El STPRM es beneficiario y cómplice de la privatización
Charros sindicales contra Pemex
El 18 de marzo, en la
conmemoración del 70 aniversario de la Expropiación Petrolera, los
charros del sindicato petrolero intercambiaron loas con Calderón y
Kessel. En un discurso demagógico, Carlos Romero Deschamps, quien usurpa
al STPRM, se reiteró sumiso y acrítico. Eso no es nuevo. Romero es
parte de los privatizadores, beneficiario de la corrupción y aliado de
los neoliberales.
Sumisión reiterada
Acompañado de los 36 secretarios generales
seccionales del sindicato, Romero Deschamps le dijo a Calderón que
“los trabajadores petroleros expresamos nuestro más amplio aprecio
y reconocimiento, por su permanente interés en la industria petrolera y
por quienes en ella laboramos”. Se trata de expresiones grotescas y
genuflexas. Si algo hay que “reconocer” al gobierno de la
ultraderecha es su “desprecio” y “desinterés” por
la industria petrolera mexicana. Lo que hace Romero es reconocer la
destrucción de Pemex y las propuestas privatizadoras, en marcha desde
1995.
Dijo el charro que “es a todas luces destacable la solvencia
y generosidad con que Pemex siempre se ha conducido en su responsabilidad para
con el país”. Se trata, exactamente, de lo contrario. El gobierno
federal y las sucesivas administraciones de Pemex han sido insolventes y nada
generosas, salvo con sus propios intereses. El reciente caso de la pareja
Mouriño-Calderón son muestra del tráfico de influencias,
corrupción y carencia de ética, “valores” que comparte Romero.
Sumisión confesa
En una revoltura de discurso, Romero dijo que “el
costo de extracción por barril de crudo es altamente competitivo al
ubicarse en poco más de 4.3 dólares en promedio”. No dijo
que, a los precios internacionales actuales de la mezcla mexicana de
exportación, el barril de petróleo crudo ha rebasado los 92
dólares y que, por tanto, la renta petrolera obtenida de Pemex es
cuantiosa y hace innecesaria su privatización por razones
económicas como argumenta el gobierno.
En su característico
entreguismo, Romero dijo que “los trabajadores petroleros hemos mantenido
como decisión en los años recientes, la discreción para no
contribuir con nuestras declaraciones al enturbiamiento de un tema de suyo
complicado, como es el status de Petróleos Mexicanos y su relación
con el Sindicato Petrolero”. También dijo que, “hemos,
inclusive, atemperado la justificada inconformidad y enojo de los trabajadores y
madres petroleras, por el incumplimiento que mantiene Pemex en cuanto a la
construcción de siete nuevas guarderías infantiles, dos
clínicas y el Hospital de aquí, precisamente en Paraíso,
Tabasco. “Asumimos cabalmente que eso es lo que a los trabajadores nos
corresponde: el esfuerzo, la tarea, el deber cumplido”. ¡Vaya
esfuerzo corrupto!
Reprimir, es el “deber cumplido” de los charros
Ese “deber
cumplido” es el entreguismo y sumisión del sindicato. Romero habla
en nombre de los petroleros a los que NO representa sino oprime. El sindicato
petrolero no defiende los intereses de los trabajadores, su función es
ahogar violentamente todas las protestas. La violación de derechos
laborales es algo cotidiano, la vida sindical es inexistente, elecciones
sindicales libres jamás se realizan, rendición de cuentas
menos.
Si la burocracia sindical permanece callada es porque forma parte
de la misma mafia privatizadora. Romero y camarilla son beneficiarios de la
privatización. El sindicato petrolero es contratista de Pemex.
Contrariamente a sus orígenes, el STPRM está convertido en
organización obrera y, a la vez, patrón pues contrata trabajadores
en condiciones precarias.
El STPRM tampoco defiende los intereses
laborales. En multitud de actividades ha perdido, incluso, la titularidad en la
materia de trabajo mediante reformas al Contrato Colectivo de Trabajo CCT).
Muchas de las funciones, en tierra y en mar, las realizan contratistas cuyos
trabajadores ni están afiliados al sindicato ni comparten las mismas
condiciones laborales.
Son ya más de 30 mil las demandas
interpuestas por los petroleros debido a ilegales rescisiones de contrato. La
administración de Pemex actúa en connivencia con el sindicato y,
ambos, son represores de los trabajadores. Si no existe oposición en el
STPRM es por la violencia con que actúan los charros, mismos que gozan de
la impunidad otorgada por el Estado y sus gobiernos.
Charros preocupados por los negocios
En consonancia con Jesús Reyes Heroles, Romero
Deschamps dijo que “conocemos y nos preocupan los grandes retos de la
industria: la declinación de sus yacimientos, el déficit en
refinación, el rezago en mantenimiento”. Esas preocupaciones no son
laborales ni industriales, sino particulares.
¿Cómo no van a
estar preocupados los charros? Pemex ha sido un jugoso negocio para ellos. En
2000, desviaron de Pemex 1,280 millones de pesos a la fallida campaña de
Francisco Labastida, hoy convertido en principal cabildero de Calderón
con las transnacionales para privatizar Pemex. Los hechos impunes fueron
conocidos como Pemexgate (I). En 2004, el sindicato recibió de la
administración en turno, 7,781 millones de pesos no comprobados
(Pemexgate II, equivalente a 4.7 veces el Pemexgate I).
Actualmente, el
sindicato recibe 94 millones 374 mil pesos, “antes de cada revisión
anual” por concepto de “gastos de contratación”, aparte
de los gastos de cientos de “comisionados” que únicamente
“aceptan” lo que la empresa y el gobierno les impone.
Esto es
mínimo comparado con los contratos de mantenimiento que los charros
reciben de Pemex, de acuerdo a lo estipulado en el propio CCT. La
preocupación de los charros petroleros está en la
participación económica que tendrían en las
“alianzas” de Pemex con las transnacionales y demás
contratistas extranjeros. Los derechos obreros, Pemex o la nación NO les
importan. A los charros petroleros les interesan “sus”
negocios.
Rescatar al STPRM o disolverlo
“Los hombres y las mujeres que operan la
industria aquí están”, dijo Romero en Dos Bocas, Tabasco. NO
es cierto. Allí estuvieron los charros nacionales y locales, así
como trabajadores “acarreados”, obligados con la amenaza de la
represión y el despido.
Los verdaderos petroleros están en
los centros de trabajo de Pemex, especialmente en el interior del país,
“secuestrados” en su propia organización sindical, los
charros son sus carceleros. Hoy, la situación está llegando a un
límite. Hay que rescatar democráticamente al STPRM, por los
propios trabajadores petroleros, apoyados con la movilización del pueblo
mexicano en marcha. Si no es posible, ese “sindicato” debe ser
disuelto por lesivo a los trabajadores, a Pemex y a la nación. Es la hora
en que los petroleros deben desafiar a las cúpulas burocráticas y
tomar al sindicato en sus propias manos, SIN ingerencia de Mouriño ni de
Calderón. ¡Unidos Venceremos!
Petroleros contra Romero Deschamps