Volumen 11, Número 204, diciembre 13 de 2011 |
ESCRITOS ZAPATISTAS-VILLISTAS
Reunión de
Emiliano Zapata y Francisco Villa
Diciembre 4,
1914
El general Villa en una de las
cabeceras de una mesa de comedor. A su derecha, en el siguiente orden, los
señores Paulino Martínez, dos señoras, una de ellas
pariente del general Zapata, en seguida el niño Nicolás Zapata,
hijo del general don Emiliano, después el señor Alfredo Serratos,
le sigue el general Roque González Garza a cuya derecha está el
general Amador Salazar y por último el capitán Alberto S.
Piña.
A la izquierda del general Villa el general Zapata, el
general Eufemio de igual apellido, el general Palafox, Secretario del general
Emiliano Zapata, seguidamente el general Banderas, quien se levanta momentos
después, siendo ocupado su lugar por el capitán Manuel
Alza.
Al principio hablan los generales Zapata y Villa
respecto a una carta del segundo al primero, interviniendo el general Palafox
para fijar la fecha de la carta. Después se generaliza la
conversación en esta forma:
El Gral. Villa: Siempre estuve con la
preocupación de que se fueran a quedar olvidados, pues yo tenía
empeño en que entraran en esta Revolución. Como Carranza es un
hombre tan, así, tan descarado, comprendí que venían
haciendo el control de la República; y yo, nomás
esperando.
El Gral. Zapata: Ya han dicho a usted todos los
compañeros: siempre lo dije, les dije lo mismo, ese Carranza es un
canalla.
F. V.: Son hombres que han dormido en almohada blandita.
¿Dónde van a ser amigos del pueblo que toda la vida se la ha pasado
de puro sufrimiento?
E. Z.: Al contrario, han estado acostumbrados a ser el
azote del pueblo.
F. V.: Con estos hombres no hubiéramos tenido
progreso ni bienestar ni reparto de tierras, sino una tiranía en el
país. Porque, usted sabe, cuando hay inteligencia, y se llega a una
tiranía, y si es inteligente la tiranía, pues tiene que dominar.
Pero la tiranía de estos hombres era una tiranía taruga y eso
sería la muerte para el país. Carranza es una figura que yo
sé de ´onde salió para convertir a la República en una
anarquía.
Palafox: Lo que hicieron en la ciudad de México
no tiene precedente; si hubieran entrado los bárbaros lo hubieran hecho
mejor que ellos.
F. V.: Es una barbaridad.
E. Z.: En cada pueblo que pasan...
F. V.: Sí, hacen destrozo y medio. No
había otro modo para que se desprestigiaran, para que se dieran a
conocer. Tenían antes algo de prestigio, pero ahora... Estos hombres no
tienen sentimientos de Patria.
Palafox: De ningunos, de ninguna clase de
sentimientos.
F. V.: Yo pensaba que con nosotros pelearían
ahora que empecé a caminar del Norte; pero no, no pelearon.
E. Z.: Aquí empezaban a agarrarse fuerte, y... ya
lo vé usted.
Serratos (al Gral. Zapata): Que si no quería
usted someterse tenía 120,000 hombres para darles a los del Sur lo que
necesitaban, eso fue lo primero que dijo Carranza.
F. V.: Para que ellos llegaran a México fue para
lo que peleamos todos nosotros. El único ejército que peleó
fue el nuestro (refiriéndose al avance hacia el Sur). Nunca nos
hacían nada, no obstante que tenían guarniciones hasta de mil
hombres. Los que por allá pelearon muy duro fueron estos huertistas,
llegó a haber batallas donde hubiera poco más de cinco mil
muertos.
E. Z.: ¿En Zacatecas?
F. V.: En Torreón también, allí
estuvo muy pesado; pelearon como 18,000 hombres. En toda la región
lagunera pelearon como 27 días. Pablo González, que hacía
más de un mes estaba comprometido conmigo para no dejar pasar federales,
me dejó pasar once trenes; pero todavía nos corrió la
suerte de que pudimos con ellos y todavía les tomamos Saltillo y otros
puntos, y si acaso se descuida ese González, lo tomamos hasta a
él. (Risas.)
E. Z.: Yo luego calculé: Donde van a esperarse y
a hacerse fuertes, en Querétaro.
González Garza: Ahí esperábamos
nosotros la batalla...
F. V.: Yo esperaba que por ahí por el
Bajío hubiera unos 600 ó 700 muertos; pero nada: puro
correr.
Serratos: En la Huasteca han estado haciendo lo mismo,
igual.
