Defender los derechos sociales,
Re-nacionalizar la tierra y sus recursos naturales
Organizar la lucha política obrera y popular
Mediante la guerra
de agresión militar y política, el imperialismo extiende la
ofensiva del capital por todo el planeta depredando todos los derechos sociales
de los trabajadores, pueblos y naciones en todas las esferas de la vida
económica, política, social y cultural. La resistencia
también se amplía corroborando la vigencia de la lucha de clases.
Enormes pérdidas se han tenido pero, en todo el mundo, trabajadores y
pueblos luchamos aún en desfavorables condiciones y, en algunos casos, se
desarrollan procesos democratizadores.
En la presente fase, la
política del capital se sigue basando en la apropiación de la
tierra y sus recursos naturales, especialmente el agua, la energía y los
minerales. La tierra y sus recursos es la fuente original de toda riqueza. Por
ello, el interés imperialista en su apropiación total y la
conversión en mercancía de todos los elementos materiales y
simbólicos.
Sin embargo, el capitalismo no puede resolver ninguno
de los problemas acuciantes de la humanidad. El crecimiento diario de la
producción, destinada a satisfacción de las necesidades humanas,
no puede ser logrado cuando un puñado de capitalistas se dedica a
regularla a su antojo con arreglo a intereses
privados.
Re-nacionalizar la tierra y sus recursos
La tierra y sus recursos solo puede ser propiedad de
las naciones mismas. Esto implica la lucha por la nacionalización y/o
re-nacionalización de la tierra, el agua, la energía, el viento,
los mares, la biodiversidad, así como la educación, la salud, la
seguridad social y la cultura.
En México, la tierra se ha
privatizado y con ella, las aguas nacionales produciendo una crisis alimentaria
que amenaza a vastos sectores de la población. Los minerales han sido
expropiados por el capital para abastecer el mercado internacional con materias
primas. La energía, a partir de diversas fuentes, está orientada a
satisfacer el consumo de los grandes industriales; desde 1992, 47 por ciento de
la generación eléctrica total a nivel nacional ya está
privatizada.
Los hidrocarburos están en la mira del imperialismo
en el marco de su estrategia geopolítica energética a nivel
mundial. Desde 1992, gran parte de la petroquímica está en manos
privadas; otro tanto ocurre con la distribución, transporte y
almacenamiento de gas natural, la distribución de gas LP, el transporte
de gas por ductos, así como la exploración y producción de
gas seco. La ofensiva privatizadora alcanza la perforación de pozos,
tanto en la plataforma continental como en la marina. Ahora, el gobierno
neoliberal en turno pretende la privatización de la refinación,
exploración y producción del petróleo crudo y gas
natural.
De esta manera, la industria energética nacionalizada se
pondría de manera total en manos de las corporaciones imperialistas,
otorgándoles la propiedad de los recursos naturales e infraestructura
física, el ejercicio de las funciones estratégicas y el derecho
para apropiarse de la ganancia significando una mayor acumulación
capitalista.
¡No a la privatización de la energía y el agua!
Hace apenas
unos días, el gobierno de la ultraderecha presentó al Senado un
primer paquete para la reforma de 5 leyes secundarias en materia petrolera. De
acuerdo a las propuestas, se propone la privatización de TODAS las
fuentes de energía, incluyendo el agua, la legalización de la
privatización furtiva de la petroquímica y el gas, la
privatización de la refinación de petróleo, la
distribución, transporte y almacenamiento de los productos
petrolíferos, la privatización del sistema de ductos, gasoductos,
oleoductos y poliductos, así como de la exploración y
producción de crudo y gas natural asociado. Es decir, se trata de la
privatización TOTAL de la industria petrolera nacionalizada.
La
privatización que propone el gobierno consiste en el otorgamiento de las
funciones estratégicas del proceso de trabajo de hidrocarburos para que
sean realizadas por las transnacionales al margen de la ley vigente. Esto
implica la entrega de los recursos naturales energéticos propiedad de la
nación, así como la ganancia expresada en la renta petrolera. Un
aspecto crucial es la exploración y explotación en las aguas
profundas del Golfo de México y los yacimientos transfronterizos en los
límites con Estados Unidos, México y Cuba. Esa propuesta
está en el interés norteamericano para disponer de abastecimientos
seguros de petróleo crudo sin importar la soberanía nacional ni el
enorme crimen depredador de la vida marina.
La privatización de
Pemex implicaría la creación de cuerpos paramilitares de
mercenarios para la vigilancia de las instalaciones privadas y el sistema
nacional de ductos, en una situación peor a la de las tristemente
célebres “guardias blancas” de las compañías
extranjeras que asesinaron impunemente a trabajadores petroleros
apoderándose de las tierras y aguas de pueblos enteros en
México.
La reforma energética neoliberal atenta contra la
Constitución política del país; se trata de leyes
inconstitucionales que rechazamos plenamente. También rechazamos la
simulación de debate legislativo orientado a maquillar el atraco contra
la nación. Nuestro deber es redoblar la movilización y
re-establecer la legalidad constitucional teniendo presente que solo el poder de
los trabajadores puede garantizar leyes en beneficio del pueblo
mexicano.
NECESARIA LA ACCIÓN OBRERA Y POPULAR
Ante la agresión imperialista auspiciada
por el gobierno y partidos políticos proclives, el pueblo de
México rechaza las reformas energética, del agua, laboral,
educativa y de seguridad social.
Para la clase obrera del mundo es
imprescindible tomar parte activa en la lucha de los pueblos por sus objetivos
inmediatos e históricos. Los trabajadores mexicanos somos parte de la
lucha del pueblo mexicano por su emancipación total. La abstención
completa es imposible y, frente a la privatización de la energía y
el agua, nuestra respuesta debe ser contundente y concreta.
En este
Primero de Mayo de 2008, centenario del inicio de la Revolución Mexicana,
con el levantamiento magonista armado de Coahuila y Chihuahua, los trabajadores
mexicanos ratificamos que la Revolución es el acto supremo de la
política pero, hacer la revolución es organizarla. La
acción política es el medio que la prepara y esta acción
incluye la reorganización democrática del movimiento obrero, la
lucha contra las privatizaciones, la lucha contra el charrismo sindical y el
ejercicio de la política obrera, independiente, con base en un programa
propio y solidario.
Llamamos a los trabajadores a desarrollar las tareas
políticas de nuestra época: formular el programa, construir la
organización clasista, impulsar la lucha política unificada y
practicar la solidaridad internacional, así como concretar la
acción múltiple directa con la movilización territorial y
allende las fronteras en defensa de nuestros intereses de clase.
¡Proletarios de Todos los Países, Uníos!
Frente de Trabajadores de la Energía, Frente de Trabajadores
del Instituto Mexicano del Petróleo, Coordinadora de Trabajadores en
Defensa del Carácter Público del Agua, Consejo de Pueblos de
Morelos, Taller de Construcción del Socialismo, Trabajadoras de la Merced
“Socorro Rojo”, Grupo de Acción Revolucionaria.