Ingeniería ignorada
El impacto en la ingeniería y el
desarrollo tecnológico de México fue abordado por el ingeniero
Javier Jiménez Espriú en los Foros de Debate sobre la Reforma
Energética. El objetivo fundamental es privatizar a Pemex siguiendo el
dogma dictado por el Banco Mundial, dijo y demostró la
incorporación disfrazada de los contratos de riesgo. El impacto sobre la
ingeniería mexicana y el desarrollo tecnológico sería letal
si se aprueban las iniciativas “en sus términos”,
expresó.
Diagnóstico inconsistente, ignorante y ayuno
En el Foro del 15 de mayo, el
ingeniero Jiménez Espriú, universitario y exfuncionario de Pemex,
dijo que “la autonomía de gestión –fundamental para
Pemex-“ no la abordaría pues otros habían comentado sobre
los “ajustes necesarios al régimen de gobierno y a las funciones,
orígenes y designación de los Consejeros independientes propuestos
y sobre la importancia de la Comisión del Petróleo y la vigilancia
y el desarrollo de un plan energético de largo plazo del que carecemos y
para el cuidado de la plataforma de explotación de hidrocarburos, asunto
que se ha manejado en función de las necesidades financieras del
país y no de su seguridad energética”.
Lamentamos no
compartir el punto de vista del ingeniero Jiménez sobre la
autonomía de gestión y, menos, sobre la Comisión del
Petróleo, instrumentos ambos para privatizar a Pemex.
No se
refirió, tampoco al “régimen fiscal de PEMEX” ni a
“mis dudas –muy personales ciertamente- sobre la legalidad de los
bonos petroleros que se ofrecen”, dijo.
Antes de entrar en materia
señaló que “la propuesta de Reforma, desde el
diagnóstico, es insuficiente en el análisis económico,
discutible desde el punto de vista técnico, inconsistente en el aspecto
legal, ignorante de contenido histórico y ayuna de sensibilidad política”.
Los mexicanos sabemos leer
Pemex no es sólo una empresa productora de
“commodities”, dijo el ingeniero Jiménez Espriú.
“Es una institución que como ninguna otra, ha hecho viable el
desarrollo de México, posible su factibilidad financiera y enfatizado su
identidad como Nación independiente”.
Indicó que es
insuficiente plantear como Reforma Energética únicamente la
reestructuración de Pemex. Enseguida, hizo una seria crítica al
señalar que “La propuesta resulta además inconsistente,
porque surge de un procedimiento contrario a toda lógica. Se ha partido
de la decisión de abrir PEMEX al sector privado y luego se han acomodado
premisas, argumentos, datos y diagnóstico –en ese orden –
para sustentar la solución decidida de antemano”.
La
crítica fue acre cuando expresó que “Los mexicanos sabemos
leer, analizar y discernir, y de la lectura, el análisis y la
discusión de las iniciativas deducimos con meridiana claridad su
intención primigenia y sabemos que si se convierten en ley: se autorizan
los contratos de riesgo; PEMEX inicia su privatización, claudicando de la
exclusividad que la Constitución le otorga en el conjunto de la industria
petrolera y por lo tanto se debilita, se minimiza e inicia su
transformación de una industria integrada –forma hacia donde se
dirigen todas las del mundo que no lo están aún-, a una
organización administradora de contratos cuyos beneficiarios no
serán quienes hoy se dice son los dueños del petróleo
mexicano”. Los legisladores del PRI y el PAN ni se inmutaron, hicieron que
no oían.
Privatizar es el objetivo
El ingeniero Jiménez Espriú fue muy claro
cuando dijo que “No podemos por lo tanto aceptar, como dogmas de fe, las
menciones oficiales de que con la propuesta PEMEX se fortalece, que no hay
contratos de riesgo en la misma, que no hay privatización, que los
hidrocarburos son y seguirán siendo sólo de los mexicanos y que no
hay otra forma de incrementar nuestra capacidad de ejecución si no es con
onerosas alianzas estratégicas”.
Lo dicho fue demostrado
enseguida cuando aseveró que se permitían los contratos de riesgo
“que no es otra cosa lo planteado en los artículo 4º de la
iniciativa de la Ley Reglamentaria del Art. 27 Constitucional y 45 y 46 de la
propuesta de nueva Ley Orgánica de PEMEX entre otros, que la
autorización para suscribirlos por asignación directa,
discrecional e incluso, confidencial, o sea, compartir la renta petrolera en
beneficio de los poderosos de siempre y en detrimento los dueños
legítimos del recurso”.
Abundó señalando que
“proponer la participación privada en la refinación del
petróleo y en la propiedad y operación de oleoductos, es entregar
a los poderosos de siempre –de aquí y de allá y más
de allá que de aquí-, dos eslabones fundamentales de la cadena de
valor de la industria de los hidrocarburos, decretando el inicio de su
desintegración y trastocando el espíritu y la letra de la
Constitución”.
