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Volumen 7, Número 92, septiembre 7 de 2007  

Organización obrera afiliada a la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL

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F.J. Sainz 1, A. Hernández 2, J. López 3
Frente de Trabajadores de la Energía
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RESUMEN: La lucha obrera revolucionaria se plantea en planos superpuestos: por la reivindicación de los derechos laborales y, desde una perspectiva clasista, por la eliminación de la explotación, para terminar con el neoliberalismo salvaje y por la transformación de una sociedad, cuya prosperidad solo alcanza a las clases poderosas y al capital extranjero. La crisis energética mundial, los constantes apagones, el racionamiento de energía eléctrica, el alto costo de los energéticos, así como el grave deterioro ambiental representan el fracaso del neoliberalismo. La privatización de la energía debe analizarse a partir de las distintas experiencias y las respuestas de los trabajadores y los pueblos. En un primer momento, en los países desarrollados, fue implantada con una fuerte componente ideológica, equiparando la propiedad pública con el socialismo. Más tarde, en América y en general en el llamado Tercer Mundo, las privatizaciones fueron imposición del imperialismo a través de los organismos financieros internacionales. En ciertos países no encontraron respuesta pero, en un segundo momento, se organizaron movimientos de resistencia y en algunos casos la privatización se impidió o se detuvo, anticipando un tercer momento, en el que un conjunto de países se muestran decididos a revertir las privatizaciones. Para los trabajadores de la energía, la crisis energética actual y sus perspectivas plantean un momento crucial para elaborar un programa de transformación social profunda, en contrapartida a la barbarie que anuncia el modelo actual.


1. Introducción


En el fin de siglo, la falta de herramientas teóricas para explicar el resurgimiento de la lucha social en el mundo, puso "de moda" la discusión del marxismo [1]. A medida que el pensamiento posmoderno [2] es incapaz de nutrir la retórica política, que palidece ante problemas como la pobreza extrema ¾estigmatizada y hasta criminalizada, como en el caso de los movimientos migratorios¾, o el cambio climático, renace el pensamiento revolucionario. Pero más que eso, vuelven a manifestarse los elementos que dieron origen a la noción de la Lucha de Clases [3].

Mucho antes, el liberalismo, corriente de pensamiento [4] que promovió las libertades civiles por encima del poder del Estado sobre los individuos como única forma para alcanzar el progreso de la sociedad a través de un Estado de Derecho [5] definido como un marco mínimo de leyes ¾que el libertinaje económico redujo al lema "dejar hacer, dejar pasar" [6] ¾, se desarrolló de diversas formas en el mundo a partir del siglo XIX.

El desarrollo capitalista conducido por el liberalismo aceleró la explotación, deteriorando las condiciones de vida y de trabajo de la incipiente clase obrera cuya respuesta fueron las grandes revoluciones (europeas) de 1847 y, a partir de éstas, el auge de la Lucha de Clases planteada por Marx y Engels [7], síntesis de un comunismo crítico que ordena y da cause al pensamiento revolucionario obrero que habría de tener más adelante su segundo y mayor ensayo para la toma del poder, a través la revolución rusa (de 1905) [8].

En México, dos personajes fundamentales de nuestra historia tuvieron como punto de partida dicha ideología: Benito Juárez (1806-1872) y Ricardo Flores Magón (1873-1922). El primero, quien nunca la abandonó consolidó la República; mientras que Flores Magón la transformó para construir la línea radical de la Revolución Mexicana [9] a través del programa del Partido Liberal Mexicano, un programa en realidad anarquista [10].

En medio de la pugna entre el desarrollo (económico) desigual capitalista y el no menos desigual desarrollo (intelectual) de la Lucha de Clases (que impidió el avance de los movimientos de masas), habrían de ocurrir dos grandes guerras (mundiales) [11] producto de rivalidades entre las potencias imperialistas, que tuvieron devastadores efectos y generaron una gran crisis social (además de la económica). Luego de las guerras, que sirvieron al reacomodo de las potencias, se instauró un nuevo orden mundial en el que, en lo económico se desarrolló lo que algunos autores denominan un modelo "mixto", en supuesta alternativa al liberalismo capitalista y a la economía centralizada, vigente en los incipientes países socialistas, calificada despectivamente como "estatismo".

Luego el movimiento obrero revolucionario perdió la hegemonía, dejando el campo libre a la vía reformista, que mostraba gran capacidad de adaptación al sistema burgués. En esto tuvo que ver el keynesianismo [12], respuesta capitalista a la Gran Depresión [13], cuya estrategia era el otorgamiento de condiciones salariales y laborales mínimas, básicamente asistencialistas, a cambio del control del capital sobre la economía interna, particularmente del gasto público.

Con el estado "benefactor" [14] se institucionalizó una política social que se aplicó primero en la Europa de la post-guerra (II) como estrategia de reconstrucción, y luego como estrategia de estabilización en los países del capitalismo periférico.

Años más tarde, resurge el pensamiento liberal (neoliberalismo [15]), producto de la enésima crisis capitalista inducida por Washington (la del petróleo, en 1973) [16], reducido a una simple doctrina en contra del "intervencionismo estatal en la economía", defendiendo en contrapartida el "libre juego de las fuerzas de la oferta y la demanda" (el libre mercado, en competencia perfecta), como "motor" del crecimiento económico (y por ende, del progreso o desarrollo humano).

El llamado Consenso de Washington vendría a concretar el concepto elevando a categoría de política económica obligatoria, un conjunto de medidas para corregir las economías en crisis (sobre todo de AL), revirtiendo las establecidas antes respecto a la protección social [17].

En términos de política económica, ello significaba que el Estado debía concentrarse exclusivamente en el control de los parámetros macroeconómicos [18], introduciendo reformas radicales en la política fiscal para reducir el déficit presupuestario (generalmente asociado al gasto social).

Al repunte mundial de la derecha, estas propuestas fueron implementadas a rajatabla por gobiernos como el de Margaret Thatcher en el Reino Unido (RU) y Ronald Reagan en Estados Unidos (EU), quién además los adoptó como política imperial, imponiéndola al resto del mundo como receta de tres puntos en los que cabía todo: liberalización, privatización y desregulación.

El impacto de estas medidas sobre la sociedad fue múltiple. Por ejemplo, la disminución del gasto público también implicó el aumento de precios de bienes y servicios públicos (ajustados a un mercado que muchas veces ni siquiera existió), reduciendo sensiblemente las condiciones de vida y trabajo de millones [19]. A cambio, la supuesta reactivación de la economía capitalista (que nunca se tradujo en el alza de las tasas reales de crecimiento económico) profundizó la concentración de la riqueza generada.

Precio nominal del petróleo crudo (1970-2003)
0505.jpg
Algunos eventos que determinaron variaciones en el precio del petróleo. (4) Comienza el embargo de OPEP (1973), (6) termina (1974), (13) Revolución en Irán, (23) Guerra Irán-Irak, (30) Noruega, Reino Unido y Nigeria decretan una baja unilateral, (35) se generaliza un sistema de precios, (42) Irak invade Kuwait, (43) EU invade Irak. Fuente: Wikipedia


La "rigurosidad" fiscal aterrizó en el aumento de los impuestos al consumo (incluso de insumos básicos) mientras que se redujeron los correspondientes a la producción y a la renta del capital especulativo, conservándose además la mayoría de los regímenes fiscales especiales par el capital.

Más que un motor de desarrollo, el neoliberalismo resultó una verdadera máquina del tiempo que remontó a la clase trabajadora cuando menos un siglo atrás: el recuento de daños a escala planetaria en estas décadas perdidas de neoliberalismo, no son otra cosa que la Lucha de Clases que, como la definiera Carlos Marx, es el verdadero motor de la historia. La tesis central sigue vigente en la sociedad neoliberal: las relaciones entre los diferentes grupos y los medios de producción, determina los acontecimientos, ratificando de paso aquella otra tesis (Marx dixit) que sostiene que el fin último de la Historia es, precisamente, la desaparición de las clases sociales.

2. La respuesta social y la lucha de clases


Hoy día las principales luchas populares del mundo se libran centralmente en los países subdesarrollados. Los efectos del neoliberalismo globalizador concitan a la resistencia lo mismo a los damnificados directos de sus políticas ¾"gente" trabajadora desempleada, empobrecida muchas veces al extremo del hambre, cuando no forzada a abandonar su país para obtener un medio de vida¾, que a otros sectores más desarrollados, opuestos a la guerra, a la globalización, en defensa de los derechos indígenas, del medioambiente etc.

Los conflictos son múltiples, como las resistencias. Algunas veces la sociedad se ha organizado y obtenido éxitos, incluso derrocando gobiernos; sin embargo no se generan cambios sustanciales. Más aún, cada pueblo o sector lucha y resiste en el contexto de su propia realidad, aislado, en situación y bajo condiciones que difícilmente trasciende al ámbito de la lucha colectiva, en contra del modelo neoliberal. Pareciera que, a medida que la respuesta social se amplia, la noción de la Lucha de Clases se diluye.

Hay sin embargo causas que impactan a todos los estratos sociales, en todos los lugares. Un caso es la privatización energética (y del Agua), que atenta contra servicios públicos vitales, apropiándose de recursos estratégicos.

Cada día, a escala mundial, se extrae más petróleo del que se descubre. El crecimiento de la demanda acentúa la escasez de energéticos primarios y eleva el precio final de la energía. El problema no es nuevo, pero toma desprevenidos a amplios sectores de la sociedad, no así a las grandes potencias que buscan apropiarse de los recursos energéticos restantes.

De hecho, en casi todas la guerras, a partir del sureste asiático [20], en la segunda mitad del siglo pasado, está presente la visión geopolítica capitalista, reducida a una gigantesca partida de ajedrez en la que hombres y naciones son simples piezas, movidas al arbitrio de unos cuantos jugadores, en una partida perversa en la que de nada sirven los ideales básicos, la mínima solidaridad, ante la magnitud de los recursos empleados por el imperialismo ¾incluso militares¾, para concretar la salvaje apropiación capitalista. Esto exige desarrollar una política geoenergética alternativa, que asegure el acceso equitativo a los recursos energéticos aún disponibles y favorezca el desarrollo de nuevos combustibles y formas de energía.

