Iniciativas anticonstitucionales
La Constitución no es una ley
jurídica ni un conjunto de normas, es una institución que expresa
un pacto político, expresó Arnaldo Córdoba al participar en
uno de los Foros de Debate organizados por el Senado. Las iniciativas de reforma
a las leyes secundarias son inconstitucionales porque contravienen a la
Constitución. El pueblo debe decidir, en ejercicio de la soberanía
nacional, acerca del derecho que es de la nación, propuso.
Advirtió que, de imponer decisiones unilaterales, se pondría en
riesgo la “paz social” y la “enclenque” democracia
quedando todo en un “diálogo de sordos”.
Rechazar leyes inconstitucionales
El 20 de mayo, al participar en el Debate sobre
la Reforma Energética que organiza el Senado, Arnaldo Córdoba,
profesor de la UNAM, dijo que al discutirse “la reforma energética
(que es sólo una reforma petrolera)” faltó “algo que
previamente debió haberse hecho: una reforma fiscal a fondo”.
Cierto, si bien, conviene precisar que la susodicha reforma se refiere
principalmente al petróleo pero, incluye la privatización de TODAS
las fuentes energéticas alternas a los hidrocarburos, según se
indica en una de las iniciativas, la de la Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal referente a las
“nuevas” atribuciones que se otorgarían a la
secretaría de energía (Sener).
Luego dijo que “el
Senado debió haber devuelto al Ejecutivo estas iniciativas y solicitarle
que las presentara hasta que ofreciera una o varias iniciativas que nos
resolvieran el problema fiscal del gobierno”. En realidad, tales
iniciativas (con o sin el tema fiscal) deben ser rechazadas por improcedentes.
El mismo Córdoba lo explicó.
“Hay un punto de
técnica parlamentaria que en nuestro país no se atiende y es que
toda iniciativa de ley debe estar fundamentada expresamente en una
institución de la Carta Magna. Una ley que no se fundamente en la
Constitución es inconstitucional; una que vaya en contra del
espíritu y la letra de la misma es anticonstitucional. No debe permitirse
aprobar leyes que no estén debidamente fundadas en nuestro Pacto
Político que es la Constitución”.
De esta manera,
Córdoba indicó que las iniciativas de reforma energética,
relacionadas con la privatización de Pemex, son inconstitucionales,
asunto clave en la actual discusión. Arnaldo Córdoba lo
precisó con sencillez y claridad: una ley que no se fundamente o
contradiga a la Constitución es inconstitucional. Esto que parece tan
sencillo, los legisladores y el gobierno parecen no comprenderlo cuando afirman
en su campaña propagandística que sus iniciativas son
constitucionales cuando no lo son. Eso revela que la acción del gobierno
no es jurídica sino política.
Córdoba expresó
que “En el futuro, las Cámaras del Congreso deberían exigir
a quienes les envían iniciativas de ley y están autorizados para
ello que fundamenten constitucionalmente sus propuestas”. Creemos que no
es al futuro sino ahora mismo y las iniciativas enviadas, mismas que no se
fundamentan constitucionalmente, deben ser desechadas.
La Constitución es un Pacto político
La crítica a las iniciativas,
desde el punto de vista constitucionalista, fue muy clara y contundente. Dijo
Arnaldo que “cuando estas iniciativas dicen, en sus exposiciones de
motivos, que no tocan el texto constitucional, se refieren, sin decirlo, al
contenido del artículo 27. Sólo afirman que no lo tocan, pero en
los hechos subvierten todos sus principios. Ustedes no pueden ignorarlo. Es
verdad, que los legisladores no son jueces constitucionales, pero están
obligados a salvaguardar la Constitución cuando aprueban sus
leyes”.
Entonces expresó que “Es por eso que mi
propósito en esta presentación es, ante todo, reivindicar el
artículo 27 constitucional y confrontarlo con las violaciones a su letra
y a su espíritu que resultan más ostentosas en las iniciativas
sobre las que estamos debatiendo”.