F. V.: En estos días entró por ahí
Murguía a un pueblo de por aquí.
Serratos: Zitácuaro.
F. V.: Pues creo que sí. Sorprendió a la
guarnición diciendo que era convencionista, y asesinó como a
treinta oficiales y jefes y una parte de tropa. Pero yo le cargué fuerzas
por distintas partes. (Pausa). Vamos a ver si quedan arreglados los destinos de
aquí de México, para ir luego donde nos necesitan.
Serratos: En las manos de ustedes dos está.
(Todos asienten a lo dicho por Serratos).
F. V.: Yo no necesito puestos públicos porque no
los sé "lidiar". Vamos a ver por dónde están estas gentes.
Nomás vamos a encargarles que no den quehacer.
E. Z.: Por eso yo se los advierto a todos los amigos que
mucho cuidado, si no, les cae el machete. (Risas.)
Serratos: Claro...
E. Z.: Pues yo creo que no seremos engañados.
Nosotros nos hemos estado limitando a estarlos arriando, cuidando, cuidando, por
un lado, y por otro, a seguirlos pastoreando.
F. V.: Yo muy bien comprendo que la guerra la hacemos
nosotros los hombres ignorantes, y la tienen que aprovechar los gabinetes; pero
que ya no nos den quehacer.
E. Z.: Los hombres que han trabajado más son los
menos que tienen que disfrutar de aquellas banquetas. No más puras
banquetas. Y yo lo digo por mí: de que ando en una banqueta hasta me
quiero caer.
F. V.: Ese rancho está muy grande para nosotros;
está mejor por allá afuera. Nada más que se arregle esto,
para ir a la campaña del Norte. Allá tengo mucho quehacer. Por
allá van a pelear muy duro todavía.
E. Z.: Porque se van a reconcentrar en sus comederos
viejos.
F. V.: Aquí me van a dar la quemada; pero yo creo
que les gano. Yo les aseguro que me encargo de la campaña del Norte, y yo
creo que a cada plaza que lleguen también se las tomo, va a parar el
asunto de que para los toros de Tepehuanes los caballos de allá
mismo.
E. Z.: ¿Pero cómo piensan permanecer, por
ejemplo, en las montañas y así, en los cerros, de qué
manera? Las fuerzas que tienen no conocen los cerros.
Serratos: ¿Qué principios van a
defender?
F. V.: Pues yo creo que a Carranza todavía; pero
de Patria no veo nada. Yo me estuve "ensuichado" cuando la Convención;
empezaron: que se retire el general Villa y que se retire, y yo dije: yo creo
que es bueno retirarse pero es mejor hablar primero con mi general Zapata. Yo
quisiera que se arreglara todo lo nuestro, y por allá, en un ranchito -lo
digo por mi parte-, allá tengo unos jacalitos, que no son de la
Revolución. Mis ilusiones son que se repartan los terrenos de los
riquitos. Dios me perdone ¿no habrá por aquí alguno?
(irónicamente).
Voces: Es pueblo, es pueblo.
F. V. (prosigue): Pues para ese pueblo queremos las
tierritas. Ya después que se las repartan, comenzará el partido
que se las quite.
E. Z.: Le tienen mucho amor a la tierra. Todavía
no lo creen cuando se les dice: "Esta tierra es tuya". Creen que es un
sueño. Pero luego que hayan visto que otros están sacando
productos de estas tierras dirán ellos también: "Voy a pedir mi
tierra y voy a sembrar". Sobre todo ése es el amor que le tiene el pueblo
a la tierra. Por lo regular toda la gente de eso se mantiene.
Serratos: Les parecía imposible ver realizado
eso. No lo creen; dicen: "Tal vez mañana nos las quiten".
F. V.: Ya verán cómo el pueblo es el que
manda, y que él va a ver quiénes son sus amigos.
E. Z.: El sabe si quieren que se las quiten las tierras.
El sabe por sí solo que tiene que defenderse. Pero primero lo matan que
dejar la tierra.
F. V.: Nomás le toman sabor y después les
damos el partido que se las quite. Nuestro pueblo nunca ha tenido justicia, ni
siquiera libertad. Todos los terrenos principales los tienen los ricos, y
él, el pobrecito encuerado, trabajando de sol a sol. Yo creo que en lo
sucesivo va a ser otra vida y si no, no dejamos esos máussers que
tenemos. Yo aquí juntito a la capital tengo 40,000 mausseritos y, unos 77
cañones y unos...