En casi un siglo a partir del uso generalizado de la electricidad y a casi dos del empleo masivo de los hidrocarburos como combustible (carbón y petróleo), la dependencia entre electricidad e hidrocarburos quedó establecida, y fue ratificada recientemente con el empleo masivo del gas natural, como política neoliberal de desarrollo eléctrico. Bajo este esquema, los pueblos del mundo desarrollaron su industria energética, cada uno de acuerdo a sus necesidades e intereses y conforme a su identidad y cultura. A contracorriente, la doctrina neoliberal plantea la desintegración, privatización y reestructuración de la industria energética (Electricidad, Petróleo y Gas y también del Agua, esta última no solo en su aplicación energética).

Los resultados son francamente adversos; la alta concentración de la industria energética en unas cuantas transnacionales imperialistas no remedia en nada la escasez, ni los altos precios o las tarifas injustas; peor aún, aumentan y se agravan los apagones, el deterioro ambiental con grave impacto sobre el Agua, y otras calamidades. Encima, la privatización significa pérdida de soberanía energética y mayor dependencia y sometimiento, a medida que se agotan paulatinamente las reservas existentes.

Existe gran malestar social, pero éste no se traduce en una dinámica política suficiente para modificar el perverso orden establecido. En el campo social falta, para convergir políticamente, desarrollar la identidad de clase.

Por su importancia, la lucha en defensa del control social y colectivo de los energéticos (y de otros recursos vitales, como el Agua) plantea grandes posibilidades para la construcción de organización social. No solo significa la posibilidad de enfrentar a las transnacionales en todas partes, sino que para los trabajadores representa la oportunidad de reintegración con la clase y el movimiento social en general.

El saber obrero, hoy disperso y expropiado en favor de unos cuantos, puede y debe ser reorientado a la elaboración de alternativas para un futuro energético viable para todos. Crear un futuro energético, efectivamente posible, impedir la destrucción del planeta y rescatarlo de la depredación capitalista, es parte esencial de un programa geoenergético, y tarea central del movimiento.

En América Latina, por ejemplo, que después de Medio Oriente y Asia provee en conjunto el 9% de la producción mundial de energéticos (15% petróleo) y dispone del 8.9% de la reservas convencionales (61% corresponde a Venezuela y el 19% a México), así como importantes reservas de Agua (y de la biosfera), se desarrolla una potencia política importante que se expresa en propuestas de integración hacia el sur del continente, que deben considerarse con toda seriedad. Otro tanto sucede en Asia y Africa.

Antes, es necesario contrarrestar la atomización social, con la construcción del nuevo sujeto histórico. Desde el campo obrero reivindicamos la Lucha de Clases. Los trabajadores de la energía proponemos revisar nuestra actuación, repasando las experiencias de la lucha social contra la privatización energética.

Fuente: Domenico, Siniscalco D, Bortolotti, B. The Challenges of Privatization:
An International Analysis. Oxford University Press, 2004


3. Algunas experiencias


No es necesario explicar que existe una realidad concreta, impuesta "por la mundialización dirigida por el capital financiero internacional en lo político y en la política, así como en el Estado, las relaciones sociales en las que éste se basa y las instituciones de mediación o amortiguación social en las que el aparato estatal se apoya" [21]. Pero esa realidad se determina por las condiciones de cada país, afectando de distinta forma a las capas sociales, lo que le imprime características particulares que no pueden soslayarse, puesto que estas diferencias definieron el tipo de privatización, los programas y calendarios específicos y hasta la profundidad de las medidas aplicadas [22].

En el caso de la privatización de la energía se construyó un paradigma que fue adoptado en un marco más bien ideológico en unas partes (economías desarrolladas), pero fue impuesto en otras bajo amenaza de colapso económico (economías subdesarrolladas). De forma distinta en cada caso, adaptado a las condiciones y hasta a la percepción social de cada país, se plantearon expectativas y estrategias particulares.

En casi todas partes el proceso alcanzó cuando menos a la etapa de restructuración (desintegración) de la industria, lo que significó la entrega de la propiedad (y con ella el control) de buena parte de la infraestructura (la nueva sobre todo). Es lo que algunos denominan privatización de "primera generación", que quiere decir el paso de esquemas monopólicos de estado a la competencia (la tercera sería una fase de plena competencia y autorregulación que, por supuesto, no existe en ninguna parte).

Los distintos gobiernos acataron sumisamente el proceso general, reaccionando de forma distinta solo ante la respuesta social. Por lo mismo el proceso de privatización presenta distintos estados, por región, y entre países. A continuación hacemos una revisión ilustrativa, no exhaustiva, de la situación geoenergética mundial.

4. ¿Dónde surge la privatización?


Desde el punto práctico, las privatizaciones representaron el predominio de la economía sobre la política, y el triunfo del capitalismo, en la vieja disputa sobre el papel del Estado. La caída de la Unión Soviética y su modelo de economía centralizada, no parecía dejar lugar a dudas.

En las economías capitalistas más desarrolladas la privatización del sector energético, particularmente de la electricidad, se insertó en motivaciones subjetivas, fuertemente ideológicas, en el marco de la disputa por establecer un nuevo orden mundial (reforzar el existente, para garantizar su predominio). En el centro de la disputa se encuentran las fuentes convencionales de energía, cuya distribución geográfica es adversa a las grandes potencias. Europa es un caso y, dentro de ella, la Gran Bretaña construyó un gran laboratorio de privatizaciones y alianzas estratégicas que le garantizarían el acceso. EU impuso su propio paradigma.

a) Reino Unido

El Reino Unido (RU) destaca porque 19% del total de las transacciones realizadas en Europa corresponden a la Gran Bretaña (20% del valor de venta). A partir de 1977 privatizó la British Petroleum y siete años después British Gas. En 1989 el proceso se aceleró con la venta de las empresas del Agua y 1991 PowerGen. Casi siempre el método fue a través de oferta pública (empresas nacionales), pero a partir de 1992, la venta de empresas más pequeñas se realizó mediante venta privada (empresas locales o regionales).

Esto no es poca cosa, si consideramos que "a principios del siglo XX el público seguía prefiriendo la propiedad pública, y la mayoría de los municipios tenía sus propios sistemas eléctricos" [23]. De hecho, fue “después de la segunda guerra mundial que el gobierno británico nacionalizó la industria eléctrica comprando todas las empresas privadas y tomando el control de aquellas que estaban en manos de los municipios” [24].

Como casi en todas partes, las empresas privadas construyeron los primeros sistemas eléctricos en el RU, pero no los desarrollaron, razón por la que se municipalizaron mediante la compra. “Hacia 1903, dos tercios de las conexiones eléctricas formaban parte de sistemas de propiedad pública y estaban ubicados principalmente dentro de áreas urbanas [25]. Estos sistemas, sin embargo, eran pequeños y estaban desintegrados, con variedad de voltajes, frecuencias y redes de distribución [26], por lo que no alcanzaron a desarrollar una economía de escala. Así, permanecieron las empresas privadas, que tampoco alcanzaron un desarrollo significativo, ante la reticencia de los municipios (y la ciudadanía) a comprarles electricidad y otorgarles con ello el control de la industria.

La nacionalización eléctrica en Inglaterra, Gales y el sur de Escocia (1948) fue concebida como una forma de control público, es decir, las empresas públicas formadas fueron controladas por consejos de administración autónomos (aunque nombrados por el gobierno laborista), similares a los de las empresas privadas, pero con el objetivo de servir al interés público. Se creó la Autoridad Británica en Electricidad, que sería transformada más tarde (1955) en Autoridad Central Eléctrica y luego en el Consejo Central de Generación de Electricidad, CEGB por sus siglas en inglés (1957), para controlar a las más de 500 empresas eléctricas municipales y privadas.

Fuente: Domenico, Siniscalco D, Bortolotti, B. The Challenges of Privatization:
An International Analysis. Oxford University Press, 2004


El CEGB logró crear un sistema eléctrico basado en la economía de escala, con el objetivo de asegurar el abasto y con gran disponibilidad de capacidad de reserva que, a la baja en la demanda de los años setenta, se interpretó por los partidarios de la privatización como sobreoferta, signo de la ineficiencia e improductividad del modelo de control estatal de la economía, pensamiento que fue arraigando en la década siguiente y con el cual, el gobierno de Margaret Thatcher, ya en los años noventa, pudo emprender la privatización, socavando el concepto de la propiedad pública, y a pesar de que varias centrales generadoras habían alcanzado una alta eficiencia al subordinar sus objetivos sociales a los comerciales [27].

Thatcher, por otro lado, privatizó la electricidad ¾cuya generación dependía fuertemente en el carbón, un 80%¾, impulsando la generación a base de gas (también privado), alegando que la mayoría de las plantas había terminado su vida útil [28]. Con ello logró “de paso” acabar con la resistencia de los trabajadores. Según Thomas [29], el gobierno británico atacó deliberadamente el poder de los obreros del carbón sobre el suministro eléctrico [30].

La industria del Carbón también fue nacionalizada después de la II guerra mundial por el gobierno laborista, creándose la National Coal Board (NCB, 1947). No obstante, su desarrollo venía reduciéndose; de alrededor de 750 mil mineros y 800 minas existentes en 1947, hacia 1983 quedaban alrededor de 240 mil mineros, laborando en unas 190 minas. El gobierno de Thatcher, enemigo político de la Unión Nacional de Mineros, condenó a la NCB desde su llegada. Una comisión dictaminó en 1983 que la industria del carbón estaba quebrada y que el 75% de sus minas presentaba pérdidas; que subsistía gracias a los más de 1 mil millones de libras anuales de subsidio otorgado por el gobierno. En sus memorias la llamada "dama de hierro" escribiría sarcásticamente:
"Consideramos que estando en la Lucha de Clases, teníamos que declararles la guerra y la única manera de hacerlo era atacando los puntos vulnerables, las centrales eléctricas, los depósitos de carbón y de coque, los suministros... Deseábamos paralizar la economía de la nación."

