Volumen 10, Número 170, septiembre 27 de 2010 |
D. Bahen
* FRENTE DE TRABAJADORES DE LA
ENERGIA energia@fte-energia.org
RESUMEN: La
nacionalización eléctrica fue una propuesta de los electricistas
que representa un histórico triunfo para la nación. El sector
más conciente de los trabajadores sacó dos conclusiones acertadas:
unidad sindical e integración industrial, mismas que se llevaron a la
práctica. La nacionalización se interrumpió, incluso, se ha
revertido hacia un proceso desnacionalizador. Las banderas de los electricistas
democráticos, sin embargo, siguen
vigentes.
1- Introducción
A diferencia de la expropiación
petrolera, cuando las masas mexicanas irrumpieron en las calles en apoyo
solidario, en el caso de la nacionalización eléctrica no hubo
manifestaciones populares. Eso no quiere decir que la medida careciera de apoyo
popular. De hecho, la experiencia negativa derivada del mal servicio que
proporcionaban las empresas eléctricas extranjeras, hacía que
hubiera un clamor entre la población para que la situación
cambiara.
La demanda de la nacionalización estaba presente,
también, entre varios sectores progresistas. Pero fueron los
electricistas, especialmente en el interior del país, los que impulsaron
la nacionalización. Cuando ésta se anunció los
electricistas fueron los primeros en saludar el acontecimiento y apoyarlo. En
contraste, sectores de la izquierda y la derecha criticaron la decisión
con débiles pero malévolos argumentos.
Desde el primer
momento, se manifestó una gran incomprensión sobre la
nacionalización eléctrica. En algunos sectores, incluso obreros,
la situación continuó y se prolongó hasta el
presente.
Pero fue, precisamente, el sector electricista más
avanzado el que comprendió cabalmente su significado y alcances de la
nacionalización sacando las conclusiones acertadas ante la misma. Las
conclusiones no fueron declarativas sino prácticas y oportunas. Esas
conclusiones, la unidad sindical y la integración industrial, permitieron
que la nacionalización se hiciera realidad. Mucho se avanzó en la
reorganización del trabajo eléctrico, especialmente, con la
unificación de frecuencia y la interconexión del Sistema
Eléctrico Nacional. En materia sindical también se avanzó
si bien no totalmente.
Después, sin la presencia de los
electricistas democráticos, mismos que fuimos reprimidos política
y militarmente por el Estado, la situación tomó un giro radical.
La nacionalización no solamente se interrumpió sino se
revirtió pervirtiéndola. A partir de las reformas regresivas a la
Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, se
inició un proceso de privatización eléctrica furtiva.
Más de 300 transnacionales, filiales, prestanombres y socios, tienen en
propiedad privada más del 50% de la capacidad de generación
eléctrica total a nivel nacional.
Hoy, en el 50 aniversario de la
nacionalización eléctrica, los trabajadores y la nación nos
encontramos ante un serio proceso de desnacionalización
energética, incluidos todos los energéticos primarios, sean
renovables o no renovables, así como la energía
eléctrica.
Grandes retos y desafíos enfrentamos como
nación. En materia eléctrica, el FTE de México propone
levantar la bandera de la re-nacionalización en un “comenzar de
nuevo” de la insurgencia obrera. Esta propuesta, en las nuevas
condiciones, tiene como base las grandes discusiones de los electricistas
nacionalizadores.
En este 50 aniversario, consideramos conveniente hacer
un examen de los momentos inmediatamente anteriores, y posteriores, a la
nacionalización. Esto lo estimamos pertinente para hacer una
reflexión de conjunto y, así como en su momento se sacaron
conclusiones acertadas, aprendamos de la experiencia y proyectemos acciones
tácticas y estratégicas correctas, en el contexto de las actuales
condiciones de la lucha de clases.
El FTE de México reconoce y
valora ampliamente las aportaciones de los electricistas nacionalizadores. Esa
lucha debe estudiarse pues la incomprensión sigue en medio de una severa
ofensiva del capital.
¡Discutamos entre todos las implicaciones de
la nacionalización eléctrica y tomemos acciones consecuentes! He
allí una de las grandes tareas políticas del momento.
La formación de
la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones
Eléctricas (FNTICE) significó un decisivo paso para la insurgencia
obrera
2- En marcha la insurgencia obrera
2.1 Avances, retrocesos y crisis
Los electricistas de provincias se unifican.
Es 1952. Setenta sindicatos se integran en la Federación Nacional de
Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, la FNTICE, resultado
de la fusión de la Federación Nacional de Trabajadores de la
Industria Eléctrica y la Federación Mexicana de Trabajadores de la
Industria y Comunicaciones Eléctricas. La insurgencia obrera mexicana
reiniciaba la marcha.
Se llama insurgencia al movimiento de los
trabajadores que se propone recuperar y reorganizar democráticamente al
movimiento obrero de México. Después de la gran
movilización obrera y popular de los años 1930’s, en el
medio sindical se había impuesto el charrismo sindical. La
desnaturalización del movimiento sindical se remonta a 1912, con la Casa
del Obrero Mundial, siguió a partir de 1918-29 con la sujeción del
sindicalismo al Estado y se oficializó con la corporativización al
Estado posterior a los 30’s.
Los electricistas reanudaron la lucha
enarbolando la bandera de la democracia sindical, que se extendía en
otros sectores obreros. En 1952, la FNTICE y el Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME) se unieron a través de la Confederación
Nacional de Electricistas (CNE) de la República
Mexicana.
“Luchamos por la nacionalización de la industria
eléctrica” fue la manta principal en la marcha del 1º de mayo
de 1952. Ese día quedó constancia pública de una relevante
iniciativa. La nacionalización fue propuesta de los
electricistas.
En 1955, la CNE se transformó en
Confederación Mexicana de Electricistas (CME). El 1º de mayo de ese
año, la CME hizo público un importante manifiesto proclamando el
ideario del gremio electricista unificado.
Años después, en
la misma década, la Revolución Cubana conmovió al mundo. El
1º de enero de 1959, las columnas guerrilleras de Fidel Castro, Camilo
Cienfuegos y Che Guevara entraron triunfantes en La Habana. Desde
Latinoamérica una nueva situación se anunciaba con amplias
repercusiones políticas.
La insurgencia obrera avanzaba en los
sectores industriales. Demetrio Vallejo, encabezando a grandes contingentes de
ferrocarrileros había ganado las elecciones sindicales nacionales, en una
lucha que contó con el apoyo de los electricistas.
En 1958 los
ferrocarrileros estallaron la huelga nacional y triunfaron. Al siguiente
año, volvieron a intentarlo y fracasaron. El impulso de corrientes
internas radicalizadas llevó al enfrentamiento con el Estado en
condiciones desiguales. Vinieron, entonces, días aciagos.
Una
severa represión política y militar llevó al
encarcelamiento de la dirigencia y de miles de trabajadores. La huelga
llevó a posiciones encontradas entre el sindicalismo, desde quienes
negaron la solidaridad a los ferrocarrileros hasta quienes los apoyaron pero con
serias críticas a la conducción política, especialmente, a
Valentín Campa.
Pasaban los meses y no había
solución equitativa y duradera al conflicto. Esas huelgas conmovieron a
la nación pero la insurgencia obrera había sufrido una derrota. El
fracaso de los ferroviarios puso en crisis a todo el movimiento de insurgencia
obrera.
“La crisis del movimiento sindical deriva de su falta de
programa, se debe a la ausencia de una concepción clara sobre los
intereses generales y duraderos que corresponde a los trabajadores defender y
afirmar: comprender la naturaleza de sus derechos y saber conjugarlos con
aquellos que son inherentes al bienestar de todos los mexicanos es
cuestión inaplazable. La ignorancia como la confusión son los
mayores estorbos” (Ramírez 1959).
Los electricistas
volvieron a sacar conclusiones correctas planteando la necesidad de un programa
de lucha que sea la guía para orientar correctamente las
acciones.
2.2 En el medio obrero bulle la insurgencia
A esos momentos, la izquierda mexicana ya era
políticamente inexiste. En varios sectores se ponía a debate la
Revolución Mexicana. Se criticaba al agrarismo como recurso
político, se hablaba de conspiración contra el ejido, y la
industrialización se ponía en cuestión debido a la
intervención creciente del capital extranjero. Al mismo tiempo, se
planteaban perspectivas hacia una integración de la economía
nacional llamando a la unidad y a la conciencia.
En el medio sindical se
desarrollaba una fuerte crítica al charrismo sindical, fenómeno
que se afianzaba cada vez más y se decía que, no obstante tantos
vicios, la clase obrera estaba despertando de su letargo.
En el sindicato
petrolero, Pedro Vivanco comandaba al charrismo en el sector mientras los
petroleros luchaban, con altas y bajas, por reconquistar a su sindicato. Los
telefonistas habían sido metidos a la Confederación de
Trabajadores de México (CTM), representada por Fidel Velázquez,
mediante un arreglo con Ayala Ramírez a cambio de una diputación.
Pronto, este charro cayó. Con el argumento de que los comunistas tratan
de apoderarse del Sindicato de Trabajadores del Radio, la CTM impuso a Rafael
Camacho quien había sido destituido por un movimiento
depurador.
En Gómez Palacio, Durango, los dirigentes locales del
Sindicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos de la República
Mexicana (SNESCRM), capitaneado por Francisco Pérez Ríos, fueron
acusados de malversar fondos sindicales y vender puestos de trabajo. Eso, sin
embargo no preocupaba a Paco: era diputado, “el presidente es mi amigo y
me apoya”, decía. Pero los trabajadores de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) ya pensaban en un movimiento depurador tomando
ejemplo de los telefonistas.
A través de la revista Solidaridad,
los electricistas de la FNTICE tenían un “Mirador obrero
internacional” y seguían los acontecimientos en otras partes del
mundo.
2.3 Llamado a la autocrítica
La situación de los ferrocarrileros
seguía agravándose. Se decía que “los hechos de abril
estaban en espera de un examen objetivo y completo”. Al mismo tiempo se
llamaba a la solidaridad. “Si es cierto que es indispensable analizar los
hechos y consecuencias producidos en torno del conflicto ferroviario porque se
impone hacer un análisis de responsabilidades, y más importante
que esto es encontrar los elementos que permitan forjar un claro programa para
la insurgencia obrera, también es indiscutible que los ferroviarios se
encuentran en condiciones extraordinariamente difíciles y en
situación que reclama la ayuda que no se puede negar sin faltar a los
deberes que la solidaridad obrera impone” (Solidaridad 1959a).
