D. Bahen, A. Hernández
FRENTE DE TRABAJADORES DE LA ENERGIA
energia@fte-energia.org
La obra de Ricardo Flores Magón, y del magonismo,
está en el interés de la clase obrera mexicana en el presente
momento de la lucha de clases. A partir del periódico
Regeneración, los magonistas desarrollaron ideas que evolucionaron
preparando las condiciones para la Revolución Mexicana. Los magonistas no
se limitaron a la propaganda sino que intervinieron en acciones directas, tanto
en las huelgas de la época como en acciones armadas. El 25 de junio de
1908 fue la fecha acordada por la Junta Organizadora del Partido Liberal
Mexicano para estallar la Revolución. A partir de esa experiencia, pronto
se generalizaría el movimiento armado en todo el país con la
consigna magonista de ¡Tierra y Libertad! enarbolada por Emiliano Zapata.
Durante el transcurso de la Revolución, Flores Magón y otros
magonistas se mantuvieron firmes adelantándose a los acontecimientos.
Para los trabajadores, la necesidad de luchar organizados, con base en un
Programa, con independencia de clase y por reivindicaciones inmediatas e
históricas tiene cabal vigencia. La obra de Ricardo Flores Magón
debe estudiarse y
comprenderse.
1
INTRODUCCION
Ricardo Flores Magón nació el 16 de
septiembre de 1874, en San Antonio Eloxochitlán, municipio de
Teotitlán del Camino, Oaxaca. Estudió en la Escuela Nacional de
Jurisprudencia, en la ciudad de México. Siendo estudiante sufrió
el primer encarcelamiento [40].
En 1892, los estudiantes desafiaron a la
dictadura de Porfirio Díaz y realizaron una manifestación en la
capital del país. La marcha fue disuelta por la policía de la
dictadura que detuvo a los organizadores, entre ellos, a Ricardo Flores
Magón, quien fue llevado a la cárcel de Belén.
Al
salir de la prisión, Ricardo abandonó los estudios e
ingresó como redactor del periódico El Demócrata,
mismo que pronto fue clausurado por la dictadura, sus redactores encarcelados y
otros, entre ellos Ricardo, perseguidos.
El año 1899
definiría la verdadera vocación de Ricardo, como lo demuestran
estas líneas escritas desde Amapa, Oaxaca, a su hermano Enrique: "el
papel es para mí un ídolo y creo que en un no lejano tiempo
será mi arma muy grande: el periódico... Yo lucharé en ese
sentido y grande será la utilidad" [36].Todo ese año Ricardo
vivió en aquella entidad y, a su regreso a la Ciudad de México en
1900, fundó junto con su hermano Jesús y un compañero,
Antonio Horcasitas, el periódico Regeneración. En aquellos
momentos el régimen porfirista arreciaba la represión contra
diversas publicaciones de oposición (El Hijo del Ahuizote, en la
ciudad de México, el semanario Onoffrof en Toluca, La
Regeneración de Sinaloa, El Eco del Comercio de
Yucatán, así como El Demócrata y El Sol, de
Sonora y Juan Panadero de Jalisco, y otros muchos más) habiendo
encarcelado incluso a varios de sus directores.
Al salir de la
prisión militar de Santiago Tlaltelolco, a finales de 1902, Ricardo junto
con su hermano Enrique retomó el periodismo de combate publicando
sucesivamente El Padre del Ahuizote, El Nieto del Ahuizote y
otros, que fueron sucesivamente clausurados por la policía porfirista.
1903 sería un año de planes, mientras seguían proliferando
los círculos liberales y comenzaban a brotar organizaciones obreras y
campesinas.
Debido a la severa represión de la dictadura, en 1904
se vio obligado a exiliarse en Estados Unidos, de donde jamás
regresaría vivo. Desde allá volvió a publicar
Regeneración --cuya influencia en el levantamiento obrero fue
determinante--, organizó y fundó el PLM. Fue perseguido y
constantemente encarcelado a instancias del gobierno mexicano hasta que, a
partir de 1918, fue recluido definitivamente, primero en la prisión de
Isla McNeil y, finalmente, en la federal de Leavenworth, Kansas, donde
falleció por asfixia, al parecer asesinado, el 21 de noviembre de 1922.
Ricardo vivió prácticamente la mitad de su vida en la
cárcel, la última y definitiva, acusado de “promover una
invasión extranjera a Baja California” con el fin de establecer una
república socialista independiente. La causa real fue un manifiesto
antibelicista luego de la Primera Guerra Mundial.
Ricardo, quién
jamás se identificó ni alentó el movimiento maderista por
considerar que la causa de Madero carecía de objetivos sociales,
logró que sus ideas sirvieran de sustento a la Revolución
Mexicana, banderas enarboladas con las armas en la mano por revolucionarios como
Francisco Villa y Emiliano Zapata, con quienes no existió una
relación directa ni la podía haber, Ricardo siempre estuvo
encarcelado.
A la muerte de Ricardo, Enrique regresó a la Ciudad
de México en 1923. En 1925 participó en la fundación del
primer Partido Comunista de Cuba. En 1954, falleció en la ciudad de
México alejado de toda actividad política
[40].
R. Flores Magón
Enrique Flores Magón
Librado Rivera
2 EL
MAGONISMO
2.1
REGENERACION
El 7 de agosto de 1900 apareció el primer
número de Regeneración, periódico publicado por
Ricardo y Jesús Flores Magón. Regeneración
sería una clarinada de combate que anunciaba la Revolución. La
aparición del primer número de Regeneración
sería un acontecimiento histórico. A partir de la
utilización y consecuente evolución de la prensa independiente se
libraron importantes batallas de ideas que contribuyeron apreciablemente al
surgimiento de un enorme movimiento revolucionario [39, 68].
La primera
época de Regeneración fue auspiciada por algunos
estudiantes y egresados de la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad
Nacional de México. En el primer número se hizo una crítica
a la impartición de la justicia y se proponía combatir a la
corrupción. Se proclamaba el cumplimiento de la ley. Sin embargo, la
trascendencia del periódico era mayor y estaba determinada por el
contexto social y político de la época. Regeneración
se distinguió por ser un periódico de oposición y
crítica a la dictadura de Díaz. Eso hizo que pronto ganara
influencia y adeptos. Regeneración era el espacio que muchos
mexicanos reclamaban. Publicar el periódico fue un gran acierto
político.
El periódico fue rápidamente transformado.
En el número 20 correspondiente al 31 de diciembre de 1900, se
cambió el lema sustituyéndolo por Periódico
Independiente de Combate [69]. El periódico amplió la
crítica a la dictadura pero asumiendo la necesaria organización de
un movimiento social y político amplio. Un grupo de liberales de la
época organizó un Congreso Liberal a realizarse el 5 de febrero de
1901 en San Luís Potosí e invitaron a los editores de
Regeneración. En representación del periódico
asistió Ricardo Flores Magón.
Regeneración se
convirtió en firme defensor de los acuerdos del Congreso Liberal de San
Luis Potosí e incrementó la crítica convirtiéndose
en firme opositor a la dictadura. El gobierno de Díaz procedió
enseguida a la represión. El 21 de mayo de 1901, Jesús y Ricardo
Flores Magón fueron detenidos y encarcelados. El periódico
siguió apareciendo por un breve lapso, en octubre de ese año,
dejó de aparecer al ser prohibido por el gobierno de
Díaz.
La dictadura sabía de la importancia de las ideas, de
la evolución política de Regeneración y del
significado de la creación de organización. Esta se expresaba a
través del Centro Director de la Confederación de Clubes Liberales
de México, surgido del Congreso Liberal de San Luís Potosí.
Entonces, la dictadura se dedicó a perseguir a los opositores en todo el
país.
Militantes y simpatizantes del movimiento liberal fueron
detenidos, la publicación de periódicos fue prohibida, las
imprentas decomisadas. Por todo el territorio nacional se sucedían
provocaciones. Los clubes liberales fueron intervenidos por espías de la
dictadura. El 2 de abril de 1902, en Monterrey, Nuevo León, una
manifestación liberal fue reprimida violentamente por el ejército
de la dictadura.
Entre 1903 y 1904, el gobierno porfirista había
desarticulado a la oposición. Los Flores Magón fueron
continuamente encarcelados. Las condiciones para la lucha eran, por
demás, adversas. Debido a la represión, y persecución
constante, varios militantes fueron obligados a expatriarse.
Desde los
Estados Unidos, se volvió a editar el periódico. El número
1 de Regeneración, fue fechado el 5 de noviembre de 1904, en San
Antonio, Texas.
En su cuarta época, Regeneración se
convirtió en portavoz de la reorganización del Partido Liberal
Mexicano (PLM). Esto marcó una ruptura política con el pasado y
con el tradicionalismo. Se evidenciaron dos posiciones, una, expresada por el
Centro Director de la Confederación de Clubes Liberales y, otra, por el
grupo promotor de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, y editor
de Regeneración. En el primer caso, se postulaban ideas
democráticas a través de la participación ciudadana y se
promovía un movimiento civilista basado en la Constitución de
1857. En el segundo, se proponía estructurar una organización
política para derrocar a la dictadura por la fuerza de la lucha
armada.
2.2 PARTIDO LIBERAL
MEXICANO
El 5 de febrero de 1901, en San Luís
Potosí, se realizó el Primer Congreso Nacional de los Liberales. A
este evento asistieron delegados (as), y publicaciones periodísticas, que
representaban a Clubes Liberales Regionales de 14 estados del país, 4
periódicos y 60 Clubes locales. Ricardo asistió como delegado
representando a Regeneración y al “Comité Liberal de
Estudiantes” de San Luís Potosí [70]. El congreso
designó al Club Liberal “Ponciano Arriaga” como director de
la Confederación de Clubes Liberales de la República, quedando
Camilo Arriaga como presidente, Antonio Díaz Soto y Gamma vicepresidente
y Ricardo Flores Magón segundo secretario.
La dictadura sabía
de la importancia de las ideas, de la evolución política de
Regeneración y del significado de la creación de
organización. Esta se expresaba a través del Centro Director de la
Confederación de Clubes Liberales de México, surgido del Congreso
Liberal de San Luis Potosí. Entonces, la dictadura se dedicó a
perseguir a los opositores en todo el país.
Militantes y
simpatizantes del movimiento liberal fueron detenidos, la publicación de
periódicos fue prohibida, las imprentas decomisadas. Por todo el
territorio nacional se sucedían provocaciones. Los clubes liberales
fueron intervenidos por espías de la dictadura.