La iniciativa del gobierno es privatizadora
“porque se refiere a la industria petrolera integral como área de
exclusividad del Estado, y en la leyes secundarias se pretende limitar las
áreas estratégicas de la industria, reduciendo arbitraria e
ilegalmente el espectro que define la Constitución, y transfiriendo al
sector privado nacional o extranjero funciones que la letra y el espíritu
de la Ley Suprema otorgan indubitable y exclusivamente al Estado.
Refinerías y oleoductos pierden su condición
estratégica”.
“Y esto no es otra cosa que privatizar,
objetivo fundamental de la propuesta”, remató con toda justeza el
ingeniero Jiménez Espriú. Los legisladores probablemente oyeron,
para esos les pagan, pero seguramente NO escucharon.
Mentiras dolosas
El ingeniero continúo la crítica y expresó que “Las
iniciativas se construyen a partir de algunos datos sesgados, de un lenguaje
engañoso y de algunas verdades a medias. Y las verdades a medias, son
mentiras dolosas”.
Luego se refirió a la situación de
la paraestatal petrolera. “PEMEX está técnicamente quebrada
a propósito, con una cortedad de miras inaceptable y sin
consideración de su potencial, ni de su importancia para el desarrollo
del país, ni de sus necesidades de inversión, mantenimiento y
modernización -para lo que es ampliamente solvente- y de
protección de la soberanía de la Nación”.
Agregó que Pemex “es la única petrolera del mundo a la cual
sus administradores no le han permitido aprovechar los recursos del
“boom” del precio del petróleo para atender sus deficiencias
y rezagos; para instalar refinerías, para modernizar y ampliar su red de
ductos, para incentivar la investigación y el desarrollo
tecnológico y para promover la industria petroquímica”.
Con esa contundencia prosiguió señalando que contamos con
tantas posibilidades de explorar y encontrar petróleo y gas en el
territorio y en aguas someras como en las grandes profundidades del
océano; que la urgencia de ir al fondo del mar es sólo de los
interesados en la participación privada en PEMEX y no de la razón
técnica ni de la planeación estratégica.
“Y
así, otras muchas verdades que se ocultan para no desvirtuar las que
parecen dar argumentos a una decisión tomada, porque siguen insistiendo
en lo mismo: abrir PEMEX a las “alianzas estratégicas”
– ahora con contratos de desempeño-”.
Dogmas sugeridos por el Banco Mundial
Jiménez Espriú dijo que “Esta Reforma
Energética planteada es el pretexto para la reestructuración de
PEMEX, urgente sin duda, conveniente sin duda; pero la premura de su
presentación esta fundamentalmente motivada no por la
reestructuración en sí, sino por el interés en su apertura
al sector privado”. Indicó que “La propia iniciativa, en los
tiempos que marca, señala el ritmo precavido de muchas de sus propuestas
válidas (sic) sobre la autonomía de gestión (sic) y sobre
el uso de los recursos excedentes, pero establece en cambio, como inicio de las
posibilidades de contratación en un régimen especial por
demás laxo, el día siguiente a la publicación de la
Ley”.
Fue enfático al referirse a los contratos de riesgo
“que se pretende firmar por adjudicación directa “con el
propósito de desarrollar innovaciones tecnológicas...”, con
remuneraciones discrecionales e incentivos, o condicionados a la
generación de ingresos para cubrir los costos del proyecto, como se
autoriza en los artículos 45 y 46 de la propuesta de Ley Orgánica
de PEMEX y basados aunque ahora disfrazados- en el falso dilema de que la
tecnología de que no disponemos no se puede obtener si no se comparten
los resultados”.
Después, se refirió al documento
del Banco Mundial titulado: “Creando las Bases para el crecimiento
equitativo de México, 2006-2012, entregado a nuestro gobierno unas
semanas antes del envío de las iniciativas al Senado”, según
dijo. El documento menciona que “en lo relativo a energía que:
“aunque la condición de PEMEX como monopolio de Estado está
garantizada en la Constitución, sería necesario encontrar alguna
forma de asociarse con otras compañías para realizar actividades
de exploración que eviten problemas de seguridad energética en el
futuro y generen incentivos al trabajo eficiente en el sector. Petróleos
Mexicanos carece de recursos técnicos y financieros para realizar
actividades de exploración más intensas”.
Esto fue
criticado por el ingeniero al señalar que “El dogma de que
“no tenemos ni el dinero ni la tecnología y por lo tanto no queda
otra que asociarnos entregando parte de la riqueza nacional” –ahora
que nuestro petróleo cuesta más de cien dólares por
barril–, es un falso dilema que tiene su origen, queda claro, en las
oficinas del Banco Mundial y en las reflexiones de los analistas pagados para
establecer el plan estratégico de los dueños del Banco, que no
tienen ciertamente como objetivo el crecimiento equitativo de México,
sino el garantizar la seguridad energética de los mayores consumidores de
petróleo del mundo”.
