Volumen 10, Número 151, enero 30 de 2010 |
Propuesta incorrecta e inviable
La solución al conflicto electricista,
consecuencia del decreto del gobierno federal para la extinción de Luz y
Fuerza del Centro (LFC) NO consiste en crear otra entidad separada de la
industria eléctrica nacionalizada sino en la INTEGRACION de la misma con
base en una Política Eléctrica Independiente que incluya los
derechos laborales y los de la nación.
Necesaria política eléctrica independiente
Con relación
a los acontecimientos recientes, cuando fuertes vientos afectaron varias
líneas eléctricas en algunas partes de la capital mexicana y con
ello al servicio público energía eléctrica, La Jornada, en
su editorial del 20 de enero de 2010 señaló:
“Ante
estas consideraciones, es imperativo que el Ejecutivo federal cobre conciencia
de las implicaciones sociales y económicas de su actual cruzada
antisindical y de su empeño por satisfacer los apetitos privatizadores
-incluso por encima de los intereses de la nación-, y reconozca la
procedencia de revertir el decreto presidencial emitido el pasado 11 de octubre,
en el entendido de que sin LFC (sic) y sin sus trabajadores difícilmente
se podrá impedir la redición de escenarios como los que se
vivieron en días recientes en el valle de México”.
Lo
indicado implica debilidad en el análisis pues la situación NO
indica que existan condiciones políticas para “revertir” el
decreto expedido por el “Ejecutivo Federal”, es decir, Felipe
Calderón, de manera unilateral. Primero, porque los legisladores se
negaron a utilizar el recurso de Controversia constitucional e interponerlo ante
la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Segundo, porque la
vía jurídica basada en “amparos” ha fracasado, la juez
federal encargada del asunto rechazó otorgar la “suspensión
definitiva”, la actual revisión a cargo del Tribunal Colegiado de
Circuito es muy incierta y la eventual atracción del caso por la SCJN
más aún.
Es cierto que el ventarrón afectó a
miles de usuarios en el valle de México y que la respuesta de la
Comisión Federal de Electricidad (CFE), no obstante que logró
restablecer el servicio relativamente rápido, no fue la adecuada. La
principal crítica correcta es la indebida utilización de
contratistas, lacra que ha corroído a la paraestatal desde hace
años.
La alternativa correcta consiste en realizar TODAS las
actividades del proceso de trabajo eléctrico, a nivel nacional, por
administración directa. La CFE incurre en evidentes violaciones
constitucionales. Pero señalar que, “sin LFC”
difícilmente se podrá impedir la redición de escenarios
similares es mantener el análisis en la superficialidad. El fondo es otro
y consiste en la observancia de una política eléctrica
nacionalizadora que rebasa el ámbito de LFC cuya extinción parece
notoriamente irreversible.
Propuesta borrosa, confusa y errónea
El mencionado editorial señala que
“es necesario, por último, ante la cerrazón y la
insensibilidad exhibidas por el grupo en el poder, que las autoridades del
Distrito Federal y los estados de México, Hidalgo, Puebla y Morelos -es
decir, las entidades donde operaba LFC- se planteen y analicen crear una entidad
generadora y distribuidora de energía eléctrica que pueda atender
a los habitantes de la zona centro del país, y garantizar la viabilidad
social y económica de la región. Si los gobiernos federales no han
tenido empacho en poner en manos privadas buena parte de la generación
-y, ahora, de la distribución- de electricidad, a contrapelo del
artículo 27 constitucional, no debería haber obstáculos
legales para que los gobiernos de las entidades referidas, en tanto que
integrantes del Estado, creen organismos paraestatales que proporcionen este
servicio esencial a su población”.
La
“propuesta” de La Jornada es a todas luces superficial, improvisada,
irreal, inviable y, sobre todo, políticamente errónea, formulada
en abstracción de la historia, los antecedentes previos, la
nacionalización eléctrica, las características de la propia
industria y el interés de la nación.
1- Que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal (GDF), y los
estados de México, Hidalgo, Puebla y Morelos. es decir, la zona de
influencia “donde operaba” (sic) LFC, “se planteen y analicen
crear una entidad generadora y distribuidora de energía
eléctrica” es, en el mejor de los casos, solamente un buen deseo
formulado improvisadamente. ¿Qué tipo de “entidad”
sería ésa? ¿Un organismo público descentralizado? No,
la creación de ese tipo de organismos no es facultad de los estados.
¿Sería una empresa regional o municipal? Tampoco, la iniciativa
sería grotesca. ¿Se trataría de una empresa pública,
privada o de capital mixto? La política seguida por el GDF y los estados
vecinos no es precisamente nacionalizadora sino a la inversa, es decir,
privatizadora. El caso reciente más notorio está con el servicio
público del agua potable, el energético vital, que está
siendo entregado crecientemente a las transnacionales francesas y
españolas.
2- El tipo de “empresa” que se crearía adolece de una
seria desventaja. Si se propone como “generadora”, es a todas luces
inviable. ¿Cuál o cuáles serían las fuentes primarias?
¿Habría centrales generadoras a base de fuentes renovables o no
renovables? Centrales hidroeléctricas no serían posibles porque no
existen fuentes apropiadas para el suministro de agua. A base de viento,
tampoco, porque la zona no es suficientemente adecuada. ¿Qué otra
fuente renovable? ¿El Sol, las mareas, las olas del mar, la geotermia? Esas
fuentes ni siquiera están desarrolladas en México. Entonces,
¿serían a base de hidrocarburos, tal vez, gas natural? Tales fuentes
son altamente contaminantes e inconvenientes para la región central del
país habida cuenta que se trata de una zona densamente poblada que tiene
enormes problemas de contaminación ambiental. Si no es posible la
generación en la región, entonces, ¿se compraría la
energía (en bloque) a la CFE o a las transnacionales para
únicamente distribuirla? Eso sería repetir la nefasta experiencia
de LFC.