El Club Liberal
“Ponciano Arriaga” fue disuelto el 24 de enero de 1902 como
resultado de una emboscada de la dictadura siendo encarcelados sus integrantes.
Un, año después, al recobrar la libertad, los magonistas se
reorganizaron y, el 27 de febrero de 1903, el Club publicó un Manifiesto
a la Nación [4]. En este se decía “Volvemos a llamar a
vuestros corazones y vuestras arterias y a vuestros cerebros y, sin hacer
resonar en el ensangrentado templo de la República el clarín de la
rebelión, venimos a deciros que ha llegado la hora de deslindar los
campos, y de que los liberales, en corto o en gran número, se aprestan a
luchar por resurrección de las instituciones que nos legaron nuestros
padres, que se aprestan a luchar por el freno del militarismo y del clero, por
la dignificación del proletariado, por la riqueza y el engrandecimiento
general del país, por todo aquello, en fin, que constituye el honroso
tesoro de los pueblos que se consideran dignos”.
Luego, el
Manifiesto indicaba: “Mexicanos: No os llamamos a la revolución: os
llamamos a salvar a la patria y a discutir y poner en práctica
inmediatamente los medios de esta preciosa salvación. Para eso os pedimos
la organización de más clubes y nos permitimos, con la pluma
obscura, pero enérgica y veraz, daros una breve reseña del estado
en que se encuentra nuestro país”.
En el Manifiesto se
criticaba que la Constitución de 1857 había sido pisoteada a
medida que el clero y la tiranía habían triunfado. El Club
convocaba “ante el ara del deber para luchar por la regeneración de
la patria”.
Perseguidos por la dictadura, Ricardo y su grupo fueron
obligados al exilio. Desde San Antonio, Texas, en 1904, resurgió
Regeneración. En el número 1 fechado el 5 de noviembre de
1904, en San Antonio, Texas, se escribió [71].
“Apenas obtenidos
los elementos materiales cuya falta nos había obligado a permanecer en la
expectación y en silencio, nos apresuramos a reanudar la interrumpida
lucha desde las columnas de Regeneración y esperamos que nuestros
lectores recibirán el saludo de nuestro periódico como se recibe
el saludo de un viejo amigo.
“Volvemos al combate como siempre hemos
vuelto después de cada golpe: con nuestra fe agigantada, con nuestras
esperanzas no marchitas y con nuestro espíritu templado por la adversidad
y caldeado por el entusiasmo. La convicción de que cumplimos con un alto
deber, sirviendo a nuestra patria, nos infunde ese entusiasmo vigorosamente, y
si acaso sentimos una tristeza, es la de vivir alejados de la patria querida y
separados de la comunión con nuestros hermanos de
México.
“Pero ha sido preciso. La tiranía nos ha arrojado
de nuestra patria obligándonos a buscar libertad en suelo extranjero.
Cuatro años hemos luchado en México, cuatro años la
tiranía nos ha vejado, nos ha despojado, nos ha oprimido,
sujetándonos a procesos inicuos, amenazándonos con procedimientos
brutales, arrastrándonos por cárceles civiles y prisiones
militares, por penitenciarias y cuarteles”.
Mediante la
publicación del periódico, se intentaba reagrupar a los militantes
del movimiento liberal opositor a Díaz. El grupo estaba disperso,
reprimido e incomunicado. Las acciones represivas de la dictadura rebasaban los
límites. En la frontera de México con los Estados Unidos, era
común la violación del correo y el periódico no pudo
continuar publicándose.
Pero los magonistas fueron perseguidos
allende las fronteras. En una ocasión, un individuo intento asesinar por
la espalda a Ricardo; el atentado fue evitado por la oportuna
intervención de su hermano Enrique. Eso obligó a los magonistas a
moverse hacia San Luís Missouri.
En una Carta de Librado Rivera, preso en la penitenciaría federal de
Leavenworth, Kansas, a Manuel Tellez, encargado interino de la Embajada mexicana
en los Estados Unidos de Norteamérica, del 12 de junio de 1921,
escribió [36].
“En mayo de 1905 me vine directamente de la
ciudad de México a Saint Louis, Missouri. En dicha ciudad encontré
un grupo de jóvenes mexicanos dedicados a publicar
Regeneración. En uno de los primeros meses de 1906, las oficinas
de Regeneración fueron invadidas y saqueadas por los
representantes del gobierno de los Estados Unidos, y algunos de mis
compañeros, como Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón
y Juan Sarabia fueron arrestados por instancias de un instrumento de Porfirio
Díaz, Manuel Esperón y de la Flor. Ellos obtuvieron su libertad
bajo fianza y se fueron a Canadá, porque había otras acusaciones
más en contra de ellos. Durante este tiempo de su ausencia, yo
tomé cargo de las oficinas de Regeneración y de la
correspondencia de dicho periódico”.
Los magonistas se
reorganizaron con la incorporación de nuevos militantes. El 28 de
septiembre de 1905, se constituyó la Junta Organizadora del Partido
Liberal Mexicano (PLM). La Mesa Directiva la integraron: Ricardo Flores
Magón, presidente; Juan Sarabia, vicepresidente; Antonio I. Villarreal,
secretario; Enrique Flores Magón, tesorero; Librado Rivera, Manuel
Sarabia y Rosalío Bustamante, vocales.
En el Manifiesto publicado
el 30 de septiembre [72, 41] los magonistas examinaban críticamente la
situación política y social de México, señalaban las
limitaciones de la lucha cívica y llamaban a la unidad para reorganizar
el partido político, proponiendo la lucha por todos los medios y
la organización clandestina del partido. Luego, decían:
““Necesitamos hacernos fuertes, y para conseguirlo debemos unirnos y
organizarnos. Mientras estemos divididos y aislados, la liga poderosa de
nuestros enemigos nos batirá fácilmente, y no podremos adelantar
un paso. Somos miembros dispersos de un Partido, el Partido Liberal, y no nos
falta sino unirnos para hacernos respetar. Organicémonos para que los
hombres de principios liberales se agrupen bajo la misma bandera y que todos y
cada uno contribuyan con sus energías y sus elementos pecuniarios e
intelectuales al fortalecimiento y progreso del partido
libertador”.
Indicaban: “He aquí, en pocas
cláusulas, los medios de reorganizar nuestro partido:
“1. Se
constituye la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano con el
personal que firma el presente manifiesto. La Junta existirá
públicamente y residirá en un país extranjero para estar a
salvo, hasta donde es posible, de los atentados del gobierno de México.
Trabajará por la reorganización del Partido Liberal y con
los elementos que los correligionarios le proporcionen, luchará por todos
los medios, contra la dictadura de Porfirio Díaz. REGENERACION
será el órgano oficial de la Junta.
“2. Los
ciudadanos mexicanos que estén de acuerdo con las ideas de este
Manifiesto y anhelan la libertad de la patria, constituirán en las
poblaciones en que residan, agrupaciones secretas que estarán en
comunicación con esta Junta. Se aconseja a los correligionarios que sus
dichas agrupaciones prescindan de inútiles formalidades. Lo único
que se pide es que los ciudadanos liberales de cada población se
reúnan de tiempo en tiempo para tratar de los asuntos políticos
del país y mantengan correspondencia con esta Junta, ya para comunicarle
noticias políticas, ya para proponerle proyectos, o ya, simplemente, para
conservar con ella las relaciones establecidas.
“Se encarece a los
correligionarios que constituyan uniones lo más numerosas posibles, pero
si en algunas partes sólo hay un ciudadano de nuestras ideas, que no por
su aislamiento deje de dirigirse a nosotros.
“3. Los grupos o
ciudadanos que secunden la presente excitativa, lo comunicarán a esta
Junta, que inscribirá sus nombres entre los miembros del Partido que se
reorganiza. Esos grupos y ciudadanos enviarán mensualmente a la Junta
según los recursos y voluntad de cada uno, una contribución que se
invertirá en los gastos que requiera el cumplimiento de la
cláusula siguiente:
“4. La Junta, aparte de sus trabajos
propios, procurará el fomento de publicaciones oposicionistas en
México, distribuirá fondos entre los luchadores liberales que se
encuentren en la pobreza, sostendrá a los que la dictadura encarcele o
despoje; y si se dan casos de que un funcionario público pierda su
posición por haber cumplido con su deber, también lo
ayudará. Anhelamos hacer efectiva la solidaridad entre los liberales y
para ello contamos con el apoyo eficaz de nuestros correligionarios.
Los
magonistas agregaron que “Por estos medios nos organizaremos sin peligro,
y cuando tenga fuerza nuestro Partido podrá desplegar sus banderas y
entablar la lucha decisiva frente a frente de la odiosa
tiranía”.
Al mes siguiente, el 12 de octubre, Ricardo y
Enrique fueron aprehendidos en una acción mancomunada de los gobiernos
mexicano y estadounidense, y las oficinas de Regeneración fueron
saqueadas. No obstante, la situación política en México se
agravaba y la Revolución se iba gestando aceleradamente.
El 15 de
febrero de 1906 [73] se publicó el número 2 de
Regeneración y, el 1 de marzo del mismo año, se
publicó [74] el número 3. El periódico estaba dedicado a
estructurar el partido político. En los números 2 y 3 se
publicaron Las bases para la constitución de agrupaciones liberales
que se establezcan en conexión con la Junta Organizadora del Partido
Liberal Mexicano y deberes de esta Junta. En el número 3,
también, se publicó una convocatoria de la Junta para la
elaboración del Programa del partido.
En el número 6, del
15 de abril de 1906, se publicó [75] El proyecto de programa que la
Junta ponía a consideración de sus correligionarios y, en el
número 9 del 1 de junio de ese año [76], se publicaron las
Adiciones y reformas al Proyecto de Programa del Parido
Liberal.
Ese día estalló en Cananea, Sonora, una huelga
minera que fue violentamente reprimida por el ejército norteamericano y
los esbirros de Díaz. Esta no fue la primera huelga que estalló en
México, ni la única de 1906, pero sí la que expresó
una firme identidad de combatividad obrera. La huelga, vista en perspectiva
histórica, fue uno de los grandes momentos precursores de la
Revolución Mexicana. En la huelga estuvieron militantes del Partido de
Flores Magón.
