Una Contabilidad
perversa
La creación del organismo paraestatal Luz y Fuerza del
Centro (LyFC) marcó la terminación del proceso de
estatización de la Industria Eléctrica Nacional. Con la
estatización de la electricidad, de acuerdo a la Carta Magna, se
establece su propiedad para la Nación, con lo que de hecho
ésta se nacionaliza.
Al crearse este organismo hubo una
profunda transformación cualitativa que consistió en la
desaparición de la última empresa privada de electricidad
(Compañía de Luz y Fuerza del Centro S. A. y Asociadas) y su
substitución por una empresa estatal. Esta empresa estatal (LyFC)
pasó así a formar parte del monopolio estatal de servicio
público de electricidad.
Sin embargo, es necesario recalcar, que
por ser la electricidad un área estratégica, este servicio,
proporcionado de manera exclusiva por el Estado, no constituye un
monopolio (párrafo cuarto del Artículo 28 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos).
El
Sistema Eléctrico Nacional, así formado, es un monopolio natural
que incluye todos los aspectos relativos a las funciones que debe cubrir un
Servicio Público. Y es un Servicio Público, dado que
está abierto indiscriminadamente al uso del público en
general; lo mismo puede solicitar conexión, atención y servicio
del sistema, el más humilde de los habitantes del país que el
más encumbrado potentado, y ambos tienen derecho a esperar igual
atención.
El Sistema Eléctrico Nacional cubre casi la
totalidad del territorio y cubre más del 95% de las necesidades de
México y con las nuevas plantas construidas tiene cubiertas sus
necesidades de generación de varios años, más una
reserva adecuada.
Como Servicio Público Estatal funciona. Las dos
empresas que lo conforman: Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Luz y
Fuerza del Centro (LyFC) reciben anualmente un presupuesto del
Erario Público, calculado con base en estudios realizados por cada una y
acordado luego en "Las Cámaras", con el que cubren sus necesidades de
funcionamiento. Ambas instituciones entregan la totalidad de sus ingresos
a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. De modo que
en realidad ni una ni la otra manejan dinero propio.
El Sistema, en
su conjunto, tiene un arreglo tarifario de excepción, si se le compara
con los equivalentes de otros países. Las tarifas tienen una
visión político-social que contempla en forma
independiente a cada uno de los sectores de la población y procura dar el
servicio eléctrico en las mejores condiciones posibles a cada quien; de
hecho, se tienen uno de los sistemas tarifarios más bajos del
mundo.
El manejo del conjunto es sano. Obtiene beneficios.
Beneficios que están contabilizados bajo el rubro de "aprovechamiento" en
la contabilidad de CFE. Por lo que de ninguna manera se puede hablar de
"subsidios" o "subvenciones" a un sistema que finalmente entrega al
Erario Público más de lo que recibe. Si el
presupuesto anual se ha vuelto "raquítico" y no alcanza - según
afirman los panistas y el Presidente Vicente Fox - es debido a haber pasado a
manos privadas a varios miles de industrias que dejaron de aportar ingresos al
estado, además, claro, del IPAB (FOBAPROA).
La contabilidad de LyFC
está diseñada para que esta paraestatal sea vista con una
óptica "social" a veces y otras con la óptica de la industria
privada, según les conviene. Se debe de cambiar la óptica, el
enfoque, de esta contabilidad para ver la realidad del fenómeno
socio-económico.
El contabilizar una deuda eternamente
creciente de LyFC con CFE dentro de la contabilidad de la primera no
es en estas condiciones más que un mero y vacío juego
contable. No es posible considerar que el Erario Público esté
contabilizando una deuda consigo mismo de una institución
que sólo cuenta con el dinero que él mismo le da para poderle
pagar, y que además tiene una contabilidad diseñada de manera
que siempre aparezca en rojo y con un adeudo que tiende al
infinito, ya que: una empresa, que han dejado con una mínima
participación en la generación de electricidad, debe transferir,
vía pago de la energía, el 91% de lo que recauda - quien sabe como
esperan que funcione con sólo el 9% de sus ingresos para solventar todas
sus necesidades económicas -, y le imponen externamente tanto "los
precios" a los que debe adquirir su materia prima como a los que debe vender su
producto terminado.
En realidad no existe ni puede existir tal
deuda. CFE sólo debe de contabilizar la cantidad de energía
que transfiere, para que ver que se esté trabajando bien, pero
nó medida en dinero. Exactamente como lo hace con sus divisiones. De
realizarse un convenio entre ambas instituciones debe de ser en este
sentido.
Es este juego perverso el que "le permite" a senadores del
PAN presentarse en TV y afirmar que "por cada peso que recauda LyFC tiene que
pagar 12 pesos a los trabajadores", y cosas por el estilo.
La Autonomía de
Gestión
Es este el Sistema (75,000 Km. de líneas de
transmisión en alta tensión, 600,000 Km. de red de
distribución, aérea y subterránea y más de 500
unidades de generación de todo tipo), el que quieren desmembrar,
fracturar, para poder hacer negocios particulares unos cuantos acaudalados, sin
importarles a donde han llevado a las industrias eléctricas estas
privatizaciones y desrregulaciones en otros países. El fracaso
ostensible de estos modelos en Inglaterra, en España, en Uruguay, en
Chile y sobre todo en Argentina , entre otros, la crisis eléctrica
de California que parece querer arrastrar a toda la Unión Americana y
el desplome de la ENRON, la mayor empresa eléctrica del mundo, no
parecen ser lo suficientemente graves a los ojos de el gobierno de Vicente Fox
como para hacerle desistir de su intento.
