En el contexto de una
extraordinaria movilización obrera México conquistó
sus recursos energéticos. La expropiación de la
industria petrolera nacional no fue un simple acto
administrativo, sino el resultado de la lucha del
pueblo mexicano por su soberanía e independencia.
Esta es una de las importantes
conquistas de la Revolución Mexicana de Villa, Zapata
y Cárdenas, plasmada en los párrafos cuarto y sexto
del artículo 27 constitucional:
"Corresponde a la Nación el
dominio directo de todos los recursos naturales de la
plataforma continental y los zócalos submarinos de
las isla; de todos los minerales o sustancias que en
vetas, mantos, masas o yacimientos constituyen
depósitos cuya naturaleza sea distinta de los
componentes de los terrenos, tales como, ...el
petróleo y todos los carburos de hidrógeno, sólidos,
líquidos o gaseosos, ..."
"...el dominio de la Nación
es inalienable e imprescriptible ... Tratándose del
petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos,
líquidos o gaseosos o de minerales radiactivos, no se
otorgarán concesiones ni contratos, ...y la Nación
llevará a cabo la explotación de estos productos,
..."
Durante décadas, el petróleo de
México ha sido pilar de la economía mexicana, a veces
excesivamente, petrolizando la dinámica económica
debido a una política errónea seguida por numerosas
administraciones gubernamentales. Esa política, desde
1976 se ha basado en la creciente extracción de
petróleo crudo y su consecuente exportación,
principalmente hacia los Estados Unidos, con un nivel
de precios de los más bajos del mundo. Actualmente la
producción diaria asciende a más de 3 millones de
barriles diarios de petróleo crudo y la exportación
es de más de 1 millón 700 mil barriles diarios. En
2000, la relación reservas/producción era de 24 años
con tan sólo 34 mil 103 millones de barriles de
petróleo como reservas probadas. Los precios de
exportación, entre tanto, son tan bajos que el litro
de Coca-Cola vale más del triple que el litro de
petróleo mexicano de mayor calidad tipo Itsmo, Olmeca
o Altamira. Con esta política se ha dejado de
producir gasolina, misma que en grandes volúmenes se
importa lo mismo que el gas natural. También ha
habido restricciones operativas dejando de
proporcionarse el mantenimiento a la planta
productiva, así como una enorme carga fiscal que
representa el 33% de los recursos de Pemex destinados
a la Federación.
Por otra parte, se ha avanzado
considerablemente en la indebida privatización de la
petroquímica. Está en marcha la reestructuración de
este sector con base en Sociedades Anónimas. Estos
planes son más amplios y corresponden a las
propuestas de asesores extranjeros, tales como,
Nielsen-McKinsey a quien el gobierno mexicano le ha
otorgado, hace tiempo, amplias facultades para la
reorganización de Pemex.
Ahora, con el gobierno foxista,
se pretende avanzar hacia la privatización de Pemex
al integrar el Consejo de Administración con 4
prominentes empresarios y 5 charros sindicales. Por
ahora se mantiene el régimen de propiedad estatal
pero se pone en manos de privatizadores y
vendepatrias la definición de la política petrolera y
la reorganización del trabajo con una orientación
definitiva a la creación de condiciones para su
ulterior privatización, encubierta en un supuesto
perfil empresarial diseñado por los organismos
financieros internacionales del imperialismo.
Pero el petróleo mexicano no es
de Fox ni de sus amigos del Banco Mundial y Fondo
Monetario Internacional, el patrimonio de la
industria petrolera nacional tampoco es propiedad de
Fox. Este no tiene siquiera facultades legales para
entregar la dirección, información y decisiones de
política petrolera a los grandes empresarios que, al
mismo tiempo son, proveedores, contratistas y
beneficiarios de Pemex.
Los trabajadores de la energía
de México rechazamos la propuesta foxista y
exigimos:. ¡Que se revoque la decisión presidencial
de incorporar unilateralmente a empresarios en el
Consejo de Administración de Pemex! ¡Que los
representantes del sindicato en dicho Consejo sean
electos por el voto universal y directo y secreto de
todos los trabajadores petroleros!
Pemex no es del gobierno, ni de
los empresarios ni de los charros, sino del pueblo de
México.
¡Viva la expropiación petrolera!
¡Viva México!