Todo esto sustentado en la propaganda del liberalismo económico, basada en la superioridad de la economía de mercado, sobre la ineficiente administración pública. Se aseguró incluso que la privatización era un medio para extender más la riqueza a la comunidad, creando “‘propiedad pública real’ de las empresas del gobierno ¾de manera que más personas se beneficiaran con el capitalismo¾.” [31] Hubo que reconocerlo más adelante: la propuesta de un mercado eléctrico favoreció efectivamente... a los grandes consumidores. Tal vez por ello diversas organizaciones de estos financiaron entonces la costosa ofensiva mediática.

Con la restructuración desapareció la CEGB para dar paso a dos empresas generadoras, la Nacional Power y PowerGen. El sector nucleoeléctrico quedaría bajo control de la primera, pero finalmente quedó al margen, como una tercera empresa, Nuclear Electric, propiedad del estado. Otra empresa, la Nacional Grid Company, se hizo responsable del sector de la Transmisión eléctrica, regulada por la Oficina de Regulación de Electricidad (OFFER, por sus siglas en inglés, actualmente OFGEM, Oficina para los Mercados del Gas y la Electricidad).

La OFFER detectó (1998-99) ganancias injustificables de las empresas eléctricas, derivadas de la manipulación de las reglas del mercado en perjuicio de los consumidores [32], provocando un escándalo que fue resuelto desde el propio circulo de poder, con cambios al modelo privatizador original. Todo esto, sin que los grandes sindicatos o el partido laborista hicieran la menor protesta.

Hoy día, en el Reino Unido la generación eléctrica es totalmente privada y depende cada vez más de empresas y combustibles foráneos. Actualmente se utiliza una mezcla energética para la generación de electricidad basada en Gas natural (40%), Carbón (33%) y Nuclear (19%), importando un 2.5% de Europa continental, a través de Francia. Esta energía se entrega casi en su totalidad (más del 90 %), mediante contratos bilaterales, a los proveedores también privados de electricidad. Otra parte (un 7%) se trafica, a precios de mercado, de acuerdo a la variación de la demanda, negociando el precio de la electricidad para bloques de media hora. La energía restante (un 2 a 3%) se destina a un “Mecanismo de Equilibrio”, basado en un Código de Establecimiento y Equilibrio, cuyas reglas son administradas por un organismo privado, "no-lucrativo" (ELEXON, que vino a sustituir al fallido y manipulado "pool eléctrico "), cuyo propósito es velar por la confiabilidad del abastecimiento [33], contrarrestando los desbalances que las transacciones en el mercado inmediato plantean.

La red de Transmisión está integrada por cuatro subredes privadas de alta tensión [34], entre ellas la anterior red nacional, National Grid. La distribución y abastecimiento, luego de diversas fusiones y adquisiciones entra las 12 empresas regionales (REC’s, por sus siglas en inglés), quedó en manos de seis empresas privadas: British Gas, EDF Energy, npower, Powergen, Scottish Power y la Scottish and Southern Energy [35].

Estas fusiones han propiciado una alta concentración, no solo de las empresas de la electricidad y del gas, sino también con proveedoras de Agua, que constituyen consorcios para comercializar lo que denominan multiservicios, supuestamente para ahorrar en costos generales [36].
Si algo ejemplifica la experiencia británica es el poder de mercado.

b) Estados Unidos

A diferencia del RU, en EU prácticamente no existían grandes empresas públicas (federales, de alcance nacional), había sin embargo "autoridades" dedicadas a regular el servicio de energía eléctrica, que se tuvieron que crear a principios del siglo XX para normar la actuación de las empresas privadas. Tal vez por eso a la privatización en EU se le comenzó a llamar "desregulación".

En el caso de la electricidad la regulación del estado fue la alternativa capitalista a cualquier intento de control y propiedad públicos a nivel nacional, que para la oligarquía de ese país no era (es) sino socialismo. No obstante, la inseguridad en el suministro y las tarifas elevadas propició el desarrollo de algunas empresas públicas, como contrapeso de las privadas. Según Beder [37] "hacia 1888, unas 53 ciudades y pueblos contaban con sistemas municipales de electricidad", fundamentalmente en regiones despreciadas por el capital privado, donde la electricidad pública llegaba a costar a la mitad de precio que las privadas.

Empero, la tendencia hacia la "electricidad pública" resultó derrotada mediante una ideologizada campaña y la actuación de funcionarios que, en contra del voto público, favorecieron la propiedad privada. Beder consigna dos ejemplos: la ciudad de Cleveland y el estado de Massachussets [38], a pesar de lo cual, entre 1895 y 1903 se crearon más de 700 sistemas eléctricos públicos, de manera que hacia 1912 una tercera parte de las empresas eléctricas de Estados Unidos era propiedad pública y la mayoría generaba su propia electricidad. De esta manera a finales del siglo XIX y principios del XX se desarrolló una especie de autoabastecimiento (quienes generaban en sus propias instalaciones) que constituía casi las otras dos terceras partes del consumo total.

Por otro lado, la batalla entre las tecnologías de generación y distribución, entre corriente directa y alterna, así como la federación de diversos generadores, propició el desarrollo de un esquema consistente en la integración de pequeñas centrales generadoras y sus redes de Transmisión y Distribución asociadas, quedando establecido un monopolio natural más eficiente, porque evita la duplicidad de infraestructura costosa y aprovecha la economía de escala.

Como en otros aspectos de la vida de aquel país, la industria eléctrica privada se forjó a base de "donativos políticos", otorgados por "visionarios" capitalistas. Tal fue el caso de Samuel Insull, quien habiendo iniciado su carrera al lado de Tomás Alva Edison estableció un emporio eléctrico en Chicago, ofreciendo tarifas baratas a los grandes consumidores, que atraían a los clientes de otras empresas, hasta que las obligaba a asociarse, fusionarse o venderle.

De este proceso resultó triunfante la propiedad privada, protegida por una legislación que salvaguardaba a los monopolios privados, compartiéndoles el trato otorgado a las empresas estatales, así como la seguridad de recibir un ingreso suficiente, a través de las tarifas, no solo para mantenerse financieramente solventes, sino para obtener jugosas ganancias. Este modelo predomina a la fecha, luego de los fallidos intentos de generalizar la privatización en todo el país.

La propuesta de presupuesto nacional para 1986 que presentó Ronald Reagan al congreso de EU revivió la ofensiva privatizadora, planteando entre otras, la venta de cinco empresas "administradoras" de energía eléctrica (que distribuían el 6% de la energía consumida a nivel nacional) y dos pozos petroleros administrados por el departamento de energía, además de otras empresas. La propuesta no pasó, ni en ese año ni en los dos subsecuentes, en que se amplió en número de empresas a vender, incluida la emblemática Tennessee Valley Authority [39].

La política de EU en materia de hidrocarburos es un capítulo aparte. Desarrollada prácticamente mediante el capital privado, a partir de empresas "multinacionales" (en realidad transnacionales de EU y Europa Occidental) imperialistas, para resolver su dependencia en el abasto de combustibles primarios. Para ello practica diversas opciones, incluida la militar, para imponer un orden mundial basado en el control del mercado energético por parte de los países consumidores y de las transnacionales energéticas.

c) Europa

Al tiempo de la nacionalización eléctrica en el RU, la mayoría de los países europeos también asumieron diversas formas de control de sus sistemas eléctricos. Luego, la mayoría aceptó la privatización (de sectores como la Generación eléctrica), reformando la estructura de su industria pero conservando siempre cierto control sobre ésta para defender su propio modelo de desarrollo.

Actualmente la mayoría rechaza la privatización del "mercado minorista" ¾es decir el consumo doméstico¾, generalmente controlado a nivel municipal, y otros simplemente la ignoraron. Solo los países nórdicos, cuyos estados adoptaron hace años medidas de protección social, desarrollaron formas de competencia; no obstante, el mercado sigue integrado y bajo control del estado (Nord Pool, que poco a poco sustituye a los contratos bilaterales), por lo que los cambios no son sustanciales.

En Europa el tema ha quedado opacado por preocupaciones más inmediatas, como la escasez mundial de hidrocarburos y el lento desarrollo de fuentes alternas masivas (nucleoelectricidad). La llamada "apertura" energética (eléctrica principalmente) es fuente de constantes disputas, aparentemente resueltas en el ámbito comercial (entre empresas), pero que en realidad son el centro de enfrentamientos políticos al seno de la actual Comunidad Europea [40].

Fuente: Bergman, L. More About Single European Market for Electricity
Centre for Economic Policy Research


Los países del ex-bloque comunista, que en su proceso de transformación hacia una economía de mercado adoptaron el modelo neoliberal, toparon muy rápidamente con una crisis financiera a finales de la década de 1990. En el sector energético, esto fue realizado con reservas, manteniendo un cierto grado de integración territorial, pero sobre esto, de control de los energéticos [41].

Algunos países incluso sacaron ventaja del proceso, fomentando el expansionismo de sus empresas. Ejemplos son Francia, que ni siquiera cumplió con incluir la directiva europea respecto a la apertura en su legislación, y España, cuya estructura eléctrica ya era mixta y con un consumo interno muy bajo, se organizaba de forma similar a lo que se pretendía lograr con la "liberalización". Las empresas de ambos países tienen actualmente una fuerte presencia en América Latina.

5. ¿Dónde la privatización es barbarie?


a) Irak

Hemos afirmado que "terribles golpes han llevado al repliegue a los trabajadores del mundo. En muchas partes se han abandonado los principios, el programa y las banderas. En otras partes, la desproporción de fuerzas nos afecta adversamente. A pesar de todo, en muchos lugares más, la clase obrera está en lucha por sus legítimos intereses inmediatos e históricos” (energía No 4, abril de 2001), en medio de conflicto políticos y hasta militares. Tratándose de los trabajadores de la energía, la barbarie capitalista está brutalmente representada en la invasión de Irak.

