Canto por las revoluciones
Alberto Híjar
No es que
por sí solo, el nombre Judith Reyes convoque trabajadores de la cultura
popular variados, hasta el punto de abarrotar el Foro Coyoacanense el 19 de
marzo. Más bien es el resultado del trabajo colectivo de Kloacas
Komunicantes, la organización de nombre grotesco a la altura de su
principal promotor, Francisco Barrios El Mastuerzo, formado en Los Nakos de 1968
y luego en Botellita de Jerez. Desde hace unos ocho años, ha sido el
organizador del proyecto La Otra Canción Popular que ha dado como fruto
dos discos, uno con canciones cantadas en plantones, huelgas, tomas de tierra y
actos contestatarios diversos y otro, con testimonios de quienes permanecemos
involucrados con la urgencia de comunicación libertaria.
Liliana
García Sánchez violinista, laudera y antropóloga sin empleo
remunerado, trabaja en el proyecto matriz y luego de una laboriosa
investigación, ha publicado cien ejemplares de Judith Reyes, una mujer
de canto revolucionario con el apoyo de Editorial RedeZ “Tejiendo la
Utopía”. El libro es resultado de la solidaridad evidente en las
viñetas de León Chávez Teixeiro y el diseño del
responsable de Cineamano, Arturo López, del Colectivo Titiritero El Ojo,
compañeros todos que asombran con la alta calidad estética de sus
espectáculos, lo mismo la extravagante presentación de los dos
discos de La Otra Canción Popular con un cartón impreso en
serigrafía donde están insertados con todos los nombres de los
participantes y la imagen del Tiranetas, un rockero con cabeza de pantalla de
televisión. El libro sobre Judith es bello de verse por su amorosa
edición con tipografías y viñetas variadas y fotos que no
sólo ilustran, sino informan de las andanzas de la cantora con personajes
revolucionarios como Arturo Gámiz, Pablo Gómez, Álvaro
Ruiz. El periódico Acción. Voz revolucionaria del
pueblo, informaba de todo esto con la dirección de Judith Reyes. En
la lista de colaboradores figuran, al lado de Arturo Gámiz, Carlos
Montemayor Díaz y su hijo entonces preparatoriano Carlos Montemayor
Aceves.
El libro da cuenta de la niñez en condiciones de pobreza
campesina de la niña güera de rancho, confundida con niño por
sus travesuras. El apócope Judas se refiere a esto y se lo ganó a
pulso. El contacto con un pariente ferrocarrilero la interesó cuando ya
cantaba para contribuir a la precaria economía familiar. El obligado
viaje al Distrito Federal significó su primer infortunado matrimonio y su
crecimiento artístico mercantil como La Tamaulipeca hecha famosa por su
composición La Parranda Larga popularizada por Jorge Negrete. Pronto se
avecindó en chihuahua, escribió en El Monitor, fundó
Acción y ya no cesó en vincularse con movimientos
revolucionarios. Cárceles y golpizas policíacas no la intimidaron
y se salvó de penas mayores al viajar a Europa para ser generosamente
acogida por los comunistas italianos y españoles. Oscar Menéndez,
narró en la presentación en el tiempo cedido por Alberto
Híjar para que interviniera fuera de programa, cómo la albergaron
él y Rodolfo Alcaraz en su departamento de París y cómo
hicieron contacto con la radio francesa para producir la película sobre
el 68 que en su edición final, cuenta con dos corridos de Judith.
Chants du monde que difundía a artistas tan importantes como
Atahualpa Yupanqui, Edith Piaff o Mikis Theodorakis, le grabó un disco de
corridos con el subtítulo de la lucha revolucionaria en México,
imágenes de José Clemente Orozco en la portada y traducción
al francés.
Acentué en mi presentación la capacidad
irónica y sarcástica de Judith concretada en verificaciones en
cuarteta y con la música simple de los corridos, para arraigar en el
gusto de pueblos en lucha. Contribuyó Judith a formarlos, gracias a su
involucramiento total con todos los peligros aminorados y resueltos por
activistas, militantes y comunicadores del rango de Mario Menéndez
Rodríguez y las revistas POR QUE? y POR ESTO! que fueron tribunas
eventuales de Judith. Iudith como dice Montemayor que dicen los de Chihuahua.
No sólo fue sorpresiva la intervención de Oscar
Menéndez en la presentación, sino la de Salvador Gaitán,
sobreviviente del asalto de Madera, hermano de uno de los caídos y
tío de Oscar González Escobell que continuó la lucha. Ya en
la cantada, el obrero sin empleo, sobreviviente de la represión de Estado
como trabajador del sindicato de Trailmobil en los ochenta, Casio, dijo dos
poemas de Bertolt Brecht, luego de las tres canciones de El Mastuerzo terminadas
con la bella interpretación de la canción de Chávez
Teixeiro sobre la enorme lámina de 15 metros, 6 pulgadas, 8 octavos 16, 1
milímetro espesor, que corta cuatro dedos a su operador distraído
por pensar en María Luisa.
León Chávez Teixeiro,
a punto de regresar a Inglaterra donde vive, culminó el acto donde le
pidieron una tras otra sus canciones sorprendentemente memorizadas por viejos y
jóvenes urgidos de reflexionar sobre las vidas cotidianas de los
trabajadores, las mujeres explotadas, la pobreza mal resuelta, la esperanza
revolucionaria. Como fondo de todo esto una gran pantalla asombró con los
trazos en blanco y negro del Cineamano.
Liliana García
Sánchez vio agotarse su primera y reducida edición, lo cual exige
la segunda y con tacos y pulque, todos gozamos una convivencia donde nos
encontramos satisfechos, por un momento, quienes procuramos mantener la lucha
organizada por un mudo mejor, todo en la víspera del 22 de marzo cuando
Judith hubiera cumplido ochenta y cuatro años. Hoy su canción
Los restos de Don Porfirio es enteramente actual porque aquí
están los tiranos en el poder.
Bloqueo a los
bancos locales de los maestros de la CNTE-Región Montaña
Alta