2.3 LA HUELGA DE
CANANEA
El 1 de junio de 1906 estalló la huelga minera en
Cananea, Sonora, en la cual participaron los magonistas [42, 43, 24, 44, 45]. A
los pocos días después de ocurridos los acontecimientos, Ricardo
Flores Magón escribió al artículo “Aún es
tiempo” [1] con el seudónimo de Anakreon, en el cual
expresaba:
“No sabemos si los elocuentes hechos de Cananea
habrán convencido al fin a los que, ciegos, no han podido ver el peligro
que entraña el fenomenal incremento del capital americano en nuestra
patria.
“Embrutecidos por las mentiras que propalan los
periódicos de la dictadura, no reflexionamos, no nos tomamos el trabajo
de pensar —puesto que el gobierno piensa por nosotros— lo peligroso
que es para una nación débil como la nuestra, situada al alcance
de la mano de otra nación poderosa y ambiciosa, esa prodigiosidad de
franquicias que, puede decirse, pone nuestros intereses y aun la
soberanía nacional a merced de la ambición del coloso
americano.
“Los hechos de Cananea han venido a hacer la
luz.
“Muchos creían inofensiva la invasión del
capital americano, sin sospechar que cada dólar invertido en nuestro
país está apoyado por una bayoneta sajona pronta a derramar sangre
mexicana al primer síntoma de peligro.
“En efecto; el
capital americano en nuestra patria constituye un peligro, es una amenaza que
tenemos suspendida sobre nuestras cabezas, y amenaza que ha comenzado a
realizarse para nuestra vergüenza.
“El 1° de junio, como
se sabe, los mineros mexicanos que trabajan en los diferentes campos mineros de
la Cananea Consolidated Copper Co. se reunieron en número de cinco mil
para solicitar del coronel Greene, dueño de las minas de Cananea, el
aumento de los salarios a cinco pesos diarios y la implantación de la
jornada máxima de ocho horas. El coronel Greene recibió la
comisión nombrada entre los obreros, oyó la justísima
demanda que se le hacía, pero como el gobierno ha dado la consigna a las
grandes negociaciones de que no paguen buenos salarios a los trabajadores, el
dueño de las minas no concedió lo que los mineros pedían,
diciéndoles que tenía que pedir el consentimiento al gobierno para
poder atenderlos.
“Los obreros, por ese motivo, dejaron los
trabajos, pero como los obreros americanos, que ganan el doble que nuestros
compatriotas en nuestro país, habían ya entrado a trabajar, los
mexicanos fueron a invitarlos en nombre de la solidaridad a que se les unieran
para paralizar completamente los trabajos y obligar a la Cananea Consolidated
Copper Co. a elevar los salarios y a adoptar las ocho horas de
trabajo.
“En actitud pacífica, aunque viril y resuelta,
nuestros compatriotas se dirigieron a los obreros americanos a que los
acompañasen en la huelga, y fueron recibidos a balazos. La cobarde y
brutal agresión de los gringos encolerizó a nuestros compatriotas,
quienes correspondieron a pedradas los tiros que se les disparaban. Dos gringos,
hermanos, llamados Metcalf, murieron a pedradas y como dieciséis
mexicanos murieron a balazos.
“Después de este incidente,
muchos americanos bien armados se entretuvieron en disparar sus armas al
interior de las casas de los mexicanos que, indignados por tanta felonía,
tomaron las armas que encontraron en un montepío y se
defendieron.
“Los gringos son esencialmente cobardes y pusieron el
grito en el cielo. Ellos fueron los que provocaron la ira de los mexicanos y
fueron los primeros en pedir auxilio, pero no a las autoridades mexicanas, sino
a las americanas, que inmediatamente movilizaron fuerzas armadas para penetrar a
territorio mexicano.
“Al llegar a la frontera, rumbo a
México, las fuerzas americanas, con la arrogancia estúpida del
sajón, pretendieron penetrar a nuestro territorio, pero los empleados
mexicanos de la aduana de Naco, Sonora, impidieron ese ultraje a la
soberanía nacional. La negativa de los empleados de la aduana fue
contestada a tiros por las fuerzas americanas, entablándose un combate
que pudo ser más serio si más valerosos fueran los sajones. Los
empleados de la aduana hicieron retroceder a las fuerzas americanas, con un
resultado de tres muertos por cada lado”, finalizaba el relato.
En
el artículo “Cómo se nos denigra” [2], también
con el seudónimo de Anakreon, Ricardo escribió: “Los
periódicos gobiernistas están resueltos a no decir la verdad en lo
referente a los asuntos de Cananea, porque se descubriría la gran
culpabilidad del gobierno. Así, pues, niegan a puño cerrado que
las fuerzas americanas hubieran invadido el territorio nacional; niegan que los
trabajadores de Cananea estén mal pagados y que sea insultante la
preferencia que se da a los extranjeros en lo relativo a la cuantía de
los salarios.
“¿Con qué fin niegan los
periódicos del gobierno la invasión de tropas americanas a nuestro
territorio cuando los periódicos de los Estados Unidos confirman dicha
entrada y citan nombres y refieren detalles que no dan lugar a
duda?
“Se quiere sin duda salvar a Izábal de la tremenda
responsabilidad que le resultaría si oficialmente se reconociese que hubo
tal entrada de tropas americanas y el despotismo procura que no caiga ninguno de
sus miembros. El secreto de la fuerza de la tiranía está en la
solidaridad efectiva que existe entre sus miembros. Nadie deja que caiga el
compañero, todos procuran encubrir las faltas de los colegas. Si no
hubiera solidaridad entre los que oprimen, la tiranía habría
desaparecido hace mucho tiempo.
“Pero no desesperemos,
compatriotas; este largo periodo de sombras, en el cual se nos ha visto
arrastrándonos como larvas, tendrá que pasar si nos oponemos a que
se nos denigre, si nos proponemos salir de la abyección que
acabará por hacer de nosotros una raza de esclavos.
“No, no
hay que desesperar, pero tampoco hay que permanecer inactivos.
Asociémonos, unámonos, hagamos entre nosotros, los humillados y
los oprimidos, efectiva la solidaridad. Que la desgracia de un mexicano sea
considerada como la desgracia de todo el pueblo, que la persecución que
sufre un solo mexicano sea considerada como una persecución a la masa en
general. La unión nos dará la fuerza, la unión nos
hará respetables, y entonces seremos felices en nuestra patria y no
tendremos por qué franquear las fronteras para buscar trabajo en tierra
extraña, porque aquí lo tendremos abundante y bien retribuido, y
tendremos justicia y seremos respetados por todos.
“No hay, pues,
que desalentarse.
¡Adelante!”.
2.4 PROGRAMA
DEL PLM
Apenas un mes después de la huelga minera de
Cananea, desde San Luís Missouri, el 1 de julio de 1906, la Junta
Organizadora del PLM dio a conocer el Programa del Partido Liberal, el cual fue
publicado [77] en el número 11 de Regeneración.
En
la exposición de motivos se indicaba que “Todo partido
político que lucha por alcanzar influencia efectiva en la
dirección de los negocios públicos de su país, está
obligado a declarar ante el pueblo, en forma clara y precisa, cuáles son
los ideales por los que lucha y cuál es el programa que se propone llevar
a la práctica, en caso de ser favorecido por la
victoria”.
En el Manifiesto se informa a los mexicanos que el PLM
estaba en reorganización y, a través del Programa, declaraba sus
aspiraciones. Se decía que “las simples declaraciones de
principios, por muy altos que estos sean, no bastan para formar buenos gobiernos
y evitar tiranías; lo principal es la acción del pueblo, el
ejercicio del civismo, la intervención de todos en la cosa
pública”. Explícitamente se definían los alcances del
Programa al señalar que “Los puntos de este Programa no son ni
pueden ser otra cosa que las bases generales para la implantación de un
sistema de gobierno verdaderamente democrático. Son la
condensación de las principales aspiraciones del pueblo y responden a las
más graves y urgentes necesidades de la
patria”.
a) Reformas
constitucionales
Las reformas a la Constitución de 1857 se
declaraban ilegales y se proponía “la reducción del
período presidencial a cuatro años y la no
reelección”. Se suprimía el servicio militar obligatorio, se
proponían la libertad de palabra y de prensa anunciando que, “bajo
los gobiernos populares no hay delitos de imprenta”.
En el Programa
se propone la supresión de los Tribunales Militares. Se proponía
la instrucción laica suprimiendo las escuelas del clero. Desde entonces
se consideraba al magisterio como una profesión “de las peor
pagadas” y se proponía que “debe pagarse a los maestros
buenos sueldos, como lo merece su labor”. Se decía que la
enseñanza de las artes y oficios en las escuelas debía preparar a
la juventud para el trabajo y que la instrucción militar era para
prepararse a servir en la Guardia Nacional “para defender a la patria
cuando sea preciso y hará imposible el predominio de los soldados de
profesión, es decir, el militarismo”.
El Programa
señalaba que debía darse preferencia al mexicano sobre el
extranjero, “en igualdad de circunstancias”. También se
prohibía la inmigración china como “una medida de
protección a los trabajadores de otras nacionalidades”, ya que, los
chinos estaban dispuestos a trabajar “con el más bajo
salario”.
b) Restricciones a los
abusos del clero católico
Se indicaba que “El clero
católico, saliéndose de los límites de su misión,
religiosa, ha pretendido siempre erigirse en un poder político, y ha
causado grandes males a la patria, ya como dominador del Estado con los
gobiernos conservadores, o ya como rebelde con los gobiernos liberales”.
Se hacía una crítica a la intervención política del
clero y se decía que “Si el clero en México como en otros
países, se mantuviera siempre dentro de la esfera religiosa, no lo
afectarían los cambios políticos; pero estando, como está,
a la cabeza de un partido militante –el conservador-, tiene que resignarse
a sufrir las consecuencias de su conducta”. Entre otras cuestiones, se
indicaba que “nadie ignora que el clero tiene muy buenas entradas de
dinero, el que no siempre es obtenido con limpios procedimientos” y
anunciaba que “es muy justo que el Estado, que cobra impuestos sobre todo
lucro o negocio, los cobre también sobre éste, que no es, por
cierto, de los más limpios”.
