1. Introducción
1.1 Civilización maya
Los orígenes de los mayas no se
conocen como tampoco las razones de su colapso y desaparición. La
civilización maya se desarrolló en el área
geográfica que va del río Grijalva, en Tabasco (México),
hasta el río Ulúa en Honduras y el río Lempa, en El
Salvador.
Para el estudio de las culturas mesoamericanas se consideran
tres grandes períodos: el Preclásico (1,200 a.C. a 100 d.C.),
Clásico (250 a 900 d.C.) y Posclásico (1,000 a 1,524 d.C.). No se
disponen de suficientes fuentes escritas, el conocimiento lo ha aportado la
arqueología. Los textos mayas, esculpidos o pintados, que refieren
acontecimientos cronológicos, astronómicos e históricos,
están descritos en glifos que aún no han sido
descifrados.
En el período Clásico se produjo un arte
plástico extraordinario con notable variedad de estilos originales en
cada región. Los grupos mayas del área central alcanzaron la
cúspide intelectual de Mesoamérica al desarrollar una compleja
escritura, una matemática excepcional entre las culturas antiguas del
mundo, un extraordinario sistema de cómputo del tiempo, notables
conocimientos astronómicos y una historiografía que revela su
profunda conciencia histórica.
Entre los múltiples sitios
que florecieron en el periodo Clásico destacan; en el centro del
área maya, ciudades de la región de El Petén, como Tikal,
Uaxactún, Río Azul y Calakmul; en la cuenca del río
Usumacinta floreció Palenque, Toniná, Yaxchilán, Piedras
Negras y Bonampak; en la cuenca del río Motagua se encuentran
Copán y Quiriguá.
En el área sur destacan
Kaminaljuyú y Chinkultik y, en el área norte, Edzná,
Dzibilchaltún, Ek Balam, Oxkintok, Cobá, Uxmal, Kabah, Sayil y
Chichén Itzá.
Durante el período Clásico se
produjeron importantes cambios en la organización social propiciados por
la división del trabajo y la especialización artesanal. Se
consolidó una estratificación social, dividida en clases,
encabezada por los sacerdotes y gobernantes; jefes militares y comerciantes del
más alto rango que pertenecían también a esta clase
noble.
Bajo ellos estaban los administradores y ejecutores, los artesanos
especializados, arquitectos y escultores. En los estratos más bajos se
situaban aquellos que producían los alimentos y las materias primas, y
realizaban los trabajos pesados: agricultores, cargadores, sirvientes, soldados
y esclavos.
En el Posclásico, se desarrollaron crisis
agrícolas, ruptura del equilibrio ecológico y hambrunas, que
acarrearon graves conflictos políticos dentro de los Estados, entre unos
y otros. Según especialistas, existen múltiples evidencias
arqueológicas, de revueltas campesinas en las grandes ciudades que
eliminaron a los linajes gobernantes; y con ello surgió la
descomposición de la estructura política dando como resultado la
desaparición de las ciudades bajo la selva.
Luego de diversas
luchas por el poder, hacia el año 1200 d.C., Chichén Itzá y
otras importantes ciudades fueron conquistadas por Mayapán, centro que
dominó la región hasta su caída en 1441. Según el
libro del Chilam Balam de Chumayel, los itzáes abandonaron
Chichén-Itzá y se dirigieron ala isla de Tayazal, en el lago
Petén-Itzá, norte de Guatemala. Constantes guerras habían
conducido a una decadencia cultural, y entre 1527 y 1546 la región
cayó en manos de los españoles. Los mayas se dispersaron por el
Caribe, con centro en Cozumel, y el Golfo de México.
Los
itzáes asentados en Tayasal se mantuvieron libres 150 años
más. Después de una cruenta resistencia, en 1697 fueron sometidos
por los españoles. Eso no trajo la paz. Revueltas, sublevaciones y
resistencia armada siguieron siendo frecuentes en la región
maya.
Después de la conquista, los quichés narraron su
historia en múltiples textos, principalmente el Popol Vuh o "Libro del
Consejo", escritos en su lengua, pero empleando caracteres latinos. Innumerables
códices mayas fueron quemados por los misioneros españoles, al
mando del inquisidor Diego de Landa, perdiéndose invaluables fuentes
originales.