La región (donde se ubican las mayores reservas petroleras del mundo) se ha visto sacudida por diversas agresiones [42]. Luego de diversas disputas, Irak invade Kuwait en 1990 y al año siguiente EU interviene militarmente en Irak, estableciendo una fuerza militar que se suma a la que ya existía en Afganistán.

Reservas en la región del Medio Oriente

País
1960
1970
1980
1990
1995
1996
1997
2001
2003
A. Saudita
50,000
128,500
165,000
254,900
258,700
258,700
259,000
259,200
259,400
Irak
27,000
32,000
30,000
100,000
100
1,000
112,000
112,500
115,000
Kuwait
62,000
67,100
64,900
94,500
94,000
94,000
94,000
94,000
96,500
Irán
35,000
70,000
57,500
92,800
89,300
88,200
93,000
89,070
125,800
E. Arabes

11,800
29,000
92,200
92,200
92,200
92,200
92,000
92,200
Omán


2,300
4,200
4,800
5,100
5,100
5,500
5,506
Zona neutral
6,000
25,700
6,000
5,200
5,000
5,000
5,000
5,000
5,000
Yemen



3,000
4,000
4,000
4,000
4,000
4,000
Qatar
2,500
3,550
3,600
4,500
3,700
3,700
3,700
15,000
15,207
Siria
1,000
1,000
1,300
1,700
2,500
2,500
2,500
2,500
2,500
Total de la región*
85,500
341,600
361,750
659,050
660,500
659,555
676,352
68,600
622,860
183,500
339,650
359,600
653,000
554,300
554,400
670,500
678,770
721,113



El mundo contra la guerra Bombardeo imperialista a Bagdad





Producción en la región del Medio Oriente.

País
1960
1970
1980
1990
1995
1996
1997
2001
2003
A.Saudita
1,247
3,548
9,630
6,215
7,859
7,841
8,082
6,470
8,430
Irak
1,004
1,548
2,638
2,083
600
600
1,147
1,960
1,275
Kuwait
1,628
2,734
1,382
1,080
1,792
1,817
1,836
1,440
1,850
Irán
1,067
3,328
1,467
3,120
3,612
3,675
3,632
3,130
3,730
E.Arabes

693
1,350
1,587
1,832
1,846
1,873
1,550
1,850
Omán

332
283
658
849
882
904
960
600
Zona neutral
136
500
540
315
430
484
533
540
600
Yemen



179
338
338
370
350
350
Qatar
175
362
472
387
454
479
622
574
720
Siria

83
165
385
605
601
570
515
528
Total de la región*
5,306
13,279
18,335
16,565
18,849
19,040
20,057
17,872
19,933
10,563
26,407
36,262
32,574
37,220
37,603
39,626
35,361
39,866
ler. Dato = reservas en millones de barriles.
2do. Dato = producción en miles de barriles de petróleo diarios (bpd).
Fuente: Buletin Neftigasonasnoi Industrii, Moscú, Nedra, dic. de 2002, vol. 35, núm. 12, pp.38-40. Para datos del 2003: Oil and Gas Journal, EU, 22 de diciembre de 2003, vol. 101, núm. 49, pp.41-46.
Tomado de EU Petróleo y Geopolítica, García, M y Ronquillo, G. Plaza y Valdéz. (*) Sumas inconsistentes.


El despojo es legalizado por la ONU mediante un embargo petrolero y la imposición de severas sanciones económicas que, luego de una década, provocaron hambre y la más alta mortandad infantil registrada hasta entonces, por falta de alimentos y medicinas básicas, así como de servicios vitales (agua, luz).

Hacia 2002 Irak "exportaba" diariamente 2 millones de barriles diarios de petróleo. Sin embargo, en protesta por la enésima agresión israelí contra los territorios palestinos, decidió suspender por un mes las exportaciones, lo que elevó el precio del barril de inmediato.

El imperialismo reaccionó y meses después, como parte del nuevo orden internacional impuesto por EU, Irak es agredido por una fuerza imperialista (2003), basado en el supuesto de que este país había construido armas nucleares ‘no convencionales’, mentira avalada por la ONU. Pese a las multitudinarias protestas que en meses anteriores se desarrollaron en las principales ciudades del mundo. La invasión a Irak tuvo siempre como objetivo apoderarse del petróleo: "sangre por petróleo", advirtieron millones.

Antes, los crecientes rumores de la invasión (y otras “alteraciones” del mercado, como la amenaza de paro patronal en PdVSA) elevaron el precio del petróleo. Ante ello, la OPEP se declaró lista para "abrir las válvulas" de sus reservas y compensar cualquier desabasto que pudiera desestabilizar los precios. Y así sucedió, Arabia Saudita produjo altos volúmenes, los más elevados en más de 20 años; incluso México incrementó su producción y exportación a EU y hasta Venezuela se sumó a dicha política. El resultado, el mercado se inundó de crudo, "petróleo para la guerra".

La nación iraquí ha pagado un costo muy elevado por mantener la soberanía sobre sus recursos naturales. Las políticas neoliberales de privatización chocaron en este país con la resistencia de un pueblo, por lo que, recurriendo a las viejas formas imperialistas, decidieron la invasión que puso en manos de las transnacionales petroleras los hidrocarburos de ese país (y de la región) como botín de guerra (repartido incluso antes de la invasión).

En cuanto a la infraestructura eléctrica iraquí, fuertemente castigada por el bloqueo, quedó destruida luego de la ocupación. El sistema eléctrico iraquí operó por años basado en la geotermoeléctrica (8 plantas que atendían la demanda al sur de país) e hidroeléctrica (5 plantas, que cubrían el suministro al norte). Bagdad, la capital, consumía cerca del 40% de la demanda total y obtenía su suministro de ambos sistemas. A nivel nacional, 80% de la población tenía acceso al servicio. Hoy incluso Bagdad padece racionamiento.

El proyecto de "reconstrucción" yanqui terminó de destruir el sistema eléctrico iraquí, al tratar de adaptarlo a las necesidades del desarrollo capitalista. Para ello se han autorizado pagos millonarios a las transnacionales. Hoy existen en Irak más soldados y mercenarios que técnicos, dedicados a “la reingeniería de Irak” [43], estrategia yanqui para reivindicar sus sangrientas acciones ante los ojos del mundo.

Las transnacionales invasoras proyectaron construir 30 plantas termoeléctricas para duplicar la capacidad total del sistema. Pero como parte de la heroica resistencia a la invasión, el pueblo impide las operaciones normales (obstaculizando la construcción y bloqueando el abasto de combustible, refacciones y equipo y materiales para el mantenimiento) de manera que solo una parte de la nueva generación está realmente disponible. La población civil, prescinde de electricidad porque así contribuye al rescate de su soberanía.

6. ¿Dónde se impuso la privatización?


a) América Latina

Luego de décadas de confusión ideológica ¾enfrentando sistemas económicos "mixtos" encabezados ya por corrientes nacionalistas de borrosos ideales socialistas, o bien por liberales aferrados a la ilusión de crear cuando menos un capitalismo periférico¾, una ola derechista se levantó en América Latina. Pronto recuperó el poder (muchas veces por la vía armada), de la mano del neoliberalismo y con la bendición de los organismos financieros internacionales, decretando vía libre a las privatizaciones.

Mientras sus "avances" en economía neoliberal dieron a Milton Friedman [44] el nóbel, a los trabajadores latinoamericanos tocó soportar la "democracia totalitaria" impuesta en algunos países. Las dictaduras en Brasil (1964), Chile (1973), Uruguay (1968), Paraguay y Argentina (1976) causaron más de 90 mil muertos y desaparecidos, pero cientos de miles más fueron encarcelados, torturados, despedidos del trabajo o privados de su medio de vida.

El subdesarrollo y el endeudamiento crónico en la región provocaron una crisis que fue aprovechada para impulsar gobiernos neoliberales y con éstos, imponer la "liberalización comercial y financiera", instrumentada mediante la venta, siempre a bajo costo y con altos "incentivos fiscales", de las empresas públicas más rentables, bajo pretexto de captar capital extranjero. Lejos de resolver los problemas, la crisis los profundizó [45].

Dependiendo del país, la reacción social fue diversa. En la actualidad la inconformidad ha generado una tendencia, por la vía electoral, a elegir gobiernos de izquierda. En este proceso mucho ha tenido que ver la lucha de los pueblos por el control nacional de los recursos energéticos, señaladamente el petróleo y el gas, así como el agua.

No se trata de gobiernos socialistas, pero tampoco emanan simplemente de la coyuntura; son resultado de la lucha popular, electos a partir de propuestas muy concretas entre las que destaca la de construir el socialismo y de hacer realidad una América integrada. Ello ha permitido algunos avances en ciertos países, como reducir la influencia de los organismos financieros internacionales y la renegociación de la deuda externa para aminorar su peso.

No se trata aún de proyectos de gobierno popular, aunque en el cambio democrático hayan participado organizadamente importantes sectores sociales: los círculos bolivarianos en Venezuela, los Sin Tierra en Brasil, los piqueteros en Argentina y amplios sectores campesinos e indígenas en el Ecuador, Perú y Bolivia. Solo en ciertos países ha sido visible la presencia de la fuerza obrera organizada. Esto plantea un problema que sería necesario revisar. Se trata sí de una crisis mundial, pero que adquiere rasgos particulares.

En algunos casos, la destrucción parece irreversible, porque fue desintegrada y las empresas originarias destruidas y entregadas a manos extranjeras. Algunos incluso, aceptando la tendencia mundializadora, realizaron reformas que a cambio de conservar un control mínimo, les permitieron "internacionalizarse", es decir a su vez colonizar energéticamente a otros países. Sectores de trabajadores especializados en el sector público fueron despedidos, convirtiéndose en fuente de mano de obra barata (especializada) para apoyar con su conocimiento la expansión de las empresas privatizadas.

b) Chile

La dictadura de Augusto Pinochet (1974-1990), que terminó de forma sangrienta el primer ensayo socialista por la vía democrática de América, fue "pionera" en AL, en materia de privatizaciones ¾base del "milagro chileno" (M. Friedman dixit)¾, que representaron para el país una mayor dependencia exterior y más endeudamiento. Una de las privatizaciones más "exitosas " de la dictadura chilena fue la de la industria eléctrica, porque facilitó la privatización a la vez de los fondos de pensión, incluyendo a particulares como accionistas [46].

