Iniciativas de Leyes Eléctricas
El PAN y el PVEM insisten neciamente en modificar a la Constitución política del país para privatizar a la industria eléctrica de México. El PRI y el PRD proponen que no se modifique la Constitución, lo cual es correcto y altamente importante, pero omiten la política eléctrica, avalan la privatización eléctrica furtiva, legitiman irregularidades y niegan la integración de la industria eléctrica nacionalizada.
Más de tres años de lucha en el
período reciente están llegando a un punto límite. La
iniciativa presidencial de Zedillo, reeditada por Fox, para la
privatización eléctrica ha sido revisada. La lucha del pueblo
mexicano ha tenido indudables repercusiones si bien, las nuevas propuestas, no
son totalmente satisfactorias. Hay avances pero persisten importantes
definiciones que los legisladores dejan pendientes o de las cuales hacen
abstracción deliberada
. El Partido Verde Ecologista de México
(PVEM) y el Partido Acción Nacional (PAN), actualmente en el gobierno,
insisten en privatizar la industria eléctrica nacional, mediante
modificaciones explícitas a los artículos 27 y 28
constitucionales. En noviembre y diciembre de 2001 presentaron sus respectivas
propuestas.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el
Partido Revolucionario Institucional (PRI), en sendas iniciativas presentadas en
febrero y marzo de 2002, proponen que la Constitución NO se modifique
sino únicamente la legislación secundaria, entre otras, la Ley de
Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE). Ambos
partidos coinciden en aspectos esenciales, tanto en lo positivo como en lo
negativo.
Con la nueva iniciativa, el PRI da marcha atrás respecto
de su propuesta original presentada en febrero de 1999. Dice en su
exposición de motivos que “los argumentos a favor de la reforma
constitucional no son sostenibles,...”. Tuvieron que pasar años de
insistencia creciente, multitud de foros, escritos, asambleas, marchas, etc. y,
sobretodo, una privatización furtiva en marcha, para que los
priístas llegaran a la conclusión propuesta por los trabajadores
desde el primer momento. Nos congratulamos que así sea.
Sin embargo,
persisten importantes problemas, que el PRI no desea resolver y hace tiempo
abandonó compulsivamente utilizando la violencia contra los electricistas
democráticos. Es el caso de la integración de la industria
eléctrica nacionalizada, verdadera acción para garantizar el
dominio de la Nación en materia de electricidad. El PRD también
elude este crucial aspecto. PRI y PRD prefieren el tratamiento administrativo
del asunto y lo reducen a la autonomía de gestión para la
Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Luz y Fuerza del Centro (LFC),
manteniéndolas estatales pero con un funcionamiento de empresas privadas.
Esta es una evidente desnaturalización conceptual y política de la
nacionalización.
Las iniciativas del PRI y PRD dejan abiertas las
puertas al capital privado, a través de las figuras jurídicas
creadas con las reformas de 1992 a la LSPEE. Estas reformas han sido la base
legaloide para que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) haya
otorgado a la fecha cientos de permisos privados para generación
eléctrica propiciando la privatización furtiva. Si
bien se plantean buenas intenciones, se deja en la CRE la toma de importantes
decisiones lo cual es contradictorio. Más aún, a dicha
Comisión se le adicionan facultades, como la de fijar las tarifas
eléctricas.
La iniciativa del PRI es suficientemente detallada pero
omite, al igual que el PRD, diversas cuestiones de fondo. Es el caso de la
Política Eléctrica Nacional, punto de partida para
cualquier reorganización industrial, todo lo dejan a la Secretaría
de Energía, misma que hace años renunció a su papel. El
gobierno no tiene Programa Nacional de Energía y lleva adelante
sólo las propuestas que le dicta el gobierno norteamericano.
La
política eléctrica es fundamental porque de allí derivan
importantes cuestiones, no al revés. Sin ésta, ¿Qué
planeación podrá haber? ¿Cómo se definirán
coherentemente los planes estratégicos? No se puede, sencillamente, y
todo queda en el nivel de lo inmediato. Tan es así, que en un contexto
mundial que hace previsible una severa crisis energética creciente en los
siguientes 50 años, se omite lo concerniente a las fuentes alternas de
energía; la investigación científica y el desarrollo
tecnológico, simplemente no se consideran, ni como parte de la industria
ni del nuevo servicio público de energía eléctrica que se
propone.
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