Se enfatizaba en “la
supresión de las escuelas del clero como “una medida que
producirá al país incalculables
beneficios”.
c) Trabajo y
capital
La importancia del trabajo fue motivo de atención
por el Programa del PLM. Se decía que, gracias a la dictadura de Porfirio
Díaz, “el trabajador mexicano ha sido reducido a la
condición más miserable ... obligado a desempeñar una labor
de muchas horas ... el capitalista impone sin apelación las condiciones
de trabajo, que siempre son desastrosas para el obrero y éste tiene que
aceptarlas por dos razones: porque la miseria lo hace trabajar a cualquier
precio o porque, si se rebela contra el abuso del rico, las bayonetas de la
dictadura se encargan de someterlo. Así es como el trabajador mexicano
acepta labores de doce o más horas diarias por salarios menores de
setenta y cinco centavos, teniendo que tolerar que los patrones le descuenten
todavía de su infeliz jornal, diversas cantidades para médico,
culto católico, fiestas religiosas o cívicas y otras cosas, aparte
de las multas que con cualquier pretexto se le imponen”.
Continuaba
el Manifiesto señalando que “En más deplorable
situación que el trabajador industrial se encuentra el jornalero del
campo, verdadero siervo de los modernos señores feudales. Por lo general,
estos trabajadores tienen asignado un jornal de veinticinco centavos o menos,
pero ni siquiera este menguado salario reciben en efectivo. Como los amos han
tenido cuidado de echar sobre sus peones una deuda más o menos nebulosa,
recogen lo que ganan estos desdichados a título de abono, y solo para que
no mueran de hambre les proporcionan algo de maíz y fríjol y
alguna otra cosa que les sirva de alimento”.
Se concluía
diciendo que “de hecho, y por lo general, el trabajador mexicano nada
gana; desempeñando rudas y prolongadas labores, apenas obtiene lo
más estrictamente preciso para no morir de hambre” y se
concluía que “esto no solo es injusto, es inhumano, y reclama un
eficaz correctivo”.
d) Jornada de
8 horas
Se propuso, entonces, que “una labor máxima
de ocho horas y un salario mínimo de un peso, es lo menos que `puede
pretenderse para que el trabajador esté siquiera a salvo de la miseria,
para que la fatiga no lo agote, y para que le quede tiempo y humor de procurarse
instrucción y distracción después del
trabajo”.
No obstante tan relevante propuesta, especialmente con
relación a la jornada de trabajo, el Manifiesto aclaraba que
“seguramente el ideal de un hombre no debe ser ganar un peso por
día, eso se comprende; y la legislación que señale tal
salario mínimo no pretenderá haber conducido al obrero a la meta
de la felicidad”. Con más precisión se indicaba que
“no es eso de lo que se trata. A esta meta debe llegar el obrero por su
propio esfuerzo y su exclusiva aspiración, luchando contra el capital en
el campo libre de la democracia, lo que ahora se pretende es cortar de
raíz los abusos de que ha venido siendo víctima el trabajador y
ponerlo en condiciones de luchar contra el capital sin que su posición
sea en absoluto desventajosa”.
En el Programa se anunciaba una ley
del trabajo indicando otras reivindicaciones obreras, tales como, “la
higiene en fábricas, talleres, alojamientos y otros lugares en que
dependientes y obreros deben estar por largo tiempo; las garantías a la
vida del trabajador; la prohibición del trabajo infantil; el descanso
dominical, la indemnización por accidentes y la pensión a obreros
que han agotado sus energías en el trabajo; la prohibición de
multas y descuentos; la obligación de pagar con dinero en efectivo; la
anulación de la deuda a los jornaleros; las medidas para evitar abusos en
el trabajo a destajo y las de protección a los
medieros”.
e)
Tierras
El Programa del PLM criticaba el acaparamiento de tierras.
Para mejorar la situación de los trabajadores del campo, se
proponía “la ley del jornal mínimo” y “la
obligación del terrateniente de hacer productivos todos sus terrenos, so
pena de perderlos”. En este caso, el Estado las adjudicaría a
quienes las hicieren producir y se aprovecharen de sus productos. Los objetivos
de estas medidas eran “proporcionar trabajo, con la compensación
respectiva, a numerosas personas” y “estimular la producción
agrícola”.
A los actuales poseedores de tierras “no se
les van a quitar las tierras que les producen beneficios” pero
también se decía “la restitución de ejidos a los
pueblos que han sido despojados de ellos, es la clara justicia”.
El
Programa se refería a los emigrantes. “La dictadura ha procurado la
despoblación de México”, se decía. “Por
millares, nuestros conciudadanos han tenido que traspasar las fronteras de la
patria, huyendo del despojo y de la tiranía”. Tan grave mal debe
remediarse, dando a los expatriados la posibilidad de volver a su
nación.
En cuanto a la cesión de las tierras, éstas
“deben darse a todo el que las solicite para cultivarlas” con la
condición de no venderlas para evitar la división de la propiedad
y evitar que los capitalistas vuelvan a acapararlas. Para apoyar el inicio o
desarrollo de los cultivos se proponía la creación del Banco
Agrícola.
El Programa propone la abolición de impuestos
notoriamente inicuos, entre otros, sobre sueldos y salarios. En la parte final,
se declara la confiscación de los bienes de los funcionaros enriquecidos
durante la dictadura. Los bienes confiscados serían restituidos por el
Estado a las tribus y comunidades, y también destinarse al pago de la
deuda. Se hablaba de la supresión de los Jefes Políticos, la
unión entre los países latinoamericanos y que un Congreso Nacional
daría forma de Ley al Programa “para que se cumpla y haga
cumplir” y agregaba que “Sobre la soberanía de los congresos
está la soberanía popular”.
Enseguida se enunciaba el
Programa del PLM mismo que contenía los siguientes puntos: Reformas
constitucionales, Mejoramiento y fomento de la instrucción, Restricciones
a los abusos del clero católico, Capital y trabajo, Tierras, Impuestos,
Puntos generales y una Cláusula especial.
El Programa culminaba
con un llamado a los mexicanos para engrosar las filas y se hacían
expresiones de optimismo. “¡Utopía! ¡Ensueño!
Clamarán, disfrazando con terror con filosofías abyectas, los que
pretenden detener las reivindicaciones populares ... ” pero el PLM
señalaba que “La decisión es irrevocable: el Partido Liberal
luchará sin descanso por cumplir la promesa solemne que hoy hace al
pueblo, y no habrá obstáculo que no venza, ni sacrificio que no
acepte, por llegar hasta el
fin”.
2.5 LEVANTAMIENTO DE
1906
La Junta Organizadora del PLM envió a Hilario C. Salas
una Proclama que recibió los primeros días de septiembre de 1906,
en la Sierra de San Pedro Soteapan, Veracruz. En esa Proclama se llamó
enérgicamente a lucha y se decía que “nos rebelamos contra
la dictadura de Porfirio Díaz, y no depondremos las armas que hemos
empuñado con toda justificación, hasta que en unión de todo
el Partido Liberal Mexicano, hayamos hecho triunfar el Programa” del 1 de
julio anterior.
En la Proclama se hacía un recuento de los
agravios de la dictadura contra el pueblo y se expresaba que “Los
crímenes cada día mayores de la dictadura, y la imposibilidad de
ser atendidos por medios pacíficos, pues cuantas veces hemos querido
ejercitar un derecho hemos sido atropellados, nos precipitan a la
Revolución; los que en ella vean un mal, no culpen al pueblo que durante
treinta años ha sufrido de sobra pacífico y sufrido, culpen a la
tiranía y su despótica intolerancia, nos ha hecho preciso recurrir
a la fuerza de las armas para defender nuestros derechos y realizar nuestras
justas y honradas aspiraciones” [4].
“Luchamos por la patria,
por todos los oprimidos en general, por el mejoramiento de todas las condiciones
políticas y sociales en nuestro país, para beneficio de
todos”, se decía. En la Proclama se hizo un llamado “a los
oficiales y soldados del ejército nacional para que, lejos de servir a la
vil dictadura que deshonra a la patria y la traicionan, se unan al movimiento
libertador”. A los extranjeros se les pedía que no intervinieran
pues “no queremos dar lugar a conflictos
internacionales”.
Hilario C. Salas hizo publicar y circular la
Proclama a efecto de preparar el movimiento revolucionario”. La
reacción de la dictadura fue inmediata.
La noche del 30 de
septiembre, un contingente mal armado de mil hombres se organizó en tres
secciones para atacar las plazas de Acayucan, Minatitlán y Puerto
México. La primera, a cargo de Salas, atacó la plaza de Acayucan;
sus fuerzas llegaron haciendo fuego hasta los corredores del palacio municipal.
Allí recibió un balazo en el vientre, entonces, sus
compañeros se replegaron llevándose al herido.
La segunda
sección, a cargo de Enrique Novoa, no logró su propósito
porque se perdió en el camino y cuando marchó sobre su objetivo lo
encontró fortificado por el ejército porfirista. El contingente,
mayoritariamente indígena, se dispersó.
Al intentar asaltar
Puerto México, la tercera sección a cargo de Juan Alonso
Marón, los revolucionarios se encontraron con la plaza ocupada por el
enemigo, muy superior en número y preparado para resistir cualquier
ataque de los libertadores.
El 4 de octubre, cerca de San Pedro Soteapan,
las fuerzas de Hilario C. Salas sostuvieron un reñido combate con los
“pelones” del 25º. Batallón. En desigual batalla y no
obstante la superioridad numérica, de armas y municiones del
ejército de la dictadura, el combate fue intenso con saldo de varios
muertos y heridos de los dos
bandos.
2.6 HUELGAS
TEXTILES
Los acontecimientos violentos de Cananea tuvieron amplia
repercusión y se supieron en otras partes [9, 48, 54]. Los magonistas
participaban de acciones en varias partes del país. En las zonas
industriales de Puebla, Tlaxcala y Veracruz se habían establecido
contactos del PLM. En 1906, José Neira Gómez y Manuel Avila
fundaron el Gran Círculo de Obreros Libres [3]. Según el propio
Ricardo Flores Magón, Neira contribuyó a elaborar el Programa.
El círculo tenía su base en Orizaba, Veracruz. Hacia fines
de 1906, existían más de 80 filiales en funciones que publicaban
el periódico Revolución Social [14] habiéndose
formado círculos similares en Puebla, Querétaro, Jalisco, Oaxaca y
Distrito Federal. Las asociaciones patronales, encabezadas por el Centro
Industrial de Puebla prohibieron toda organización obrera bajo pena del
despido.
Los trabajadores respondieron con paros y huelgas. El 4 de
diciembre de 1906 estalló la huelga textil en los estados de Puebla y
Tlaxcala.
