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Conciudadanos: En legítima defensa de las libertades
holladas, de los derechos conculcados, de la dignidad de la patria pisoteada por
el criminal despotismo del usurpador Porfirio Díaz, en defensa de nuestro
honor y de nuestra vida amenazados por un gobierno que considera un delito de
honradez y ahoga en sangre los más legales y pacíficos intentos de
emancipación; en defensa de la justicia, ultrajada sin tregua por el
puñado de bandoleros que nos oprimen, nos rebelamos contra la dictadura
de Porfirio Díaz, y no depondremos las armas que hemos empuñado
con toda justificación, hasta que en unión de todo el Partido
Liberal Mexicano, hayamos hecho triunfar el Programa promulgado el día
1º. de julio del corriente año, por la Junta Organizadora del
Partido Liberal.
Los excesos cometidos a diario por la dictadura en toda
la extensión de nuestro infortunado país, los atentados en contra
del derecho electoral, contra el derecho de reunión, contra la libertad
de imprenta y de discurso, contra la libertad de trabajo; las hecatombes con que
sofoca el gobierno las manifestaciones de civismo, los asesinatos y los robos
que cínicamente y en todas partes cometen las autoridades, el desprecio
sistemático con que tratan al mexicano los actuales gobernantes, las
consignaciones a los ciudadanos independientes, los empréstitos enormes
con que la dictadura ha comprometido a la nación sin más objeto
que el enriquecimiento de unos cuantos opresores, la indignidad de nuestros
tiranos que han solicitado la invasión de nuestro territorio por fuerzas
extranjeras, y en una palabra, todo este cúmulo de inequidades, de
opresiones, de latrocinio y crímenes de todo género que
caracterizan al gobierno porfirista, ameritan ser detenidos y castigados por el
pueblo, que si durante treinta años ha sido respetuoso y humilde con la
vana esperanza de que sus déspotas volvieran al buen camino, hoy se ha
convencido de su error y se ha cansado de soportar cadenas, sabrá ser
flexible en la reivindicación de sus derechos.
Los
crímenes cada día mayores de la dictadura y la imposibilidad de
ser atendidos por medios pacíficos, pues cuantas veces hemos querido
ejercitar un derecho hemos sido atropellados por los tiranos, nos precipitan a
la Revolución; los que en ella vean un mal, no culpen al pueblo que
durante treinta años ha sido de sobra pacífico y sufrido, culpen a
la tiranía que por sus desenfrenos y su despótica intolerancia,
nos han hecho preciso recurrir a la fuerza de las armas para defender nuestros
derechos y realizar nuestras justas y honradas aspiraciones.
No hay tras
de nuestro movimiento miras ambiciosas ni personalismos. Luchamos por la patria,
por todos los oprimidos en general, por el mejoramiento de todas las condiciones
políticas y sociales en nuestro país, para beneficio de todos.
Nuestra bandera de lucha es el Partido Liberal. La única autoridad que
reconocemos mientras se establece un gobierno elegido por el pueblo, es la Junta
Organizadora del Partido Liberal. Somos una fracción de ese gran Partido
que ha luchado y luchará hasta vencer por la redención de la
patria, y obramos de acuerdo con nuestros correligionarios del resto del
país, que, como nosotros, se han levantado en esta misma fecha contra la
actual corrompida administración que no tarda en ser derribada y que en
estos momentos ya tiembla ante el formidable movimiento revolucionario que
estremece todos los ámbitos de la República Mexicana.
Hacemos un llamamiento a los oficiales y soldados del ejército
nacional para que, lejos de servir a la vil dictadura que deshonra a la patria y
la traiciona, se unan al movimiento libertador. Ellos son hijos del pueblo como
nosotros; sobre ellos pesa el mismo yugo que a todos nos aplasta; ellos
también son mexicanos y tienen el deber de luchar por la dignidad y por
el bien de la patria, y no por el bien personal de un déspota y
sanguinario como Porfirio Díaz. A los jefes y oficiales en servicio de la
dictadura, que se pasen a las filas liberales, se les concederá un
ascenso de dos grados sobre el que tengan; a los soldados rasos se les
darán sueldos equivalentes.
A los extranjeros les advertimos que
nada pretendemos contra ellos, pero también les recomendamos el deber que
tienen de ser neutrales en los asuntos políticos de México, en los
que no tienen derecho de intervenir. Prestaremos a las personas y propiedades de
los extranjeros todas las garantías que nos sean posibles, pues por el
interés de nuestra querida patria y de nuestra propia causa, no queremos
dar lugar a conflictos internacionales; pero los extranjeros que faltando a la
neutralidad, sirvan al gobierno y nos combatan no pueden esperar ninguna
consideración de nuestra parte.
Reforma, Libertad y Justicia.
Septiembre de 1906.
* Proclama de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, septiembre de 1906.
Marcha de los huelguistas de Cananea, 1906