6- El tiempo
El transcurrir del tiempo en Mesoamérica fue registrado en calendarios
excepcionales. El ciclo de 260 días en que se basan y los valores enteros
de los ciclos planetarios que los estructuran son únicos y originales.
Los ciclos y sus correlaciones periódicas para ajustarlos a la
duración fraccionaria de los movimientos reales de los astros son la
síntesis del conocimiento astronómico mesoamericano cuya
precisión es comparable a los valores actuales. El calendario de 260
días es uno solo en Mesoamérica y originario de esta
región.
6.1 El calendario
Las inscripciones cronológicas de los mayas
implican el conocimiento y la adoración de los ciclos del tiempo, los
cuales marcan, a su vez, los grandes capítulos en la que se concibe como
una historia cósmica cuya esencia es el tiempo (León-Portilla
2002). Con algunas variantes, se considera que el calendario de
Mesoamérica fue uno solo y surgió durante el segundo milenio a.C.
(Tena 2000).
El eje de la cosmogonía maya fue la conciencia de la
temporalidad. El tiempo era concebido como el eterno dinamismo del espacio. La
idea del tiempo derivaba del movimiento del Sol, “pensado como un
tránsito regular alrededor de la Tierra, que determina los ciclos de la
naturaleza; es por ello que el tiempo es un transcurrir cíclico en donde
todos los cambios, incluidos los del hombre, siguen esa ley estable del
movimiento del gran astro” (De la Garza 2002).
Los cómputos
calendáricos mesoamericanos eran más precisos que los europeos en
el momento de la conquista. Las diferentes formas de calendario están
estructuradas a partir de los valores del años: 360, 364 y 365
días, combinados con el número 20 y los valores enteros del
período sinódico de Venus que utilizaban: 584 y 585 días
(Maupomé 1986). Los mayas conocían los valores reales
fraccionarios del año trópico (365.2422 días) y el
período sinódico de Venus (583.92 días).
El
período sideral de Venus, tomado como 224 ó 225 días, se
encuentra implícito en la relación
13:8:5
13×225 = 5×585
8×365 = 5×584
8×364 = 13×224
y da origen al período de 8 años, una de las unidades fundamentales en las que se
dividía el tiempo, que relaciona los números 13, 8 y 5, todos de
gran importancia (Maupomé 1986).
El tiempo es un tema central del
pensamiento mesoamericano. Coatl quiere decir también tiempo, el
símbolo de Tlillan Tlapallan, la región del rojo y el negro, el
oriente, es una cabeza de Cóatl. Según Robelo (1910), el
calendario nació en Coatlán, Morelos.
El tiempo fue
registrado en códices, monumentos y templos. La escalinata de la
pirámide Kukulcán, en Chichén-Itzá, tiene 91
peldaños cada una, con pasamanos que terminan en una cabeza de serpiente,
orientada hacia los cuatro puntos cardinales. La pirámide tiene 9
terrazas separadas en dos partes, los 18 meses del año, y en las 4
fachadas hay 52 paneles, los años del siglo antiguo (Rodríguez
1975).
Quetzalcóatl es el centro del pensamiento mesoamericano, la
unión de lo divino y lo humano, el espíritu y la materia. En la
pirámide de Chichén-Itza, Quetzalcóatl-Kukulcán
desciende a la Tierra en el efecto de luz mostrado en una de las escalinatas de
la pirámide durante los equinoccios.
Las correcciones que se
aplican al calendario maya para ajustarlo periódicamente a la
duración real de los movimientos del Sol lo hacen un diezmilésimo
más exacto que el calendario Gregoriano actual, propuesto hace más
de 400 años. Varios antropólogos han señalado que “en
el calendario nunca han ocurrido faltas de continuidad” y que las
correcciones se hacían automáticamente, con base en las
instrucciones que se dan en la página introductoria del
«Códice de Dresde». Castellanos (1912) señala que
“en cada trecena de ciclos se mueve un ciclo de 52 años (una Rueda
del Calendario) siguiendo por su orden riguroso; en 13520 años ni uno
solo año se ha equivocado”.
Entre los mayas
existía el Tzolkin, la llamada «Cuenta de los días» que
tenía 260 días. La «Cuenta de los años», llamada
“Haab” entre los mayas tenía 360 días. Esta cuenta se
dividía en 18 meses de 20 días cada uno y, al final, se
añadían 5 días aciagos, llamados “nemontemi” o
“uayeb” entre los mayas.
El calendario mesoamericano es la
combinación de 2 ciclos, el de 360 días y el de 365 días,
para formar el período de 52 años, la “Rueda del
Calendario”.
