Volumen 10, Número 155, marzo 18 de 2010 |
La expropiación de la industria petrolera y la
nacionalización de la industria eléctrica, son dos hechos
políticos de la mayor relevancia en los últimos cien años.
Ambos, fueron conquistas del pueblo de México movilizado en grandes
jornadas de lucha. Hoy, sin embargo, las dos industrias fundamentales de la
nación están desnaturalizadas, consecuencia de severos procesos de
privatización furtiva.
La privatización energética
en México fue establecida por el Tratado de Libre Comercio (TLC) con
Norteamérica, en torno al cual, fue ajustada la legislación
secundaria en abierta contravención a las disposiciones constitucionales.
Las reformas regresivas de 1992 a la Ley del Servicio Público de
Energía Eléctrica, y de 1995 a la Ley Reglamentaria del
Artículo 27 Constitucional en el Ramo del Petróleo, fueron la base
para desnacionalizar a las industrias eléctrica y petrolera.
Con
la contra-reforma energética de 2008, aprobada por todos los partidos
políticos, la situación se tornó peor al haberse aprobado
la privatización de todas las fuentes de energía, renovables y no
renovables.
Durante el debate de 2008, el gobierno y partidos
políticos aseguraron mediáticamente que no habría contratos
de riesgo, luego, llamados contratos incentivados. En la Ley Petrolera y en la
Ley de Pemex, sin embargo, se autorizó el otorgamiento de todo tipo de
contratos, en contra de lo dispuesto por la Constitución.
De
entonces a la fecha, se ha venido instrumentando la contra-reforma. Los
reglamentos a las leyes secundarias reformadas son igualmente inconstitucionales
y privatizadores. A estos se adicionan las recientes nuevas reglas para la
contratación en Pemex, mismas que hacen reaparecer a los
inconstitucionales contratos incentivados, que serían otorgados sin
licitación, es decir, por invitación y/o adjudicación
directa.
Pemex sigue siendo el soporte básico de la
economía nacional y la empresa más rentable de México pero,
la administración en turno pretende concluir su destrucción,
impulsando la reestructuración interna recomendada por el capital
extranjero para entregar el patrimonio nacional a las corporaciones, vía
las alianzas que permitan compartir la producción. Para ello, promueven
una nueva oleada de reformas privatizadoras.
A la fecha se han otorgado
diversos contratos para la exploración petrolera sin que se haya
revertido la tendencia declinante en la producción y sin que se hayan
realizado descubrimientos relevantes.
En el caso eléctrico, la
situación del momento muestra que la mitad de la generación
eléctrica total a nivel nacional ya es privada y los planes
próximos indican que se avanza con el proceso desnacionalizador. La
extinción de Luz y Fuerza del Centro se caracteriza por la
agresión estatal al Sindicato Mexicano de Electricistas enturbiando la
integración de la industria eléctrica nacionalizada. En cuanto a
las energías renovables, su privatización tiende a ser acelerada,
lo mismo que la infraestructura pública de las
telecomunicaciones.
Para continuar el análisis, el FTE de
México invita a los trabajadores y pueblo en general a participar
activamente en el XIV Foro de Energía, a realizarse el 18 de marzo de
2009, en el marco del 72 aniversario de la Expropiación
Petrolera.
¡Venceremos!
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