Derecho del pueblo a la soberanía
La propiedad de las tierras y
aguas es, en su origen, propiedad de la Nación, o sea del pueblo
mexicano, dijo el ex ministro Juventino Castro al participar en el Debate sobre
la Reforma Energética que organiza el Senado. La Constitución es
un pacto político, no es solo “la ley de leyes” sino el
Estatuto que otorga e impone identidad soberana al pueblo de México. Dijo
que el Ejecutivo federal había seguido una “vía
impertinente” para contradecir a la Constitución, que las
iniciativas son inconstitucionales y que debe realizarse una Consulta Popular
sobre tales propuestas.
La propiedad es de la nación
El 20 de mayo, Juventino Castro,
ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
asistió al Debate sobre la Reforma Energética que organiza el
Senado. De entrada señaló que “La Constitución
Política de nuestro país no sólo es, como se suele decir,
la ley de leyes, sino que es el Estatuto que otorga e impone identidad
soberana al pueblo mexicano”.
Enseguida se refirió al
derecho de propiedad indicando que “La tesis mexicana es clara y
terminante: la propiedad no es un derecho natural que desde su origen
perteneciera al ser humano por el simple hecho de tener esta calidad;
según nuestro Pacto la propiedad de las tierras y aguas es, en su
origen, propiedad de la Nación, o sea del pueblo mexicano y existen
propiedades –según nuestros mandatos constitucionales-, que no
pueden en forma alguna ser transmitidas a los particulares, porque son la base y
el sustento de nuestra identidad, nuestra estabilidad y el progreso de la
Nación”.
Así es, en materia de energía y agua,
lo indicado por el artículo 27 constitucional es algo vigente y
suficientemente claro. La propiedad de la nación implica un derecho
colectivo. No obstante que la nación está dividida en clases
sociales, los recursos naturales energéticos e hídricos pertenecen
al conjunto del pueblo mexicano, cuya mayoría viviente somos todos los
trabajadores y demás sectores populares.
Expresó el ex
ministro que la Constitución dispone “el dominio directo
–intransmisible-de los recursos naturales existentes dentro de las
llamadas áreas estratégicas, las cuales siempre deben
corresponder a la Nación”. Ratificó que, en la
Constitución, el petróleo y, en general, los hidrocarburos se
consideran como “áreas estratégicas”, según lo
indica el artículo 28, párrafo 4º. Recordó, asimismo,
que el artículo 25 señala que las actividades estratégicas
serán realizadas por el Estado de manera exclusiva. El ex ministro
leyó a los legisladores lo dispuesto por la Constitución y les
dijo que “no son simples suposiciones o lucubraciones”. Los
legisladores ni se inmutaron.
Defensa de la soberanía
El ex ministro dijo que “Desde el
momento mismo en que se decretó –en defensa de la soberanía
nacional-, la caducidad de todas las concesiones y se expropiaron las
instalaciones petroleras privadas, por la rebeldía de tales empresas en
reconocer nuestra soberanía como Nación, se requirió un
ajuste de nuestro texto constitucional respecto a la nacionalización
llevada a cabo en el manejo industrial del petróleo”.
También explicó que “igualmente se pudo observar el
primer signo de que los monopolios internacionales habían resuelto
recuperar –a cualquier costo-, sus posiciones de privilegio. O sea,
empezaron sus empeños y sus estrategias para lograr la
reprivatización de la industria petrolera, y de la organización
que se creó precisamente para manejar el petróleo mexicano:
PEMEX”.
Pero no lo lograron, expresó. “Tampoco
lograron –como sí lo obtuvieron con otras áreas
prioritarias- que se les entregara PEMEX, para transformarla en una empresa
privada. Lo intentaron –pero no lo plantearon formalmente- para reformar a
la Constitución y conseguir sus insistentes propósitos. La
indignación del pueblo se opuso al cambio constitucional”.
Sin embargo, “Ahora se vuelve a intentar nuevo cambio de
estrategia con fines privatizantes, pues previamente han logrado (desde dentro y
desde fuera de PEMEX) deteriorar, empobrecer, abrumar de impuestos y apartar las
utilidades, desalentar y finalmente desacreditar a PEMEX (verdaderamente
dinamitarla) para lograr que se pondere por una parte sustancial del pueblo la
necesidad de un cambio de la normatividad legal secundaria, y con ello convencer
que deviene fatalmente necesario e indispensable la parcial intervención
del sector privado –que por supuesto incluye al extranjero- por ser el que
tiene acceso libre y eficaz al capital y el servicio técnico-profesional
de la industria petrolera”. Señaló Juventino Castro que todo
esto se pretende hacer mediante la “legalidad ordinaria no en la
constitucionalidad reglamentaria”.