En la crisis de diciembre hubo participación magonista.
Sin embargo, la tradición mutualista era muy arraigada. Los participantes
no pretendían derrocar al gobierno y los huelguistas expresaban vivas al
gobernador de Puebla y otros políticos locales [47]. También, un
número considerable de obreros dejó las fábricas para
buscar trabajo en otras partes.
Como último recurso, el 14 de
diciembre, los trabajadores solicitaron (sic) la intervención personal
(sic) del dictador Díaz. En la época, la industria textil
tenía mucha importancia. Por esas fechas sobrevino un aumento en el
precio del algodón y la declinación del mercado de telas. Ante la
negativa de los industriales de atender las demandas obreras siguió el
cierre de fábricas textiles en Puebla y Tlaxcala y, luego, el 22 de
diciembre de 1906, todas las fábricas textiles del centro y oriente de
México dejando sin trabajo a 30 mil obreros.
El 5 de enero de
1907, el dictador anunció el resultado de su mediación: los
reglamentos de trabajo existentes subsistirían, prometiéndose
reformas tan pronto como los huelguistas regresaran al trabajo a partir del 7 de
enero en las 96 fábricas textiles en huelga. A cambio de estas promesas,
se pedía a los trabajadores que aceptaran el control de sus
periódicos por parte de agentes nombrados por el gobierno; además,
de que prometieran que se abstendrían de tomar parte en huelgas futuras
[47].
No obstante las objeciones de algunos trabajadores, la
mayoría decidió regresar al trabajo. Pero, en Orizaba, un
importante contingente de 5 mil obreros no aceptó las condiciones
impuestas por Díaz y se negó a regresar al trabajo.
Los
trabajadores opuestos al acuerdo se agruparon frente a la empresa de hilados de
Río Blanco para impedir que alguien entrara a trabajar. Entonces, fueron
atacados por un agente de la empresa y un obrero murió de un balazo. Los
trabajadores respondieron, la multitud se lanzó sobre la tienda de raya,
la saqueó, la incendió y, luego, los obreros con sus mujeres y sus
niños, marcharon hacia Orizaba para exigir su derecho a organizarse. El
ejército federal los esperó emboscado en el camino y al
aproximarse la columna de obreros abrió fuego a discreción
produciéndose una masacre con muchos muertos y heridos. Luego, el
ejército de la dictadura ejerció una cacería de obreros,
calle por calle y casa por casa. El 8 de enero, Rafael Moreno y Manuel
Juárez, presidente y secretario del Gran Círculo de Obreros
Libres, fueron fusilados frente a los escombros de la tienda de raya de
Río Blanco [48].
2.7
LEVANTAMIENTO DE 1908
La Junta Organizadora del PLM
señaló la fecha del 25 de junio de 1908 para hacer estallar la
Revolución [4]. Pero la conspiración fue descubierta por la
dictadura y la noche del 24, en varios estados de la República, se
llevaron a cabo detenciones, encarcelamientos y asesinatos con el claro
propósito de hacer fracasar el brote de la Revolución.
En
las primeras horas del 25 de junio, en cumplimiento de las instrucciones
recibidas, un pequeño grupo de rebeldes mal armados tomó por
asalto el pueblo de La Viesca derrotando a la policía, las puertas de la
prisión local fueron abiertas, se otorgó la libertad a los presos
y se recorrió el pueblo proclamando el programa del PLM.
A las
pocas horas, los soldados enemigos y los rebeldes hicieron contacto. Ante la
superioridad del enemigo, los rebeldes abandonaron el pueblo refugiándose
en las montañas.
El 26 de junio, Jesús M. Rangel, al frente
de cuarenta rebeldes atacó el pueblo de Las Vacas, formando tres
guerrillas comandadas por él mismo, Benjamín Canales y
Encarnación Díaz, respectivamente. Trescientos soldados de la
dictadura que estaban acuartelados en el pueblo fueron atacados en forma
sorpresiva pero contestaron el ataque. Los revolucionarios les hicieron frente
pero cuando se les acabó el parque tuvieron que prescindir de su
propósito. En el campo cayeron las primeras víctimas de la
Revolución que iniciaba, entre ellos, Benjamín Canales, Pedro
Miranda, Néstor López, Modesto G. Ramírez, Juan Maldonado,
Emilio Murguía, Antonio Martínez Peña, Pedro Arreola y
Manuel V. Vélez, así como varios heridos.
El 1 de julio, se
levantaron en armas Praxedis G. Guerrero, Enrique Flores Magón, Francisco
Manrique y ocho valientes más que estaban refugiados en El Paso, Texas,
punto clave para llevar adelante el plan de la Revolución.
El
combate entablado en Las Palomas, Chihuahua, con las fuerzas federales fue
encarnizado. Los rebeldes, en inferioridad de hombres y armas, resistieron al
enemigo hasta agotárseles el último cartucho. En el combate
cayó Francisco Manrique y cuatro de los diez que quedaban de pie estaban
heridos. Entonces, se replegaron volviendo a cruzar la frontera.
El 7 de
agosto de 1907, fueron detenidos y encarcelados Ricardo Flores Magón,
Librado Rivera y Antonio I. Villarreal, quienes salieron de la prisión de
Arizona el 10 de agosto de 1910. Partieron hacia Los Angeles a reabrir las
oficinas del PLM siendo recibidos por un gran mitin organizado por el Partido
Socialista. Se habló de la necesidad de que Regeneración
volviera a la luz pública y a los pocos días reapareció el
periódico en su tercera
etapa.
2.8 REVOLUCION
MEXICANA
a) La
Revolución
El 19 de noviembre de 1910, los magonistas
escribieron [27, 28] “La revolución va a estallar de un momento a
otro”. Al siguiente día se produjeron levantamientos armados en
varias partes del país.
Preguntaban: “¿Quiénes
temen la Revolución? y señalaron: “Los mismos que la han
provocado; los que con su opresión o su explotación sobre las
masas populares han hecho que la desesperación se apodere de las
víctimas de sus infamias; los que con la injusticia y la rapiña
han sublevado las conciencias y han hecho palidecer de indignación a los
hombres honrados de la tierra”.
Luego decían que “Los
que por tantos años hemos estado atentos a todos los incidentes de la
vida social y política del pueblo mexicano, no podemos engañarnos.
Los síntomas del formidable cataclismo no dejan lugar a la duda de que
algo está por surgir y algo por derrumbarse, de que algo va a levantarse
y algo está por caer. Por fin, después de treinta y cuatro
años de vergüenza, va a levantar cabeza el pueblo mexicano, y por
fin, después de esa larga noche, va a quedar convertido en ruinas el
negro edificio cuya pesadumbre nos ahogaba”.
En esos momentos
culminantes, los magonistas advertían que el movimiento causado por la
desesperación no debía ser ciego sino orientado por “la
ciencia”. Se decía que “debemos tener presente que
ningún gobierno, por honrado que sea, puede decretar la abolición
de la miseria. Es el pueblo mismo, son los hambrientos, son los desheredados los
que tienen que abolir la miseria, tomando, en primer lugar, posesión de
la tierra ...”.
Después, los magonistas escribieron que
“No es posible predecir hasta donde podrá llegar la obra
reivindicadora de la próxima revolución; pero si llevamos los
luchadores de buena fe el propósito de avanzar lo más posible por
ese camino; si al empuñar el Winchester vamos decididos, no al
encumbramiento de otro amo, sino a la reivindicación de los derechos del
proletariado; si llevamos al campo de la lucha armada el empeño de
conquistar la libertad económica, que es la base de todas las libertades,
que es la condición sin la cual no hay libertad ninguna, si llevamos ese
propósito encauzaremos el próximo movimiento popular, por un
camino digno de nuestra época”.
Agregaban los magonistas que
“si por el afán de triunfar fácilmente; si por querer
abreviar la contienda quitamos de nuestras tendencias el radicalismo que las
hace incompatibles con las tendencias de los partidos netamente burgueses y
conservadores, entonces, habremos hecho obra de bandidos y de asesinos, porque
la sangre derramada no servirá más que para dar mayor fuerza a la
burguesía, esto es, a la casta poseedora de la riqueza, que
después del triunfo pondrá nuevamente la cadena al proletariado
con cuya sangre, con cuyo sacrificio, con cuyo martirio ganó el
poder”.
Luego, concluían diciendo: “Pronto
escucharéis los primeros disparos, pronto lanzarán el grito de
rebeldía los oprimidos. Que no haya uno solo que deje de secundar el
movimiento, lanzando con toda la fuerza de la convicción este grito
supremo: ¡Tierra y
Libertad!”.
b) La
tierra
En Regeneración del 1 de octubre de 1910, Ricardo
Flores Magón explicó la importancia de la tierra. Escribió
que “la tierra es el elemento principal del cual se extrae o se hace
producir todo lo que es necesario para la vida. De ella se extraen los metales
útiles: carbón, piedra, arena, cal, sales. Cultivándola,
produce toda clase de productos alimenticios y de lujo. Sus praderas
proporcionan alimento al ganado, mientras sus bosques brindan su madera y las
fuentes sus linfas generadoras de vida y belleza. Y todo esto pertenece a unos
cuantos, da poder a unos cuantos, cuando la naturaleza la hizo para
todos.
“De esta tremenda injusticia nacen todos los males que
afligen a la especia humana al producir miseria” [25, 26].
Luego
indicaba: “¡Tierra grita la Revolución Mexicana!” y
hacía un vehemente llamado: “Taciturnos esclavos de la gleba,
resignados peones del campo, dejad el arado. Los clarines de Acayucan y
Jiménez, de Palomas y Las Vacas, de Viesca y Valladolid, os convocan a la
guerra para que toméis posesión de esa tierra, a la que dais
vuestro sudor, pero que os niega sus frutos porque habéis consentido con
vuestra sumisión que manos ociosas se apoderen de lo que os pertenece, de
lo que pertenece a la humanidad entera, de lo que no puede pertenecer a unos
cuantos hombres, sino a todos los hombres y a todas las mujeres que, por el
solo hecho de vivir, tienen derecho a aprovechar en común, por medio del
trabajo, toda la riqueza que la tierra es capaz de
producir.