Los
electricistas de la FNTICE habían ayudado a los ferrocarrileros a
democratizar su sindicato. Con motivo de la huelga de 1959, hubo diferencias
tácticas que siendo correctas no fueron suficientemente discutidas. No
obstante, la FNTICE jamás negó la solidaridad, hecho que sí
ocurrió en oros sectores.
“Si urgente es poner en claro la
actuación de una dirección sindical que, conforme a nuestro punto
de vista, incurrió en tremendas aberraciones tácticas, singular
urgencia tiene también tender la mano a los ferroviarios que,
dígase lo que se quiera, son dignos de un mejor destino y merecedores,
como los más del honor y del reconocimiento, y desde luego de la ayuda
resuelta de la clase obrera
mexicana”.
2.4. Efervescencia en el gremio electricista
Desde diversos sectores
tanto patronales como obreros nuevamente se hablaba de reformas a la Ley Federal
del Trabajo (LFT). Los electricistas reconocían que la legislación
necesitaba cambios pero las propuestas del gobierno estaban encaminadas a
suprimir derechos y fortalecer a las Juntas de Conciliación y
Arbitraje.
El 27 de junio, en Ciudad Camargo, se realizó la IV
Convención General Ordinaria del Sindicato de Trabajadores de la
Industria Eléctrica de Chihuahua. En Veracruz, Tampico, Monterrey,
Aguascalientes, Durango, Mazatlán, Zacatecas, San Luis Potosí,
Monclova, Sabinas y Piedras Negras, se hacían festejos por los
aniversarios de los Sindicatos de Trabajadores de la Industria Eléctrica
en esos lugares.
En varios lugares había conflictos con las
empresas debido a violaciones contractuales. Tales eran los casos de las
organizaciones federadas en el centro del país con la
Compañía Eléctrica Mexicana del Centro, S.A.; lo sindicatos
de Puebla, Veracruz y Orizaba con la Compañía Eléctrica
Mexicana del Sureste, S.A.; el Sindicato de Trabajadores de la Industria y
Comunicaciones Eléctricas de Occidente con la Nueva
Compañía Eléctrica Chapala, S.A.; los Sindicatos de
trabajadores de la Industria Eléctrica en Hidalgo con la
Compañía de Transmisión Eléctrica de Potencia del
Estado de Hidalgo; el Sindicato de Trabajadores de la Industria Eléctrica
en Oaxaca con la Compañía Eléctrica de Oaxaca, S.A.; el
Sindicato de Trabajadores de la Industria Eléctrica en Acapulco con la
Compañía Eléctrica de Guerrero, S.A.; y, el Sindicato de
Trabajadores de la Industria Eléctrica de Durango con la
Compañía Eléctrica Nacional, S.A.
Al mismo tiempo,
en las organizaciones federadas se estudiaban las reformas a los estatutos
sindicales, tendientes a uniformar los aspectos organizativos, incorporando la
revocación de mandato a los representantes sindicales.
En el H.
SME se realizaron elecciones sindicales. Luis Aguilar Palomino fue electo
secretario general.
2.5 Combate al charrismo sindical
La crítica de los electricistas a la
CTM era implacable. En Solidaridad se escribió: “La gloriosa CTM
viene a ser el puntal que sostiene al andamiaje obrero patronal de las empresas
técnica, comercial y socialmente más atrasadas en todo el
país. Constituye un gigantesco lastre para el progreso de México.
Permite el nivel de vida infrahumana para millones de compatriotas. Limita la
capacidad de consumo de otros muchos y con ello reduce el mercado para los
productos de la industria nacional” (Franco 1959a).
De manera
específica se cuestionaba acremente a Fidel Velázquez, secretario
general de la CTM y, en ese momento, vicepresidente de la Confederación
Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), hoy
Confederación Sindical Internacional (CIS), cuyo brazo latinoamericano
era la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT), hoy
Confederación Sindical de las Américas (CSA), responsables de la
destrucción del movimiento sindical mexicano. La CIOSL promovía
una política abiertamente anticomunista, siguiendo la tradición de
la American Federation Labor (AFL), después AFLO-CIO. Detrás de la
CIOSL estaba la Central de Inteligencia Americana (CIA), que desde las oficinas
que tenía en la propia CTM, infiltró a los sindicatos, los
desvió y pervirtió, hasta la fecha.
“Ya es tiempo de
que pongamos un hasta aquí ... la CTM almacena toda la inercia
retrógrada del movimiento sindical”, se
resumía.
2.6 Necesidad de un Programa
La insurgencia obrera avanzaba en el Sindicato de
Trabajadores de la Industria Cinematográfica, el Sindicato de
Trabajadores de la Industria Panificadora, en el Sindicato Petrolero, en el
Sindicato del Radio, en el Sindicato de Electricistas Federales y el Sindicato
de Músicos. En todos los casos se manifestaba el descontento contra los
charros sindicales.
Los electricistas de la FNTICE insistían en la
necesidad “de que cuente la insurgencia obrera con un programa porque,
sin duda, ello equivale a definir los objetivos de la clase elevándolos a
la categoría de postulados concientes de los trabajadores. No basta con
que los trabajadores se levanten contra la corrupción y el sindicalismo
podrido, es menester que vean en esa lucha, así como en la democracia
sindical, solamente medios tendientes a más elevadas finalidades”
(Solidaridad 1959b)”.
Se decía que, en muchos sentidos, la
insurgencia obrera era un movimiento espontáneo de los trabajadores,
“lo impulsan o simplemente lo agitan sectores y tendencias diversas y
hasta contradictorias”. Se explicaba que “los sectores de la
izquierda no acaban de entender la situación que vive el país, ya
que es evidente que no encuentran rutas ni objetivos concretos”.
Se
hablaba de una aguda crisis de dirección. “El movimiento de la
insurgencia obrera no puede continuar como un movimiento espontáneo, ya
que los fracasos o las desviaciones pueden retrasar el indispensable cambio de
cosas en el movimiento sindical. Resulta necesario, por ello, en la necesidad de
dotar a la insurgencia obrera de un programa y una dirección consecuente,
ya que en este aspecto se advierten las principales
deficiencias”.
2.7 Llamados a la unidad
En noviembre de 1959, el SME se
dirigió a todas las organizaciones obreras del país proponiendo un
plan de acción que incluía, entre otros aspectos, los siguientes:
1- Firma de pactos de solidaridad entre sindicatos y agrupaciones de
sindicatos –federaciones y confederaciones- para luchar por: a) El respeto
absoluto del derecho de asociación y del derecho de huelga, b) Por la
libertad de las organizaciones obreras a elegir a sus dirigentes, c) Por el
respeto y mejoramiento de los contratos colectivos de trabajo, d) por un aumento
general de salarios ...,
2- Por la creación permanente de
comités de solidaridad y ayuda mutua ...,
4- por el sistema de
voto secreto y directo para elegir a los dirigentes,
5- Por un
intercambio permanente y recíproco ... sobre experiencias y diferentes
tácticas.
7- En los problemas de carácter intergremial de
cualquier organización, el SME se abstendrá de
intervenir.
Por su parte, la FNTICE planteó un programa para la
insurgencia obrera. El plan mínimo de acción incluía:
1- Lucha y denuncia pública contra los charros sindicales,
2- apoyo efectivo e incondicional a los movimientos de huelga legales,
3-Por la creación de organismos sindicales de técnicos de
todas las especialidades necesarias para la investigación permanente de
las posibilidades de desarrollo de cada fábrica, planta o centro de
trabajo,
4- Creación de comités sindicales de distrito y
de barrio para la lucha contra la vida cara, y otras reivindicaciones sobre
educación, salud, servicios municipales, transporte y vivienda,
así como
10- apoyo efectivo y creación de comités
para organizar a los trabajadores no sindicalizados.
Este fue un claro
esbozo de un programa para la insurgencia obrera en el que insistía la
FNTICE en una sistemática discusión y explicación.
“Para actuar constructivamente, la clase asalariada tiene antes que todo
estructurarse a sí misma. Si ha de actuar de por sí, ... primero
tiene que existir socialmente hablando. ... En otros países cuentan los
trabajadores con partidos políticos propios. En México NO LOS HAY
...” (Franco 1959b). Consecuentemente, es necesario defender al sindicato
y la lucha contra su enemigo irreconciliable: el charrismo.
El 1º de
noviembre, la FNTICE convocó a su VII Asamblea Nacional a realizarse a
partir del 5 de diciembre. El temario a tratar se refirió a: 1-
Revisiones contractuales, 2- Problemas de la industria eléctrica, 3-
Insurgencia obrera y reestructuración del movimiento
sindical.
Para el 10 de diciembre, la CME convocó también a
su IV Congreso Nacional. La importancia de estos dos congresos radica en que los
electricistas representaban al sector que más se caracterizaba en la
lucha por la democratización sindical y la unidad
combativa.
2.8. Discusiones de fondo
El año 1960 empezó con las amenazas de
estrangulamiento económico y terror del imperialismo al pueblo de Cuba
para que renunciara a su proceso revolucionario. La respuesta cubana estaba en
las calles, en la reforma agraria, en las medidas económicas y en las
leyes revolucionarias.
A principios de 1960, el SNE realizó un
congreso nacional. Paco Pérez fue reelecto secretario general. El
congreso no fue tal porque ninguno de los delegados fue electo por los
trabajadores. Su importancia quedó reducida a un acto de
simulación.
Muy diferentes habían sido los congresos de la
FNTICE y de la CME. En el primero se hizo una amplia reflexión respecto
de la insurgencia obrera y, en particular, de la industria eléctrica. Se
reiteró en la importancia de realizar un Congreso Nacional de
Electricidad, en el cual todos los interesados aportaran y discutieran sus
puntos de vista para adoptar conjuntamente una política nacional en
materia eléctrica. También se consideró que la CFE
necesitaba de una profunda reorganización. En el segundo, la FNTICE
presentó un examen crítico y autocrítico de la CME. Este
congreso eligió un nuevo comité nacional resultando secretario
general Luís Aguilar Palomino, del SME.
La principal
crítica era que las ideas no se correspondían con las acciones.