Número de
día |
Nombre |
1 |
Imix |
2 |
Ik |
3 |
Akbal |
4 |
Kan |
5 |
Chicchan |
6 |
Cimi |
7 |
Manik |
8 |
Lamat |
9 |
Muluc |
10 |
Oc |
11 |
Chuen |
12 |
Eb |
13 |
Ben |
14 |
Ix |
15 |
Men |
16 |
Cib |
17 |
Caban |
18 |
Etznab |
19 |
Cauac |
20 |
Ahau |
Número de mes |
Nombre |
0 |
Pop |
1 |
Uo |
2 |
Zip |
3 |
Zotz |
4 |
Zec |
5 |
Xul |
6 |
Yaxkin |
7 |
Mol |
8 |
Chen |
9 |
Yax |
10 |
Zac |
11 |
Ceh |
12 |
Mac |
13 |
Kankin |
14 |
Muan |
15 |
Pax |
16 |
Kayab |
17 |
Cumku |
18 |
Uayeb |
Fuente:
www.cervantesvirtual.com/historia/TH/cosmogonia_maya.shtm
Cada posición calendárica tiene su nombre: “kin” para los
días, “uayeb” para los meses, “tun” para los
años, “katún” para veinte años de 360
días cada uno. Los mismos 20 jeroglíficos de los días
integran el calendario sagrado de 260 días, el año de 365
días y el ciclo de 52 años.
Los 20 días se
transforman, mediante 13 números, en el calendario de 260 días (13
meses de 20 días cada uno). El 13 es divisor de algunos de los valores
que se utilizaban para los períodos sinódicos de los planetas: 117
(Mercurio), 585 (Venus), 780 (Marte), 377 (Saturno). El número 13 divide
a 364 días, a los 52 años y los 104 años, también es
divisor de períodos de eclipses, de los valores de la lunación y
de períodos siderales de la Luna y Venus (Maupomé 1986).
El
año de 260 días tiene coincidencia con las fases de Venus, cada
instante cifrado del año solar coincide con los instantes de Venus
(Sejourné 1981). El calendario anual tiene como eje al Sol, el de 260
días al hombre.
Los años eran nombrados por 4 de los 20
signos de los días.
Rueda calendárica del tiempo
Disco de Chinkultic
6.2 El juego de pelota
En la historia mesoamericana el juego de pelota tuvo un
papel relevante por motivos rituales, políticos o probablemente
económicos. Su origen es muy antiguo y se han descubierto más de
1500 canchas en 1250 sitios. En 1995, en Paso de la Amada, Chiapas, se
descubrió una cancha de 80 m. de largo y 35 de alto. Su fecha de
construcción se estima entre los años 1400 y 1250 a.C.
En
la escalera jeroglífica 2 del edificio 33 de Yaxchilán, Chiapas,
se representan las ceremonias y ritos políticos relativos al juego. Este
tenía reglas. Con respecto a su simbolismo existen varias
interpretaciones (Taladoire 2000). Se considera al juego como la lucha de
contrarios, la fertilidad y el sostenimiento del cosmos. Pero en la
cerámica aparecen animales y plantas.
La cancha del juego de
pelota es un acceso al inframundo y al mismo tiempo un conducto para el
nacimiento del Sol todos los días. El cosmos y las profundidades de la
tierra formaban un concepto dual (Uriarte 2000). La representación de las
escaleras alude a las que utilizaron los gemelos creadores, mencionados en el
«Popol Vuh»,
para descender al inframundo. El juego implica, entonces, la posibilidad del
renacimiento: el Sol y las estrellas descienden al inframundo pero vuelven a
salir. El símbolo de la pelota significaría el movimiento surgido
en la unidad de los opuestos.
La cancha de Chichén Itzá se
considera que fue construida en el año 900 d.C. En las banquetas de las
estructuras se muestra se muestran escenas que se repiten seis veces (tres cada
lado). Los marcadores del juego se aprecian a una altura apreciable y tienen la
forma de dos serpientes emplumadas entrelazadas que convierten a los anillos en
portales hacia el inframundo. Pareciera que los ojos de las serpientes son como
humanos y están “mirando” funcionando como espejos y
estandartes de la batalla (Velázquez 2000).
Las escenas que se ven
en el Templo de los Jaguares, en Chichén Itzá, dan la idea de que
el juego es una batalla por la supervivencia y el renacimiento de la vida.
Existen interpretaciones del juego de pelota como un asunto muy serio ligado a
la guerra. En el disco de Chinkultic (590 d.C.) se reproduce el mito en que
Xbalanqué, uno de los héroes gemelos mayas, juega contra los
señores de Xibalbá, usando como pelota la cabeza de
Huanahpú
6.3 La escritura maya
Ningún otro pueblo mesoamericano produjo tantos textos
como los mayas, expresados en las inscripciones plasmadas en piedra, pintura,
cerámica y códices (Stuart 2001). De esta manera se han podido
conocer fechas calendáricas, nombres de gobernantes, glifos
emblemáticos de sitios, hechos trascendentales y cotidianos. Una de las
inscripciones muy conocidas está en el tablero del Templo de la Cruz de
Palenque. Pero también son importantes la Estela A de Copán y
muchas otras.
6.4 La Cuenta Larga
Entre los mayas existía la «Cuenta Larga»
que era el recuento ininterrumpido del transcurso de los días, es un
sistema de referencia que permite adentrase en el tiempo hacia el pasado y el
futuro (Thompson 1959). Las fechas más antiguas se remontan a miles de
años antes de nuestra era y, algunos cálculos, abarcan millones de
años.