3- En cualquier caso, ¿el GDF y los gobiernos de los estados vecinos,
disponen de suficientes recursos disponibles para financiar y sostener a una
empresa eléctrica? ¡No! El GDF y el gobierno del Estado de
México son muy fuertes pero con tantos problemas por atender,
cuestión que cumplen parcialmente, que no tendrían manera de
suministrar los recursos que se necesitan. Menos, en el caso de que la tal
empresa tuviera que comprar la energía que distribuiría.
4- Por lo demás, el GDF y los gobiernos de los estados vecinos,
¿tienen facultades para “crear, generar, transportar, distribuir y
comercializar la energía eléctrica con propósitos del
servicio público? ¡No! Peor aún, esos gobiernos son
explícitamente privatizadores al apoyar la creación y
operación de empresas eléctricas privadas al margen de las
disposiciones constitucionales. En todos los casos, participan de la
privatización eléctrica furtiva porque en sus regiones de
influencia, avalan la distribución y comercialización de los
generadores privados, sea instalados en sus territorios o en lugares remotos. Si
porque las transnacionales han violado reiteradamente la Constitución en
materia eléctrica “no debiera haber obstáculos
legales” para crear organismos paraestatales, los analistas de La Jornada
que escribieron el editorial de marras sugieren que se siga violando la
Constitución.
5- La violación constitucional es evidente porque el párrafo
sexto del artículo 27 constitucional no le otorga la facultad de
proporcionar el servicio público de energía eléctrica a
ningún organismo local, se trata de una disposición de alcance
nacional a cargo exclusivo del Estado mexicano.
Integrar el proceso de trabajo eléctrico, no fragmentarlo
Los editorialistas de La Jornada
obnubilan el escenario público con una propuesta borrosa carente de
fundamentos técnicos, constitucionales e históricos.
1- El dominio sobre los energéticos, primarios y secundarios,
corresponde a la nación y no a ningún gobierno local. El proceso
de trabajo eléctrico, es decir, el conjunto de actividades necesarias
para el cumplimiento de las funciones constitucionales estratégicas NO se
debe seguir fragmentando. En México hubo una nacionalización
eléctrica (1960) que superó al viejo escenario privado basado,
precisamente, en la fragmentación del proceso de trabajo. Eso mismo es lo
que está ocurriendo con la privatización furtiva de la
generación eléctrica. De manera que la propuesta de La Jornada es
conceptual, técnica e históricamente errónea.
2- Consecuencia de la nacionalización, una de las dos conclusiones
certeras de los electricistas democráticos fue la Integración de
la industria eléctrica nacionalizada, la otra, fue la unidad sindical a
nivel nacional. No obstante la represión político-militar de 1976
a la Tendencia Democrática del SUTERM, a ese momento habíamos
logrado la casi total interconexión del Sistema Eléctrico Nacional
(SEN). Pero se interrumpió la necesaria integración industrial y
la unidad sindical, cuestiones aún inconclusas pero vigentes.
3- Al calor de la lucha de la Tendencia Democrática, en 1975,
logramos la Primera Ley del Servicio Público de Energía
Eléctrica (LSPEE), la que afirmó a la nacionalización y al
concepto de servicio público de energía eléctrica. En esa
Ley se indica que estas facultades serán realizadas en todo el
país por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la entidad
paraestatal creada en 1937 que, en 1960, asumió la responsabilidad de las
anteriores empresas extranjeras bajo la figura de patrón sustituto de los
electricistas, excepto la región central a cargo de las
“compañías” en liquidación.
4- A fecha, el SEN está interconectado en su totalidad, incluyendo
la región central, existe un solo Sistema Interconectado Nacional (SIN),
como corresponde a la existencia de una sola industria y un solo proceso de
trabajo eléctrico a nivel nacional. Proponer el fraccionamiento, como lo
hizo Salinas de Gortari en 1994 al crear a LFC con base en una
legislación anticonstitucional, resultado de las reformas regresivas de
1992 a la LSPEE en congruencia “textual” con el Anexo 602.3 del
Tratado de Libre Comercio (TLC) con Norteamérica, no solo es una
propuesta equivocada sino antinacional y técnicamente errónea en
el marco del escenario privatizador basado, precisamente, en la
fragmentación del proceso de trabajo energético.
5- La alternativa correcta, por razones constitucionales, técnicas,
históricas, laborales y sociales, es la INTEGRACION de la industria
eléctrica nacionalizada, hoy sometida a un severo proceso de
privatización furtiva que alcanza ya el 49% de la capacidad de
generación eléctrica total a nivel nacional. Como parte de este
proceso, la región de influencia de LFC debe constituirse en la
División Centro de la CFE, misma que por Ley está obligada a
asumir la figura de patrón sustituto para TODOS los electricistas del
SME.
En suma, el editorial de La Jornada expresa una propuesta
borrosa contraria al interés de la nación, no explica el fondo del
problema y contribuye a la confusión.
2010 elektron 10 (27)
1-4, 27 ene 2010.
Integrar a la industria eléctrica nacionalizada, propuesta histórica de los
electricistas
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