Cómicos en Davos
Con mentiras y cinismo, Calderón y Zedillo se
burlan de la nación a la que han saqueado y entregado a las
transnacionales de las que son empleados. Ambos se atreven a proponer para el
mundo las recetas bárbaras que han dañado a todos los mexicanos,
siendo los responsables de la ruptura de la legalidad constitucional, las
privatizaciones de la tierra, la energía y el agua, de la antidemocracia,
la corrupción en alta escala y la pobreza
extrema.
Proponen un Fobraproa mundial
Mientras varios presidentes del cono Sur se reunían
en el Foro Social Mundial, realizado en Belem, Brasil, Calderón
asistió al Foro Económico Mundial, efectuado en Davos, Suiza. En
plan turístico asistió a un evento desairado, promotor de la
catástrofe económica mundial e incapaz de enfrentar a ésta.
Allí se encontró su par Ernesto Zedillo y ambos se dedicaron a
ofrecer recetas a los demás.
Afortunadamente, nadie los toma en
serio. De hecho, el mismo Foro de Davos es una instancia inútil. Zedillo
y Calderón se convirtieron en los cómicos del ridículo. Sin
embargo, con su desfachatez agravian una vez más a la
nación.
De entrada, Calderón expresó mentiras al
declarar que “México tiene una de las economías más
sólidas del mundo”. Parecen declaraciones improvisadas de
futbolistas. Luego, repitiendo a Zedillo, hizo una propuesta temeraria y
provocadora. Dijo que “es absolutamente importante y urgente (...) limpiar
el sistema bancario (mundial), ya lo hicimos hace 10 años en
México; nos costó 15 o 20 puntos del PIB, pero hoy en día
nuestro sistema bancario es realmente sano”.
Ni Calderón ni
Zedillo tienen vergüenza. Si no fuera por las funestas consecuencias que
han tenido para los mexicanos las mismas políticas neoliberales ortodoxas
que ambos han seguido, no merecían ni siquiera hacerles caso. Ambos
cómicos se refirieron nada menos que al Fobraproa, el mayor atraco que
gobierno alguno ha hecho a las finanzas públicas para favorecer a los
bancos, empresarios y políticos, cargándole el costo a la
población. Hoy, la riqueza se ha concentrado en unas cuantas manos
mientras el desarrollo nacional se ha retrasado, aumentando el desempleo y la
pobreza por los enormes rezagos en la salud, educación, vivienda y
bienestar social.
La exhibición de Calderón y Zedillo en
Davos merecen el repudio generalizado del pueblo, por tratarse de individuos
defraudadores, demagogos y corruptos. Ambos son co-responsables del Fobraproa.
Cuando Zedillo estaba en la presidencia, Calderón era diputado y
votó a favor de la propuesta zedillista. El propio secretario de
hacienda, Agustín Carstens, ya era funcionario del Fondo Monetario
Internacional en ésa época.
Tan deleznable es la postura de
Zedillo como la de Calderón, presurosos ambos de quedar bien con el
capital que no encuentra salida al colapso presente. No hemos olvidado que
Zedillo privatizó a los ferrocarriles nacionales y hoy es empleado de los
privatizadores. Calderón ha mostrado que, como le han llamado en la
resistencia obradorista, es un simple “pelele” de las
transnacionales.
Privatizadores y, a la vez, empleados de las transnacionales
Hay motivos adicionales y
graves para el repudio a los dos cómicos y comparsas que les
acompañan. Zedillo, luego de ser encumbrado posteriormente al asesinato
de Colosio, de quien fue jefe de campaña pero no asistió al mitin
de Lomas Taurinas, se dedicó a implementar los acuerdos pactados por
Salinas en el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Norteamérica.
En
1995, Zedillo puso en práctica al Tratado en materia petrolera al
proponer las reformas regresivas a la Ley Reglamentaria del Artículo 27
Constitucional en el Ramo del Petróleo (LRRP). Mediante esas reformas, la
industria petrolera fue fragmentada para privatizar importantes fases
relacionadas con la llamada petroquímica “secundaria” y el
gas natural.
En 1997, Luís Téllez, secretario de
agricultura de Zedillo promovió la reforma constitucional para abolir al
ejido, destruyendo una de las conquistas fundamentales de la Revolución
Mexicana para sumir al campo en el desastre.
Desde el salinato se
había iniciado la privatización energética furtiva,
especialmente con las reformas regresivas a la Ley del Servicio Público
de Energía Eléctrica (LSPEE). También se había
creado a la Comisión Reguladora de Energía (CRE), a través
de las recomendaciones “confidenciales” del Banco Mundial a Zedillo.
Esta comisión ya había empezado a otorgar permisos a los
particulares para la generación eléctrica.
En 1999, Zedillo
y Téllez intentaron sustituir a la Constitución por el TLC. Este,
de hecho, ya había modificado a la primera, según se indica en el
Anexo 602.3 del Tratado. Ahora, sin embargo, se pretendía una reforma
constitucional para quitarle a la nación el dominio en materia de
energía eléctrica. Es decir, se trataba de legalizar
constitucionalmente al TLC y a la LSPEE que, aunque se aplican en la
práctica, son inconstitucionales.
La resistencia de los
electricistas, apoyados por importantes sectores del pueblo de México e,
incluso, legisladores hicimos posible que no prosperara el intento. En 2002, el
Senado de la república rechazó la iniciativa zedillista. Casi al
mismo tiempo, la propia Suprema Corte de Justicia, en un acto pocas veces visto,
calificó a los permisos privados de inconstitucionales llamándolos
fraudulentos. La Corte, sin embargo, no fue al fondo. Así, se
impidió la reforma constitucional pero NO la privatización
eléctrica. Esta se incrementó considerablemente con Fox y, ahora
con Calderón, ya llega al 48% de la generación eléctrica
total a nivel nacional.
Calderón sigue la misma política de
Salinas, Zedillo y Fox. Con la reforma energética de 2008, la
privatización furtiva incluye a los hidrocarburos, la energía
eléctrica y se ha generalizado a las fuentes renovables de
energía. Todo esto constituye serios agravios a la nación que
enfrenta las consecuencias de la crisis capitalista y de las recetas aplicadas
por los gobiernos en turno.
Traidores a la nación
Calderón y Zedillo no tienen nada de
qué presumir, salvo que han traicionado a la nación. Los
desfiguros que fueron a hacer a Davos son constancia del cinismo que les es
inherente. ¿Qué tenemos que hacer? Más que descalificar a
esos políticos cómicos, es preciso tomar conciencia y traducir
nuestro malestar en organización, como un medio esencial para desarrollar
una lucha territorial que nos permita sancionar a esos individuos.
En
este proceso está planteada la necesidad de bajar a los gobiernos
neoliberales y de recuperar a México, mediante su
re-nacionalización. [2009, elektron 9 (34) 1].
Payasito