la revolución
mexicana y los grandes triunfos alcanzados en el terreno de las realidades con
nuestros modestos luchadores indígenas, incansables y firmes
después de ocho años de lucha.
Una gira de propaganda por Sudamérica y Europa, sería muy
útil a no dudarlo, y ojalá que usted pudiera realizarla, pero para
ello sería preciso el apoyo de algún sindicato o
corporación obrera de ese país, pues todavía no es posible
para la revolución sufragar los gastos consiguientes, si bien todo hace
suponer que muy pronto tendrá fondos bastantes.
Le adjunto una credencial para sus trabajos cerca de las organizaciones
obreras, así como varios ejemplares de EL SUR y otros documentos de
propaganda.
La revolución netamente popular y agraria ha ganado considerable
terreno, y hoy domina no sólo en Morelos, Guerrero, Tlaxcala,
México y Puebla, sino también en Hidalgo, Guanajuato,
Michoacán, Jalisco, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Coahuila
y en la parte sur de la república, además de haberse extendido a
Veracruz y Oaxaca ha penetrado en el fondo de los estados de Tabasco y Chiapas,
quizá los más oprimidos del país.
Saluda a usted y le desea todo bien su amigo y atto. s.s.
Emiliano Zapata
Fuente: Emiliano Zapata. Cartas. Ediciones
Antorcha, México, 1987, p. 83-86. (Recopilación realizada
por Chantal López y Othón Cortés).
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