Uno de los aspectos fue el relacionado con los problemas esenciales de la
industria eléctrica, que se seguían ignorando. La CME no
tenía criterio sobre la legislación eléctrica, ni sobre las
tarifas o las inversiones públicas y privadas.
Se decía que
la existencia y desarrollo de la CFE representaba un problema esencial que no
era estudiado. La CFE contaba a ese momento con más de la mitad de la
capacidad eléctrica instalada en el país y su ritmo de desarrollo
superaba a todas las empresas privadas juntas.
También se
discutieron los problemas de la insurgencia obrera destacando la falta de un
programa. La derrota de los ferrocarrileros llevaba a la conclusión, como
necesidad apremiante, de abanderar a la insurgencia obrera con un programa.
3. Nacionalización eléctrica
3.1 Se anuncia la nacionalización
Electricistas del SME y
telefonistas plantearon la revisión a sus contratos colectivos con la
Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. y Teléfonos
de México, S.A., respectivamente. Ambas organizaciones sindicales
firmaron un Pacto de Solidaridad y Ayuda Mutua. En ambos casos, se
emplazó a huelga para el 6 de abril de 1960. Los sindicatos de la FNTICE
también plantearon la revisión contractual en la mayoría de
las empresas eléctricas del país. La FNTICE proponía
reestructurar a todos los CCTs de acuerdo con un índice único. No
obstante las pretensiones negativas de la empresa, la revisión del SME
concluyó satisfactoriamente, los telefonistas se fueron a la huelga y la
FNTICE hizo reconsideraciones.
El 27 de abril, “el gobierno de la
República anunció la adquisición de las
compañías afiliadas a la Impulsora de Empresas Eléctricas
que había sido concretada el 21 anterior. Este hecho provocó las
más encontradas opiniones. En tanto los trabajadores y los sectores
progresistas en general saludaron la medida con júbilo, declarando que
“se ha dado un paso importante en el camino de la nacionalización
eléctrica, porque con la adquisición de las nuevas empresas la
nación extiende su dominio sobre las tres cuartas partes de la capacidad
eléctrica instalada y, porque particularmente quedan solo como empresas
privadas importantes la Compañía de Luz y Fuerza Motriz, S.A.; la
Compañía de Tranvías, Luz y Fuerza de Monterrey, S.A.; la
Industria Eléctrica Mexicana de Mexicali; y la Compañía
Eléctrica de Sinaloa, S.A.”.
“Algunos sectores de la
iniciativa privada atacaron la compra de las empresas porque constituía,
según dijeron, un acto socializante y de negativa intervención del
Estado en la economía; pero aprovecharon la oportunidad para pedir su
participación en todas las empresas que constituyen el patrimonio
nacional”.
La CME emitió enseguida un Manifiesto que, entre
otros aspectos, señalaba:
“El gobierno de la
República resolvió adquirir los bienes de las
compañías que en México operaba la American & Foreign
Power Co. Inc., las que tenían a cargo el suministro de energía
eléctrica en 17 estados de la República. Este acto tiene alta
significación por cuanto representa la continuación de una
saludable política nacional, tendiente a lograr el control mexicano de
las fuentes energéticas que sustentan el progreso de
México”.
“La nacionalización de las empresas
mencionadas, sumada a la Comisión Federal de Electricidad y a otras
empresas eléctricas propiedad del Estado, pone bajo el control de la
nación mexicana las tres cuartas partes de la industria eléctrica
nacional; así se ha definido la política de México en
materia eléctrica y no cabe sino esperar que se planifique y se integre a
la brevedad posible, un sistema eléctrico que corresponda a las
necesidades del país y que siente robustas bases para electrificar
integralmente a la República, a fin de que todos los mexicanos podamos
disfrutar de los beneficios de la electricidad y sustentar nuestro acelerado
desarrollo económico, contando con suficiente energía, al costo
más bajo posible”.
“En las condiciones impostergables
de nuestro desenvolvimiento, la nacionalización de la industria
eléctrica está justificada plenamente, porque no solo la reclama
el más elevado interés nacional, sino que lo impone
ineludiblemente el necesario progreso del país. Desde luego que la
nacionalización de la industria eléctrica debe complementarse con
el manejo técnica y económicamente adecuado, a fin de que la
industria nacionalizada sea altamente eficiente, y por tanto, decisiva para el
impulso progresista de México.
“Los trabajadores
electricistas saludamos con entusiasmo la decisión del gobierno de la
República y ofrecemos nuestra franca colaboración para fortalecer
y desarrollar a la industria eléctrica nacionalizada, porque estamos
seguros de que contribuimos al progreso de México” (Solidaridad
1960a).
3.2 Respuesta de la FNTICE
La compra de las compañías dependientes de la
antigua Impulsora de Empresas Eléctricas por parte del gobierno federal,
trajo aparejada la necesidad de examinar la cuestión de las revisiones
contractuales pactadas con la FNTICE.
“La cuestión de
revisar los contratos colectivos de trabajo cedió el paso al problema de
garantizar la titularidad de los propios contratos colectivos. Mantener las
relaciones laborales ya establecida imponía, por una parte, que se
cumplieran los requisitos legales de la revisión contractual ...; por
otra parte, era preciso dar oportunidad al gobierno federal para conocer a fondo
las relaciones laborales en las empresas adquiridas, o sea, que había que
aplazar el estudio a fondo de los contratos” (Solidaridad
1960b).
La FNTICE realizó una Tercera Asamblea Nacional
Extraordinaria comprendiendo que, en efecto, era preciso modificar los
lineamientos adoptándolos ajustándolos a las nuevas condiciones.
También era evidente “la necesidad de proceder a la
restructuración de la industria eléctrica”.
Para
ello, la FNTICE hizo una caracterización precisa de la
situación.
“La participación de la iniciativa privada
en la propia industria suscita problemas derivados especialmente de la
contradicción que existe entre el carácter multiplicador de la
actividad económica de la electricidad y los propósitos de lucro
de la iniciativa privada. Interesa al progreso de la nación, en efecto,
que se satisfaga oportuna y eficientemente la creciente demanda de servicios
eléctricos (Solidaridad 1960c).
“En los hechos se ha
constatado hasta la saciedad, que las empresas privadas no han sido capaces de
corresponder a los incrementos de la demanda, y no solo eso, sino que a la
deficiencia de la oferta hay que agregar que el régimen de concesiones
otorga exclusividades que excluyen toda competencia en las zonas concesionadas,
inclusive la intervención del Estado a través de la
Comisión Federal de Electricidad, lo que se traduce en serios estorbos
para el desarrollo económico y social.
“La operación
de las empresas privadas en la industria eléctrica tiene un alto sentido
negativo, especialmente cuando se trata de empresas extranjeras que no
participan en los propósitos de progreso nacional, sino al contrario. El
uso y abuso de los equipos e instalaciones, el encarecimiento constante de los
servicios, la escasez crónica de servicios eléctricos en las zonas
concesionadas a las empresas privadas, las limitaciones de la inversión a
pesar del otorgamiento de facilidades y garantías injustificadas, etc.,
demuestran lo indeseable de la intervención privada en la industria
eléctrica en la forma conocida.
“Los decisivos pasos que ha
dado el país para nacionalizar la industria eléctrica, por lo
demás, están resolviendo en la práctica cuestiones que
todavía son objeto de discusión entre aquellos sectores que se
aferran a las viejas y caducas ideas de liberalismo económico, o que se
prestan para especulaciones demagógicas, propias para encubrir
prácticas de chantaje político”.
“La
nacionalización de la industria eléctrica, como en su hora la
nacionalización de la industria petrolera, constituyen cuestiones que
comprometen a todos los mexicanos. Necesitamos estudiar y resolver los problemas
que plantea la reestructuración de la industria
eléctrica.
“En las condiciones actuales, procede planear en
términos integrales y a partir de la virtual nacionalización de la
industria, la estructuración que permita el máximo aprovechamiento
de nuestros recursos conforme a principios técnicos y económicos
inobjetables. La industria eléctrica nacional no solamente debe responder
a los incrementos de la demanda en las zonas electrificadas, sino que debe
ampliar su radio de acción a todo el país, a fin de que los
mexicanos podamos disfrutar de sus beneficios y aprovechar la electricidad para
elevar nuestros niveles generales de vida.
“La
restructuración de la industria eléctrica impone hacer una
revisión profunda de la legislación relativa, ya que no se trata
de regular intereses privados sino de sentar las bases que garanticen el
desarrollo y salud de la industria eléctrica. Una nueva ley de la
industria eléctrica debe contemplar con claridad y precisión el
carácter de la propia industria y ajustar su desarrollo de acuerdo con
las necesidades de progreso nacional.
“La integración de un
sistema eléctrico nacional plantea cuestiones económicas, sociales
y técnicas que deben abordarse y resolverse con un criterio
minuciosamente nacional.
“Uno de los problemas esenciales que debe
encontrar adecuada solución para integrar un sistema nacional de
electrificación, es el problema obrero”.
A ese momento,
existían tres sindicatos, a saber: el Sindicato Mexicano de
Electricistas, integrado por trabajadores al servicio de la
Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. y Subsidiarias; el
Sindicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos de la R.M. que agrupaba
a trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad; y la FNTICE que
representaba a los trabajadores electricistas de la mayoría de los
sistemas eléctricos del interior de la República, independientes
de la CMLFM y de la CFE. Numéricamente, las tres organizaciones eran
aproximadamente equivalentes.
“El primer paso para la
solución del problema obrero sería, por consiguiente, lograr la
equiparación de todos los contratos colectivos de trabajo con la
finalidad de estructurar un contrato único para la industria
eléctrica”.
El problema propiamente sindical se
enfocaría, en lo inmediato, mediante la formación de una central
de trabajadores de la industria eléctrica, en la perspectiva de formar
una sola organización de los electricistas del país.
Esas
conclusiones de la III Asamblea Nacional de la FNTICE tendrían amplias
repercusiones que llevaron a los electricistas de provincia a proceder en
consecuencia.
3.3 Reformas constitucionales
El 1º de septiembre de 1960, con motivo del
informe presidencial, Adolfo López Mateos anunció a la
nación la decisión del gobierno, que había comprado las
acciones de las empresas extranjeras, de dar el trascendental paso de
nacionalizar a la industria eléctrica.