Inconstitucionalidad en materia eléctrica
El ex ministro se refirió a la
situación de privatización furtiva en la industria
eléctrica nacionalizada. El mismo conoció de la impugnación
judicial y votó en contra de los permisos privados, juzgados como
inconstitucionales por la propia Corte. Dijo que “La Suprema Corte de
Justicia conoció de los planteamientos y los consideró
procedimientos abusivos e inconstitucionales, pero sin profundizar en la esencia
del problema eléctrico o de su similar: el del petrolero”.
¿Por qué ocurrió así? Según Juventino
Castro, “al resolverse el (22) de abril de (2003) la Controversia
Constitucional 22/2001, promovida por la Comisión Permanente del Congreso
de la Unión y por la Cámara de Senadores contra la invasión
del titular del Ejecutivo Federal a la competencia exclusiva del H. Congreso de
la Unión expidiendo un decreto que reformó y adicionó
diversas disposiciones del Reglamento de la Ley del Servicio Público de
Energía Eléctrica, la Suprema Corte resolvió que ese
Decreto Presidencial reformatorio era inconstitucional por pertenecer la
facultad de hacerlo al Legislativo y no al
Ejecutivo”.
Prosiguió diciendo que “En aquel caso se
reclamaron dos clases distintas de inconstitucionalidades: la del Ejecutivo al
reglamentar indebidamente lo que compete en exclusiva al Legislativo; y la
más grave, consistente en ordenar que una área estratégica
permitiera un manejo con la invasora intervención del sector
privado”. Entonces, aseveró Castro, “Se resolvió
–ante todo- la existencia de la primera inconstitucionalidad, con lo cual
ya no hubo oportunidad de que la Corte examinara la segunda, que hubiera
permitido, desde entonces, dejar establecido un criterio que ahora sería
aprovechable”.
Efectivamente, el dictamen de la Corte de 2003 fue
importante pero limitado. En su momento, el dictamen evidenció la
inconstitucionalidad de los permisos otorgados por la Comisión Reguladora
de Energía (CRE). En esa ocasión, el FTE había documentado
y publicado innumerables irregularidades. Esa vez, la CRE había otorgado
300 permisos, el dictamen de la Corte no le dijo nada y, a la fecha, ya se han
otorgado 744 anticonstitucionales permisos privados de generación de
energía eléctrica lo que significa la privatización del 47%
de la industria eléctrica nacionalizada.
Juventino dijo que, por
no haberse resuelto el fondo del asunto, los privatizadores “ahora afirman
que hay que “transformar” a PEMEX para obtener el
“soporte” de las empresas internacionales especializadas, y
en esa forma superar el rezago tecnológico de PEMEX, y legislar para que
se permita acceder a las enormes riquezas de las aguas profundas del Golfo de
México; pretexto que se consideró lo suficientemente impresionante
como para concitar la simpatía y el apoyo popular”.
Vía impertinente para contradecir a la Constitución
El ex ministro Castro hizo
varias observaciones en su intervención, entre otras, consideró
“destacable en el proyecto modificatorio de las iniciativas, que el cambio
no se haya propuesto mediante un intento de modificación directa de la
Constitución Política” y agregó que tratar de
reconstruir a la Constitución “y precisamente intentarlo en forma
contraria al espíritu profundo de lo que hasta la fecha hemos
cumplimentado, pondría en peligro la paz social del país”.
Aclaró que la Constitución “no puede modificarse de la
manera ordinaria en que se llevan a cabo las leyes ordinarias, (generales,
orgánicas o reglamentarias), en las cuales para su puesta en vigor basta
que se vote en el Congreso por una simple mayoría”.
Abundó cuestionando que “La vía ordinaria
seleccionada para introducir un giro en el manejo del petróleo mexicano,
bajo la simple aprobación mayoritaria del Congreso Federal, a
mayoría de votos y sin consulta con los Congresos de los Estados, o sea
sin necesidad de requerir la intervención del Poder Reformador de la
Constitución, ¿es la vía legalmente válida para
llevar a cabo tales propósitos? ¿Sería una ley totalmente
constitucional?”
Y concluyó esta parte de manera
contundente: “Respetuosamente creo que el Ejecutivo ha elegido una
vía impertinente para resolver y contradecir a la Constitución”.
Reforma inconstitucional y tramposa
El ex ministro prosiguió
expresando que “Cualquier reforma (y en mi concepto ésta lo es) que
pretenda que un área estratégica fundamental admita la
intervención –directa o indirecta-, de particulares, debe ser
clasificada como inconstitucional”.
El señalamiento no
quedó allí, Juventino dijo que “Si llegara a ser decretada
una modificación en tal sentido, la evaluación final
podría quizás llegar a quedar en manos de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación; pero ello no me impide concluir que creo que la
iniciativa claramente “trampea” a la Constitución y
así lo expreso con toda responsabilidad”.
Insistió
que, en su opinión, las “reformas deben ser tomadas como
inconstitucionales, porque de aprobarse tal y como se propone se estaría
autorizando y legitimando que PEMEX maneje a la industria petrolera nacional no
en forma directa y exclusiva –como siempre debe ocurrir con todas las
áreas estratégicas-, sino involucrando en tal manejo al sector
privado”.