“Esclavos, empuñad el Winchester ... compradlo,
pedidlo prestado en último caso, y lanzaos a la lucha gritando con todas
vuestras fuerzas: ¡Tierra y
Libertad!”.
c) Jornada de
Janos
El 30 de diciembre de 1910, en Janos, Chihuahua,
“Treinta libertarios hicieron morder el polvo de una vergonzosa derrota a
centenares de esbirros de la dictadura porfirista”, escribió el
propio Ricardo Flores Magón al referirse a Praxedis G. Guerrero, en el
primer aniversario de su muerte, precisamente en aquella jornada
[29].
“La lucha se desarrolló en las sombras de la noche.
Nuestros treinta hermanos, llevando la bandera roja que es la insignia de los
desheredados de la tierra, se echaron con valor sobre la población
fuertemente guarnecida por los sicarios del capital y de la autoridad, resueltos
a tomarla o a perder la vida”.
Contó Ricardo que “toda
la noche duró el combate. El enemigo, convencido de su superioridad
numérica, no quería rendirse, esperanzado en que tendría
forzosamente que aplastar aquel puñado de audaces. Los disparos se
hacían a quemaropa, se luchaba cuerpo a cuerpo en las calles de la
población. El enemigo atacaba fieramente, como que contaba con una
victoria segura; los nuestros repelían la agresión con
valentía, como que sabían que inferiores en número,
tendrían que hacer prodigios de arrojo y audacia.
“El
combate duró toda la noche del 30 de diciembre de 1910, hasta que, al
acercarse el alba, el enemigo huyó despavorido rumbo a Casas Grandes,
dejando el campo en poder de nuestros hermanos y un reguero de cadáveres
en las calles de Janos. El sol del 31 de diciembre alumbró el lugar de la
tragedia donde yacían dos de los nuestros: Praxedis y
Chacón”.
El relato de Ricardo culminaba con un llamado a las
fuerzas de la dictadura. “Volved soldados, las bocas de vuestros fusiles
contra vuestros jefes y pasaos a las filas de los rebeldes de la Bandera Roja,
que luchan al grito de ¡Tierra y
Libertad!”.
d) La
Revolución en Baja California
El 29 de enero de 1911
estalló la rebelión de los liberales magonistas en Baja
California, encabezada por José María Leyva. La conjura
había sido descubierta el 23 de enero de 1911 y se arrestó a
varios liberales revolucionarios, entre ellos, a Mariano A. Barrera, quien fue
torturado y asesinado por los esbirros de la dictadura
porfirista.
Precipitados los acontecimientos, la madrugada del 29 de
enero, José María Leyva al frente de cuarenta rebeldes,
después de una ligera escaramuza tomó Mexicali. Celso Vega, jefe
político del Distrito y Comandante militar de la zona, organizó
una columna para batir a los revolucionarios. El 30 de enero, al frente de 200
oficiales, tropa y gendarmes, cruzó el Cañón del Burro, El
Carrizo y Tecate, hasta llegar a su base de operaciones en Las Juntas
[4].
La madrugada del 13 de febrero, siguió sobre Mexicali.
Atravesando el paso de Los Picachos llegó el 15 de febrero a la entrada
de la población. A las dos de la tarde, la columna de los federales
inició el ataque. Se inició el combate entre las fuerzas
revolucionarias y las porfiristas. La batalla duró seis horas. Entrada la
noche, el enemigo huyó, después de haber sufrido la
derrota.
Durante el combate, el coronel Vega cayó de su
cabalgadura gravemente herido. Los federales regresaron a su lugar de partida.
Después, Vega calificó a los revolucionarios de
“filibusteros” para desvirtuar la causa.
En Baja California,
Margarita Ortega fue el lazo de unión entre los combatientes del PLM.
Margarita, “hábil jinete y experta en el manejo de armas de fuego,
atravesaba las líneas enemigas y conducía armas, parque, dinamita,
lo que se necesitara, a los compañeros en el campo de
acción”, según escribió Ricardo Flores Magón
[30] un año después de haber sido fusilada por la dictadura.
Margarita “tenía un gran corazón; desde su caballo, o
detrás de un peñasco, podía tener a raya a los soldados del
gobierno, y poco después podíase verla cuidando a los heridos,
alimentando a los convalecientes y prodigando palabras de consuelo a las viudas
y a los huérfanos”.
Margarita Ortega y su compañero
Natividad Cortés tuvieron la tarea de organizar el movimiento en el norte
de Sonora, teniendo como base de operaciones al pueblo de Sonoyta. Luego de ser
detenida y torturada, el 14 de noviembre de 1910, “una descarga cerrada
hizo rodar por tierra, sin vida, a la noble mujer, cuya existencia ejemplar debe
servir de estímulo a los desheredados para redoblar nuestros esfuerzos
contra la explotación y la tiranía”, escribió
Ricardo.
e) Zapata y el
zapatismo
El zapatismo fue la expresión mas concentrada de
la Revolución Mexicana. En Morelos, base del Ejército Libertador
del Sur, dirigido por Emiliano Zapata, se opuso resistencia a los acuerdos de
Ciudad Juárez entre Díaz y Madero para resolver el problema
electoral sin tocar nada de las causas profundas de la Revolución que
estallaba por todo el país [48].
A fines de 1910, Zapata
reunió a ochenta hombres armados, se fue a las tierras en disputa con los
hacendados en Villa de Ayala, y los campesinos de Anenecuilco tomaron
posesión de las tierras. Luego, se siguió aplicando el mismo
método: derribar las cercas, repartir las tierras bajo la
protección de las armas y dejar a los campesinos en posesión de
sus terrenos. A ese momento, la sublevación campesina se extendía
por todo el país.
El 29 de marzo de 1911, Zapata atacó
Chinameca pertrechándose con armas y cartuchos quitados al enemigo, sea a
las haciendas o a los federales. El 20 de mayo los zapatistas tomaron Cuautla y
luego Cuernavaca. En Morelos, Oaxaca y Guerrero, los campesinos ocuparon las
haciendas y procedieron a cultivar las tierras protegidas por sus
fusiles.
Varias veces Madero intentó negociar sin éxito con
Zapata. En septiembre de 1911, todo el estado de Morelos estaba levantado en
armas. Al poder estatal de los poseedores, Zapata opuso el poder del pueblo en
armas conclusión expresada en el Plan de Ayala, mismo que le dio programa
e independencia a la Revolución zapatista.
El Plan de Ayala [5]
fue firmado el 28 de noviembre de 1911. Uno de los zapatistas, Gildardo
Magaña, escribió [59] que después de estar redactando el
Plan entre Zapata y Otilio Montaño, en la sierra de Ayoxustla,
“Todos los jefes que operaban en aquella región recibieron
órdenes de reunirse a la mayor brevedad en la serranía de
Ayoxustla. El 28 de noviembre, Ayoxustla, aquel solitario punto de la sierra, se
transformó en un animado campamento revolucionario, en el que multitud de
hombres, cruzado el pecho por las cananas a medio llenar de cartuchos, y en la
mano callosa y morena la carabina aún oliente a pólvora, se
apretaban en un abigarrado conjunto, comentando los recientes sucesos e
interrogándose sobre el objeto de aquella cita que todos
presentían importante.
“En el interior de un jacal que les
había servido de albergue, el general Zapata y el profesor Montaño
discutían sobre cosas que los de afuera no podían oír, a
pesar de sus deseos y curiosidad. Al fin, el primero, siempre grave en medio de
su amabilidad, de pie en el calor de la puerta del jacal,
indicó:
“- ¡Esos que no tengan miedo, que pasen a
firmar! ...
“Y acto continuo Montaño, de pie junto a una
mesa de madera, pequeña y de rústica manufactura, que como
histórica reliquia conservan los vecinos de Ayoxustla, con su voz
áspera y gruesa y su acento de educador pueblerino, dio lectura al Plan
de Ayala.
“Todos los presentes acogieron el documento con
entusiasmo desbordante, y los jefes y oficiales lo firmaron emocionados”.
En el artículo 6 del Plan de Ayala se hace constar
explícitamente que los pueblos entrarán “desde luego”
en posesión de sus tierras, montes y aguas de las que habían sido
despojados “manteniendo a todo trance, con las armas en la mano, la
mencionada posesión” [5].
Zapata expresó con toda la
fuerza posible el grito de la Revolución Mexicana que había
anunciado Ricardo Flores Magón. En una carta a Gildardo Magaña,
del 6 de diciembre de 1911, Zapata comprendía la importancia del Plan y
la importancia de su lucha. Esa vez dijo: “Yo, como no soy
político, no entiendo de esos triunfos a medias: de esos triunfos en que
los derrotados son los que ganan; de esos triunfos en que, como en mi caso, se
me exige, dizque después de triunfante la Revolución, salga no
solo de mi Estado, sino también de mi Patria. Yo estoy resuelto a luchar
contra todo y contra todos sin mas baluarte que la confianza, el cariño y
el apoyo de mi pueblo” [90].
El carácter revolucionario del
Plan de Ayala reside en el planteamiento de nacionalización de todos los
bienes de los enemigos de la Revolución, es decir, terratenientes y
capitalistas; y, el contenido objetivo anticapitalista. Aunque el Plan
proponía sostener sus medidas con base en el pueblo en armas, no
resolvía el problema del poder pero, durante el transcurso de la
Revolución, el Plan fue la base para la dualidad de poderes establecida
por el zapatismo en Morelos.
f)
Expropiar al capital
El 23 septiembre de 1911, fechado en Los
Angeles, California, los magonistas emitieron un importante Manifiesto en el
cual señalaban que “Contra el capital, la autoridad y el clero, El
Partido Liberal Mexicano tiene enarbolada la bandera roja en los campos de la
acción en México, donde nuestros hermanos se baten como leones,
disputando la victoria a las huestes de la burguesía o sean: maderistas,
reyistas, vazquistas, científicos, y tantas otras cuyo único
propósito es encumbrar a un hombre a la primera magistratura del
país, para hacer negocio a su sombra sin consideración alguna a la
masa entera de la población de México, y reconociendo, todas
ellas, como sagrado, el derecho de propiedad individual” [60].
En
el Manifiesto se expresaba la situación indicando que “En estos
momentos de confusión, tan propicios para el ataque contra la
opresión y la explotación, en estos momentos en que la autoridad,
quebrantada, desequilibrada, vacilante, acometida por todos sus flancos por las
fuerzas de todas las pasiones desatadas, por la tempestad de todos los apetitos
avivados por la esperanza de un próximo hartazgo; en estos momentos de
zozobra, de angustia, de terror para todos los privilegios, masas compactas de
desheredados invaden tierras, queman los títulos de propiedad, ponen las
manos creadoras sobre la fecunda tierra y amenazan con el puño a todo lo
que ayer era respetable: autoridad, capital y clero; abren el surco, esparcen la
semilla y esperan, emocionados, los primeros frutos de un trabajo
libre”.