El 27 de septiembre, el
Congreso de la Unión aprobó una adición al contendido del
párrafo sexto del artículo 27 constitucional, en materia
eléctrica (Decreto 1960):
“CORRESPONDE
EXCLUSIVAMENTE A LA NACION GENERAR, CONDUCIR, TRANSFORMAR, DISTRIBUIR Y
ABASTECER ENERGIA ELECTRICA QUE TENGA POR OBJETO LA PRESTACION DE SERVICIO
PUBLICO. EN ESTA MATERIA NO SE OTORGARAN CONCESIONES A LOS PARTICULARES Y LA
NACION APROVECHARA LOS BIENES Y RECURSOS NATURALES QUE SE REQUIERAN PARA DICHOS
FINES”.
Este párrafo representó el rescate
para la nación de su patrimonio eléctrico. El dominio de la
nación de funciones constitucionales que posteriormente fueron definidas
como estratégicas, e implican al conjunto de actividades que constituyen
al proceso de trabajo eléctrico.
En principio, se reacató
la propiedad que de ser privada pasó a ser estatal. Esta primera medida
es fundamental, si bien faltaba complementarse con una adecuada política
eléctrica y la integración del proceso de
trabajo.
3.4 Significado de la nacionalización
El mismo 27 de septiembre de 1960, la
FNTICE abordó la nacionalización eléctrica y algunos de sus
problemas, dando respuesta a las críticas y afirmando la propuesta de los
electricistas.
“La nacionalización de la industria
eléctrica es un hecho trascendental en la vida de México. Su gran
importancia, sin embargo, no ha sido suficientemente advertida o bien su
verdadero significado se ha pretendido tergiversar o minimizar”
(Solidaridad 1960d).
“En rigor, la nacionalización de la
industria eléctrica era una demanda permanente de los sectores más
concientes de la nación. La escasez crónica de electricidad y el
precio cada vez más caro del servicio hacían ver claramente que
los intereses de las empresas eléctricas privadas estaban en
contradicción con los intereses nacionales que demandaban la
satisfacción de las necesidades energéticas relativas. Ocupadas de
modo principal en buscar satisfacer sus propósitos de lucro, aprovechaban
cualquier oportunidad para elevar sus tarifas, mantenían una
sobreexplotación de sus equipos y sistemas, multiplicando en fin todas
las formas para aumentar sus ganancias. La conducta inalterable de las empresas
confirmaba a cada paso que una industria como la eléctrica no puede ser
sino de propiedad nacional”.
Para poner término a una
situación contraria a los intereses de la nación, el gobierno de
Adolfo López Mateos, resolvió nacionalizar la industria
eléctrica.
“La respuesta popular, sin embargo, no ha sido
proporcional a la importancia que corresponde a una reivindicación
nacional de una industria fundamental para asegurar el progreso del
país”. No obstante, decía al FNTICE, eso no debe confundirse
con la no aprobación del pueblo a la medida.
A diferencia de la
nacionalización petrolera, “la nacionalización de la
industria eléctrica se realiza de acuerdo con otros métodos. NO la
precede ninguna disputa nacional o internacional. Con cuidadosa reserva, por el
contrario, se negocia la compra de los bienes o de las acciones de las
`principales empresas ... Y se anuncia, primero, la compra de los bienes de las
empresas dependientes de la American and Foreign Power y meses después,
la adquisición de la mayoría de las acciones de la
Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz”. Luego,
López Mateos anunció en su informe presidencial del 1º de
septiembre que la industria eléctrica se había
nacionalizado.
“Muchos consideran la medida como algo simplemente
natural. Otros la critican porque atacan `la creciente intervención del
Estado en la economía; también dejan oír su voz los que
estiman que fue un error nacionalizar la industria eléctrica porque
hubiera sido mejor dedicar los recursos empleados en la compra de las empresas
para impulsar la electrificación. Y claro, desde bando tan distinguido,
no faltó quien reclamara en términos iracundos que se permitiera
la participación de la iniciativa privada en las empresas
eléctricas”.
“Desde otro bando y por razones
aparentemente diferentes, también se han lanzado en contra de la
nacionalización. Con un desconocimiento total de los antecedentes e
ignorando olímpicamente la realidad, reprueban los procedimientos
seguidos y llegan al grado de invertir los términos de la cuestión
porque definen el método como lo principal y como secundario o accesorio
el objeto. El gobierno, afirman, en lugar de comprar, simplemente debió
expropiar, o bien reivindicar mediante la simple extinción de las
concesiones. La nacionalización no tiene mérito ninguno, porque se
pagó a las empresas mucho más de lo que valían
efectivamente sus bienes”.
La FNTICE señaló que,
“la importancia intrínseca de la nacionalización supera con
creces el valor específico del procedimiento” no sin reconocer como
atractiva la posibilidad de ajustar cuentas con las empresas extranjeras. Pero,
en todo caso, no debían ignorarse los procedimientos del imperialismo ni
desconocerse lo que se llama relación de fuerzas.
La FNTICE
defendía la intervención del Estado en el control de las
industrias básicas `pero había un postulado muy importante:
“La propiedad nacional no es sino la propiedad social. En las actuales
condiciones esta verdad necesita definición y confirmación”.
“Se pretende que los bienes de la nación son esencialmente
del gobierno, y así ocurre que los funcionarios son una especie de
dueños de esos bienes en la medida que ocupan algún cargo,
condición y creencia que muchas veces les permite aprovechar la propiedad
social para su propio beneficio”.
Obviamente, las nacionalizaciones
ocurren en el marco del capitalismo bajo el control del Estado capitalista. Pero
tienen alta importancia para las transiciones y representan un avance, que puede
ser significativo o momentáneo dependiendo de las fuerzas sociales que
sostengan al proceso nacionalizador. En tal sentido, el rescate de la propiedad
de los medios básicos de la producción es fundamental, si bien,
insuficiente. La propiedad es de la nación no del Estado y menos de los
gobiernos. Eso es así aún considerando que la nación
está dividida en clases sociales pues, los trabajadores y sectores
populares explotados somos mayoría.
Para la FNTICE, “la
nacionalización de la industria eléctrica plantea nuevas tareas e
impone altas responsabilidades. Se trata, en lo general, de que esta industria,
en tanto propiedad nacional, cumpla verdaderamente las funciones inherentes a la
propiedad social”.
Esto planteaba la necesidad de una
Política Eléctrica Independiente. La FNTICE decía:
“La nación necesita, por tanto, definir una nueva política
en materia eléctrica”, de manera que, “al definirse una nueva
política nacional en materia eléctrica, se conjugue su naturaleza
propiamente económica con aquella función de servicio social que
tiene la electricidad”.
Esto implicaba, necesariamente, la
integración del proceso de trabajo eléctrico. Las consecuencias
debían reflejarse en una adecuada estructura de tarifas y una
operación eficiente con los costos más bajos posibles. Por ello,
insistía la FNTICE, es necesario reestructurar a la industria
eléctrica.
3.5 Conclusiones de los electricistas ante la nacionalización
De inmediato, con base en discusiones y
acuerdos previos, la FNTICE sacó dos de las conclusiones acertadas
más importantes de la nacionalización eléctrica, a saber,
realizar la unidad sindical de los electricistas y reorganizar el proceso de
trabajo mediante la integración de la industria eléctrica
nacionalizada.
a)
Unificación sindical
El 1º de septiembre de 1960, el
mismo día que se anunció la nacionalización
eléctrica, la FNTICE convocó a su Cuarta Asamblea Nacional
Extraordinaria y al Congreso Constituyente de un sindicato unificado, a
realizarse a partir del 5 de octubre, en San Luis Potosí (Solidaridad
1960e).
La anterior Tercera Asamblea Nacional Extraordinaria había
acordado transformar a la FNTICE en un sindicato nacional de industria, el
Sindicato Nacional de Trabajadores Electricistas de la república Mexicana
(STERM).
El acuerdo se tomó debido a las nuevas circunstancias, ya
que, la compra por el gobierno federal de las compañías
dependientes de la Impulsora de Empresas Eléctricas aceleraba el proceso
de transformación de la industria eléctrica bajo el control del
Estado.
Se proponía hacer una revisión cuidadosa de la
situación en su conjunto para preservar la estabilidad de los sindicatos
de la FNTICE y la necesidad de garantizar los contratos colectivos.
En
perspectiva general, la nacionalización de la industria eléctrica
impone la integración de un sistema eléctrico nacional unificado,
expresó la FNTICE. “Por tanto, las relaciones laborales entran en
un período crítico que obliga a reforzar el frente interno
sindical para asegurar la defensa de los intereses y derechos
colectivos”.
La conclusión era acertada. “La
situación concreta que se ha presentado impone modificar nuestras normas
organizativas. Es evidente la necesidad de transformar nuestra Federación
en un sindicato nacional de industria”.
Además de acertada,
la conclusión era profunda al proponer la formación de un
sindicato nacional de industria, forma moderna de organización del
proletariado, en un sector estratégico.
La FNTICE consideró
“promover un urgente cambio de impresiones con el Sindicato Mexicano de
Electricistas para proponer, inclusive, la fusión sindical
correspondiente”.
Terminada la Cuarta Asamblea Nacional
Extraordinaria de la FNTICE se procedió a constituir el Congreso
Constituyente del STERM.
Los sindicatos participantes en la
unificación sindical fueron: Sindicato de Trabajadores de la Industria
Eléctrica (STIE) en Acapulco, STIE en Aguascalientes, Sindicato de
Obreros y Empleados de la Cía. Hidroeléctrica de Amacuzac
(sección Matriz y sección Jojutla), STIE en Botello, STIE en
Celaya, STIE en Coahuila (sección Matriz Saltillo, sección Piedras
Negras, sección Monclova, sección Sabinas), Cooperativa de
Cuautla, Sindicato de Electricistas de Culiacán, Sindicato de
Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas (STICE) de
Chiapas (sección Matriz Comitán), STIE en Chihuahua
(sección Matriz Boquilla, sección Chihuahua, sección
Parral), STIE en Durango, STIE en Guanajuato, STIE en Hidalgo (sección
Matriz Pachuca, sección Tulancingo), STIE en Irapuato, STIE en
León, STIE en Mazatlán, STIE en Mexicali, STIE en Morelia, STIE,
Gas, Agua y Drenaje de Nuevo León (sección Gas), STIE en Oaxaca,
STICE de Occidente (sección Ciudad Guzmán, sección Colima,
sección Uruapan), STIE en Pénjamo, STIE en La Piedad, STIE en
Platanal, STIE en Puebla (sección Matriz, sección Atoyac,
sección Tehuacán, sección Tlaxcala), STIE en
Querétaro, STIE en Región Lagunera, STIE en El Sabino, STIE en San
Luis Potosí, STIE en Tampico (sección Matriz, sección
Ciudad Valles, sección Ciudad Mante, sección Río Micos),
Sindicato de Trabajadores y Empleados de las Plantas de Abastecimiento de
Energía y Agua Potable de Medellín, El tejar, Veracruz y su
Bahía, STIE en Tepeji del Río, STIE en Veracruz, Sindicato de
Obreros y Empleados de la Industria Eléctrica en Yucatán, STIE en
Zacatecas.