Chile fue el primer país de AL que desintegró y privatizó su industria eléctrica. La empresa más importante del ramo, la Empresa Nacional de Electricidad S.A., ENDESA, fue pública en su origen (1943) ¾una sociedad anónima controlada por el Estado, a través de la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO¾. Desarrollada fundamentalmente en base a plantas hidroeléctricas y termoeléctricas, permitió llevar adelante el Plan de Electrificación de Chile. Estructurada verticalmente, ENDESA atendía las áreas de Generación, Transmisión y Distribución.

Luego la dictadura la dividió en seis empresas generadoras, seis distribuidoras y dos pequeñas empresas aisladas para privatizarla en 1989. El proceso fue ejecutado por una empresa española ¾del mismo nombre¾ que inauguraba así su proceso de "internacionalización" adquiriendo a ENDESA (Chile), a través de otra empresa también chilena a la que previamente había convertido en su filial, de nombre ENERSIS. ENDESA chilena-española, una vez privatizada, inició su propio proceso de expansión ("internacionalización") (1992), adquiriendo plantas generadoras en Argentina y el cono sur.

ENERSIS, a su vez, surge de la reorganización (1987) de otra empresa eléctrica, responsable del suministro en la Región Metropolitana, la Compañía Chilena de Electricidad, CHILECTRA (fundada en 1921), de origen privado y que fue nacionalizada (en 1970) y vuelta a privatizar (1981), dividida antes en tres empresas: una generadora y dos distribuidoras.

La situación energética de Chile, sin ser holgada, resulta solo favorable a las clases hegemónicas que gobiernan. Existe gran inconformidad y lucha social sigue, sin embargo no se consolida una opción clasista.

Tampoco lo fue el gobierno de unidad popular encabezado por Salvador Allende, el cual inició una serie de cambios económicos, descritos en un programa de transición al socialismo, entre los cuales se propuso la “estatización” de las áreas ‘claves’ de la economía y un aumento salarial a todos los trabajadores. No obstante estos fueron incapaces de responder masiva y unificadamente, ni aún en los momentos más apremiantes. Allende se despidió del pueblo trabajador de Chile con las siguientes palabras:
“Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo (...)”
Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

En mayo de1983 los trabajadores recuperaron las grandes avenidas. Durante su congreso, la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) anunció una huelga para el 11 de mayo de ese año. Otras organizaciones llamaron a organizar una protesta masiva el mismo día. En la víspera, el gobierno detuvo a la dirigencia sindical buscando descabezar el movimiento, ocupando militarmente los centros mineros. Ante la inminente masacre se suspendió la huelga, pero la protesta no. La primera manifestación de repudio a la dictadura, la más contundente en 10 años, tomó la calle. El saldo de la represión fue de dos muertos, decenas de heridos, centenares de detenidos y 10 dirigentes de la CTC encarcelados "por alterar el orden público". Nadie podrá jamás dar cuenta de cuántos trabajadores fueron despedidos (o amenazados) por participar. Muchos años y varias jornadas de protesta más habrían de transcurrir antes de derrotar a la dictadura.

c) Argentina

En este país las privatizaciones tuvieron motivaciones similares al resto de AL, agravado por un desaseado proceso lleno de sospechas, pero tuvieron el peor impacto en la población. “Si la privatización es la cura, prefiero la enfermedad”, se llegó a leer en las calles de Buenos Aires.

Pero más que una percepción, fue la realidad quien mostró a miles de trabajadores despedidos, de las empresas públicas y de las privadas que dependían de las primeras. Peor aún el golpe a servicios básicos como la salud, donde "la privatización (del suministro) de agua potable y alcantarillado (que) afectó tanto el acceso a estos servicios, como a la mortalidad infantil" [47].

Las privatizaciones representaron un amplio negocio. En el sector energético la venta del petróleo y del gas, la más importante, aportó un ingreso total de 12,247 millones de dólares, mdd mientras la eléctrica ingresaba 5,611mdd, por arriba de las Telecomunicaciones (2,982mmd) [48].

Antes, los precios de los servicios y bienes subieron y se simplificó el régimen tributario de las empresas (al cual quedarían sometidas, ya privatizadas) y se "sanearon” financieramente, absorbiendo el estado sus pasivos. Se crearon organismos y procesos regulatorios laxos a modo del interés privado.

En el sector eléctrico argentino, las principales empresas públicas fueron Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba), básicamente distribuidora (en el área metropolitana de Buenos Aires) y dos generadoras: Agua y Energía Eléctrica, e Hidroeléctrica Norpatagónica (Hidronor). Para el proceso de privatización, el sector se desintegró en sus partes: Generación, Transmisión y Distribución.

Segba fue dividida en tres distribuidoras (Edenor, Edesur y Edelap) y cinco generadoras (Central Puerto, Central Costanera, Central Dock Sud, Central Dique y Central Pedro de Mendoza). Agua y Energía Eléctrica e Hidronor fueron divididas en cada una de sus generadoras [49], 22 en el caso de la primera y 5 la segunda, creándose además 6 empresas de Transmisión. La coordinación operativa (el control), está a cargo de un organismo privado, la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (Cammesa), sujeto a la regulación del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE).

Todas estas empresas están actualmente controladas por empresas extranjeras. Un caso, Edesur es controlada hoy día por empresas de Brasil (Distrilec Inversora S.A. --Petrobras Energia--, 51%) y Chile (Enersis, 14.5% y Chilectra, 14.5% + Chilectra International Limited, 4.37%). El Banco de la Nación Argentina posee un 10% [50].

En cuanto a los hidrocarburos, la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Sociedad del Estado (YPF) fue privatizada mediante un complejo mecanismo de liquidación (de 1991 a 1992), que permitió consolidar el patrimonio petrolífero en favor de la nación, para luego dividirlo y venderlo en partes. Finalmente, YPF fue adquirida por la transnacional basada en España, Repsol, en 1999, creándose Repsol-YPF.

Por su parte, Gas del Estado, la gasera estatal, también fue privatizada en 1992 (conservando el estado un 27%), dividiéndola en varias compañías de producción, dos compañías de transporte y ocho compañías de distribución, que fueron concesionadas a subsidiarias (o “participadas”) de distintas transnacionales. El Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) es la autoridad reguladora a nivel nacional.

País de gran tradición obrera [51], protagonista muchas veces heroico de la historia argentina, cuyas principales organizaciones, divididas, fueron secuestradas por un sindicalismo adepto al populismo y más tarde entrampado en la desindustrialización del progreso neoliberal, que reduce el número los obreros industriales y aumenta el de los trabajadores de servicios, pero que sobre todo precariza y reduce el empleo, creando grandes masas de trabajadores excluidos. Muchos de ellos están hoy organizados en el movimiento “piquetero”.

La crisis social argentina es a la vez crisis del movimiento obrero ¾unas veces oficialista y corporativo, pero las más proscrito y perseguido [52] ¾, que transitó de la consigna "ni golpe ni elección, insurrección" [53] a la célebre pinta “¡Que se vayan todos!” [54]. El movimiento social (impulsado por los trabajadores) que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa, a su vez sucesor de Carlos Menem, un peronista iniciador del proceso de privatizaciones, muestra la complejidad del proceso social argentino.



La dictadura pinochetista, pionera de las privatizaciones en América Latina


7. ¿Dónde se generaron movimientos de resistencia importantes?


Pocos países han conservado intacta su estructura energética. Casi todos se iniciaron preparativos para introducir las reformas. La mayoría interrumpió el proceso por diversas razones. Otros simplemente abandonaron, bien por la resistencia encontrada o por la menor relativa de sus mercados, o incluso, por fallas en el modelo adoptado. Un caso es Brasil, que conservó bajo control estatal la Generación, no así la Distribución, con grave impacto en el servicio /racionamiento en 2001). El caso extremo tal vez lo constituye República Dominicana, donde hubo una afectación grave al servicio y fuertes protestas populares, que fueron reprimidas con lamentable costo de vidas humanas.

a) Ecuador

También en este país se iniciaron los preparativos para la privatización con gran fuerza. En el sector eléctrico se impuso una nueva ley (1996) por la cual el Instituto Ecuatoriano de Electrificación (INECEL), fundado en 1961 para integrar las 22 empresas regionales existentes, tendría que desintegrarse en seis empresas de Generación (Hidro Paute, Hidro Agoyan, Hidro Pucara, Termo Guayas, Termo Pichincha, y Termo Esmeraldas), una de Transmisión (Transelectric), y 18 de Distribución (Ambato, Cotopaxi, Esmeraldas, Centro Sur, Sucumbíos, Emelnorte, Emelríos, Emeloro, Emelgur, Santo Domingo, Quito, Emelmanabí, Santa Elena, Regional Sur, Riobamba, Emelbo, Milagro y Emelec). En una primera etapa, todas ellas seguirían en propiedad del estado a través del llamado Fondo de Solidaridad.

Otra empresa (privada), la más grande en Distribución a nivel nacional, la Empresa Eléctrica del Ecuador (EMELEC), responsable del suministro en la ciudad de Guayaquil, también fue puesta en venta. No obstante, las continuas movilizaciones y protestas de los trabajadores y el pueblo, que condujeron al Tribunal Constitucional del país a concluir que la venta de recursos nacionales energéticos era ilegal, dejando en suspenso legal el proceso. En respuesta, el gobierno implementó una política progresiva de retiro de los subsidios.

