“...Sostenemos que: los argumentos a favor de la reforma
constitucional no son sostenibles,...” señalan los senadores
priístas en la primera de cien páginas de su iniciativa de
reformas eléctricas. ¡Nos congratulamos que así sea!
Hace tiempo que, los trabajadores y el pueblo de México lo hemos dicho,
ahora lo reconoce el PRI, el mismo que en 1999 auspició la propuesta de
Zedillo para modificar la Constitución política del país y
privatizar a la industria eléctrica nacionalizada. ¡El PRI ha dado
marcha atrás! ¡Enhorabuena!
“Iniciativa de reformas en
materia de energía eléctrica” titula su propuesta el grupo
parlamentario del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Senado. El 3
de marzo de 2002, el PRI presentó una iniciativa con proyecto de decreto
en la sesión de la comisión permanente del Senado
instándola como Cámara de origen. Se trata de reformas a varias
leyes: Ley de Servicio Público de Energía Eléctrica
(LSPEE), Ley Orgánica de la Administración Pública Federal,
Ley de la Comisión Reguladora de Energía, Ley de Ingresos de la
Federación y Ley Orgánica de la Comisión Federal de
Electricidad (CFE):
La importancia del cambio priísta es indudable,
lamentablemente mantienen grandes limitaciones en la nueva iniciativa, entre
otras, eluden la integración de la industria eléctrica
nacionalizada, reiteran la participación privada en proyectos de
generación, legitiman las reformas del salinismo (1992) a la LSPEE y
plantean medidas administrativas, como la autonomía de gestión,
para que las empresas del sector funcionen como empresas privadas siendo de
propiedad estatal. Este voluntarismo de derecha significa desnaturalizar
a la nacionalización. Por lo tanto, esas propuestas como están, no
son aceptables.
A continuación expresamos nuestras consideraciones
respecto de la iniciativa priísta, la que está suficientemente
adornada para ocultar cuestiones muy importantes. Al igual que en el caso de la
iniciativa del PRD, en lo que estamos de acuerdo no hay problema, en donde no
coincidimos sí hay problema. Sostenemos nuestras razones y propuestas
porque, si bien se está llegando a un límite, la batalla contra la
privatización eléctrica NO ha terminado y podría concluir
en mejores términos para el bien de la Nación.
Las propuestas
de iniciativas PRI-PRD deben modificarse. Las comisiones legislativas
respectivas tienen capacidad jurídica para hacerlo y deben atender al
pueblo de México.
Los trabajadores de la energía sostenemos
nuestras propuestas: Política Eléctrica Independiente,
Integración de la Industria Eléctrica Nacionalizada,
Plan Eléctrico Nacional.
Introducción
Exposición
de motivos
En la exposición de motivos del PRI, respecto de la LSPEE, los
priístas se expresan en desacuerdo con las iniciativas del PAN y del
PVEM, las que proponen modificar los artículos 27 y 28 constitucionales
exactamente como lo proponían Zedillo y Téllez. Dicen los
priístas: “Nuestra propuesta busca, por el contrario, consolidar el
servicio público de energía eléctrica” y reiteran las
disposiciones indicadas en la parte final del párrafo sexto del
artículo 27 constitucional.
La entrada es espectacular y no se puede
decir que NO, eso corresponde a nuestra propuesta, sostenida no por años
sino por décadas. En este aspecto, las iniciativas del PRI y PRD son
coincidentes. De hecho, las iniciativas de ambos se parecen mucho, si bien, la
del PRI revela más oficio político grillesco. Pero la vida no es
en rojo, ni en blanco y negro, ni en amarillo. ¡Vamos a ver!
La
propuesta de iniciativa eléctrica en cuestión indica diversas
consideraciones generales, tales como, los siguientes:
Principios
- Mantener y consolidar el servicio público de energía
eléctrica en los términos definidos por la Constitución de
la República
Proponen los priístas, como punto
de partida, el significado del servicio público de energía
eléctrica definido como “El conjunto de actividades organizadas y
dirigidas a mantener en forma continua, uniforme y regular la
satisfacción de las necesidades presentes y futuras de electricidad de la
sociedad mexicana, asegurando el acceso de todos los habitantes del país
a una electricidad con altos estándares de calidad, sin favoritismos, ni
discriminaciones, con el menor costo” De acuerdo, es una definición
¡tan general!