Como delegados fraternos asistieron el SME, la
Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la
Confederación Revolucionaria de Trabajadores (CRT), el Sindicato de
Telefonistas de la República Mexicana, la Confederación
Revolucionaria de Obreros Textiles y al Federación Nacional de
Cañeros.
El Congreso se realizó en el Teatro de la Paz con
la asistencia de López Mateos y Francisco Martínez de la Vega,
gobernador del estado.
En el discurso inaugural, Rafael Galván
dijo: “Vamos a formar un sindicato industrial; pero un sindicato
industrial de nuevo tipo”. Respecto a la industria señaló:
“Es indudable que la nacionalización de la industria
eléctrica tiene un significado mayor para nosotros que el simple cambio
de patrón. El cambio de propiedad de la industria es trascendental y, en
términos generales, encontramos que al no existir la propiedad privada en
la industria eléctrica, se introduce un cambio fundamental en las
relaciones de producción” (Solidaridad 1960f). También se
refirió a la necesidad de despejar las relaciones como trabajadores de
empresas nacionalizadas frente al Estado, administrador de las
mismas.
Luis Aguilar Palomino, secretario general del SME, recordó
que en la anterior revisión contractual, la FNTICE aprobó la
huelga por solidaridad con el SME y expresó que “estamos obligados
a estar cada vez más unidos”. Dijo que la nacionalización
“es uno de los pasos más trascendentales en la historia mexicana en
su etapa revolucionaria, y es más que suficiente para colocar al
presidente López Mateos en los sitios reservados a los granes
patriotas”.
Luego expresó que “si la industria
eléctrica ha de convertirse en una sola unidad, los sindicatos de
electricistas tendremos también que convertirnos en una sola
organización” y agregó: “El Sindicato Mexicano de
Electricistas pondrá su mayor empeño para que la unidad de los
electricistas mexicanos sea una fecunda realidad”. Ante los electricistas
que estaban sellando la unidad, excepto el SNE y el SME, Palomino culminó
señalando que “no hay ninguna razón para suponer que no
vayamos a marchar juntos hacia la unidad nacional electricista”.
El
8 de octubre de 1960 fue constituido formalmente el STERM siendo electo Rafael
Galván como secretario
general.
b) Integración
de la industria eléctrica nacionalizada
Después del
congreso del STERM, el Colegio de Ingenieros Mecánicos y Electricistas
(CIME) de México invitó a Rafael Galván para hablar del
Problema Obrero en la Industria Eléctrica.
Galván
expresó que la nacionalización era demanda de los trabajadores.
“Los trabajadores electricistas sostuvimos como una tradicional demanda,
la relativa a la nacionalización de la industria eléctrica.
Siempre estuvimos ciertos de que una industria fundamental para el desarrollo
del país no podía estar en manos privadas y menos extranjeras,
porque por propia experiencia sabíamos que las empresas concesionarias
nada hacían que no fuera satisfacer sus propósitos de lucro”
(Solidaridad 1960g).
Señaló que la nacionalización
había puesto fin a esa situación y que los problemas de la
industria eléctrica nacionalizada debíamos estudiarlos ahora con
el mayor cuidado, con la más estricta responsabilidad. “La
nacionalización eléctrica significa que el pueblo de México
es ahora el dueño de la industria y, por simple definición, las
finalidades esenciales de la industria eléctrica no pueden ser otras que
elevar las condiciones generales de vida del pueblo de
México”.
Galván reiteró que la
nacionalización modificó sustancialmente las relaciones de
producción y que eso planteaba determinar las relaciones como
trabajadores con el Estado en tanto administrador de la propiedad
nacional.
Señaló que “se ha pasado por alto la
problemática de los cambios que necesariamente introduce en las
relaciones de producción el cambio de propiedad relativa. Los
funcionarios encargados de la administración de los bienes nacionales
ordinariamente se sienten patrones y actúan como propietarios en lo
referente al aprovechamiento de los rendimientos de las empresas que manejan. Y
los trabajadores y sus organizaciones sindicales correspondiendo a semejante
actitud, que rezuma ignorancia y ambición ilegítima, consideran
generalmente que los cambios de propiedad no reportan otra consecuencia que la
de un simple cambio de patrones”.
Entonces, dijo, “se han
producido dos experiencias dolorosas. Una es aquella que se caracteriza por la
connivencia entre los administradores de las empresas y los líderes
sindicales, en la que actúan como cómplices recíprocos para
asaltar a la propiedad social, con la circunstancia de que el administrador,
como buen patrón, se lleva la parte del león, y el líder
sindical no recoge sino las migajas. La otra experiencia se caracteriza por el
choque violento entre el Estado y los trabajadores”.
Esa claridad
política resuena con fuerza hoy en día. No se quedó
allí, expresó que esas experiencias pueden ser superadas
reconociendo que la realidad no está tan apegada a los principios
teóricos. Por su supuesto, la superación implica una
política de clase concientemente asumida y
practicada.
Galván hizo referencia a los problemas laborales y
sindicales en la industria eléctrica. Habló de la existencia al
momento de tres sindicatos: el SME, el SNESCRM y el recientemente unificado
STERM. El primero contrataba con la Compañía Mexicana de Luz y
Fuerza Motriz y Subsidiarias, el segundo con la CFE y, el tercero, “con la
mayoría de empresas eléctricas del país, entre las que se
cuentan todas las de propiedad de la antigua Impulsora, el grupo que encabeza la
Nueva Eléctrica Chapala, y todas las demás que tienen a su cargo
primordialmente los servicios eléctricos en 24 estados de la
República”. Los CCTs del SME y STERM tenían muchas
similitudes, no así el contrato del SNE con la CFE que era
inferior.
A esa fecha, el SME agrupaba a cerca de 10 mil trabajadores de
base y 3 mil eventuales, el SNE tenía aproximadamente 7 mil trabajadores
de base y un número variable de eventuales, y el STERM a 7 mil
trabajadores de base y 2 mil eventuales.
Al abordar la
restructuración de la industria eléctrica señaló
que, ésta implica la resolución previa del llamado problema obrero
y que los aspectos laborales y sindicales no podían resolverse
fácilmente conforme a las disposiciones legales. Planteó,
entonces, que la restructuración de la industria implicaba la
unificación de los sindicatos y la celebración de un CCT
único.
Refirió que la FNTICE, desde 6 años
atrás, había promovido la reestructuración de los CCTs y la
organización más eficaz del trabajo. “Se consiguió la
unificación de 72 contratos colectivos y progresivamente se fue logrando
la reestructuración de dichos contratos colectivos conforme a un
índice único”, de manera que a esas fechas se contaba con un
contrato tipo.
En lo referente a la organización del trabajo se
venía estudiando la correcta división del trabajo en tres ramas
generales de actividad que correspondían a la generación,
distribución y servicios administrativos.
La correcta
división del trabajo se consideraba muy importante para reestructurar a
la industria eléctrica. Al respecto, señaló que todos los
técnicos debían ser considerados como trabajadores de base
sindicalizados.
3.6 La Central Nacional de Trabajadores
El Congreso de fundación del STERM
fue un indiscutible avance hacia la unidad de los electricistas, cuyo proceso se
seguía cuidadosamente. Hacia fines de 1960, previa discusión del
proyecto, se formó la Central Nacional de Trabajadores (CNT). Las
organizaciones participantes fueron: el SME, el STERM, la Confederación
Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la CRT, la Federación
Revolucionaria de Obreros Textiles, la Unión Linotipográfica de la
República Mexicana, la Federación Nacional Obrera Textil del ramo
de la Lana, la Federación Obrera Revolucionaria y la Federación
Nacional de Cañeros.
Luis Aguilar Palomino, secretario general del
SME, fue electo presidente de la CNT. En varias partes del país, la CNT
formó Consejos Regionales y el proyecto avanzaba.
En 1961, la
Nacional Financiera, S.A. contrató los servicios de Electricitè de
France para llevar a cabo una restructuración de la industria
eléctrica.
“México, en opinión de Nacional
Financiera, S.A., nacionalizó su industria eléctrica sin saber lo
que puede y debe hacer con ella. Para que le enseñen, se contratan
técnicos franceses” (Solidaridad 1961a). Esa acción del
gobierno fue considerada por los electricistas del STERM como una
humillación a los técnicos mexicanos, universitarios y
politécnicos. “Como trabajadores electricistas tenemos que decir
que no permitiremos que esto suceda”.
Con motivo del ataque a Playa
Girón en Cuba, en abril de 1961, la CNT hizo una declaración
oficial. “La agresión al pueblo de Cuba conmueve a la conciencia
honrada de todos los pueblos del mundo. Un ejército mercenario ha
invadido a la República de Cuba ofreciendo explicaciones que no son
suficientes para ocultar la verdadera naturaleza de la agresión.
“Para los mexicanos la defensa de Cuba contra la agresión
imperialista tiene, además del sentido de una solidaridad elemental hacia
un pueblo hermano, la defensa de nuestra propia independencia y
soberanía”
La invasión imperialista a Cuba
fracasó. Cuba estaba presente en la atención de los mexicanos. DE
hecho, la Revolución Cubana estaba en todas partes suscitando apasionados
debates. En la revista Solidaridad todos los números incluían
artículos que analizaban la situación y marcha de la
revolución.
3.7 Discusión sobre la industria eléctrica
En el primer
aniversario de la nacionalización eléctrica, el STERM
organizó celebraciones en todas sus secciones sindicales. Además,
intensificó la discusión acerca de la necesidad de formular el
punto de vista de obrero sobre las empresas nacionalizadas.