E. Z.: Está bueno.
F. V.: ... 16.000,000 de cartuchos, aparte del equipo,
porque luego que vi que este hombre (por Carranza) era un bandido, me
ocupé de comprar parque, y dije: con la voluntad de Dios y la ayuda de
ustedes los del Sur; porque yo nunca los abandoné; todo el tiempo estuve
comunicándome.
E. Z.: Estos c...; luego que ven tantito lugar, luego
luego se quieren abrir paso, y se van al sol que nace. Al sol que nace se van
mucho al c...; por eso a todos esos c... los he "quebrado"; yo no los consiento.
En tantito que cambian y se van, ya con Carranza o ya con el de más
allá. Todos son una punta de sinvergüenzas. Ya los quisiera ver en
otros tiempos.
F. V.: Yo soy un hombre que no me gusta adular a nadie;
pero usted bien sabe tanto tiempo que estuve yo pensando en ustedes.
E. Z.: Así nosotros. Los que han ido allá
al Norte, de los muchos que han ido; estos muchachos Magaña y otras
personas, que se han acercado ante usted, le habrán comunicado de que
allá tenía yo esperanzas. El es, decía yo, la única
persona segura, y la guerra seguirá, porque lo que es aquí conmigo
no arreglan nada y aquí seguiré hasta que no me muera yo y todos
los que me acompañan.
F. V.: Pues sí, a ver esos que saben de gabinete
qué...
E. Z. (hablando con Palafox): Hay que entreverarlos, de
esos gruesos y de esos mansos también.
Se sirven unas copas de cognac. El general Villa suplica
que le traigan agua. Entretanto, dice:
F. V.: Pues, hombre, hasta que me vine a encontrar con
los verdaderos hombres del pueblo.
E. Z. (correspondiendo la alusión): Celebro que
me haya encontrado con un hombre que de veras sabe luchar.
F. V.: ¿Sabe usted cuánto tiempo tengo yo de
pelear? Hace 22 años que peleo yo con el Gobierno.
E. Z.: Pues yo también, desde la edad de 18
años.
El Gral. Zapata habla con el Gral. González Garza
y otros de la hora de llegada: Yo les dije que entre doce y una,
¿verdad?
F. V. (ofreciendo al Gral. Zapata su vaso de agua):
¿Usted gusta de agua, mi general?
E. Z.: (cortésmente). No,
tómele.
Hay un momento en que hablan tan quedo que no se oye lo
que dicen. Solamente se escucha el final de una frase del general Villa: ... por
eso siempre me estuve yo acordando de ustedes desde que levanté la
revolución, luego luego pensé en ustedes.
La música que toca en el corredor no deja
oír la contestación del general Zapata, ni lo que sigue de la
conversación. Vagamente se oye que el general Villa habla de cuando hizo
correr a 23 generales.
En esos momentos llega el general Eufemio Zapata y
saluda a los circunstantes.
Los generales Zapata y Villa hablan de la forma de los
sombreros. El general Zapata dice que él no se halla con otro sombrero
que el que trae. El general Villa dice: Yo antes usaba de esos mismos (por el
del general Zapata), nomás que de palma; pero desde hace tres años
me acostumbré a estas gorritas.
F. V.: Desde 1910 tantió todo el cientificismo
que yo estorbaba, y cuándo el levantamiento de Orozco yo luego
comprendí que era un levantamiento del cientificismo, y lo sentí
en el alma.
E. Z.: El tiempo es el que desengaña a los
hombres.
F. V.: El tiempo, sí, señor.
E. Z.: Pero lástima que él (Orozco) no
"haiga" ido. Así cómo maté a su padre, yo lo llamé
también para hacer lo mismo, porque mis ganas eran con
él.
F. V.: ¡A qué hombre ése tan
descarado!
E. Z.: Pero yo dije: éste por cobarde hace esto,
¡conque mandas a tu padre!, pues ahora tu padre me la paga, y te lo fusilo,
para que no mañana digas que por miedo a ti no lo fusilé; pero yo
cumplo con un deber en matar a los traidores, aunque vengas con tu
ejército después.
F. V.: Hizo muy bien. Yo, cuando lo fusilaron, dije yo:
pues ahora sí qué sabroso. (?)
Vuelve a tocar la música y nada absolutamente
puede oírse, hasta que se levantan para pasar a conferenciar a otra pieza
ya cerca de las dos de la tarde. La conferencia entre el general Villa y el
general Zapata y su secretario el general Palafox duró hasta
después de las tres de la tarde.
