Paramos (sic) la consulta del 27?
El 8 de julio se realizó uno más de
los Debates sobre la Reforma Energética organizado por el Senado. Esta
vez, el tema fue la administración y organización de Pemex. Hubo
varios invitados, todos opinaron pero NADIE presentó ninguna propuesta.
Todo se centró en la idea de Manuel Camacho Solís (FAP) quien
planteó al PAN convenir (sic) una reforma energética de consenso
(sic) y hasta les ofreció que “paramos (sic) la consulta del
27” (sic). ¿Quién o quiénes proponen ese acuerdo con el
PAN? ¿Quién autoriza a Camacho a jugar con la consulta del 27 de
julio?
¿Acuerdo para la reforma de Pemex?
En el Debate Oficial sobre la reforma
energética, Camacho Solís, responsable de la consulta nacional
convocada por el Frente Amplio Progresista (FAP), afirmó que la
iniciativa presidencial “aceleraría las tendencias destructivas de
la paraestatal” pero aseguró que es posible un acuerdo para la
reforma de Pemex si se cancela cualquier intento de abrir las puertas a la
iniciativa privada en áreas reservadas y se evita imponer decisiones
contrarias a la Constitución.
¿En verdad, es posible tal
acuerdo? A la fecha, SIN reforma, los gobiernos en turno del PRI y el PAN ya
abrieron las puertas al capital privado extranjero en “áreas
reservadas”; en el caso eléctrico se ha llegado al 47% de
privatización y otro tanto en materia de petroquímica y gas
natural. ¿El PRI, el PAN e, incluso, el FAP están de acuerdo en
anular todos los contratos, concesiones y permisos privados? ¿PRI, PAN y
FAP están de acuerdo en desaparecer a la Comisión Reguladora de
Energía (CRE), aparato burocrático menor que ha desnacionalizado a
la industria energética?
¡No, por supuesto! PRI, PAN y FAP
coinciden en sostener (y fortalecer) a la CRE; también coinciden con la
privatización furtiva en marcha. Ninguno de esos partidos se ha
pronunciado en contra de la expropiación energética extranjera. El
excandidato presidencial del FAP ni siquiera ha fijado una seria posición
crítica contra esa privatización inconstitucional; su asesor,
Camacho Solís, menos.
Por lo demás, ¿en que
consistiría el “posible acuerdo para la reforma de Pemex?”
que planteó Camacho. Son solo declaraciones llamativas o ¿se trata
de algo más serio?
¿Reforma por consenso?
Camacho Solís dijo que el problema de la
paraestatal no es de partidos. En esto tiene razón, estamos de acuerdo.
Sin embargo, contradiciéndose en el acto, llamó a convenir una
reforma de consenso que “rescate a Pemex y cohesione a la sociedad”.
Para eso, aseveró, “necesitamos superar el mayor de los
obstáculos: nuestro (sic) temor a ponernos de
acuerdo”.
¿Consenso entre quién o quienes? Camacho
Solís acababa de decir que el asunto de Pemex no es de partidos y,
enseguida, le tiró el anzuelo al PAN para “convenir”, es
decir, negociar entre partidos, una “reforma de consenso” en las
cúpulas.
Camacho Solís propuso como líneas para el
acuerdo “fortalecer la autoridad del Estado, su capacidad de
planeación sectorial y de producción; terminar con el dominio de
la Secretaría de Hacienda y el control de la Función
Pública sobre Pemex; así como otorgar gradualmente
autonomía presupuestal a la empresa y convenir un pacto fiscal que
garantice la inversión multianual y la transparencia en el manejo de los
excedentes petroleros”. Además, “reintegrar a Pemex y
restituir la autoridad del director general, despartidizar la
administración de Pemex y asegurar su manejo transparente y honesto,
entre otros puntos”.
¿Se puede lograr un
“consenso” con base en tan pobres ideas? Tratándose de Pemex
y de los recursos naturales de la nación no se trata de
“fortalecer” la “autoridad del Estado”. El
ideólogo de Salinas y académico del Colegio de México sabe
muy bien que Pemex y los hidrocarburos NO son del Estado sino de la
nación. Lo que hay que fortalecer es el dominio de la nación no la
“autoridad” del Estado. Fortalecer la “capacidad de
planeación sectorial y de producción” (del Estado),
así en general, son las mismas que propone Calderón en su
iniciativa sobre las reformas a la legislación petrolera secundaria.
Terminar con el “dominio” de la secretaria de hacienda sobre Pemex,
así en general, no dice nada. Otorgar “gradualmente”
autonomía presupuestal a la paraestatal es una idea muy general y
cuestionable. El concepto de “autonomía” que manejan el PAN,
PRI y FAP no significa una mejora de Pemex sino una perversión de los
conceptos. “Convenir un pacto fiscal que garantice la inversión
multianual” es algo vago. ¿Quién convendría ese pacto?
¿Los partidos políticos y sus legisladores? ¿Para eso, hay que
vencer “nuestro (sic) temor a ponernos de
acuerdo”?
Además, “restituir la autoridad del director
de Pemex” es realmente ridículo, los directores en turno deciden
arbitrariamente lo que quieren en contra de la nación, son empleados del
imperialismo, de allí el proceso autodestructivo de Pemex. Por lo que
hace a “asegurar”, sin decir como, un manejo “transparente y
honesto” raya en la demagogia.
¿Paramos la consulta?