“A los
trabajadores que prestamos nuestros servicios en las empresas de propiedad
nacional, nos incumbe específicamente la tarea de estudiar las nuevas
relaciones de producción, pues se impone asegurar la debida
conjugación de nuestros intereses con los intereses generales de la
nación.
“En términos generales, la cuestión
puede plantearse de la siguiente manera: ¿la nacionalización
modifica las relaciones de producción existentes en las empresas
privadas? Es incuestionable que los intereses de la empresa privada están
absolutamente en contradicción con los intereses obreros, porque la
motivación esencial de la empresa privada no es otra que el lucro, la
explotación de los trabajadores. ¿Esta motivación desaparece
con la nacionalización? En el caso de la empresa privada existe un grupo
de propietarios de los medios de producción que lucra, se beneficia del
trabajo; en cambio, en la empresa nacionalizada los medios de producción
son propiedad de la nación, propiedad del pueblo podría decirse
fundada y legítimamente y, por tanto, su función no puede ser la
de obtener lucro como finalidad en sí misma. En consecuencia, la
nacionalización introduce un cambio fundamental en las relaciones de
producción al sustituir la propiedad privada de los medios de
producción por la propiedad nacional, cambio que determina, a su vez, la
sustitución del interés de lucro por la utilidad
pública”.
Esta discusión ampliada era llevada por el
STERM a todas las asambleas seccionales, con el propósito de comprender
la nueva situación, extirpar confusiones y vicios que se traducen en
luchas estériles o derrotas, para definir colectivamente una
política eléctrica independiente, misma que fue formulada paso a
paso, no sin vicisitudes y problemas.
“La falta de
comprensión sobre las nuevas relaciones de producción que
determina la modalidad impuesta a la propiedad privada por la
nacionalización, ha motivado en nuestro país múltiples
consecuencias negativas. En todas las empresas nacionalizadas advertimos, en
términos generales, que el Estado asume el control y
administración de los bienes nacionales; pero tanto en la forma como en
el fondo se mantienen relaciones de producción que corresponden, en
esencia, a la empresa privada. Se soslaya la verdadera naturaleza de la
propiedad nacional cuando se toma, en la práctica, como fuente para
estimular la propiedad privada o para crearla, lo que ocurre en la medida en que
los administradores aprovechan para su beneficio directo y de manera diversa los
recursos propiamente nacionales o sociales, y en la mayor o menor
proporción en que operan las múltiples formas de
compenetración económica con la empresa privada. La
explotación privada de la empresa nacionalizada produce un resultado
negativo inevitable, porque se anulan las ventajas que determinan, en principio
la modificación del régimen de propiedad y, en cambio, se mantiene
una forma espuria de gestión privada, irresponsable y
antieconómica” (Solidaridad 1961b).
En la discusión
se abordaban las experiencias negativas ocurridas con los ferrocarriles y a la
industria petrolera. ¿Se van a repetir en la industria eléctrica los
mismos errores? Es preciso evitarlo”, decía el
STERM.
“Sería iluso, sin embargo, esperar que las nuevas
relaciones de producción se impusieran por decreto o de modo
automático. Las deficiencias de las empresas nacionalizadas no
podrán corregirse con medidas puramente burocráticas. La
cuestión no puede resolverse tampoco en términos ideales, sino
considerando los factores reales. Las nuevas relaciones de producción en
las industrias nacionalizadas plantea la participación directa de los
trabajadores. Al espeto, la discusión tiene implicaciones
teóricas, políticas y prácticas”.
Los
electricistas del STERM concluían señalando que “la
restructuración de la industria eléctrica constituye una tarea
urgente”. Conviene, por tanto, trazar las líneas generales de un
proyecto de reestructuración, se afirmaba y, el primer paso,
consistía en establecer un órgano central de coordinación
que se transformaría en la industria eléctrica nacionalizada
integrada.
Entre otros aspectos, se proponía la
constitución del Instituto Nacional de la Industria Eléctrica
(INIE). Pero, “la reestructuración industrial no se limita a la
mera adopción de un aparato de dirección y administración;
comprende, además, otros aspectos sustanciales. La correcta
estimación de los recursos naturales y potenciales determina su
máximo aprovechamiento para satisfacer en forma oportuna y eficiente la
demanda eléctrica y extender los beneficios de la electrificación
a toda la República”.
“Lo principal consiste en
definir la política que va a seguirse”. Con ello, se planteaba la
necesidad de una política eléctrica independiente “para
proyectar el desarrollo de acuerdo con un sentido de integración nacional
del sistema eléctrico, basado en el mejor aprovechamiento de los recursos
y orientado a la satisfacción más económica y eficiente de
las necesidades eléctricas del país”.
La
integración industrial supone la reorganización del proceso de
trabajo eléctrico. EL STERM proponía, de entrada, el
reconocimiento general de los derechos de todos los trabajadores de la industria
nacionalizada y su sindicalización. Pero, también, la
unificación de las condiciones laborales.
Sobre la base de la
reorganización del proceso de trabajo eléctrico a nivel nacional,
implicado en la integración de la industria eléctrica
nacionalizada, se proyectaba la necesaria unidad sindical. Esta cuestión
no fue sencilla. “Cada quien prefiere que las cosas sigan como
están”, se dijo con toda claridad. “pero esto es precisamente
lo que no es posible”, se agregaba, porque la unidad de la industria
eléctrica determina a su vez la unidad de los trabajadores del sector.
Pero, ¿que pasaba? “Esta verdad se comprende a medias pero no se
acepta ni a medias”.
“El retardo en la integración
industrial se toma como un tiempo bueno para que las cosas sigan como
están y se pierda para estudiar y resolver aquellos problemas, cuya
solución oportuna nos permitiría a los trabajadores encontrar los
mejores caminos, las más adecuadas fórmulas para asegurar nuestros
intereses y derechos; y que nos permitiría, además, constituirnos
en un factor activo en la integración industrial y en la
orientación misma de la industria”.
“Las bases para
lograr la unidad de los electricistas están dadas objetivamente por la
nacionalización de la industria; y sus fórmulas corresponden a la
conjugación dentro de la entidad unitaria de los tres organismos
(sindicales) existentes”.
Ciertos sectores consideraban que la
unidad de los electricistas era inconveniente. Para algunos la unidad era un
objetivo histórico y, como tal, lo posponían indefinidamente.
Pero, ¿había otro camino, cuál?
El hecho es que se
había recorrido ya más de la mitad del camino y la
reestructuración de la industria eléctrica era inaplazable. Con la
nacionalización el Estado había adquirido el 98% de las acciones
eléctricas quedando un 2% en manos privadas con el compromiso de que
tales acciones se extinguirían hacia 1999.
“La
liquidación de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz,
S.A., con vista a la unidad total de la industria, es lo único que
representa problemas; pero cualquiera que sea la importancia de éstos,
nada impide que objetivamente pueda trazarse y llevarse a la práctica la
restructuración industrial, ya que todo aquello que la retrasa
repercutirá cada vez más negativamente” (Solidaridad
1961c).
La unidad
en un solo sindicato, con un solo contrato, junto con la integración de
la industria eléctrica nacionalizada, banderas de la insurgencia obrera
electricista
4- Integración de la industria eléctrica
4.1 Comisión Tripartita, 1966
La nacionalización no
implicó la solución automática a los problemas
industriales, laborales o sindicales. Fue la iniciativa política del
STERM la que llevó a que se avanzara. En principio, las antiguas empresas
privadas pasaron al control de Nacional Financiera, S.A. y coexistieron con la
CFE. La primera medida, la unificación sindical en el STERM fue decisiva
para lo demás. Paso a paso, desde antes de la nacionalización, se
habían venido unificando las condiciones laborales entre los contratos
colectivos de la FNTICE.
Con la nacionalización, el STERM impulso
la reorganización del trabajo con el objetivo de preservar los derechos
adquiridos en la perspectiva de la integración industrial. La CFE
asumió el carácter de patrón sustituto y, en 1966, el STERM
pactó un Contrato Colectivo de Trabajo, mismo que era administrado por
las secciones en su ámbito de competencia de acuerdo a la estructura de
sindicato nacional de industria.
El 6 de julio de 1966, la CFE, el
SNESCRM y el STERM firmaron el Primer Convenio para la Integración de la
Industria Eléctrica, conocido como convenio tripartita.
A ese
momento, la CFE se había convertido en titular de las acciones de
distintas sociedades anónimas, concesionarias del servicio público
de electricidad, convirtiéndose así en empresas del Estado,
filiales de la propia Comisión.
Debido a que el STERM tenía
celebrados CCT’s con las empresas adquiridas y el SNESCRM contrataba con
la CFE, se mantenían administraciones separadas. Esta situación
originaba problemas que podían superarse al reconocer que todas las
empresas eran propiedad del pueblo. De acuerdo al convenio, “eso conduce a
negociar un instrumento que facilite el desarrollo de la industria y que
garantice los derechos y conquistas de los trabajadores”.
Las
empresas filiales de la CFE tenían celebrados contratos colectivos con el
STERM. En cada contrato había una cláusula que decía:
“En caso de que la empresa vendiere o traspasase sus propiedades o
concesiones, o parte de ellas, en forma de que resulte una sustitución de
obligaciones, se insertará en los títulos traslativos de dominio
correspondientes, que las estipulaciones de este contrato no se
modificarán en prejuicio de los trabajadores ni del sindicato; y la
persona, empresa, institución oficial o descentralizada adquiriente,
aceptará expresamente las obligaciones derivadas de tal
sustitución”.
La CFE, por su parte, tenía celebrados
contratos con el SNESCRM y, en la cláusula 5, se establecía que:
“En caso de que la Comisión adquiera, posea o administre nuevas
negociaciones que correspondan a la industria eléctrica, se
aplicarán en ellas las disposiciones de este contrato”.
Los
dos sindicatos reconocía en sus respectivos contratos la posibilidad de
cambios necesarios en la organización de la industria eléctrica,
sobre la base de preservar los derechos de sus representados.
El convenio
se hacía para facilitar que la CFE registrara los activos de las empresas
filiales y estableciera una administración única en la industria.
Los dos sindicatos y la CFE reconocieron expresamente que era compatible la
vigencia simultánea de los CCT´s diferentes “al sustituir la
propia Comisión a sus filiales como patrón” y que esa
compatibilidad debía consolidarse “favoreciendo la
unificación de las condiciones de trabajo a través del ajuste y
compensación de los contratos colectivos respectivos”.
