Golpe desesperado
Artículo del licenciado Manuel
Bartlett sobre el conflicto en Luz y Fuerza del
Centro.
Manuel Bartlett Díaz
Golpe desesperado
22 de octubre de 2009
Felipe Calderón perpetró un golpe de
Estado al decretar la desaparición de Luz y Fuerza, la liquidación
de 44 mil trabajadores y de su sindicato (SME). No puede, legalmente, alegando
procedimientos administrativos, desaparecer una empresa pública
estratégica, anular relaciones de trabajo ni disolver un sindicato. Viola
la Constitución, leyes administrativas, laborales y el Convenio 86 sobre
libertad sindical, suscrito por México con la OIT. Bobbio define el golpe
de Estado como una acción del “soberano” para reforzar su
poder, sorpresiva para impedir toda defensa, usando los instrumentos del Estado,
burocráticos y policiacos. Acciones recurrentes —nos dice—
para eliminar adversarios. Larousse lo llama violación deliberada, por un
gobierno, de formas constitucionales. The Economist escribe: la ocupación
de LyFC parece un “golpe” del señor Calderón, temiendo
sea un acto aislado porque otros sindicatos merecedores son sus aliados.
Calderón aplicó el manual.
Sorpresivamente, en la noche, aprovechando el futbol, con todo el apartado del
Estado: las secretarías del Trabajo, Hacienda, Gobernación y la
policía que ocupó las instalaciones. Aplicó su experiencia
manipuladora, las televisoras y otros medios soltaron a sus agentes linchadores.
Repiten consignas: orientándose más que a la empresa a los
trabajadores “abusivos”, “privilegiados”, a su
“infame sindicato”.
Como medida de salud pública, lo
políticamente correcto es asentir, de preferencia justificar. Opera en
contubernio con los partidos, Beltrones y Labastida, patéticos; Beatriz
Paredes, ni pío, luchadora social distraída. La izquierda
colaboracionista recomienda negociar aunque sea para efectos mediáticos
favorables al golpe. El secretario Lozano afina el golpe, detiene la “toma
de nota” que sólo le faculta a enterarse, no a calificar la
elección, y dejó, en su afán democrático,
inconstitucionalmente al sindicato sin cabeza ni recursos. El secretario
Gómez Mont amenaza, engola la voz, todo el peso de la ley a los
radicales, golpista aprendiz.
Un decreto de cuatro hojas contradictorio y mendaz es la
sentencia. Fundada en un estudio oculto de una comisión de Hacienda, que
resuelve: LyFC no cumple su objetivo; soporta un déficit de 40 mmdp por
pérdidas, o sea, robo de energía de empresas detectables por 11
mmdp; pérdidas económicas por 18 mmdp; no genera, sólo
compra la energía a CFE y la revende a precios más bajos por
tarifas fijadas por Hacienda. Calderón acusa que se perdieron 100 mil
empleos por culpa de LyFC que, de ser cierto, sería por falta de
inversión. La argumentación lleva directamente a exigir
responsabilidades a la administración que no aparece por ningún
lado, a la Secretaría de Energía y al propio Calderón.
Desde luego existen graves situaciones de
improductividad, de inflexibilidades contractuales, mas no están en el
decreto, pero sí, en la retahíla de comentarios descalificadores.
Es inocultable, se actuó contra el sindicato y
sus trabajadores, para eliminar un obstáculo a la privatización
que Calderón impone inconstitucionalmente, clásico golpe de
Estado. En el afán entreguista, eliminar al SME es clave.
El objetivo usual del golpe de Estado
—según Bobbio, fortalecer el poder del golpista— está
claro en la decisión de Calderón. El coro adulador lo destaca:
Calderón es valiente, nadie se había atrevido, se
fortaleció ante el mundo, recuperó estatura. La verdad es
contraria, es un golpe desesperado más que valentía, de
inseguridad ante una Presidencia en el desastre político y
económico. Es y será pérdida de legitimidad inobjetable.
Entra el Presidente al grupo selecto de “valientes”, como Salinas
que descabezó al sindicato petrolero, amparado en el Ejército,
encarcelando dirigentes para convertirlo en instrumento dócil para la
desnacionalización.
mbartlett_diaz@hotmail.com
Fuente:
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/46043.html
[2009, elektron 9 (272) 1-2, 24 oct 2009].
Petroleros del IMP en resistencia solidaria