Nos quieren engañar con el disfraz
Recordó el ingeniero
Jiménez que, “Esta propuesta, por lo demás, no es
ningún invento original; ya en 1992, sin modificar la Constitución
y a través de leyes secundarias – inconstitucionales, según
yo– se abrió la generación de energía
eléctrica para servicio público y hoy el 30 % de la
generación para este objeto, que según la Constitución es
área de exclusividad del Estado, la hace el sector privado, extranjero,
en un negocio redondo, sin riesgo, que le ha dejado pingües ganancias a
diversas empresas transnacionales y que no se ha reflejado en ningún
beneficio para los ciudadanos”.
“Así se
“fortaleció” a la Comisión Federal de Electricidad,
con los mismos argumentos de que no se privatizaba, que no se vendería un
solo tornillo de la paraestatal, luego de amenazarnos, igual que hoy con el
petróleo, de que en pocos años nos faltaría la electricidad
si no se aceptaba la modificación propuesta”.
“¿Se piensa repetir la hazaña de “fortalecer a
PEMEX sin privatizarlo” pero dejando al sector privado nacional o
extranjero la propiedad de ductos y refinerías, y dándole
contratos por asignación y con premios por resultados, es decir,
contratos “de riesgo”, para la exploración y la
explotación de nuestro petróleo?”
“Nos lo
proponen usando la misma metodología legislativa. ¡No tocar la
Constitución ni con el pétalo de una rosa!, sino darle la vuelta
para obtener lo que se persigue”.
“Yo pregunto: ¿si no
son contratos de riesgo los que proponen para la tecnología de la que no
disponemos, nos estaban engañando cuando nos decían que no
había otra forma de obtenerla que compartiendo los resultados, o nos
están engañando ahora al decirnos que no hay en la iniciativa
contratos de riesgo y los están disfrazando?”
El ingeniero
expresó que su “opinión personal y debo exponerla
aquí” señalando que “nos engañaron antes con la
amenaza y nos quieren engañar ahora con el disfraz”. Los
legisladores aguantaban callados y, seguramente. cobrarán “horas
extras”.
Impactos en la ingeniería
Acerca de los impactos de las iniciativas en
cuestión, Jiménez Espriú dijo que, se limitará mas
la ingeniería mexicana y nuestras posibilidades de desarrollo
científico y tecnológico; de aprobarse la reforma en los
términos propuestos, sería “un golpe letal a estas
actividades en un sector en el que México debiera ser
vanguardia”.
Se refirió a lo que fue señalado
oportunamente por el FTE. “No es explicable que si la carencia de
tecnología para la perforación en grandes tirantes de agua es un
elemento fundamental que según el Gobierno nos obliga a buscar
asociaciones que ahora debatimos, ni en el diagnóstico ni en las
iniciativas, la tecnología, el desarrollo tecnológico o las
funciones o condiciones del Instituto Mexicano del Petróleo merezcan
mención alguna”.
Luego hizo una serie de preguntas.
“¿Qué haremos después en una nación como la
nuestra, sin ingeniería y desarrollo tecnológico propios?”.
Enseguida dio respuesta: “Seguramente, otra vez, cambiar vidrios y espejos
por los frutos de nuestras entrañas –del crudo a la mano de obra
barata-, aunque ya no usemos penachos con plumas”.
Preocupado
reflexionó en voz alta “No hemos aprendido una lección
fundamental: la autodeterminación tecnológica, y por ende el apoyo
al desarrollo de la ciencia y la tecnología, son cuestiones de
supervivencia nacional y nosotros, en lugar de estimularlo, hemos ido
cancelando, por ignorancia, por soberbia o por intereses discutibles, los
escasos logros en investigación y desarrollo que un día fueron y
hemos obstaculizado el florecimiento de nuevas acciones”.
Los
legisladores “oían música celestial” sin escucharla.
El ingeniero prosiguió. “Así, cada vez con menos
tecnología, firmaremos los acuerdos con la inocencia de la ignorancia y
la perversidad de los intereses de nuestros competidores convertidos en
“socios estratégicos” y sus socios locales.
El
ingeniero Jiménez Espriú concluyó su intervención
diciendo que “Hace 20 años ¡La ingeniería estaba bien y
hoy está mal!, ¡La ciencia y la tecnología estaban mal y hoy
están peor! Si las propuestas de las reformas en los términos que
se proponen se convierten en ley, si no se hacen las adecuaciones que exige el
futuro de México y el respeto a su Ley Suprema, desde hoy podemos decir
también, que dentro de 20 años, en lugar de disponer de las
tecnologías que nos hacen falta: ¡la ingeniería y la
tecnología mexicanas, ya no estarán más!”. Tiene
razón.
¿Qué harán los legisladores? Los del PRI
correrán presurosos a “perfeccionar” los actuales
términos de las iniciativas. Hasta podrán incluir una
mención especial a la ingeniería y al IMP. Eso no los compromete a
nada, el objetivo es aprobar las iniciativas incluyendo a los contratos de
riesgo disfrazados, es decir, la privatización inconstitucional de Pemex.
(b146, 28 mayo 2008).
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