Lo que a continuación
expresó el doctor Córdoba fue una verdadera lección. Dijo
que “la Constitución no es una ley jurídica. Es un pacto
político del pueblo mexicano. Y sus artículos no son normas, sino,
cada uno, una institución. La Constitución no regula ni
norma. Ella instituye. Sus mandatos son instituciones de un pacto
político”.
En efecto, con las iniciativas
inconstitucionales, el gobierno y partidos políticos que le apoyan,
auspician la ruptura del pacto político de la nación. Esa ruptura
de la legalidad constitucional es un hecho político que llevaría
al país a una situación límite.
Convocar a un plebiscito
Gobierno y legisladores del PRI y el PAN ni siquiera
quieren oír la palabra plebiscito e, inmediatamente, argumentan que tal
figura no está considerada en la Constitución. Arnaldo
Córdoba explicó que “La Constitución de 1857
establecía que el derecho de propiedad privada era un derecho inherente a
la persona humana”, mientras que, “La Constitución de 1917
considera, en cambio, que el derecho de propiedad del individuo es un derecho
otorgado por la Nación y se lo da haciéndolo responsable del
mismo”.
Entonces dijo a los legisladores: “Ustedes son
representantes del pueblo y de la Nación, porque los ciudadanos los
eligieron. ¿Por qué no dejan o deciden que el Pueblo se pronuncie
sobre estas graves materias, convocando a un plebiscito en el que se le pregunte
si es partidario de la propiedad nacional o de la propiedad privada como regalo
de Dios? Para una ley sobre plebiscito y referéndum ustedes pueden
fundarse en el 39 constitucional, que instituye la soberanía
nacional”. Así es, en ejercicio de su soberanía, el pueblo
mexicano tiene el derecho no solamente de ser consultado sino, incluso, cambiar
la forma de gobierno”. Córdoba tiene razón.
Propuso
Córdoba que, al consultar al pueblo, “También se le puede
preguntar, en plebiscito, si es partidario de que Pemex siga siendo saqueado por
las finanzas públicas o se le deja usar de sus enormes ganancias para
renovarse y modernizarse. O también, si considera que son los empresarios
nacionales y extranjeros quienes deban financiar a nuestra empresa nacional,
mientras el fisco la sigue saqueando”. ¡Por supuesto!
El derecho es de la nación
Refiriéndose al artículo 27
constitucional, el profesor universitario explicó que “El 27, en su
redacción final de 1917 sólo habla del dominio directo de la
Nación sobre el subsuelo. La reforma de 1940 introduce el concepto de
explotación directa y la de 1960 (hoy vigente) mejora el concepto y
prohíbe los contratos de riesgo”.
Enseguida puso en
evidencia que “Ahora resulta que los amigos de la reforma no entienden
qué quiere decir en el texto constitucional el término
“explotación” que se concede a la Nación y de la que
se encargará el Estado y nos vienen con la peregrina idea de que a la
Nación sólo corresponde el “producto”, porque en el
texto constitucional, malamente, hay que admitirlo, sólo se habla del
producto. Pero el error de ellos consiste en que identifican dos conceptos que
son, de suyo, muy diferentes: explotación y producto. La primera es el
proceso productivo o cadena productiva como hoy se dice; el segundo es su
resultado. Si ambos pertenecen a la Nación, entonces los privados no
tienen nada que ver en ellos, aunque se insista que eso no lo dice la Carta
Magna. Si ésta dice que ambos son de la Nación, entonces son de
ella y nada más”.
Para el FTE, lo anterior se basa en el
concepto del proceso de trabajo, mismo que los legisladores mal interpretan y lo
fragmentan a discreción y sin bases técnicas. El proceso de
trabajo está determinado por las materias primas, en este caso, los
hidrocarburos. La explotación de los mismos implica la producción,
misma que ocurre cuando las materias primas son transformadas mediante la
intervención de la fuerza de trabajo y el uso de los medios de
producción.