En el sector petrolífero, destaca la disputa por dos regiones norteñas, colindantes con Colombia, Sucumbíos y Orellana, que fueron militarizadas bajo el supuesto del combate al narcotráfico, pero que son a la vez ricas reservas petroleras de aquel país. La represión en la región fue causa de secuestros, desapariciones y, finalmente del desplazamiento de grupos indígenas. La organización popular convocó a la huelga general. Las movilizaciones y protestas incluían la demanda de cancelar las concesiones otorgadas a la petrolera gringa Occidental Petroleum (Oxy) y la canadiense EnCana Corp., mismas que se lograron en 2006, junto con la expulsión de Lucio Gutiérrez (y después de Alfredo Palacio). Sin ser definitivo, este paso garantiza la recuperación para la nación del control de ambas regiones, a través de Petroecuador, la compañía petrolera estatal.

No obstante, la situación política es aún compleja. A principios del 2000, una rebelión encabezada por el pujante movimiento indígena organizado nacionalmente apenas una década antes, propició la caída del régimen encabezado por Jamil Mahuad, en un movimiento que, luego de un efímero triunvirato cedió, obligado por la presión del sector militar ¾progresista, pero al fin y al cabo inmerso en una tradición dictatorial¾, para optar por la sucesión constitucional. La fuerza de los trabajadores, mostrada a plenitud apenas dos décadas en populares huelgas obreras, había sido desarmada antes por la vía de la represión.

Actualmente, la Confederación de Trabajadores de Ecuador, que en su sector eléctrico reúne a los Comités de Empresa, ha sostenido la lucha para impedir la privatización del sector eléctrico, a la vez que participó en las movilizaciones que llevaron al triunfo del candidato de izquierda, Rafael Correa y con él, un Sí rotundo a la constituyente (con 78% de votos). Participan además la Federación Unitaria de Trabajadores de la Industria Eléctrica (FEDELEC) y la Red Nacional Sindical de Trabajadores Eléctricos ENLACE.



Petroleros y pueblo de Ecuador


8. ¿Dónde se impidió (o detuvo) la privatización?


a) Costa Rica

En 1949 se funda el Instituto Costarricense de Electricidad ICE con el objetivo de realizar el Plan General de Electrificación. Otra empresa (privada) la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (fundada en 1941), es la mayor distribuidora de energía (39% del total nacional). La lucha en contra de la privatización eléctrica tuvo como antecedente la privatización de las telecomunicaciones (también responsabilidad del ICE).

Una ley de 1990 permitió la instalación de plantas privadas de generación eléctrica (limitadas a una capacidad máxima de 20MW y al 15% de la capacidad total del sistema Eléctrico Nacional). La ley se modificó en 1995 adicionando la capacidad disponible "para venta" (otro 15%, en bloques de 50MW), a la vez que se obligaba al ICE a comprar la producción de éstas a enorme costo, para lo cual se reformó el régimen tarifario.

En 2000, el legislativo aprobó en primer debate lo que se conoció como el "combo energético", que marcó el inicio de masivas protestas, con la participación de todos los sectores sociales. El proyecto fue retirado y de inmediato se creó una comisión amplia para discutir con el gobierno, en la que participaron compañeros del Frente Interno de Trabajadores y Trabajadoras del ICE.

Pese a la derrota, el gobierno neoliberal tico no está vencido. Cabe recordar que en la región, Costa Rica representa para las transnacionales la entrada un mercado atractivo (es en América Latina el país con mayor cobertura eléctrica, 97%) y, a la vez, puente para distintos proyectos de "integración energética".

No hace mucho, de gira oficial, el ex-presidente mexicano Vicente Fox anunció su “nueva estrategia” en materia energética (frente a la propuesta por el presidente venezolano Hugo Chávez Frías), que según él se basa en la integración de los países de Centroamérica y Colombia. Hablaba de "su" idea (Plan Puebla-Panamá) para la integración a través un solo mercado eléctrico (SIEPAC) refinar petróleo (instalación de una "gran" refinería auspiciada por Pemex.

b) Perú

A partir de 1991, el Banco Interamericano de Desarrollo auspició al gobierno neoliberal de Alberto Fujimori para la realización de diversos proyectos privatizadores en el sector eléctrico peruano, a través del Comité Especial de Privatizaciones (Cepri).

Perú tenía entonces una baja cobertura de electricidad (menor al 78%), y su principal fuente energética era la hidroelectricidad. No obstante que la privatización generó, después de Argentina, ganancias muy altas, ni la cobertura ni el servicio mejoraron.

La Ley de Concesiones Eléctricas de 1992 desintegró la industria, haciendo de la generación es un mercado "abierto" (de competencia). Entre 1994 y 1997, el gobierno privatizó 5 empresa públicas de generación y 5 de Distribución. La "regulación" quedó en manos del Organismo Supervisor de Inversiones Privadas en Energía (Osinerg).

Electroperú fue dividida en 1995 en la propia Electroperú, Egenor, Egesur, Cahua. Las tres primeras conservaron su estatuto público luego de una importante lucha (a partir de 2002). La defensa de la generadora Egasa y de Egesur fue efectiva cuando la transnacional Tractebel (Bélgica) renunció a la concesión, no sin antes causar represión. En Lima, encabeza la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP).

Antes, en 2001 el intento de privatizar la principal planta termoeléctrica al sur del país, la Central Hidroeléctrica del Mantaro, concitó una enérgica respuesta social.

Ese mismo año, había comenzado con la división de Electrolima para privatizarla, resultando Edelnor (distribución), Luz del Sur (distribución), Edegel (generación) y la propia Electrolima, que fue vuelta a dividir: EDE-Chancay y EDE-Cañete. Luego Edelnor absorbió a EDE-Chancay.

En materia de Transmisión, se concesionaron las Empresas de Transmisión Eléctrica Centro Norte (ETECEN) y del Sur (ETESUR), adquiridas y controladas por Interconexión Eléctrica SA (ISA), un grupo de inversionistas con fuerte presencia en la comunidad andina, entre los cuales está ABB Energy Ventures. Hasta ese momento, 64% de la capacidad total de Generación era privada, así como el 79% de la Distribución.

Solo la transnacional española Endesa controla actualmente, a través de las concesiones otorgadas a Etevensa y Piura, 1,462 MW y mediante Enersis (Edegel) otros 967 MW, y tiene además mayoría en Edelnor, para la Distribución de energía al norte de Lima (892,000 consumidores).

Este esquema agudizó la problemática energética, provocando que en el 2006 Electroperú no renovara los contratos de suministro con las empresas distribuidoras Distriluz y Luz del Sur (que alimenta el sur de Lima) y desde el 2002.

9. ¿Dónde se revierte la privatización?


Aunque pocos casos, algunos países decidieron enfrentar a los organismos financieros internacionales y han iniciado un proceso inverso, para recuperar el control de sus recursos estratégicos e incluso para ponerlos a disposición de los pueblos del mundo.

a) Bolivia

La complejidad de la lucha social del pueblo boliviano radica no tanto en la composición de las fuerzas que la articularon políticamente para inducir cambios de orden económico en favor de los grupos más marginados, como en la campaña de desinformación que los medios de comunicación imperiales desataron sobre este país, primero a partir de un discurso centrado en el "atraso histórico" de una cultura asociada al narcotráfico (por el tema del cultivo de la coca), y más tarde por la incorporación del país a la ola populista "de amplio arraigo histórico" en América Latina.

En Bolivia se llevó a cabo un intenso programa de privatizaciones en cuya primera fase (1992-1994) se abrió a la inversión privada los sectores del gas y eléctrico (también las telecomunicaciones). A su agotamiento, siguió una nueva, mediante la reforma del sector financiero y del propio estado (descentralización), para favorecer la venta de las empresas públicas, en condiciones que pretendían lograr el consenso popular, destinado el 45% del valor de las acciones a la creación de un fondo privado de pensiones general y otro 5% a los propios trabajadores [55].

El proceso de privatización boliviano se caracterizó porque tuvo un período llamado de "capitalización" de las empresas (donde se transfería al sector privado el control total de las empresas públicas, a cambio del 50% del valor del capital). Así se privatizó la empresa estatal de hidrocarburos, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, YPFB, y todas las plantas de generación de la eléctrica nacional, Empresa Nacional de Electricidad, ENDE.

Además de ENDE, la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica de Cochabamba, ELFEC también tenía carácter público y existía también la Compañía Boliviana de Energía Eléctrica, COBEE, que era privada y se constituía en la segunda generadora y distribuidora de La Paz, que se separó en varias distribuidoras.

ENDE fue dividida en tres generadoras (actualmente existen 8) y la red de transmisión. Las plantas se privatizaron individuamente bajo el esquema de capitalización mientras la red de transmisión se privatizó en un solo organismo. Adicionalmente, a nivel regional se mantiene la Cooperativa Rural de Electrificación, CRE, y varios sistemas eléctricos pequeños, que son también cooperativas. Existen además tres consumidores “no regulados” y al menos dos sistemas aislados.

En cuanto a los hidrocarburos, en YPFB la participación privada era posible mediante contratos de riesgo compartido, pero luego de la reforma, se entregaron las funciones de Producción y Transporte, estimulando la exportación de gas natural, primero hacia el sur de Brasil (en 1999, mediante un oleoducto a Brasil) y más tarde a EU, vía México (en un fracasado plan que recientemente fue abortado en México por la ChevronTexaco). El 1º de mayo de 2006, y como resultado de la llamada “guerra del gas” (2003), YPFB fue refundada, mediante un decreto que estatiza la empresa, lo que representa un avance respecto de la privatización. No obstante, el proceso de nacionalización, como hecho político que implica recuperar el derecho de propiedad social y la recuperación del proceso de trabajo bajo control obrero, así como la integración de la vigilancia social, sigue en marcha. Con el decreto el Estado tendrá en YPFB una participación del 51%, y recibirá el 82% de las utilidades, mientras los capitalistas se quedarán con el 18% restante.

Previamente se había desatado la “guerra del Agua” (2000, en Cochabamba). La privatización del agua potable comenzó en 1997 cuando una empresa municipal, Sarnaza, responsable del servicio en La Paz (El Alto), fue privatizada en favor de Aguas de Illimani (subsidiaria del transnacional Grupo Suez). Se concedieron además concesiones para administrar las hasta antes empresas municipales de Santa Cruz, Oruro, Sucre y otras ciudades.