“Estos son, mexicanos, los primeros resultados
prácticos de la propaganda y la acción de los soldados del
proletariado, de los generosos sostenedores de nuestros principios igualitarios,
de nuestros hermanos que desafían toda imposición y toda
explotación con ese grito de muerte para todos los de arriba y de vida y
de esperanza para todos los de abajo: ¡Viva Tierra y
Libertad!”.
Después se decía que “la
expropiación tiene que ser llevada a cabo a sangre y fuego durante este
grandioso movimiento ... los proletarios han tomado posesión de la tierra
sin esperar a que un gobierno paternal se dignase a hacerlos felices, concientes
de que no hay que esperar nada bueno de los gobiernos y de que “la
emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores
mismos” (sic). Esta última expresión es la misma que propuso
Carlos Marx durante el congreso constituyente de la Primera Asociación
Internacional de los Trabajadores, en 1864, en Londres [61, 62].
El
Manifiesto indicaba, además, que “no hay que limitarse a tomar tan
solo posesión de la tierra y de los implementos agrícolas: hay que
tomar resueltamente posesión de todas las industrias por los trabajadores
de las mismas, consiguiéndose de esta manera que las tierras, las minas,
las fábricas, los talleres, las fundiciones, los carros, los
ferrocarriles, los barcos, los almacenes de todo género y las casas
queden en poder de todos y cada uno de los habitantes de México, sin
distinción de sexo”.
“Siguiendo inmediatamente a la
expropiación”, se proponía “la organización de
la producción” libre ya de los amos y basada en las necesidades de
los habitantes de cada región. El Manifiesto agregaba que los liberales
no habían depuesto las armas “a pesar de los tratados de paz del
traidor Madero con el tirano Díaz” y se aclaraba que
“ningún hombre, por bien intencionado que sea, puede hacer algo a
favor de la clase pobre cuando se encuentra en el poder”. Firmaron el
Manifiesto: Ricardo Flores Magón, Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y
Enrique Flores Magón [60].
2.9
HUELGA GENERAL DE 1916
En un artículo publicado en
Regeneración, el 26 de agosto de 1916, Ricardo Flores Magón
hizo un severo juicio a Carranza con relación a la represión
ejercida contra la huelga general de 1916 en el Distrito Federal [84], refutando
acremente punto por punto el decreto militar y las acciones carrancistas
represoras [31].
Ricardo se refirió a la petición de
aumento salarial de los obreros quienes exigían el pago en pesos oro
debido a la depreciación de los billetes carrancistas llamados
popularmente “bilimbiques”, cuyo valor era de 20 centavos en oro
nacional pero, para el proletariado, tenía un valor de cinco centavos o
menos.
La crítica de Ricardo incluía a la prensa servil de
la época, como el periódico El Pueblo, así como a la
hoja llamada Acción Mundial, de Gerardo Murillo, alias
“Doctor Atl”, por justificar la tiranía de Carranza y tratar
de embaucar a los trabajadores.
La huelga, sin embargo, estalló el
31 de julio de 1916. “Los obreros de las plantas eléctricas de
Necaxa, Nonoalco, Indianilla y San Lázaro fueron los que hicieron
más efectiva la huelga general, pues teniendo en sus manos la
producción de fuerza y de luz, al abandonar el trabajo paralizaron las
grandes industrias del Distrito Federal, el tráfico de los
tranvías eléctricos, el agua potable dejó de fluir a la
ciudad de México, y el alumbrado y otros servicios públicos fueron
eliminados”, refirió Flores Magón.
Luego
expresó que ante tal demostración obrera, “Carranza
perdió los estribos” poniéndose de parte de los explotadores
“como todo jerarca que ve vacilar el andamiaje capitalista al cual debe
dar siempre decidido apoyo”.
Ricardo escribió [31] que
Carranza recurrió al terror, siguiendo los pasos de su predecesor:
Porfirio Díaz. “Una hora antes de que los esquiroles carrancistas
pusieron en movimiento las plantas productoras de luz y fuerza, Carranza
promulgó, en bando solemne, un decreto que amplía la ley del 25 de
enero de 1862”. El 1 de agosto de 1916, el periódico El
Nacional publicó en primera plana “Hoy a las cinco de la tarde
se promulgará la Ley Marcial en vista de que los obreros no cejan en su
actitud” agregando que “Patrullas militares, a bordo de
automóviles, impiden que los huelguistas formen grupos”
[20].
El decreto de Carranza del 1 de agosto de 1916 señalaba en
el artículo 1 que “Se castigará con la pena de muerte ...
Primero: A los que inciten a la suspensión del trabajo en las
fábricas o empresas destinadas a prestar servicios públicos o la
propaguen; a los que presidan las reuniones en que se proponga, discuta o
aprueba; a los que la defiendan y sostengan; a los que la aprueben o suscriban;
a los que asistan a dichas reuniones o no se separen de ellas tan pronto como
sepan su objeto; y a los que procuren hacerla efectiva una vez que se hubiese
declarado”. Esto es, la pena de muerte decretada por Carranza era contra
todos los huelguistas.
Según el artículo 2 del decreto,
“los delitos de que habla esta ley serán de la competencia de la
misma autoridad militar a que corresponde conocer de los que define y castiga la
Ley del 25 de enero de 1862, y se perseguirán, averiguarán y
castigarán en los términos y con los procedimientos que
señala el decreto número 14 del 12 de diciembre de
1913”.
Flores Magón también hizo severa
crítica a la Casa del Obrero Mundial (COM) que había pactado con
Carranza para formar los tristemente célebres Batallones Rojos el 14 de
febrero de 1915. “Nuestros hermanos no oyeron nuestros consejos”,
escribió. “Alentados por las caricias carrancistas, no solo le
dieron su apoyo moral, sino que empuñaron el rifle y centenares de ellos
rindieron su vida en los combates ... para remacharse las cadenas”,
agregó.
Ricardo reflexionó sobre la huelga misma y dijo que
“La huelga no redime cuando tiene por objeto el aumento de los salarios,
la disminución de las horas de trabajo, el reconocimiento de la
unión o sindicato o la obtención de mejoras. Lo que perjudica al
trabajador, y lo hace esclavo del burgués, no es lo miserable del salario
sino la existencia del sistema del salario, producto natural del derecho de
propiedad privada”. Luego agregaba que “El remedio del mal es la
expropiación, desconociendo el derecho de propiedad privada e
individual” e hizo un llamado: “Obreros de las ciudades: completad
la obra de vuestros hermanos del campo, tomando vosotros posesión de la
fábrica y del taller”.
Carranza vociferó contra los
obreros al expresar que “debería considerarse traidores a los
instigadores del movimiento”. Luego, se desató la jauría
procediendo a la detención y encarcelamiento de multitud de hombres y
mujeres. A los arrestados, entre ellos, Ernesto Velasco, Luis Harris,
María Esther Torres, se les llevó ante un Consejo de Guerra el 10
de agosto “para responder del delito de
rebelión”.
Carranza aseguraba que “la huelga fue
absolutamente antirevolucionaria”. Ricardo le contestó puntualmente
al afirmar que “El problema obrero no es propio de una nación: es
un problema universal, porque la humanidad entera está dividida en dos
clases sociales: la de los explotados y la de los explotadores, como
consecuencia del imperio en todas las naciones del mundo del sistema de la
propiedad privada o sistema capitalista”.
Decía Ricardo que
“La crisis por la que atraviesa la burguesía de México
afecta a la burguesía de todos los países. Si en México
logra emanciparse definitivamente el trabajador de la explotación
capitalista, se emancipará la clase trabajadora del mundo
entero”.
Sobre la huelga, Carranza estableció la más
estricta censura incluyendo la pena de muerte contra quienes enviaran noticias
de lo que ocurría en la ciudad de México.
La crítica
de Flores Magón se refirió con crudeza a la errónea
posición asumida por el movimiento obrero de la época al
señalar con toda claridad [31]: “Obreros de las ciudades:
expiáis en estos momentos una falta que falsos amigos os hicieron
cometer; la de desligaros de la acción de vuestros hermanos obreros de
los campos. Al hacer armas contra los trabajadores del campo, hicisteis armas
contra vuestros propios intereses, porque el interés del explotado es el
mismo, ora empuña el arado, ora el martillo. No impunemente fusilasteis
al zapatista y al anarquista del Partido Liberal Mexicano, que son vuestros
hermanos de clase, pues de esa manera hicisteis fuerte al enemigo común,
a la burguesía, que os paga vuestros servicios con miseria, y si
protestáis, ¡con la muerte!”.
El juicio de Flores
Magón concluía con un llamado a los trabajadores. “Volved
sobre vuestros pasos, hermanos descarriados. Haced vuestro el Manifiesto del 23
de septiembre de 1911, expedido por la Junta Organizadora del Partido Liberal
Mexicano, y unidos a vuestros hermanos los trabajadores de los campos, poned fin
al sistema capitalista, cortad de raíz el mal, luchad contra todo
gobierno y toda explotación del hombre por el hombre, y fundad, por
último, la sociedad de los iguales y de los hermanos compuesta de una
sola clase: la de los
productores”.
2.10 ARTICULO
123
El origen del artículo 123 constitucional se
inspiró en el Programa del PLM. La Casa del Obrero Mundial se negaba a
participar en la elección para diputados al Congreso Constituyente de
1917. En una entrevista con Álvaro Obregón, éste les dijo a
los comisionados de la COM [4] “Es importante elaborar la parte relativa
de la Constitución, en la que tendrá que referirse a la
protección de los derechos y los intereses de los trabajadores, que si
bien es cierto que hay un proyecto, a mi juicio, ese proyecto es muy pobre y no
responde al anhelo de los obreros que fueron conmigo a los campos de batalla. Se
impone garantizar la jornada de trabajo de ocho horas, el derecho de huelga, los
accidentes de trabajo, la participación de utilidades, la
protección a la mujer y al niño, el día de descanso
obligatorio, que será el domingo; las vacaciones, las enfermedades
naturales y profesionales, la habitación para los obreros, su
educación y la de sus hijos; y, en general, todo aquello que beneficie y
proteja a la clase trabajadora”.