El proceso de trabajo significa el conjunto de fases
necesarias para la transformación de las materias primas hasta
convertirlas en productos diversos. De manera que, explotación
(producción) y producto no son fases aisladas sino parte de un mismo
proceso. Lo que ocurre es que los “amigos” de la
privatización pervierten los conceptos privilegiando no al proceso de
trabajo sino, solamente, al proceso de valor.
En el presente caso, los
hidrocarburos (petróleo crudo y gas natural) y los productos,
petrolíferos y petroquímicos, que se obtienen de su procesamiento
y transformación pertenecen a la nación. Lo que ocurre es que, el
gobierno y legisladores, tuercen los conceptos para “redefinir” a la
industria petrolera y la fragmentan unilateralmente con el propósito de
privatizarla por partes, como lo han venido haciendo ilegalmente desde 1995 a la
fecha.
Córdoba expresó que “Sin ninguna razón
legal ni constitucional, quieren que se deje la primera (la explotación)
a los privados, porque son ellos los que tienen el dinero y que la Nación
se contente con el producto. Y ése es su argumento fuerte que, repito, no
tiene nada que ver con la Constitución ni con la ley. Para ellos, el
dilema no es legal ni constitucional. Es operativo. Es por eso que alegan que el
problema es de administración de recursos, de asociaciones
estratégicas y de alianza con los privados, y no legal y menos aun
constitucional”.
¿Mayoriteo o respeto a la Constitución?
Precisó Arnaldo que
“La Constitución y la ley son sólo adornos innecesarios. Y
lo que no me explico es por qué vienen aquí a tratar de
convencerlos a ustedes de que hagan una ley como ellos quieren”.
Preguntó “¿Cómo piden una ley que no se base en la
Carta Magna? ¿Cómo piensan hacerla? ¿Mayoriteando en el
Congreso, aunque no se respete nuestra Ley Fundamental? Lo que todos nos
preguntamos, si no les gusta la Constitución, ¿por qué no la
cambian? ¡Que lo intenten!”.
En referencia a uno de los
participantes previamente en el Debate del Senado dijo que “El mismo
ignorante que vino aquí a decir que el 27 es pura mitología y que,
además, nadie lo cumple, planteó bien el problema: ¿de
dónde van a sacar los legisladores los cuarenta centavos de cada peso que
el fisco obtiene de Pemex? Y, concluyó, candorosamente, que no puede ser
más que de los bolsillos de los contribuyentes, descubriendo el hilo
negro. Por supuesto, no hay de donde más. El problema es saber de
qué clase de contribuyentes estamos hablando”.
Luego
preguntó “¿Cuánto pagan en impuestos los monopolios?
¿Se han hecho ustedes esta pregunta? Al gobierno ni hay que preguntarle. Lo
que quiere y lo demuestra, por lo que sé, está en su nueva
propuesta de Ley Federal de Derechos, al usar como estímulo la
exención de impuestos. ¿Qué más estímulos
desean los grandes empresarios privados cuando tienen al hombre que oscila entre
ser el primero y el segundo más rico del mundo y nos hace pagar los
precios más caros en tarifas telefónicas del mundo?”.
Obviamente, los legisladores no responden, carecen de argumentos; su
especialidad es el mayoriteo previo “cañonazo” de a 50 mil euros o más.
Ni teólogos ni pontífices del petróleo
Córdoba expresó que “Los que nos oponemos a las iniciativas de ley de la
industria petrolera que ha presentado el gobierno también deseamos la
modernización de Pemex; la queremos como una empresa nacional que tenga
suficientes recursos para desarrollarse a sí misma y apoyar el desarrollo
integral de México; la queremos con su Instituto Mexicano del
Petróleo bien abastecido de recursos para que nos vuelva a dar
tecnología de punta, en lugar de andar comprándola en el
extranjero; la queremos libre de la corrupción, a la que las iniciativas
no hacen mención alguna; la queremos libre de ese sindicato mafioso que
la sangra sin que ello redunde en beneficio de sus trabajadores (no queremos
más la vergüenza de nuevos Pemexgates); abogamos porque la
iniciativa privada contribuya activamente al desarrollo de nuestra industria
petrolera, pero sin sacar ventajas ilegales ni anticonstitucionales; queremos
que Pemex sea operada eficientemente y que sea más productiva de lo que
ahora es”.