1.2 Leyenda de la princesa Sac-Nicté
Existe una leyenda (UAdY 2004) sobre las
causas y la forma en que los itzáes abandonaron Chichén
Itzá. La misma señala la importancia que en ese momento
tenían los matrimonios para las alianzas entre los pueblos mayas, y se
refiere al matrimonio fallido de la princesa Sac-Nicté (Flor blanca),
originaria de Mayapán, con Ulill, señor de Uxmal, por la
intervención de Canek (Kaan Ek, serpiente de la estrella ó
serpiente negra), señor de Chichén Itzá. Esto
originó, según cuenta la leyenda, la lucha entre los pueblos,
retirándose los itzáes del norte de la península de
Yucatán.
En el Mayab, cuando Chichén-Itzá, Uxmal y
Mayapán se encontraban en su plenitud, nacieron en estas ciudades:
Sac-Nicté o Blanca Flor, princesa de Mayapán e hija del rey
Hunac-Ceel; Ulil, príncipe de Uxmal; y, Canek o Serpiente Negra,
príncipe de Chichén Itzá.
Según cuenta la
leyenda, cuando Sac-Nicté tenía cinco años le dio de beber
a un caminante y de pronto brotó de la jícara una flor. Luego,
cuando cumplió dos veces cinco iba caminando por un maizal y una paloma
se posó en su hombro, le dio unos granos de maíz, la besó
en el pico y luego la soltó para que volara libre. Después, cuando
cumplió tres veces cinco años conoció a Canek y se
enamoró de él.
Por su parte, cuando Canek cumplió
siete años, atrapó a una mariposa y la deshizo con sus manos y esa
noche soñó que se convertía en gusano.
Cuando
cumplió dos veces siete, encontró un venado en una trampa de
cazador y con su cuchillo sacrificó al animal, le extrajo el
corazón y lo ofreció a los dioses negros que ayudaban a los
brujos. Esa noche soñó que era un tigre sediento. Pero cuando
cumplió tres veces siete años, lo nombraron señor de los
itzáes, y ese mismo día conoció a Sac-Nicté. Esta
noche no durmió, sino que lloró de tristeza hasta el amanecer,
porque se había enamorado de la princesa de Mayapán.
Ese
fue el momento de la desilusión de Canek, pues sabía que
Sac-Nicté estaba comprometida con Ulil, príncipe de Uxmal; y 37
días a partir de la fecha en que Canek tomara posesión del mando
se llevaría a cabo la boda. Y así empezaron a llegar los
mensajeros de Mayapán y Uxmal, para invitar al señor de los
itzáes a la ciudad de Uxmal a festejar la boda y consolidar la
alianza.
Una noche, cuando Canek pensaba en su problema, apareció
de pronto un viejecillo y le dijo en voz baja: "La Flor Blanca está
esperando entre las hojas frescas ¿has de dejar que otro la arranque para
él?". Y terminando de decir esto, desapareció sin que nadie
supiera lo ocurrido. Pronto, las piedras esculpidas que conmemorarían la
boda se hicieron, poniendo las figuras de los futuros esposos, y en la parte de
abajo escribieron: "De éstos vendrá la grandeza del Mayab, y en
ellos se asentará la paz y la abundancia de la tierra”.
En
Uxmal se preparó todo para la fiesta. De Mayapán salió la
comitiva guiada por Hunac-Ceel, señor de los cocomes, y su hija
Sac-Nicté, quienes fueron recibidos desde el camino de Uxmal a
Mayapán por el mismo señor de Uxmal. La fiesta se inició y
por tres días llegaron convidados de muchas partes, portadores de bellos
regalos, arribaron de Kibilbá, Chacnohuathlán, Copán,
Nachancaán, Yaax-Chilan, Zac-quí y otros muchos pueblos cercanos y
distantes; pero Canek, el señor de los itzáes, no
llegó.