En 2005, luego de amplias movilizaciones las comunidades marginadas (formadas por ex-mineros y ex-campesinos despojados de su medio de sustento por las privatizaciones) lograron la cancelación de la concesión, luego que Suez se negara a invertir para sanear y extender la red del sistema de aguas (potable y alcantarillado), a pesar de las altas cuotas del servicio.

La crisis política desatada por las privatizaciones alcanzó tal magnitud que obligó al gobierno presidido por Gonzalo Sánchez de Lozada a dejar el poder 14 meses antes de término y lo mismo ocurrió a su sucesor, Carlos Mesa, quien había asumido el poder supuestamente con mayor respaldo popular pero continuó las políticas de Sánchez, ante lo que el movimiento popular afinó un programa antineoliberal, principalmente en contra de las reformas que pretendían concesionar las reservas del gas de la nación.

Ya en 2003 la Central Obrera Boliviana (COB) y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, habían convocado a un paro general indefinido en defensa del gas natural, alcanzando niveles de rebelión al ser secundado por el MAS y el Movimiento Indígena Pachakuti. En esta etapa la presencia obrera organizada no tuvo el peso político necesario para elevar un plan energético propio, más allá de la defensa del gas.

No obstante, en la organización política y movilización de los sectores en lucha estaban presentes los trabajadores, gracias a ello se pudo vencer dichas reformas (en un referéndum), y además fue posible ampliar la iniciativa hacia la Asamblea Constituyente, convocando además a una nueva elección general, que puso término al gobierno de Mesa y llevó a Evo Morales a la presidencia, quien anunció un programa para recuperar las empresas nacionales (ENDE, entre ellas), como ya se comenzó a hacer con YPFB y la Corporación Minera de Bolivia, COMIBOL.

La situación boliviana implica el análisis de un proceso de coyuntura en pleno desarrollo, donde los años recientes de lucha activa permitieron restaurar el diálogo nacional, luego de la ola neoliberal cuya dinámica (basada en una ramplona estrategia de combate a la pobreza mediante programas asistenciales) propició una grave inestabilidad política y social. Hoy los bolivianos discuten ampliamente sobre el destino de sus recursos naturales (gas y minerales) y acerca de la orientación de la asamblea constitutiva, al margen de los proyectos elaborados para ese país por los organismos financieros internacionales.



Indígenas bolivianos en defensa del gas


b) Venezuela

En la República Bolivariana de Venezuela la privatización más notoria fue la de Petróleos de Venezuela, PdVSA, llevada a cabo mediante su apertura al capital privado extranjero, por lo que es considerada desde la década de 1990 como "la primera transnacional con origen a América" [56], con una política basada en alianzas y vínculos con los grupos de poder, al interior y al exterior del país. De este modo PdVsa se constituyó en un poder dentro del Estado.

La industria eléctrica venezolana es conducida por dos empresas Electricidad de Caracas (antes Elecar, hoy renacionalizada EdC) y Enelven a nivel de Distribución. La tercera empresa pública, Electrificación de Caroni, EDELCA, genera la mayor parte de la energía interconectada y controla más de la mitad de la capacidad instalada (hidroeléctrica).

La estrategia de privatización se instrumentó a través de la Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico, CADAFE, una tenedora estatal, que dividió la Distribución en 4 regiones, varias generadoras y creó una empresa de Transmisión administrada por EDELCA, el propio CADAFE, así como Electricidad de Caracas (ELECAR) y Empresa de Energía de Venezuela (Enelven), que maneja el Sistema Interconectado (que conecta un 94%).

La llegada a la presidencia del ex-teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías (1998) marca un hito en la historia de Venezuela, dominado entonces y a partir de la crisis petrolera de los 80s por un sistema bipartidista que impulsó las medidas neoliberales. Con un triunfo absoluto (56% de la votación, en primera vuelta), se consolidaba una vanguardia integrada por un grupo de militares bolivarianos (MBR200, fundado apenas en 1982), y que en 1992 pretendió dar un golpe de estado, a raíz del llamado caracazo (represión militar de 1989). A partir de entonces Chávez ha sometido a las urnas su mandato 8 veces, y las mismas ha vencido. Una nueva Constitución y un nuevo esquema de Estado en el que además de los tres poderes tradicionales, se crean el Poder Ciudadano y el Poder Electoral, permiten crear un nuevo bloque de poder político.

Además, el manejo soberano de las reservas venezolanas de hidrocarburos (las mayores en el continente) ha sido un factor fundamental de cambio social y consolidación de un gobierno popular, y más aún, para plantear una nueva política de integración regional a partir de diversas iniciativas de éste país, a pesar de que se mantiene un alto nivel de exportación de crudo y gasolinas a EU.

En febrero de 2007 el gobierno adquirió de AES Corporation el 82% de las acciones que detentaba. Con los recursos recuperados (2,216 MW de capacidad de generación que representa el 26% de la distribución), el estado venezolano se propone fundar a la nueva EdC. Chávez anunció además la creación de una Corporación Eléctrica estatal [Ver energía 84, Inicia nacionalización eléctrica en Venezuela].

No obstante, estos logros se realizan prácticamente en ausencia de la masa trabajadora organizada, lo que contribuye a impedir la consolidación de una estructura social que soporte el poder político, que tiene como eje articulador el Movimiento Quinta República (MVR), primera fuerza política del país y de la que está (auto)excluido el movimiento obrero, más bien enfrentado al chavismo.

Desde el arribo de Chávez, una corrupta dirigencia sindical (CTV) infiltrada y cooptada por la burguesía local (Fedecámaras) y el imperialismo norteamericano, mostró su actitud golpista (vía una huelga petrolera en 2000, reiterada en el cruento golpe del 2002, encabezada por directivos de PdVSA). Actualmente busca ser sustituida por la Unión Nacional de los Trabajadores (2003), más por una iniciativa de Chávez (un referéndum sindical primero y recientemente con la convocatoria a construir el PSUV), que por el desarrollo de la democracia obrera de los trabajadores, a través de la reconquista de sus organizaciones sindicales.

En ese sentido falta la presencia del proletariado petrolero, de rica tradición anarcosindicalista.


El proceso bolivariano al rescate de las industrias petrolera y eléctrica


10. El caso de México


El año de 1982 el estado mexicano decretó la última nacionalización importante, la de los bancos ¾en respuesta al saqueo constante¾. No obstante, al año siguiente, bajo el gobierno de Miguel de la Madrid, el propio estado inició la reforma neoliberal. El proceso alcanzó su máximo (1990-1994) durante el gobierno de Carlos Salinas en el cual no solo los bancos, sino también más de 1,100 empresas fueron vendidas y se "abrieron" áreas estratégicas de la industria energética (de Petróleos Mexicanos, Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad, CFE). La petroquímica y los ferrocarriles, nacionalizados en la década de 1930 por el presidente Lázaro Cárdenas, fueron vendidos en una auténtica piñata que incluyó además las telecomunicaciones (la televisión y el servicio telefónico), el sistema bancario y financiero, las aerolíneas, las minas, las metalúrgicas, y otras más, algunas fundamentales (como las que regulaban el abastecimiento alimentario).

La cuestión energética, que formalmente fue "reservada" en el Tratado de Libre Comercio [57] (entre México, Canadá y EU), se abrió sin embargo al capital extranjero, en línea con la economía neoliberal que demandaba la diversificación de la economía del país, misma que dependía (y sigue haciéndolo) del petróleo. La inversión en el sector dejó de ser prioridad para el gobierno, que además alegaba ineficiencia de las empresas energéticas (estatales). En ese sentido el TLC se planteó como la oportunidad para "modernizar" el sector.

Como en todas partes, dicha "modernización" se limitó a la desintegración de la industria. Pemex, por ejemplo, fue dividida en cinco empresas que competirían entre sí, y más adelante se privatizó prácticamente toda la petroquímica (1995). Por lo que hace a la electricidad, se dijo que la reforma permitiría introducir “formas de competencia", a través de las cuales el "organismo comprador", es decir CFE, podría elegir a sus proveedores. No hubo tal y CFE siguió requiriendo grandes volúmenes de inversión, para satisfacer los cuales bursatilizó su cartera de "clientes mayores" y hasta vende bonos en el extranjero.

El sector energético solo se mantuvo cerrado al capital privado constitucionalmente ¾principalmente debido la movilización popular en oposición a la privatización del petróleo y la electricidad¾, porque en la práctica, mediante modificaciones a la llamada "legislación secundaria" y la "transformación y modernización" del propio sector, ha sido despojado de buena parte de sus funciones estratégicas.

En el caso de la electricidad, 38% de la generación, ya es privada. Mediante inconstitucionales concesiones, CFE ¾la principal eléctrica del país¾, está obligada a adquirir la energía generada por los llamados Productores Independientes (privados), en contratos garantizados por 25 años, mientras Luz y Fuerza del Centro (LyFC), responsable del suministro en la parte central incluido el Distrito Federal, no genera ya ni el 2% de la energía que vende (la cuarta parte a nivel nacional), obligándola a comprar energía en bloque, a precios de consumidor. CFE no puede seleccionar proveedores, antes bien, recurre a "apagar" sus propias plantas (puestas en "reserva fría") para seguir comprando energía, creándose un excedente y desaprovechando plantas que tienen a veces el mismo factor de planta (o superior) a las privadas.

Tanto CFE como LyFC se mantienen integradas verticalmente, pero están estratégicamente sometidas a un organismo, la Comisión Reguladora de Energía (CRE), que no regula nada, pero se dedica a concesionar las obras de expansión (de generación) del sistema eléctrico, con políticas erróneas, como crear dependencia del Gas Natural, combustible que México no posee. Esta Comisión ha hecho del Gas Natural (y LP) un negocio totalmente privado y dependiente del exterior.