También dijo el doctor que “no somos
“teólogos” ni “pontífices del
petróleo” (hasta ahora me entero de que el petróleo es un
dios), ni ideólogos de un trasnochado credo nacionalista, ni hacemos
culto a una llamada “mitología del 27”, ni creemos que seamos
reaccionarios, santannistas, alamanistas ni porfiristas. Somos ciudadanos que
creemos, simplemente, que debemos emprender una nueva etapa en la que impidamos
que los únicos beneficiarios de nuestro desarrollo sigan siendo los
dueños de la riqueza. Si permitimos eso, pondremos en grave riesgo la paz
social tan limitada que tenemos y, sobre todo, nuestro enclenque régimen
democrático”.
Organización y movilización contra la sordera
El FTE considera que la
intervención de Arnaldo Córdoba en los Foros de Debate del Senado
fue precisa, central y objetiva. Abordó uno de los problemas
políticos más serios: la ruptura de la legalidad constitucional.
Luego de múltiples reformas a la Constitución, muchas de ellas
regresivas, los párrafos 4º. y 6º. del artículo 27 son
algo de lo poco bueno que queda. Ahora, el gobierno federal pretende terminar de
destruir el Pacto político de la nación.
Este Pacto
surgió por una Revolución; la ruptura del Pacto, entonces,
tendría grandes consecuencias. La reforma privatizadora de los recursos
de hidrocarburos, incluida la regulación (privatización) de todas
las demás fuentes energéticas (carbón, uranio, geotermia,
agua, mareas, viento, radiación solar y alimentos) llevaría al
país a una situación límite.
Este proceso no se
inicia ahora, lleva ya varios años. La privatización
energética furtiva (petroquímica, gas natural, energía
eléctrica y agua) empezó en 1992. Al momento tal
privatización es alarmante. En materia eléctrica hemos perdido ya
el 47% de la capacidad de generación total a nivel nacional, algo similar
ocurre en materia de gas y agua. Así pues, la defensa del Artículo
27 constitucional tiene connotaciones políticas relevantes. La amenaza a
la “paz social” y al “enclenque régimen
democrático” es real, el gobierno de la ultraderecha auspicia la
violencia. La ofensiva neoliberal significa una verdadera
“rebelión” neoliberal que debe juzgarse como lo indica el
artículo 136 constitucional en términos del artículo 39 de
la propia Constitución que concede al pueblo el ejercicio de su propia
soberanía.
Al final de su intervención, Arnaldo
Córdoba dijo, respecto al Debate del Senado: “Mucho me temo que
esto acabe en un diálogo de sordos y lo estamos ya viendo”.
Así es, desafortunadamente, el gobierno, legisladores y partidos
proclives a la privatización energética furtiva no quieren mirar
ni escuchar, probablemente ven y oyen pero no atienden razones.
Esto hace
imprescindible intensificar la movilización extendiéndola a todo
el territorio nacional, fortaleciendo a las actuales organizaciones y/o creando
nuevas y/o integrándose a las existentes. La movilización implica
tomar decisiones, la primera es decir ¡NO! a la privatización de
Pemex. En este proceso, desarrollar la organización y la política,
con base en la mayor información posible, son cruciales para el necesario
proceso de Re-Nacionalización Energética que nos permita recuperar
lo que ha perdido la nación, debido a la Expropiación Extranjera
en marcha, y aprovechar adecuadamente los recursos naturales e infraestructura
física que son un patrimonio colectivo. (b153, 9 jun 2008).
El FTE de
México en lucha contra la privatización
energética