El tercer día, después de seguir esperando a
Canek, decidieron dar comienzo a la ceremonia. Más de pronto, el
señor de los itzáes al frente de 60 guerreros principales,
irrumpió como un relámpago en el altar del templo mayor donde se
efectuaba la boda arrebatando a Sac-Nicté de su padre y Ulil, y sin que
nadie pudiera hacer nada, huyeron. En la ciudad de Uxmal había
confusión, tanto por la fiesta como por el rapto, y cuando Ulil
reunió un grupo de guerreros para perseguir a Canek, ya no se pudo hacer
nada.
Ulil y Hunaac-Ceel se aliaron contra Canek; pero cuando llegaron a
Chichén-Itzá, descubrieron que la ciudad estaba abandonada.
Entonces, con furia, la incendiaron, saquearon y destruyeron; mientras, por la
selva del sur de la península, Canek en compañía de
Sac-Nicté guiaban a los itzáes rumbo a un nuevo destino: la isla
de Tayasal, salvándose así los itzáes de la furia de sus
antiguos aliados y, desde entonces, quedó la ciudad de
Chichén-Itzá abandonada. La Liga de Mayapán dejó de
existir.
1.3 La guerra en Mesoamérica
En mesoamérica la guerra fue un
fenómeno social de larga historia. Se dispone de información de la
práctica y condiciones en que ocurrieron las guerras, en tiempos y
lugares determinados. En la región maya una de las fuentes son las
escenas pintadas en los murales de Bonampak.
La guerra tuvo mucha
importancia. Hassig (2007) señala que “La convivencia
pacífica permitió la difusión de las ideas y
tecnologías, aunque lentamente. En cambio, la expansión militar
aceleró significativamente ese proceso y, además,
incrementó el prestigio de los conquistadores”.
Hace
algún tiempo se consideraba a la era teotihuacana como una época
tranquila y se describía a los mayas como pacíficos. Hoy la
explicación ha cambiado en razón de nuevos descubrimientos. Tales
son las escenas de batallas pintadas en Bonampak y otros lugares. En el Templo
Inferior de los Jaguares, en Chichén Itzá, se representan diversas
armas, como, dardos, lanzas, escudos flexibles y de antebrazo.
En el
dintel 18 de Yaxchilán, Chiapas, se observan algunas de las armas
utilizadas, como las navajas de obsidiana bajo la punta de una lanza de los
guerreros mayas. En el dintel 45, un gobernante sujeta por el cabello a un
prisionero, quien besa el escudo de su captor como gesto de
sumisión.
Stuart (2007) indica que el militarismo y los conflictos
militares entre los mayas empiezan a aparecer como elementos destacados en el
arte y las inscripciones en el Preclásico Tardío (300 a.C. –
200 d.C.). “Con frecuencia, en los monumentos de este período se
muestran cautivos atados, ya sea arrodillados ante un rey o bajo sus pies, como
símbolo de sometimiento total. Al parecer, los prisioneros eran miembros
de la elite, tal vez otros gobernantes, y llevan inscrito su nombre en el
tocado”. Posteriormente, durante el Clásico Tardío, los
gobernantes y los cautivos eran elemento central de las representaciones.
Así se muestra en la Estela 24 de El Naranjo, en el Monumento 122 de
Toniná, en la Estela 1 de Dos Caobas, Chiapas, y en el dintel de La
Pasadita, Guatemala.
La guerra entre los mayas no existió como un
tipo único y ningún grupo dominó completamente a los
demás. Se considera que hubo incursiones a pequeña escala entre
poblaciones vecinas y también conflictos regionales que duraron
décadas. Sin embargo, las inscripciones no registran detalles sobre el
número de combatientes ni las causas de la guerra de conquista.
En
los murales de Bonampak “hay indicios de grandes batallas al representar
grupos de soldados que combaten a muerte en alguna zona rural, mostrada como un
fondo verde y boscoso”. La existencia de fortificaciones en varios sitios
es también un claro indicio de violentos conflictos en gran escala. En
Becán y Edzná, Campeche, se han encontrado profundos fosos que
corresponden al año 100 a.C., casi mil años antes de las
fortificaciones levantadas en Dos Pilas, Guatemala, por una comunidad en
asedio.