Obregón, entonces, les
obsequió a los comisionados de la COM “un lote de tratados de
trabajo” escritos en francés proporcionándoles un
interprete-traductor “a fin de que siendo lo más avanzado en el
mundo, en derecho obrero-industrial, lo utilicen junto con la parte sustancial
del Programa del Partido Liberal Mexicano; de estas dos importantes fuentes de
inspiración, pueden muy bien elaborar un proyecto de Artículo
Constitucional del Trabajo, que deberán entregar al Gral. Francisco J.
Múgica, quien con un grupo de auténticos revolucionarios,
defenderá el proyecto de ustedes”, les dijo.
En la
Constitución de 1917, se aprobó el artículo 123 mismo que
está vigente [17] aunque no se cumple. Después, el 18 de agosto
de 1931, se aprobaría la ley reglamentaria, es decir, la Ley Federal del
Trabajo, que tampoco se cumple y, en muchos aspectos, es obsoleta.
Ricardo Flores Magón
3
CONCLUSIONES
3.1 Contra la
guerra y por la paz
El 16 de marzo de 1918, fechado en Los
Angeles, California, Ricardo Flores Magón y Librado Rivera, publicaron un
Manifiesto dirigido a los miembros del PLM, a los anarquistas de todo el mundo y
a los trabajadores en general [32].
En el Manifiesto, se decía que
“la muerte de la vieja sociedad está próxima” y se
expresaba: “Compañeros: el momento es solemne; es el momento
precursor de la más grandiosa catástrofe política y social
que la historia registra; la insurrección de todos los pueblos contra las
condiciones existentes” y se agregaba “Toca pues, a nosotros los
concientes, preparar la mentalidad popular para cuando llegue el momento ...
Preparad al pueblo no solo para que espere con serenidad los grandes
acontecimientos que vislumbramos, sino para que sea capaz de no dejarse
arrastrar por los que quieren conducirlo ahora por caminos de flores a
idéntica esclavitud o tiranía semejante a la que hoy
vivimos”.
“Para lograr que la rebeldía inconciente no
forje con sus propios brazos la cadena que de nuevo ha de esclavizar al pueblo,
es preciso que nosotros, todos los que no creemos en gobierno, todos los que
estamos convencidos de que el gobierno, cualquiera que sea su forma y
quienquiera que se encuentre al frente de él, es tiranía, porque
no es una institución creada para proteger al débil, sino para
amparar al fuerte, nos coloquemos a la altura de las circunstancias y sin temor
propaguemos nuestro santo ideal anarquista, el único humano, el
único justo, el único verdadero”.
El 21 de marzo de
1918, Ricardo y Librado fueron arrestados por este Manifiesto, que reprobaba la
guerra mundial y proclamaba la paz. “Las frases y significado del
Manifiesto fueron declarados sediciosos por la parte acusadora, es decir,
encaminados a provocar la insubordinación y amotinamiento de las fuerzas
militares y navales de los Estados Unidos”, escribió Ricardo [35].
“En realidad el Manifiesto es solamente una exposición de hechos y
una advertencia oportuna a la humanidad entera acerca de los males que esos
hechos pueden ocasionar”, dijo.
Ricardo Flores Magón fue
sentenciado a veinte años de prisión y Librado Rivera a quince, y
a pagar una multa de cinco mil
dólares.
3.2 La Voz de la
Revolución
Ricardo y Librado fueron recluidos en la
Penitenciaría de Leavenworth, Kansas, en dos celdas contiguas. A mediados
de noviembre, fueron separados, Librado fue cambiado de celda. El 20 de
noviembre de 1922, ambos se reunieron por última vez. Desde ese
día, el verdugo del reclusorio había desaparecido; el 21 nadie lo
vio.
El 21, Rivera fue conducido ante la presencia del director de la
Penitenciaría quien estaba acompañado del médico del
reclusorio. Este le notificó a Librado que Ricardo había amanecido
muerto en su celda y que la causa había sido “un ataque al
corazón”.
Librado Rivera fue conducido al anfiteatro del
reclusorio y, según su testimonio en una entrevista con Luís
Araiza [4], vio a su amigo tendido sobre una plancha de mármol, con la
cara negra, con grandes manchas oscuras en el cuello y huellas de haber sido
estrangulado. Varios periódicos editados en los Estados Unidos dieron la
versión en 1923 de que Ricardo había muerto por asfixia a manos
del verdugo de Leavenworth.
En la Cámara de Diputados se dio la
noticia al día siguiente. Antonio Díaz Soto y Gamma
pronunció un emotivo discurso [4]. “Los hombres grandes –dice
José Martí-, no necesitan, para ser elogiados, de grandes
palabras”, dijo. “Nadie quizá más grande, entre los
revolucionarios mexicanos, que Ricardo Flores Magón, que tuvo la fortuna,
la dicha inmensa de jamás ser vencedor”. Soto y Gamma dijo que
Ricardo Flores Magón “fue el precursor de la Revolución y el
autor intelectual de ella”. Al final, pidió un aplauso mismo que
fue estruendoso.
Enrique Flores Magón recogió el cuerpo de
Ricardo e inició las gestiones para trasladarlo a México. La
Confederación General de Trabajadores (CGT), la Confederación
Regional Obrera Mexicana (CROM) y la Confederación de Sociedades
Ferrocarrileras (CSF) reclamaron el derecho de recibir en México los
restos de Ricardo y Enrique los entregó a esta última.
El 7
de enero de 1923 llegaron los restos a El Paso, Texas, siendo trasladados a
Ciudad Juárez para ser velados en la Unión Mutualista
“Ignacio Zaragoza”. El día 10, salió el cortejo hacia
la ciudad de México. Durante el recorrido, el convoy ferrocarrilero se
detuvo en todas las estaciones para que los obreros y campesinos le tributaran
póstumo homenaje.
El 15 de enero, llegó el tren a la
capital siendo recibido por obreros de distintas centrales. En el domicilio de
la CSF se instaló la capilla ardiente. El 16 de enero salió el
cortejo hacia el Panteón Francés. Durante el recorrido y al final
se pronunciaron varios discursos.
El 1 de mayo de 1945, los restos de
Ricardo fueron exhumados y llevados al Monumento a la Revolución. En un
“ataúd rojo”, iniciativa de Esteban Baca Calderón,
presidente del comité Pro-Homenaje a Ricardo Flores Magón,
partió hacia el Zócalo y, después, fue trasladado a la
Rotonda de los Hombres Ilustres.
3.3
Sembrador de ideales
El 20 de diciembre de 1920, Ricardo le
escribió una carta a Nicolás T. Bernal [33] en la cual se refiere
a la pensión que la Cámara de Diputados acordó para
él y para Librado Rivera. En la carta, Ricardo dice “yo no se lo
que Librado piense acerca de esa pensión, y hablo solamente en mi nombre.
Soy anarquista, y no podría, sin remordimiento y vergüenza, recibir
el dinero arrebatado al pueblo por el gobierno”.
Luego explica sus
razones al señalar “Agradezco los sentimientos generosos que
impulsaron a la Cámara de Diputados a acordar dicha pensión. Ellos
tienen razón porque creen en el Estado, y consideran honesto imponer
contribuciones al pueblo para sostenimiento del Estado; pero mi punto de vista
es diferente. Yo no creo en el Estado; sostengo la abolición de las
fronteras internacionales; lucho por la fraternidad universal del hombre;
considero al Estado como una institución creada por el capitalismo para
garantizar la explotación y subyugación de las masas. Por
consiguiente, todo dinero obtenido por el Estado representa el sudor, la
angustia y el sacrificio de los trabajadores. Si el dinero viniera directamente
de los trabajadores, y hasta con orgullo, lo aceptaría, porque son mis
hermanos. Pero viniendo por intervención del Estado, después de
haber sido exigido –según mi convicción- del pueblo, es un
dinero que quemaría mis manos, y llenaría mi corazón de
remordimiento. Mis agradecimientos a Antonio Díaz Soto y Gama en
particular, y a los generosos diputados en general. Ellos pueden estar seguros
que con todo mi corazón aprecio sus buenos deseos; pero yo no puedo
aceptar el dinero”.
En otra carta de Ricardo a Nicolás T.
Bernal [34], fechada el 27 de enero de 1921 en la cárcel de Leavenworth,
el primero se expresaba de la siguiente manera “... Despertad, vosotros
quienes continuáis durmiendo, y tomad vuestro lugar en cualquiera de los
dos bandos, con aquellos que oprimen, o con aquellos que desean ser libres; pero
tomad vuestro lugar, que esta será la última batalla, la contienda
decisiva entre las fuerzas de la libertad y las de la tiranía. Una de las
dos, tiene que ser eliminada de la Tierra, porque no puede coexistir por
más tiempo, al menos en este planeta”.
Al siguiente
año, en una carta a Irene Benton [35], del 2 de mayo de 1922, Ricardo
escribió “La única diferencia entre el sembrador de semillas
y el sembrador de ideales reside en el tiempo y la manera de trabajar; pues
mientras que el primero tiene la noche para solaz y descanso de su cuerpo, y,
además, espera hasta que la estación sea favorable para su siembra
y solamente planta en donde el suelo es generoso; el último no tiene
noches ni estaciones: todas las tierras merecen sus atenciones; siembra en la
primavera así como en el invierno, en la noche y en el día; en
todos los climas, bajo todos los cielos y cualquiera que pueda ser la calidad
del cerebro; sin tener en cuenta el tiempo ...”.
Proseguía
diciendo que “El sembrador de ideales no detiene su obra: camina hacia un
futuro que mira con los ojos del espíritu, sembrando, siempre sembrando
... El sembrador de ideales no retrocede, el sembrador de ideales
continúa sembrando, sembrando ...”.
Concluye
señalando que “El sembrador de ideales ha tenido siempre una
misión de combate, pero serena y majestuosamente; con un amplio
movimiento de sus brazos, tan amplio que parece trazar en el aire hostil la
órbita de un sol; él siembra, siembra, siembra la semilla que hace
avanzar a la humanidad, aunque con grandes tropiezos, hacia ese futuro que
él ve con los ojos de su mente ...”.
“No hay que desesperar, tampoco hay que permanecer inactivos”.
“asociémonos, unámonos, hagamos efectiva la solidaridad”
La Huelga de Cananea, mural de D.A. Siqueiros (fragmento
Programa del Partido Liberal Mexicano