Después se dice que el servicio público es
de interés general, de un valor estratégico, pilar que contribuye
a la independencia y seguridad energética nacional, cimiento de la
soberanía, etc. Eso, en general, está bien pero hace falta
concretarlo coherentemente.
- El servicio público de energía eléctrica es un
derecho de todos
“El principio de generalidad nos
conduce a considerar que los habitantes de nuestra república tienen el
derecho a acceder al servicio público de energía
eléctrica” ¡Correcto!
- La unidad del servicio público de energía (sic)
(¿eléctrica o en general?, no lo indican)
Los
priístas dicen que “principio esencial del servicio público
de energía eléctrica es su unidad” y ponen como ejemplo a
CFE destacando sus logros. Sin embargo, no precisan lo que quieren decir como
“unidad”. Aquí empiezan los problemas. Se deja un
planteamiento ambiguo para eludir los asuntos de fondo. ¿De qué
unidad hablan?
La unidad del servicio eléctrico se expresa en la
integración del proceso de trabajo. Esto quiere decir, en la
integración de la industria eléctrica nacionalizada. Sin embargo,
esto no es lo que propone el PRI, al contrario, la integración de la
industria eléctrica es un asunto que elude, impidiendo la cabal
nacionalización.
La referencia a la CFE es importante, pero
ésta no es TODA la industria eléctrica nacional. El concepto de
integración, rebasa a las actuales condiciones de CFE, aún cuando
el nuevo organismo que surgiere de la integración se llamare CFE. Desde
luego que, los priístas no sugieren que esto ocurra, ni mucho menos,
desean conservar el esquema de industria NO totalmente integrada. Su concepto es
de empresa no de industria.
- Complementariedad de los productores privados con respecto al servicio
público de energía eléctrica
En este
aspecto se propone legitimar la participación privada. Aún cuando
se plantean algunas limitaciones menores, se reafirman las propuestas del
Salinismo de 1992, mediante las cuales se reformó a la LSPEE, mismas que
han servido para la privatización eléctrica furtiva
actualmente en marcha.
Dice la iniciativa que “los particulares
podrán producir energía eléctrica para
autogeneración y cogeneración” Lo mismo dice la LSPEE de
1992. “La Comisión Reguladora de Energía otorgará
permisos de producción independiente de energía
eléctrica...”. Lo mismo dice la Ley de 1992.
La iniciativa del
PRI señala que estas actividades serán consideradas
“complementarias” Así se consideran actualmente y, en la
práctica, no son complementarias sino sustitutivas de la función
constitucional de CFE y LFC. La única limitación es la
obligación de “poner sus excedentes a disposición de CFE...
para no incurrir en servicio público”. ¡Já! Es lo mismo
que ahora existe, le dan vuelta para dejar todo como está.
Reiteramos que, las disposiciones de 1992 que ahora se reafirman han sido
utilizadas por el gobierno (el priísta, y el panista) para privatizar la
industria eléctrica en la práctica. Estas propuestas de la
iniciativa priísta son inaceptables.
Se habla de una
complementariedad que en la práctica se desvirtúa con la
corrupción de la CRE, entidad cuya función es favorecer la
privatización a discreción y que debe desaparecer; la
iniciativa priísta propone fortalecerla para que siga otorgando permisos.
Eso es, sencillamente, seguir apoyando a la privatización furtiva, ahora
legitimada al nivel de la ley, si la iniciativa se aprobara en sus
términos.
- La transparencia
Este aspecto es maquillaje
parlamentario. Dicen los priístas que “Todos deberán estar
informados y oídos en cuestiones tan significativas como la calidad del
servicio, tarifas de venta, situación financiera y alternativas de
desarrollo,...” para ello “existirá un comité de
vigilancia externa” coordinado por la Contraloría de la
Federación.