La Secretaría de
Energía está concediendo permisos de Autogeneración y
Cogeneración para plantas cuyos dueños serán industrias
y municipios (incluyendo municipios, que con el dinero del Erario
Público, del presupuesto, ahora se convierten en "inversionistas"
privados - ¡y eso que no hay dinero del presupuesto para invertir en nuevas
plantas de generación! -) , que para hacer llegar su energía a sus
destinos tienen que utilizar todo el Sistema Nacional, al grado de
que su planta puede o nó estar funcionando o inclusive dejar de
existir, y de todas maneras las industrias "autoabastecidas" siguen recibiendo
el fluido eléctrico; - y descaradamente dicen que no se trata de
"servicio público" -; y esta planta después la venden a las
grandes empresas internacionales de electricidad, consumando así la
fractura y privatización paulatina del sistema.
Ahora
se pone de moda la "Autonomía de Gestión". Cada
día un nuevo modo de tratar de disfrazar la privatización.
Aún cuando la ley contempla este término, lo hace dentro del marco
de regulación de las empresas paraestatales, en donde autoriza cierta
libertad para ejercer su presupuesto, siempre de acuerdo a los principios de la
administración por objetivos y siguiendo los planes y normas que el
Estado les establece para su administración; muy diferente a lo que el
secretario de energía pretende hacer ahora con CFE y LyFC, que es una
"Autonomía" financiera, administrativa, tarifaria, en las compras, etc.,
- una auténtica "desregulación", similar a la de la crisis
californiana -; que consiste en que una empresa estatal ya no dependa del Erario
Público, con lo que se comportará como empresa privada,
privilegiando la ganancia sobre el servicio al público, siempre en busca
de financiamiento, buscando imponer las tarifas más altas posibles y el
menor gasto, aún con detrimento de la calidad del servicio o
afectación a las conquistas laborales, etc.
Sencillamente, al retirar
el presupuesto a a CFE y LyFC, ésta quedaría
automáticamente en quiebra, ya sea que le dejen o le
quiten su deuda con CFE, PUES ES UNA EMPRESA DEPENDIENTE, QUE NO GENERA LA
ENERGÍA QUE DISTRIBUYE y a la que se le imponen exteriormente tanto los
precios a los que debe de adquirirla como los precios a los que la debe de
vender, con lo que la pueden mostrar boyante o quebrada, según quieran,
ya que se encuentra en una dependencia permanente de los generadores -
aún cuando se le permitiera invertir en plantas generadoras no cuenta con
capital ni fuentes de financiamiento propias y tendría que recurrir, otra
vez, a la iniciativa privada -, lo que se aprecia en su contabilidad,
diseñada además de manera perversa para hacerla ver siempre
quebrada, ya que al nacionalizarse no fue modificada.
Lo realmente sensato, lo racional, debe de ser una política
de fortalecimiento de nuestro sistema actual; analizando conjuntamente
trabajadores y administradores, en cada una de las secciones y departamentos que
componen a CFE y LyFC.
Analizando desde la ubicación hasta la
existencia misma de todas las secciones, contemplándolas como parte de un
todo, que es el monopolio nacional; revisando sus funciones y ubicándolas
de manera natural dentro del proceso general de producción.
Revisando todos los procesos necesarios para cumplir con objetivos
previamente explicitados: los procedimientos administrativos, los métodos
de trabajo, la comunicación entre ellos, la distribución de las
cargas de trabajo, la seguridad de los trabajadores, etc. sin tomar en
cuenta organizaciones importadas que puede ser o nó que funcionen en otro
lado, pero que no están diseñadas para nuestras necesidades y
que está tomando una gran cantidad de energía humana y capital de
manera completamente innecesaria para adaptarlas a nuestro medio; eso sin tomar
en cuenta la gran cantidad de personal contratado para labores administrativas,
principalmente de supervisión, sin una justificación real y
cuyos altos salarios gravitan como sobrepeso sobre los presupuestos de ambas
instituciones.
Lo correcto es, también, terminar con la
corrupción en las altas capas de administración. Terminar con el
amiguismo y contratismo que encarece la gestión, baja su calidad, roba la
materia de trabajo del SME y del SUTERM y solamente hace ricos a unos cuantos
que vienen a lucrar con el Sector Eléctrico Nacional, como lo
venían haciendo ya en otros sectores de la administración
pública.
Y no es que no se tengan problemas internos tanto
técnicos como entre los trabajadores y malas actitudes de trabajo, que
también deben de ser resueltos, pero también es cierto que
proporcionalmente tienen mucho menor peso, aunque haya la intención
maléfica de magnificarlos.
Se debe de analizar así al Sistema
Nacional, verdadera voluntad de avanzar y resolver su situación tomando
prioritariamente lo más conveniente para toda la sociedad, para la
Nación, por encima de las posibles oportunidades de "hacer negocios
particulares" con lo que realmente pertenece a todos. La lucha no puede
detenerse. ¡Adelante compañeros!