La fase posterior del debate se centró en la
consulta que realizarán el Gobierno del Distrito Federal (GDF) y,
supuestamente, algunos gobiernos estatales del PRD. Camacho les dijo a los
legisladores panistas que “Si ustedes honestamente están en favor,
apoyen esta propuesta y nosotros paramos la consulta del 27. Pero si ustedes
ganan la consulta tendrían la autoridad moral y el capital
político para que el FAP, el Movimiento en Defensa del Petróleo y
Andrés Manuel López Obrador no tengan argumentos para no aceptar
los trabajos en ambas Cámaras”.
Pareciera una ingenuidad de
Camacho. Claro que los legisladores del PAN lo son más. Pero, la
propuesta presentada por Camacho es realmente débil. O, ¿apoco se
trataba de una audacia? Si le hubieran tomado la palabra, ¿de verdad
“nosotros paramos la consulta del 27”? ¿Quiénes son
“nosotros”? y ¿quién o quiénes autorizan a
Camacho a hablar de “nosotros” y sobre todo darle facultades para
jugar a que “paramos” la consulta del 27? ¿Acaso Andrés
Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard son subordinados de
Camacho?
La intervención de Camacho en el Senado no tuvo nada que
ver con los temas del mismo. Ni él ni los demás
“opinadores” presentaron NINGUNA propuesta para la correcta
organización de Pemex ni menos su política de desarrollo. NO la
tienen. La corrupción administrativa y sindical no la tocaron. El
gansterismo del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República
Mexicana (STPRM) ni siquiera fue mencionado. Una nueva organización de
Pemex para su integración industrial, vertical y horizontal,
también fue omitida. La intervención organizada de los
trabajadores en el control de la producción, y de la sociedad en el
funcionamiento de Pemex, fueron ignoradas.
El planteamiento de Camacho al
PAN es parte de un intento de cabildeo al margen del pueblo de México.
NINGUN (A) mexicano (a) ha sido consultado (a) para negociar ninguna reforma de
Pemex “por consenso” ni menos para comprometer la consulta del 27.
Esa propuesta la presentó formalmente Ebrard pero es una demanda
más amplia que llevará a la práctica el pueblo de
México, mismo que será el partícipe principal, no solamente
Camacho.
¿Quién (es) propone (n) el acuerdo amplio con el PAN?
Juan José
Rodríguez Prats, legislador del PAN, privatizador supersticioso y confeso
entreguista al capital extranjero, le recordó a Camacho que en el pasado
reciente formó parte del equipo que incorporó reformas a la
Constitución (sic) para modificar el esquema de la petroquímica
básica, así como para permitir figuras de inversión
privada. Con sus precisiones, eso es cierto, lo saben Rodríguez, Camacho
y también la nación. “Usted participó en los
gobiernos que más privatizaciones hicieron: el de Miguel de la Madrid y
el de Carlos Salinas”, insistió Prats.
Camacho le
contestó: “yo no vine a discutir mi biografía, sino a
presentar una propuesta de un acuerdo amplio para rescatar a Pemex. Pero veo que
cuando hay una iniciativa se ponen nerviosos. Y lo único que hacen es
descalificar a quien hace la propuesta. Se dice que no tenemos iniciativas. Pero
venimos y proponemos la posibilidad de un diálogo político serio y
ustedes cómo reaccionan”.
De manera que Camacho mismo
aclaró que fue al supuesto Debate Oficial a “presentar una
propuesta de un acuerdo amplio” para rescatar a Pemex. ¿Quién
acordó ese “acuerdo amplio”? ¿A qué
“diálogo político serio” se refiere el
exsalinista?
A Rubén Camarillo, legislador del PAN, Camacho le
volvió a reiterar “Si ustedes honestamente están a favor (de
la consulta ciudadana), apóyenla y paramos (sic) la consulta del
(día) 27, pero no jueguen con el doble lenguaje de ‘quiero
consultar’ y hacer todo lo que se necesita para no hacerlo”. Otra
vez, ¿tiene facultades Camacho Solís para manosear la Consulta y
hasta ofrecer que “podemos” pararla, es decir, suspenderla a cambio
de débiles e inciertos acuerdos con el PAN?
¿Desmovilizar a las masas?
En el FTE de México estamos en desacuerdo con la
“política” de Camacho Solís quien trata de aparentar
que es el jefe de las cúpulas que comparte con Muñoz Ledo,
López Obrador y otros. Camacho ha reiterado que “lo que más
admira” de López Obrador es “su capacidad para
desmovilizar” a las masas, es decir, la enorme influencia para desactivar
las acciones. En efecto, esa es una característica del obradorismo pero
no es ninguna virtud.
Camacho Solís no ha superado el pasado
salinista tenebroso, minimamente debía haber una seria autocrítica
pero, al momento, no la ha habido. La Consulta del 27 de julio es una idea
correcta que debemos organizarla y llevarla a cabo. NO hay razón ni
motivo, ni siquiera indicios de voluntad política del gobierno neoliberal
para intentar “cambalachearla” a cambio de acuerdos baladíes.
Más aún, debemos prepararnos no solamente para realizar la
Consulta sino para hacerla valer. Es previsible que el gobierno de
Calderón y el PAN la descalificarán y, junto con el PRI,
insistirán en aprobar una reforma “maquillada” pero
igualmente privatizadora. (b171, 12 jul 2008).
Para la burocracia política la resistencia popular “no cuenta”