La reunión de primavera 2001 del Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Mundial (BM), realizada en Washington, acabó con la poca
credibilidad de la burguesía intelectual de ambas instituciones
que, con una retórica desgastada, y arrogante, emplearon las palabras que
mejor definen la situación económica mundial: desigualdad y
pobreza, pero fueron incapaces de asumir sus errores y las consecuencias
de sus planes y recomendaciones
Los trabajadores no podemos depender ya de
las teorías y modelos económicos de moda fomentadas por estas
instituciones e intelectuales que mantienen una visión "economicista" de
la sociedad. Para alcanzar un desarrollo económico justo, no basta buscar
la eficiencia y la competitividad del modelo de mercado. Hacen falta
educación y cultura y la satisfacción de demandas básicas
para la vida. El propio modelo neoliberal demanda establecer las condiciones
básicas para favorecer la competitividad: calidad de la
producción, reducción de costos, aumento de productividad,
etc.
Hoy, la lucha obrera comienza por anular la deuda externa en beneficio
de la humanidad, como justa compensación a la catástrofe causada
por la globalización de la economía. También se requiere el
reemplazo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en favor de un
nuevo organismo capaz de controlar el poder de las grandes transnacionales. Ya
no bastan las promesas de “democratización” de las
instituciones económicas mundiales, si no impulsan la distribución
de la riqueza.
La 13ava. ABCDE (Annual World Bank Conference on Development
Economics), brazo intelectual del binomio FMI-BM, fue incapaz de reconocer la
pobreza como el problema más urgente de la humanidad. La economía
mundial (organizada a partir de enfoques al estilo Bretton Woods y el Consenso
de Washington), arroja saldos que el propio informe sobre el desarrollo mundial
2000-2001 del BM documentó:
De una población mundial de 6,000
millones de habitantes,
- 2,800 millones de personas viven con menos de 20 pesos al día (dos
dólares), y
- 1,200 millones viven con menos de 10 pesos diarios (un
dólar).
Y el porvenir se presenta aún peor:
- Seis de cada cien niños no llegan a cumplir el primer año (por
enfermedades curables), y
- Ocho no llegarán a su quinto cumpleaños.
De los
menores que alcanzan la edad escolar, nueve niños y 14 niñas (de
cada 100) no van a la escuela primaria, obligatoria en casi todas partes del
mundo.
En los próximos 25 años la población mundial se
incrementará en cerca de 2,000 millones de personas, 1,940 de la cuales
vivirán en países pobres, eufemísticamente llamados "en
vías de desarrollo".
Esto es la economía real y su futuro. Para
paliar sus efectos, el BM ofreció cinco medidas concretas:
- Abrir los mercados de los países ricos a los productos
agrícolas, manufacturas y servicios de los países pobres;
- Superar la brecha tecnológica y cultural, abriendo la
tecnología digital y la información a todo el mundo;
- Proveer recursos financieros (y de todo tipo) para el bienestar
público, en especial para la investigación médica y
agrícola en todo el mundo;
- Incrementar la ayuda y tomar medidas para el alivio de la deuda
externa de aquellos países que adopten medidas contra la pobreza
y
- Escuchar a los países y personas pobres en los foros
mundiales, en particular a las organizaciones establecidas por los propios
pobres.
A cambio exige mantener a los organismos internacionales
(los mismos que generan el problema) en el centro del diseño y control de
las estrategias de ayuda. Estas promesas son de por sí irrealizables, en
tanto dependen de recursos inexistentes o que cuando aparecen, no se asignan se
aplican para reducir la pobreza directamente, sino para financiar la
acumulación de riqueza y con ello, incrementar la desigualdad
social.
De las 183 naciones pertenecientes al FMI, sólo unas cuantas
determinan cómo, a quiénes y a cambio de qué, se
destinarán los recursos, quebrando economías nacionales en
beneficio de unos cuantos.
Las organismos económicos mundiales ignoran
la voz de las organizaciones sociales, nacionales e internacionales, que exigen
la suspensión inmediata de las medidas neoliberales que han deteriorado
gravemente la estructura social de los pueblos en al menos cinco áreas
principales:
- Privatización de empresas y servicios públicos.
- Mayor concentración de la riqueza.
- Ensanchamiento de la brecha económica.
- Desarticulación social.
- Pérdida de soberanía y concepto de
estado.
El actual sistema financiero mundial impacta
negativamente la estructura productiva básica de las naciones, y es causa
de desempleo, exclusión y pobreza. El condicionamiento de recursos a la
privatización de empresas y servicios públicos, así como la
auto-marginación del Estado de su función rectora del desarrollo
económico, desarticula la relación estado-sociedad; mermando la
soberanía y condenándolos a la dependencia o a la
subordinación de países más desarrollados.
Finalmente,
la anhelada inversión externa solo llega de manera directa (mediante la
compra de empresas); Ó a través de los mercados bursátiles
(permitiendo la cotización en la bolsa, arriesgando a veces los ahorros
de los propios trabajadores). Otras veces la inversión consiste en la
"venta" de nueva infraestructura, ante el abandono del estado, disfrazado de
apertura. Todo esto termina por romper el equilibrio entre los intereses de
estado y la propiedad privada, comprometiendo de todas maneras el concepto de
Servicio Público.
Lo trabajadores debemos intensificar nuestra lucha,
aprovechando el aparente repliegue del FMI y el BM, para exigir incluso su
condena por atentar contra los derechos de millones de seres humanos. El nuevo
orden económico mundial va a partir de una propuesta de amplio sustento social,
o no va.