También se acordó que ambos sindicatos encontrarían las
fórmulas que permitieran resolver los problemas de fondo mediante la
unidad sindical”.
En consecuencia, se acordaron varias
cláusulas para facilitar la organización y desarrollo de los
sistemas eléctricos de la CFE y de sus filiales. En la cláusula
Segunda, la CFE manifestó su propósito de “incorporar los
activos y reconocer las obligaciones de todas sus empresas filiales”, y su
voluntad de respetar los CCT´s vigentes del STERM y del SNESCRM. Eso fue
considerado por ambos sindicatos como el camino más apropiado para la
solución de los problemas que planteaba la eficiente prestación
del servicio público de energía eléctrica en el
país.
Con esta base, en la cláusula Cuarta,
“operará la sustitución de patrón” establecida
en los diversos CCT´s vigentes celebrados por el STERM con cada una de las
empresas filiales de la Comisión.
De acuerdo a la cláusula
Octava, los trabajadores se regirían conforme al CCT celebrado con el
sindicato al que pertenecieren.
En la cláusula décima se
acordó la unificación y compensación de los CCT´s. A
tal efecto, se constituyó una Comisión Tripartita parar llevar a
cabo la medida en un período que vencería el 31 de agosto de 1972,
conviniendo en reestructurar todos los contratos conforme a un modelo
común.
La firma de este convenio tripartita representó un
gran avance para la integración industrial y un gran triunfo para el
STERM, cuyos derechos de sus representados fueron garantizados
plenamente.
4.2 Comisión Cuatripartita, 1969
El 28 de enero de 1969, se firmó el
Segundo Convenio para la Integración de la Industria Eléctrica,
conocido como cuatripartita.
En el convenio tripartita se había
reconocido que las diferencias de filiación sindical eran compatibles con
el interés superior de consolidar e integrar el servicio público
de energía eléctrica en la CFE y con el respeto de sus derechos.
También se acordó la uniformidad y compensación de los
contratos colectivos de trabajo así como la unidad de los electricistas,
a realizarse en un periodo de seis años.
Ahora, el convenio
tripartita se ampliaba con la participación del SME volviéndose
cuatripartita.
A ese momento, la CFE tenía celebrados CCT´s
con el SNESCRM y con el STERM, en éste último caso, por
sustitución patronal respecto de diversas empresas filiales y en proceso
de liquidación. En consecuencia, el convenio tripartita había
contribuido a una administración unitaria de la industria
eléctrica.
Los cuatro CCT´s del SNESCRM se habían
integrado en uno solo; los veinte CCT´s del STERM estaban próximos a
unificarse. Las disparidades se habían reducido
considerablemente.
En el punto 11º del convenio cuatripatita se
planteó que “Resulta contrario al interés profesional de los
miembros del SME, trabajadores de la Compañía de Luz, perpetuar el
manejo de la Ciudad de México y sus alrededores como una unidad separada,
y correlativamente concebir al sindicato aisladamente, pues las oportunidades de
desarrollo técnico y de participación en la obra nacional de
electrificación se les irán reduciendo irremisiblemente, ya que la
CFE está obligada legalmente a administrar el interés profesional
de los trabajadores conforme al Convenio Tripartita de julio de 1966. Este
fraccionamiento de la industria también impedirá la uniformidad
progresiva de los contratos colectivos de trabajo y estorbaría la unidad
sindical”.
En el punto 12º se decía que “la
integración en CFE garantiza el desarrollo eléctrico de
México” y que los mecanismos del convenio tripartita, ahora
ampliados para incluir al SME, favorecían negociaciones de la
Comisión con los tres sindicatos. El punto 14º establecía que
el convenio cuatripartita daba plenas garantías al SME en cada una de las
subsecuentes etapas de la integración.
En el punto 15º el SME
expresó su deseo de impulsar el proceso de integración de la
industria eléctrica y conjuntamente con los otros sindicatos
declaró los siguientes propósitos:
a) Contribuir a la
integración de la industria eléctrica nacionalizada ...
b)
Contribuir a la reestructuración de las instituciones que tienen a su
cargo la prestación del servicio público, mediante su
consolidación en la Comisión Federal de Electricidad.
c)
Facilitar la organización del trabajo ...
d) Contribuir a que se
uniformen las condiciones de trabajo ....
e) Perfeccionar y consolidar la
nacionalización de la industria eléctrica como un servicio
público organizado en el sistema nacional de la CFE ...
f) ...
auspiciar bases de solidaridad, ayuda mutua y no agresión, con el
propósito de crear las condiciones propicias para la constitución
de un solo organismo sindical.
Entonces, se acordaron varias
cláusulas. En al Primera, los tres sindicatos “reiteran su
compromiso de facilitar la organización y el desarrollo de los sistemas
eléctricos de la Comisión Federal de Electricidad.
En la
cláusula Segunda, el SME manifiesta su adhesión al convenio
tripartita “y su compromiso de colaborar en la incorporación e
integración de los sistemas que opera la Compañía de Luz y
Fuerza del Centro, S.A., y sus subsidiarias en el sistema nacional de
electrificación confiado por la ley a la Comisión Federal de
Electricidad”.
En la cláusula Tercera, la CFE
manifestó que había cumplido lo indicado en el convenio tripartita
respecto de la sustitución patronal con los derechos contenidos en los
diversos CCT´s.
En la cláusula Quinta, la CFE expresó
que en el proceso de integración industrial respetaría los
CCT´s y derechos del SME.
De acuerdo a la cláusula Octava se
convino en transformar a la Comisión Tripartita en
Cuatripartita.
En la cláusula Décima Segunda se
estableció que la CFE y los tres sindicatos “consideran que debe
hacerse desde luego los trabajos de unificación de frecuencias en la
periferia del Distrito Federal y su zona industrial vecina, que deberá
atenderse después. Los firmantes solicitarán de las autoridades
competentes que se den todos los pasos necesarios para que a partir de 1977 la
industria eléctrica opere a 60 ciclos por segundo en todo el
país”.
En la cláusula Décima Tercera se
acordó que “Los trabajadores de la Compañía de Luz y
Fuerza del Centro, S.A. y de sus subsidiarias ejecutarán directamente las
labores necesarias para la unificación de frecuencias a 60 ciclos por
segundo en sus centros de trabajo y en todo lo que constituye su materia de
trabajo”. Lo mismo harían el SNESCRM y el STERM.
En la
cláusula Vigésima Segunda, los tres sindicatos ofrecieron su
colaboración para la formulación de un proyecto de ley
reglamentaria de la adición al párrafo sexto del artículo
27 constitucional, en materia eléctrica.
A nombre del SME el
convenio cuatripartita fue firmado por Luis Aguilar Palomino en su
carácter de secretario general. En las siguientes elecciones sindicales
fue sustituido por Jorge Torres Ordóñez. Al poco tiempo el SME
abandonó la Comisión Cuatripartita.
4.3 Interconexión del SEN
La unificación de frecuencia en todo el país
representó un importante avance para la integración de la
industria eléctrica nacionalizada. Al interior del SME hubo una
discusión al respecto, proponiendo que la frecuencia fuera de 50 ciclos
por segundo, que no prosperó.
El proceso de integración
industrial continuó, lo mismo que la electrificación nacional.
Más adelante se lograría la interconexión del Sistema
Eléctrico Nacional. Otro gran paso se dio en 1972 con la formación
del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República
Mexicana (SUTERM); resultado de la fusión del SNESCRM y el
STERM.
El 27 de septiembre de 1974, Luis Echeverría, presidente de
la República, determinó iniciar el procedimiento para la
liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, y
consolidar los activos de esta empresa en la Comisión Federal de
Electricidad. Se había resuelto integrar a la industria eléctrica
nacionalizada. “Discutamos todos la integración de la industria
eléctrica”, se planteó en Solidaridad
(1974a).
Durante 14 años no se había podido lograr la
integración industrial. Funcionarios del propio gobierno de López
Mateos reducían la nacionalización, a la que impropiamente
llamaban “mexicanización”, a una “operación
comercial mutuamente satisfactoria”. El propio López Mateos tuvo
que salir al paso para decir que se trataba de “una conquista del
pueblo”.
Sería hasta 1975 que se decretó la primera
Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE) que
sustituyera a la antigua Ley de la Industria Eléctrica. Había
pasado más de una década sin dotar a la industria eléctrica
“de la unidad requerida para superar el parcelamiento industrial impuesto
por el régimen de concesiones y la existencia de múltiples
empresas eléctricas”.
“La integración de la
industria plantea entre las cuestiones urgentes las relativas a la
determinación del organismo público y descentralizado que
debería asumir en nombre de la nación la prestación del
servicio público de electricidad”. Se pensaba que
correspondería reconocer a la CFE pero, eso conllevaba, a la necesidad de
abordar su restructuración. Eso no podía reducirse a sustituir a
las antiguas empresas sino ir a fondo. “De lo que se trata es de crear una
institución que al asumir en nombre de la nación la
prestación del servicio público de electricidad se sustente sobre
bases que aseguren su consolidación y desarrollo económico y
social conforme a principios políticos y técnicos
inobjetables”.
“Así, habrá que replantear la
orientación de la prestación de este servicio público, a
fin de garantizar que sea pilar del desarrollo independiente de
México”. Se consideraba como una obligación de primer rango
“determinar la política nacional de
energéticos”.
Se volvió a reiterar que la
nacionalización abrió otro proceso irreversible: el de la unidad
sindical de los electricistas. Se decía que “lograr que la
integración de la industria esté correctamente orientada y
dirigida depende en parte fundamental de la intervención de los
trabajadores, unidos democráticamente. Sin embargo, los trabajadores
electricistas han dejado transcurrir el tiempo, envueltos en la bruma de la
incomprensión y paralizados por la acción de intereses
egoístas. La decisión de integrar la industria eléctrica
viene a sacarlos del estancamiento y, por tanto, conviene abrir bien los ojos y
reflexionar. Ya que la unidad sindical no ha podido ser el antecedente de la
integración industrial, convendrá por lo menos que al resultar
como consecuencia, sepan los electricistas encontrar las fórmulas y
convenir los procedimientos más adecuados para conquistar la unidad
sindical”.