¡Eso no es garantía de nada, con simples
declaraciones no se extirpa la corrupción! La buena voluntad queda al
nivel de la exposición de motivos, misma que no estará en el
decreto de ley.
- De (sic) (de la) participación social
Al
respecto, primero se dice que la CFE siendo un organismo descentralizado
“se conducirá bajo los principios generales que regulan la libre
empresa” Esto es, nada menos que, la desnaturalización (conceptual
y política) de la nacionalización, es lo más parecido a una
privatización disfrazada.
Después se indica, que la
participación social sería mediante al incorporación a la
junta de gobierno de tres representantes de la sociedad civil: uno
técnico, uno académico y uno ecologista. ¿Quién les
dijo que esos representan a la sociedad mexicana? ¿De qué sociedad
civil hablan? ¿De ese concepto vago, impreciso y erróneo que manejan
ciertos círculos? ¿De ese concepto de sociedad individualista,
amorfa, sin representatividad? Ese mal cuento lo podrán apoyar quienes
solo miran a los Conjuntos Borrosos. El engaño es similar a la
propuesta de integrar a 3 charros sindicales a la junta de gobierno.
¿Así creen que los trabajadores estamos representados? ¡Eso es
ridículo!
Una novedad es la propuesta de los “Comités
Sociales de Vigilancia y Participación”, con limitaciones
tremendas, porque únicamente podrán emitir opiniones y se supone
que las autoridades estarán obligados a escucharlas. Si no se
tratará de algo tan serio, esto daría risa. Van décadas de
sucesivos gobiernos que al pueblo “ni lo ven ni lo oyen”, pregunten
a Salinas, Zedillo y Fox.
- La solidaridad con la Comisión Federal de Electricidad, empresa
auténticamente nacional
Los senadores priístas
destacan algunos logros de CFE y plantean la solidaridad con la empresa.
¡No señores! la solidaridad no es con la empresa sino con la
industria eléctrica nacionalizada, debidamente integrada, de la
cual CFE es una parte muy importante.
Puntos
estructurales
Tan grave como lo anterior es lo que sigue. Dicen los priístas
que los “puntos estructurales que definen la propuesta” de LSPEE
son:
“1º. El fortalecimiento del concepto de servicio
público”. No es cierto, mantienen la supresión que hizo
Salinas en 1992, lo cual es incorrecto y contradice a la nacionalización.
“2º. Una diferente estructuración” de CFE. Esa
reestructuración es inapropiada y elude lo fundamental: la
integración de la industria eléctrica
nacionalizada.
“3º. Un distinto régimen fiscal... que
fortalezca la autonomía de gestión” de CFE. Es la parte que
más interesa a priístas, perredistas y panistas: Hacer que CFE
(también LFC) funcione como empresa privada, lo cual es inaceptable
porque supone un conjunto de acciones posteriores (por el momento no declaradas)
que, en la práctica, serán desastrosas para el país, la
industria nacionalizada, los trabajadores y pueblo en general.
“4º. El establecimiento de un nuevo régimen tarifario, que
implique la autonomía suficiente para la Comisión Reguladora de
Energía...” Esto es verdaderamente grotesco. Dejar esas decisiones
en manos de una Comisión contraria al interés nacional,
representada por burócratas ineptos, corruptos y traidores a la Patria
es, por supuesto, incorrecto.
“5º. La reorganización de
normas dispersas...” ¡Bueno, eso dicen!
En suma, la propuesta
inicial consistente en NO modificar la Constitución Política del
país es correcta, corresponde a nuestra propuesta y a la del pueblo de
México.
Sin embargo, el resto de las propuestas son inaceptables.
Mañosamente, se aprovecha el viaje para introducir un conjunto de
disposiciones legales incoherentes con la nacionalización.
Los
legisladores saben que el pueblo no tiene voz ni voto en el parlamento y creen
que la negociación entre fracciones parlamentarias sustituye a la
voluntad popular. Están equivocados, fuera del parlamento hay otras
propuestas, con hondas raíces históricas, plenamente viables y
adecuadas para la Nación
¿Qué hace falta para llevarlas a
la práctica? ¡Coherencia política! y fuerza suficiente del
movimiento obrero democrático.