Concluida la conferencia, se pasó al comedor
donde, al final de un sencillo banquete al estilo mexicano, se pronuncian
algunos discursos, siendo los principales los siguientes:
El general Villa, después de haberle dado la
bienvenida un orador cuyo nombre se escapa a la memoria, se puso de pie y dijo:
"Compañeros: Van ustedes a oír las
palabras de un hombre inculto; pero los sentimientos que abriga mi
corazón me dictan que ustedes oigan estas palabras que sólo se van
a relacionar con asuntos de Patria. Es lo que abrigo en el corazón. Hace
mucho tiempo que estamos en la esclavitud por la tiranía. Soy hijo del
pueblo humilde, y a ese pueblo que representamos nosotros a ver si lo
encarrilamos a la felicidad. Vivan ustedes seguros de que Francisco Villa no
traicionará jamás a ese pueblo que han tenido en la esclavitud. Y
soy el primero en decir que para mí no quiero ningún puesto
público sino nomás la felicidad de mi Patria, para que todos los
mexicanos conscientes no se avergüencen de nosotros.
"Respecto a todos esos grandes terratenientes, estoy
propuesto a secundar las ideas del Plan de Ayala, para que se recojan esas
tierras y quede el pueblo posesionado de ellas. El pueblo que por tanto tiempo
ha estado dando su trabajo, sin más preocupaciones esos terratenientes
que tenernos en la esclavitud. Yo, como hombre del pueblo, ofrezco de una manera
sincera que jamás traicionaré, que nunca traicionaremos su
voluntad para que el pueblo no sufra.
"Cuando yo mire los destinos de mi país bien,
seré el primero en retirarme, para que se vea que somos honrados, que
hemos trabajado como hombres de veras del pueblo, que somos hombres de
principios.
"Vengo, señores, para darles a ustedes el abrazo
que me piden".
Después tomó la palabra el señor
Mauro Quintero en los siguientes términos:
"Si los dos polos Norte y Sur, al darse un estrecho
abrazo, explotaran y en miles de pedazos rodaran por el espacio iluminando con
su blancura el espacio, jamás un estrecho abrazo de esos dos poderes
podría ser tan hermoso, tan grande y tan sublime como los dos poderes,
Norte y Sur, que acaban de abrazarse para traer al pobre y al humilde lo que tan
necesario le es: la justa libertad que le darán el general Villa que es
el poder del Norte y el general Zapata que es el poder del Sur".
En seguida habló don Paulino
Martínez:
"Señores: Esta fecha debe quedar burilada con
letras de diamante en nuestra historia porque en mi humilde concepto éste
es el primer día del primer año de la redención del pueblo
mexicano. Es la aurora de su felicidad porque dos hombres puros, dos hombres
sinceros, que no tienen doblez ninguna, que han nacido del pueblo, que sienten
sus dolores y que sólo luchan por ver a ese pueblo humilde y feliz, en
este día, como he dicho, comienza la redención del pueblo porque
ellos sabrán cumplir con lo que han prometido en sus respectivos
programas, en sus respectivos planes. El Plan de Ayala, como vosotros
sabéis, no quiere más que tierras y libertad para el pueblo y el
Pacto de Torreón que obligaba al señor Carranza a ser un hombre
puro, éste se negó a firmarlo, porque prometía
libertad.
"Debemos regocijarnos todos porque nuestros sacrificios,
porque todos los revolucionarios que desde hace cuatro años han
abandonado a sus esposas, han abandonado a sus hijos, se sienten también
regocijados porque saben que esos sacrificios no quedarán
burlados.
"Señores, digamos una vez más que vivan el
general Zapata y que viva el general Villa, los hombres abnegados que
llevarán a la República al pináculo de la
grandeza."
El señor Lic. Soto y Gama sucedió al
señor Martínez en el uso de la palabra, empezando por decir que
cuando las emociones son intensas, la palabra es pobre, es descolorida para
reflejar los sentimientos del corazón; que por eso tal vez su
compañero el general Roque González Garza que, como él,
Soto y Gama, y muchos otros de los presentes, han sentido intensamente en esa
gran fiesta de la Revolución, no se han atrevido a hablar, porque en
ocasiones como ésta no debe haber palabras sino, gritos del alma, y que
ahora el grito del alma es éste: El pueblo mexicano se ha salvado. Se han
salvado los intereses sagrados de la Patria. Concluye exhortando a los generales
Zapata y Villa para que no defrauden las esperanzas del pueblo y para que
cumplan los compromisos que han contraído con éste, y, al final
estrecha la mano del general Zapata y la del general Villa.