Consulta popular ANTES
El ex ministro se refirió a lo dispuesto por el
artículo 26 constitucional sobre la planeación del desarrollo
nacional. Dijo que, de acuerdo al párrafo 2º. de dicho
artículo, “la planeación debe ser democrática,
interviniendo en tal planeación los diversos sectores sociales, y que
recogerá “las aspiraciones y demandas de la sociedad para
incorporarlas al plan y los programas de desarrollo”. Luego, dijo que
“las actuales iniciativas presentadas por el Ejecutivo Federal al Senado,
forzosamente requieren consulta a la soberanía popular, la cual es la
titular de las riquezas del subsuelo, para que esa soberanía exprese su
parecer respecto de las iniciativas del Ejecutivo Federal”
Ahora
bien, la consulta popular “ordenada constitucionalmente por el tercer
párrafo de su artículo 26, debe hacerse forzosamente con la
intervención del pueblo antes de discutirse parlamentariamente la
ley; o –en su caso- después de que se aprueben por las
Cámaras las modificaciones a las leyes ordinarias que regulen el manejo
nacional de nuestra industria petrolera, cuya validez ya he puesto en
duda”.
Dijo el ex ministro que “Si la consulta se llevara a
cabo después de ser votadas las leyes, ello constituiría un
verdadero referendo -que constitucionalmente es inexistente, y por tanto
inapropiado-, y no una consulta popular que se practica antes de
votar las leyes, dando así al pueblo la posibilidad real de opinar si es
deseo de su soberanía el que se dicten ciertas normas para el manejo del
petróleo, o bien que se desechan las iniciativas”. Concluyó
señalando que “la aprobación final de las iniciativas
–previa a cualquier análisis de ellas en forma concreta- debe ser
puesta a la consideración del pueblo soberano, mediante un procedimiento
de consulta popular constitucionalmente ordenada y que actualmente en forma
inexplicable no está regulada, pues jamás se ha normado la
obligación constitucional de realizar consultas populares en cuestiones
fundamentales para el desarrollo del país”.
Respecto a sus
observaciones, Juventino Castro les dijo finalmente a los legisladores
“¡Ojalá les resulten de algún provecho!”
Fue muy amable el ex ministro pero los legisladores no ven ni oyen, sus
propuestas son totalmente contrarias, la consulta popular la descartan prefieren
la imposición.
¡La Consulta Popular se hará!
El FTE ha señalado que la consulta
popular debe hacerse y la haremos. La consideración del ex ministro
Juventino Castro al respecto es correcta y pertinente, máxime que el
Programa Nacional de Desarrollo del gobierno de Calderón NO
consideró ninguna reforma petrolera. Las iniciativas de
modificación a la legislación petrolera secundaria, presentadas
ante el Senado, son posteriores.
Ahora bien, el gobierno, el clero
político, los partidos privatizadores y algunos articulistas a sueldo han
señalado una feroz oposición a la propuesta de consulta formulada
por Marcelo Ebrard, durante su participación en los Foros del Senado,
para el 27 de julio en el Distrito Federal. El PAN, Mouriño y Norberto
Rivera han puesto el grito en el cielo. A esos usurpadores de la democracia les
parece que el pueblo solo debe obedecer y soportar sumisamente los reiterados
agravios del gobierno.
En el presente caso, se trata de un evidente
despojo del patrimonio de la nación. No es solamente un asunto de
planeación sino la alteración unilateral del Pacto político
de la nación. La privatización de las funciones constitucionales
de Pemex pone en riesgo, precisamente, el dominio de la nación sobre sus
recursos naturales.
El ex ministro Juventino Castro que conoció de
la situación eléctrica no abundó acerca del petróleo
pero, en este caso, la situación podría ser peor porque,
según las iniciativas de Calderón, el otorgamiento de permisos
privados quedaría a cargo de la CRE y una nueva comisión
privatizadora, la Comisión (Reguladora) del Petróleo.
Como
hemos señalado oportunamente, TODAS las iniciativas
“impertinentes” que contravienen a la Constitución DEBEN ser
DESECHADAS por inconstitucionales. El ex ministro demostró en su
comparecencia tal inconstitucionalidad.
Debemos utilizar todos los medios
para rechazar la privatización de Pemex. Una forma es mediante la
Consulta Popular, misma que debemos organizar desde abajo para hacerla realidad.
En NINGUN caso debe ponerse en manos del Instituto del Fraude Electoral (IFE)
pues sería una invitación a un nuevo desasosiego.
La
Consulta Popular necesita de la mayor organización social posible, no
solo para realizarla sino para hacerla valer, intensificando la
movilización en todo el territorio nacional y allende las fronteras, los
migrantes también son mexicanos (as). (b153, 10 jun 2008).
Foro contra la
reforma energética en la FES-Aragón de la UNAM, 15 abril
2008