La escritura descifrada recientemente revela detalles para la
comprensión de la guerra entre los mayas durante generaciones. Palenque y
Toniná, al igual que Yaxchilán y Piedras Negras, así como
Copán y Quirigúa fueron enemigos durante bastante tiempo. La mayor
serie de conflictos tuvo lugar entre Tikal y Calakmul, durante los siglos VII y
VIII. Pero en las inscripciones no se cuenta con detalles
históricos.
1.4 La rebelión de Canek
En «México, la historia de un pueblo», Alatriste (1980)
explica que la caída de la ciudad de Tenochtitlan no marca, como ha sido
común interpretar, el fin de la resistencia indígena sino
simplemente el fin de una batalla en que la tecnología de los
españoles se impuso al desconcierto de los mexicas, que no
entendían del todo lo que sucedía. Aun así, a partir de ese
momento y pasada la sorpresa y la humillación de la derrota, en todo el
territorio de lo que fue Nueva España se gestó la oposición
indígena al conquistador; una oposición encarnizada y
sistemática, pero nunca organizada.
La resistencia indígena
de las zonas mayas fue valiente, incluso, en ocasiones, suicida. Conllevaba no
sólo la lucha contra la esclavitud, la marginación y los abusos,
sino la salvación de esta manera propia de concebir el universo, la
reivindicación de una identidad que, en síntesis, era su
único sostén.
Símbolo de esta resistencia fue la
rebelión de Jacinto Uc de los Santos Canek, que tuvo lugar a mediados del
siglo XVIII. Canek era un indio culto, educado en un convento por frailes
españoles, por ello tuvo acceso tanto al pensamiento europeo como el
mágico mundo maya de sus antepasados, en el que todavía
vivían sus coterráneos. Este deambular entre las dos culturas
debió haber producido en el héroe maya una profunda
indignación ante la situación a la que habían quedado
reducidos sus hermanos de raza y religión, y la tenaz convicción
de que sólo la guerra podría liberarlos. La rebelión no
duró más de una semana, sin embargo, ha quedado como
símbolo de la lucha por la dignidad, de la oposición a la
tiranía y al excesivo trabajo a los que los mayas vivieron sometidos.
La rebelión de Canek fue una seria resistencia al colonialismo y
ha sido reinterpretada por varios autores. Las fechas varían, algunos
indican que tras unas festividades populares, la rebelión estalló
el día 19 de noviembre de 1761, en el poblado de Cisteil cerca de
Mérida. El 14 de diciembre de 1761 acusado de rebelión y actos
sacrílegos, Canek fue ejecutado en la plaza pública, sus
compañeros fueron ahorcados, humillados y sometidos al suplicio, el
pueblo de Casteil fue arrasado e incendiado por los españoles.
El
«Canek», de Abreu-Gómez (2004) es un poema que trata del
levantamiento, “ocurrido en Mérica, Yucatán, el 17 de
diciembre de 1761”, cuando un grupo de indígenas se sublevó
contra la dominación española encabezados por Canek, quien se
convirtió en “el héroe de una gran masa del pueblo maya
oprimido”. La rebelión se convirtió en un símbolo de
lucha.
“Los blancos gritaron:
“- ¡Se han
sublevado los indios!
“El pueblo está en guerra. En el
horizonte se encienden las ramas del viento. Se oyen en el aire los tunkules,
las icoteas y los gritos de los indios en armas. El nombre de Canek era voz y
eco en la sombra.
“Canek lo pensó pero no lo dijo. Los
indios que estaban cerca de él lo adivinaron. En el momento del ataque,
los indios delanteros tenían que esperar que el enemigo hiciera fuego.
Entonces los indios de atrás avanzaban caminando sobre sus
muertos”.
La historia de Canek podría resumirse en las
palabras de Henrique González Casanova: "Es la historia de un
héroe que emerge de la injusticia del pasado y se hace presente en la
injusticia de hoy, con la razón y la esperanza".
“Cuando
terminó su informe, el Gobernador preguntó a uno de sus
edecanes:
“- ¿En dónde está ese pueblo
rebelde que llaman Canek?
“Delante de los indios, Canek
parecía un escudo y una bandera: el pecho cubierto de sangre y el cabello
agitado por el viento”.
Regiones mayas
Cosmos maya