Finalmente el general Roque González Garza hizo
uso de la palabra, para decir:
"Ciudadanos, jefes del Sur y del Norte, ciudadanos
oficiales del Ejército Nacional, ciudadanos del Sur: El que os habla
jamás en su vida había sentido emoción tan grande (en
efecto, el Gral. González Garza estaba visiblemente conmovido). El que os
habla comprende la trascendencia enorme del acto que estamos presenciando;
porque no debemos olvidar que nuestra historia nacional registra un hecho
análogo; el abrazo de Acatempan, entre dos hombres que hasta aquel
entonces habían sabido cumplir con sus obligaciones y con sus deberes
para con la Patria. Pero desgraciadamente uno no supo cumplir: traicionó.
El otro, remontándose en las montañas del Sur, fue lo
suficientemente abnegado para ceder el puesto que le correspondía y
entregar todo el poder al que no supo hacer buen uso de él, al que no
comprendió nunca la idea de hacer grande y feliz a la Patria mexicana, y
que ahora los reaccionarios a quienes estamos combatiendo pugnan por elevarlo a
las altas regiones del ideal haciéndonoslo aparecer como el libertador de
México; me refiero nada menos que al heroico Guerrero, sereno e
impasible, y al traidor Iturbide.
"Que éste Pacto de Xochimilco no llegue a tener
jamás la parte repugnante de aquel otro que registra nuestra historia. Yo
tengo la seguridad de que el general Villa sabrá estrechar siempre en sus
brazos al hombre sufrido; al hombre que sin elementos y enfrentándose con
miles de necesidades ha sabido mantener incólume el estandarte de la
libertad y de las reivindicaciones públicas.
"Generales Zapata y Villa: los destinos de la Patria
están en vuestras manos. Escuchad los desinteresados consejos de los que
colaboran con vosotros, y no dejéis para mañana la
indicación precisa y oportuna en estos momentos, de que ninguno de
vosotros debe aspirar a ningún puesto público. El general Zapata
en el Sur está obligado a garantizar el triunfo de la revolución y
vos, señor general Villa, estáis obligado a garantizar el triunfo
de la revolución en el Norte.
"Que la Convención, producto puro y genuino de
los hombres levantados en armas en toda la República, resuelva los
problemas económicos y sociales en la ciudad de México, y
vosotros, con vuestro poder y vuestra fuerza, y con vuestra fibra, sostened al
que resulte electo, porque de esa manera seréis grandes, seréis
fuertes, y seréis respetados, no sólo por la República,
sino también por el mundo entero, por el extranjero, que nos escucha y
que nos atisba.
"Este es un día grandioso en la historia de
México. El abrazo de Acatempan quedará mucho más
atrás que el abrazo de Xochimilco. Entonces eran dos hombres de raza
distinta, y ahora son dos hombres de la misma raza, creados en distinto medio y
por eso sus complexiones y sus figuras son diferentes: el uno macilento y
endeble, pero perseverante, fuerte y poderoso en el alma; el otro robusto y con
facciones duras, pero amable y noble en el fondo, grandioso en los combates y
magnánimo con los vencidos.
"Vosotros, señores generales, tenéis un
grave compromiso con la Patria, y ¡guay!, de vosotros si no sabéis
cumplir con todos los que os seguimos con entusiasmo y que estamos dispuestos a
sacrificarnos. El día que no cumpláis seremos los primeros en
volveros las espaldas y reclamaros para la Patria el debido cumplimiento de los
compromisos que habéis contraído.
"Que no se repita en nuestra historia el triste
espectáculo de un pacto que no se cumpla. Es tiempo que de sepamos darle
al pueblo lo que necesita, es tiempo de que lo hagamos feliz porque tiene
derecho a serlo.
"Señores generales Zapata y Villa, que el Dios de
las naciones os ilumine en el grandioso papel que desempeñáis y en
la grandiosa empresa que el destino os ha encomendado".
México, diciembre 4 de 1914.
Fuente: Pacto de Xochimilco. Emiliano Zapata -
Francisco Villa. Edición conmemorativa del LXIV Aniversario.
Departamento del Distrito Federal. Dirección General de Acción
Social y Cultural. México,
1978.Versión taquigráfica de
la entrevista preliminar que celebraron los generales Villa y Zapata en
Xochimilco, D. F., el 4 de diciembre de 1914, entre doce y media y
después de las tres de la tarde.
Documento tomado del Archivo Particular
del General Roque González
Garza.
Zapatistas en Xochimilco
Villistas en Xochimilco
Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
La información contenida puede citarse total o parcialmente, mencionando la fuente.
|