Lamentablemente, las palabras eran unas y los hechos
eran otros. “En efecto, con la complacencia notoria y en algunos casos la
inspiración de algunos líderes de los organismos sindicales del
SUTERM, y algunas corrientes dentro del SME, el sentido del proceso concebido
hacia la unidad es regresivo”. En el SUTERM se saboteaba constantemente la
unidad interna, en el SME había “la resistencia efectiva aunque no
confesada entre una parte de su militancia ... con la estrategia dilatoria de su
Comité actual, siempre aparentemente dispuesto a bendecir la unidad en
abstracto”. Se criticaba que “hasta ahora, no ha considerado
congruente con esa lírica devoción a la unidad democrática
dentro de la industria, un pliego donde concrete sus posiciones unitarias y
precise las normas a su juicio necesarias para convertir en realidad esa
democracia en abstracto de la que se muestra paladín
incorruptible”.
Mientras se avanzaba en la integración otros
promovían la desintegración. “Esa desidia aparente, esta
obstrucción real, integran este proceso de desintegración
precisamente cuando más se habla y se bendice la idea de la
integración”.
El 20 de noviembre de 1974, el SUTERM
llamó a consumar la nacionalización eléctrica. En un
desplegado de prensa se dijo: “El SUTERM reitera al Sindicato Mexicano de
Electricistas la invitación que le ha formulado en repetidas ocasiones
para abordar abierta y francamente los problemas de la unidad sindical”
(Solidaridad 1974c). También se dijo: “El SUTERM; repite una vez
más: al producirse la integración de la industria eléctrica
respetará, íntegramente, los derechos laborales y organizativos
del SME, y sostendrá esta postura por todo el tiempo que resulte
necesario para adoptar razonablemente los problemas de la unidad
sindical”.
El 17 de diciembre de 1974, se protocolizó el
acuerdo para que se disolviera la Compañía de Luz y Fuerza del
Centro y sus subsidiarias y para que la CFE adquiera de aquellas la totalidad de
sus bienes y derechos de cualquier índole que integran su
patrimonio” (Solidaridad 1974d). La liquidación de la
Compañía de Luz y Fuerza del Centro, Compañía de Luz
y Fuerza de Toluca, Compañía de Luz y Fuerza de Pachuca y de la
Compañía Mexicana Meridional de Fuerza, era un hecho
irreversible.
En 1975 se aprobó la primera Ley del Servicio
Público de Energía Eléctrica (Ley eléctrica 1975).
En la iniciativa del 20 de octubre, en el Artículo 4º transitorio se
decía: “A partir de la fecha en que entre en vigor esta ley,
quedarán sin efecto todas las concesiones otorgadas para la
prestación del servicio público de energía
eléctrica”. Se agregaba en un párrafo segundo que “Las
empresas concesionarias, entrarán o continuarán en
disolución y liquidación, y prestarán el servicio hasta ser
totalmente liquidadas”.
El Sistema Interconectado Nacional se
consolidaba en el país incluyendo a la región central del
país. El SME nunca se definió.
La lucha
de la insurgencia obrera electricista logró la integración
de la industria eléctrica nacionalizada
5. Conclusiones
La nacionalización de la industria
eléctrica fue, ante todo, un acontecimiento político de la mayor
importancia. Junto con la expropiación petrolera representa dos de los
hechos más importantes de la post-Revolución Mexicana.
La
nacionalización fue una propuesta de los electricistas. Los electricistas
de la provincia, que laboraban para las empresas extranjeras, sacaron las
conclusiones más importantes y correctas: 1- la unidad sindical
democrática y 2- la integración de la industria eléctrica
nacionalizada.
Estas propuestas formaban parte del programa de los
electricistas de la FNTICE, luego, STERM. Con insistencia los electricistas
ponían en énfasis en la necesidad de que la insurgencia obrera
tuviera su programa. No nada más, los compañeros (as) llevaron a
la práctica las banderas programáticas.
Fueron,
precisamente, los electricistas del STERM los que comprendieron el significado y
alcance de la nacionalización. En la práctica se conjugaba el
programa y una dirección política consecuente.
Eso
permitió a los trabajadores de las antiguas empresas extranjeras
preservar sus derechos laborales, protocolizados mediante un convenio de
sustitución patronal a cargo de la CFE. Para lograrlo, los electricistas
se plantearon primero SER. Luego, integrados al proceso de trabajo
eléctrico, lograron la contratación colectiva. Más
adelante, avanzarían más con la formación del
SUTERM.
La integración de la industria eléctrica fue una
bandera crucial para consolidar la nacionalización, expresada
después en la primera LSPEE.
De gran significación fue el
impulso a la insurgencia obrera, con una movilización nacional sostenida
en grandes jornadas por la democracia sindical. En el curso del movimiento, se
depuraron las ideas y propuestas, reflejadas en el programa del STERM conocido
como “¿Porqué Luchamos”.
La
nacionalización, sin embargo, no concluyó; la integración
industrial, tampoco. Peor aún, vendría la represión
político militar a los electricistas democráticos. La
nacionalización se interrumpió, lo mismo que la unidad sindical y
la contratación colectiva única.
Al igual que con la
industria petrolera, faltó llevar a la práctica una
política eléctrica independiente. Es decir, no fue suficiente
rescatar la propiedad de los medios de producción para que la
nacionalización se consolidara.
También faltó
consecuencia política. La integración de la industria
eléctrica nacionalizada plantea la unidad sindical. Pero esta no se
concretó. La unidad de los trabajadores no es una abstracción ni
se puede imponer burocráticamente, tampoco se puede ni se debe sustituir
a los trabajadores. La mayoría de los electricistas asumieron
concientemente sus deberes de clase pero otros no lo hicieron. Considerando la
unidad como un “deber histórico” la pospusieron
indefinidamente, jamás se logró y las consecuencias fueron
negativas para todos.
Más adelante, la nacionalización
sería pervertida mediante reformas regresivas de 1992 a la LSPEE.
Hoy la industria eléctrica se encuentra sometida a un severo
proceso de privatización furtiva. La industria eléctrica de los
mexicanos está desnacionalizada. Esto nos plantea enormes retos y
desafíos: tenemos que recuperar lo perdido y en un nuevo “Comenzar
de nuevo”, la insurgencia obrera y popular debemos recuperar a nuestro
patrimonio colectivo con la re-nacionalización de la industria
eléctrica.
La tarea no es sencilla y requiere del accionar
organizado y conciente de los trabajadores y de la población en general.
El panorama del momento es deplorable. No obstante, como en otros momentos
aciagos, es pertinente, como decía Galván: “tocar el tambor
del alba cuando la noche parezca más oscura”.
¡Este puño sí se ve!
Referencias
• Decreto 1960, Decreto de adición al párrafo Sexto
del Artículo 27 Constitucional, en Diario Oficial de la
Federación, 29 de diciembre de 1960.
• Franco D. 1959a, Un problema de México: la CTM, en
Solidaridad VI, No. 78, 1º de septiembre de 1959.
• Franco D. 1959b, Un programa para la insurgencia obrera, en
Solidaridad Vol. VI, No. 80, 10 de noviembre de 1959.
• Ley eléctrica 1975, Ley del Servicio Público de
Energía Eléctrica, Diario Oficial de la Federación, 22
de diciembre de 1975.
• Ramírez R. 1959, ¡Discusión inaplazable!, en
Solidaridad Vol. VI, No. 76, 1º de julio de 1959.
• Solidaridad 1959a, ¡Ayudemos a los ferroviarios!, en
Solidaridad Vol. VI. No. 77, 1º de agosto de 1959.
• Solidaridad 1959b, Mirador obrero, en Solidaridad Vol. VI,
No. 79, 10 de octubre de 1959.
• Solidaridad 1960a, La Nacionalización de la Industria
Eléctrica. Manifiesto, en Solidaridad Vol. VI, No. 85, 15 de mayo
de 1960.
• Solidaridad 1960b, Nacionalización de las Empresas
Eléctricas, en Solidaridad Vol. VI, No. 87, 20 de julio de 1960.
• Solidaridad 1960c, Reestructuración eléctrica, en
Solidaridad Vol. VI, No. 87, 20 de julio de 1960.
• Solidaridad 1960d, La Nacionalización Eléctrica y
alguno de sus Problemas, en Solidaridad VI, No. 89, 27 de septiembre de
1960.
• Solidaridad 1960e, Convocatoria de la FNTICE a la Cuarta Asamblea
Nacional Extraordinaria, en Solidaridad Vol. VI, No. 89, 27 de septiembre
de 1960.
• Solidaridad 1960f, El STERM un Sindicato Industrial de Nuevo Tipo,
en Solidaridad Vol. VI, NO. 90-91, 22 de diciembre de 1960.
• Solidaridad 1960g, Conferencia de Rafael Galván en el
Colegio de Ingenieros Mecánicos y Electricistas de México, en
Solidaridad Vol. VI. No. 90-91, 22 de diciembre de 1960.
• Solidaridad 1961a, Un insulto a México, en
Solidaridad VI, No. 04, marzo de 1961.
• Solidaridad 1961b, La Industria Eléctrica, Base para una
Revisión General, en Solidaridad VI, No. 99, 27 de septiembre de
1961.
• Solidaridad 1961c, La Reestructuración de la Industria
Eléctrica es Inaplazable, en Solidaridad VI. No. 100,
octubre-noviembre de 1960.
• Solidaridad 1974a, Discutamos todos la integración de la
industria eléctrica, en Solidaridad 123-124, 1ª quincena de
octubre de 1974.
• Solidaridad 1974b, Integración en las palabras;
desintegración en los hechos, en Solidaridad No. 125, 1ª
quincena de noviembre de 1974.
• Solidaridad 1974c, ¡A consumar la nacionalización
eléctrica!, en Solidaridad 126, 2ª quincena de noviembre de
1974.
• Solidaridad 1974d, La integración de la industria
eléctrica nacionalizada, un hecho, en Solidaridad No. 127,
diciembre de 1974.
* David Bahen es
doctor en física teórica, astronomía y astrofísica.
Ha sido investigador, ingeniero y profesor en los sectores eléctrico,
petrolero y nuclear, universitario y politécnico. También
militante y exdirigente obrero del STERM, Tendencia Democrática del
SUTERM, y Unión Internacional de Sindicatos de Trabajadores de la
Energía de la Federación Sindical Mundial. Actualmente es
investigador en el campo de la astrofísica y la cosmología, y
participa con el Frente de Trabajadores de la Energía de México y
la Federación Sindical Mundial.
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