En Quirigúa, en Piedras Negras y en Palenque
está registrada la fecha 13.0.0.0.0, 4 Ahaw, 8 Cumkú, que es el
principio de la actual era, precedida por otras cuatro edades que terminaron en
la "fecha inicial” de la actual quinta edad. El número 13.0.0.0.0
es un lapso de 1,872,000 días. En una correlación con el
calendario gregoriano, a través de la constante GMT igual a 584,284
días, realizada por Goodman (1905), Martínez (1926), Teeple (1931)
y Thompson (1959) se encuentra que la fecha 13.0.0.0.0, 4 Ahaw, 8 Cumkú
corresponde al 12 de agosto del año 3113 a.C.
Esta es la fecha
“inicial” más aceptada aunque otros investigadores la
sitúan en otros momentos, p.e., el 13 de agosto de 3114. En el tablero
del Templo de la Cruz de Palenque aparecen las fechas correspondientes al 16 de
junio de 3122 a.C. y al 5 de febrero de 3122 a.C.
La fecha 13.0.0.0.0 se
escribe también como 0.0.0.0.0, ya que, el cero maya es también
símbolo de acabamiento.
La Quinta era Maya, entonces,
empezó el 13.0.0.0.0, 4 Ahaw 8 Cumkú, como lo muestra la Estela C
de Quiriguá, Guatemala.
6.5 El regreso de Quetzalcóatl-Kukulcán
Quetzalcóatl fue
“estimado y tenido por dios”. Tezcatlipoca lo obligó a salir
de Tula. En algunas versiones se dice que le dieron pulque y lo embriagaron, en
otras, que fue vencido en un juego de pelota. Luego, Quetzalcóatl se
dirigió hacia el mar, a la dirección de Sol, en el oriente, al
lugar del Tlillan Tlapalan. Dicen que en es lugar se quemó, entró
en el cielo y se convirtió en Venus, la “estrella” que sale
al amanecer.
Quetzalcóatl reinaba en Tula (el poniente) y
empezó su viaje al Sol (el oriente). En este aspecto simboliza a Venus
vespertino. Pero tiene el doble papel de estrella de la tarde y estrella de la
mañana. Iwaniszewski (1986) interpreta que Quetzalcóatl tiene el
papel de Venus antes de la conjunción inferior y después. Primero,
en el cielo de la tarde, se puede observar al planeta como un cuerpo celeste muy
brillante. Luego su brillantez aumenta. El planeta se acerca al Sol, pierde su
brillantez y desaparece. Venus no es visible visto desde la Tierra porque pasa
sobre el Sol. Después de 8 días se vuelve a ver pero ahora en el
oriente.
Podría decirse que el Sol quemó al planeta para
que apareciera en el cielo matutino. Entonces, el poder de Quetzalcóatl
referido a la brillantez del astro va aumentando gradualmente en el cielo
vespertino. La debilidad se refiere a la disminución del brillo del
planeta. El acto de quemarse en el país de los muertos se refiere a la
conjunción del Sol y de Venus.
En cuanto al pulque, este se
relaciona con la Luna. Quetzalcóatl tomó el pulque cuando en el
cielo se observó la Luna creciente. Tezcatlipoca también se
relaciona con la Luna creciente en el cielo vespertino. Esta debilitó al
astro que se movió hacia el Sol convirtiéndose en Venus
matutino.
Por mucho tiempo ha persistido entre los mexicanos la idea del
regreso de Quetzalcóatl. Este convertido en Kukulcán desciende en
la pirámide de Chichén Itza durante los equinoccios. Conforme se
mueve la Tierra sobre su eje y alrededor del Sol, la luz de éste proyecta
una sombra sobre la escalinata de la pirámide que produce el efecto de
“una serpiente de luz” que desciende. Kukulcán baja del cielo
y se humaniza en la tierra, luego desaparece en el inframundo para volver a
ascender después del otro lado del Sol.
Cúmulo estelar Las Pléyades
Quetzalcóatl-Kukulcán regresará en una nueva fase
de la Cuenta Larga. Será el 22 de diciembre de 2012, a las 0:00 hs. Esa
vez, nuevamente, Las Pléyades cruzarán el cenit, de eso no hay
duda, y se iniciará una nueva era. No habrá fin del mundo ni
profecía alguna, será el momento de un «Comenzar de
Nuevo» que debe servir para transformar a nuestra conciencia, a la
naturaleza y a la sociedad.
Sabio Quetzalcóatl, valeroso
Kukulcán o Gugumatz, abanícanos suavemente con tus plumas para que
seamos un huracán en las batallas.
Epílogo
La civilización maya realizó grandes y amplias aportaciones en el
arte, la escritura, las matemáticas y la astronomía. Para su
época los logros alcanzados fueron sobresalientes. Tal vez lo más
importante fue la invención y aplicación posicional del cero;
también las observaciones astronómicas sistemáticas y la
medición del tiempo, la precisión del calendario y el concepto de
finitud del mundo. Pero no conocemos todo, todavía nos falta saber
más de nuestra propia
historia.
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