En materia de petróleo, Petróleos Mexicanos (Pemex), la emblemática empresa petrolera mexicana, derrocha actualmente importantes volúmenes de crudo para su exportación (más de la mitad de su producción), casi en exclusiva a Estados Unidos a precios preferenciales; descapitalizándose además, vía un depredador esquema tributario ¾convertida en fuente de ingreso del estado¾, y por tanto imposibilitada para invertir en su propio desarrollo, que se realiza en base a deuda externa y complejos contratos que terminan por ceder parte de sus funciones estratégicas en exploración y explotación.

Los dos últimos gobiernos han repetido que privatizar es un medio y no un fin. Y de hecho, vencida la propuesta de reforma constitucional, la privatización se sigue realizando a través de mecanismos aún más furtivos, que facilitan cambios de propiedad pero sobre todo del control de los recursos. Aunque ya no se habla de vender los recursos existentes, se busca restringir a las empresas estatales.

El proceso continúa, planteando además otorgar "autonomía de gestión" a las empresas públicas (Pemex y CFE), que no es otra cosa que dejarlas a merced del control estratégico que han logrado las transnacionales, en un escenario donde el tipo de administración (y los propios administradores) representan los intereses de los grupos en el poder (empezando por el propio ejecutivo). Ninguna propuesta autonomista caracteriza el tipo de gobierno interno que tendrían las nuevas empresas públicas-pero-privadas, ni las formas de participación social, entendiéndose que se trataría ponerlas a competir con el sector privado. Esto revela el problema central, que consiste en que la supuesta liberación de recursos propios para el desarrollo de las empresas públicas dependería del resultado de la disputa por la renta energética, núcleo central de la propuesta de privatización.

De esta forma la petroquímica nacional fue destruida, el abastecimiento de gasolinas depende cada vez más de las importaciones, la distribución del combustible está en manos privadas y se han dejado de procesar materias primas básicas y productos con valor agregado. Todo esto con la complicidad de los grandes sindicatos corporativos de las empresas públicas, cuyas dirigencias fueron compradas y sus trabajadores amenazados con la quiebra de las empresas y la terminación de sus contratos colectivos. Así fueron persuadidos de aceptar la política de despidos y la flexibilización del contrato, base de la restructuración del sector, un retroceso inaceptable.

Antes, a principios del siglo pasado, la incipiente clase obrera mexicana fue capaz de anunciar la Revolución, aunque tampoco la comprendió [58]. Luego vino el sometimiento a los gobiernos en turno, por la vía de la represión y/o la política, dando lugar al corporativismo sindical y con él, a la pérdida de la independencia de clase que condujo al colaboracionismo más aberrante.

Con el afianzamiento del charrismo el movimiento sindical mexicano ha llegado a un estado de postración que se prolonga varias décadas: el derecho de huelga no existe y la mayoría de los derechos laborales han sido conculcados, incluso los más básicos: hoy, la jornada de 8 horas no se respeta y el salario ha caído a niveles lastimosos.

La política antiobrera del capitalismo ha sido, lamentablemente, exitosa. Hoy, el movimiento sindical mexicano está dividido hasta su pulverización. Aún en el sector energético prevalecen multitud de contratos, uno por cada instalación que las transnacionales han establecido en toda la República, destruyendo una demanda histórica: una sola industria, un solo contrato. En cambio, estas organizaciones fantasmas son solapadas por los sindicatos charros de Pemex y CFE.

El proletariado energético de México, fuerte en número, exhibe extrema debilidad política e ideológica. Eso ha permitido que el capitalismo se imponga compulsivamente en contra de los intereses de la mayoría. Lo peor, es tolerar la obsolescencia de la organización sindical tradicional y el bajo nivel de participación existente.

Apenas, con luces y sombras, algunas organizaciones y el pueblo mexicano, encabezados por el Sindicato Mexicano de Electricistas, emprendieron en 1999 la defensa de la industria eléctrica. Venciendo su propia tendencia a mantener relaciones solidarias de coyuntura, generalmente para respaldar su propia negociación contractual, fue posible bloquear la reforma constitucional privatizadora mediante amplias protestas populares.

No obstante, el proceso privatizador sigue adelante, toda vez que 9 propuestas (en mayor o menor medida privatizadoras) aguardan su aprobación en el legislativo, como parte de las reformas estructurales del estado neoliberal impuestas a partir de 1992 en la Constitución Mexicana, a través de distintas reformas.


Trabajadores y pueblo de México en defensa de la industria energética nacionalizada.


11. Algunas consecuencias


En el caso de la electricidad, Steve Thomas en un estudio incluido en el libro de Beder, caracteriza el fracaso de la privatización en el RU en términos del impacto social: "Aunque los precios de la electricidad en Gran Bretaña han disminuido desde la privatización, esta disminución ha sido solo una fracción de la reducción real de los costos de producción y suministro eléctrico. Los precios al menudeo para usuarios pequeños [domésticos] siguen siendo altos, según los estándares prevalecientes en Europa y EU [...] Muchos países que no han liberalizado sus mercados eléctricos siguen ofreciendo electricidad más barata. Los usuarios industriales y personas adineradas, que usan más electricidad, se han beneficiado de las mayores caídas de precios. Las personas pobres y los granjeros han padecido aumentos de precios, ya que se han eliminado los subsidios cruzados que existían para protegerlos."

Aunque poco se habló de la privatización de los energéticos primarios y del agua, cuyos efectos son igualmente graves y, combinados, ponen en riego a la humanidad misma. Analizar las experiencias presentadas muestra la necesidad de elaborar estudios más profundos, por región, país y sector. Los casos brevemente comentados revelan tendencias que no siempre es posible generalizar, aunque existen algunos impactos que presentan rasgos comunes.

a) Altos costos y tarifas diferenciadas (polarización social)

La privatización tuvo como una de sus razones más poderosas la promesa de reducir los precios finales; no se cumplió. Las rebajas, cuando existieron, correspondieron a los sectores mayoristas, pero las tarifas domésticas (residenciales, al menudeo) no se redujeron. En la mayoría de los casos, las tarifas industriales siguen siendo más bajas, o cuando menos se mantienen al nivel que tenían en el modelo público.

Es creíble que existan precios distintos entre países (Ver Tabla 1 al final); hoy sin embargo es posible encontrar precios diferentes entre regiones y hasta ciudades de un mismo país (incluso en una misma ciudad).

Adicionalmente, en aquellos países donde el régimen tarifario (o de precios) incluía subsidios y/o ayudas como parte de una política de redistribución de la riqueza, estos se eliminaron o redujeron, haciendo aún más inequitativa la estructura tarifaria. Más aún, dentro del propio sector doméstico, se diferenciaron las tarifas según el consumo, lo que se refleja en la calidad del servicio, estratificando aún más la estructura social y polarizándola.

b) Alta Concentración (del monopolio público al privado)

Se generaron nuevos monopolios (privados, también verticales como los estatales-nacionales, tan combatidos por los apologistas del libre mercado). La privatización benefició la concentración a favor del capital extranjero, a veces en términos de simple adquisición (Inversión Extranjera Directa), otras mediante inversión en capital, pero en general, creando empresas que, mediante fusiones o asociaciones fueron ganando terreno. Estos monopolios representan un peligro en dos sentidos, por el poder de mercado que acumulan y por el riesgo financiero que implican sus operaciones. En el sector energético esto se complica por la parte de renta que capitalizan.

Un fenómeno adicional es que en algunas partes, donde se estableció la competencia, ésta derivó en la quiebra de algunas empresas cuyos costos de generación resultaron más altos que los precios al mayoreo establecido, que hubo necesidad de rescatar (financieramente). Las más de las veces el rescate se decretó por el gobierno, pagando generalmente más de lo que se había recibido por su venta (un caso documentado es el RU [59].

c) Inseguridad del servicio

Con la entrada de generadores privados y la habilitación de los sistemas de Tranmisión de electricidad para operar bajo el modelo de mercado, la seguridad y continuidad del servicio se vio comprometida. Apagones y en algunos casos desabasto y racionamiento han sido la constante. Se trata de la falla estructural más grave de dicho modelo, que con la tecnología disponible resulta imposible de resolver, principalmente debido a la falta de inversiones para la reconfiguración de las redes de transporte de energía.

Además, los parámetros de operación del sector privado, sometidos al rentismo, desprecian de la seguridad y continuidad en el servicio eléctrico. Los grandes apagones de California, Nueva York-Sureste de Canadá y Buenos Aires en América; los de Italia y Europa y hasta los registrados en Australia, son la constante que demuestra que la continua operación de las redes de transporte público en estado crítico, producto de un uso intensivo agravado por las generadoras privadas, cobra un alto costo en términos de la estabilidad de los sistemas eléctricos.

d) Pérdida de soberanía energética

Siendo un tema específico de seguridad nacional para todos los países, tiene implicaciones generales. Una de ellas es que al aumentar el número de plantas generadoras a base de gas natural, aumentó la demanda de dicho combustible, generando un verdadero tráfico internacional del mismo, ante la rápida declinación de las reservas conocidas y la presión de las transnacionales para apropiarse de los nuevos yacimientos.

Otra cuestión es la proximidad del agotamiento de los hidrocarburos, sin que a la fecha existan fuentes primarias alternas, que impulsa a las potencias a apropiarse del recurso estratégico

e) Corrupción

La corrupción, con la entrada de las empresas privadas, aumentó en proporción al gran poder de mercado que acumularon. Un caso paradigmático es el de Enron, por su impacto en situaciones y eventos insospechados hasta entonces ¾derivados de la alta concentración y el trato "privilegiado" otorgado a dicha transnacional y traducido por ésta en evasión fiscal, falsas contabilidades, etc.¾. La caída de Enron reveló por ejemplo un efecto inesperado por la mayoría, como fue la pérdida de los fondos de retiro de los trabajadores (incluso de trabajadores japoneses), invertidos en dicha empresa.

Se trata de una falla inherente al modelo de libre mercado. Enron y otras empresas privadas (del sector eléctrico y del gas natural) que habían constituido todo un cártel, se benefició de la crisis energética de California [60], mediante la manipulación de su contabilidad, en confabulación con diversas empresas contables y auditoras.

Enron no fue el primer ni el único caso, otras empresas, en otros sectores, también adoptaron y adoptan prácticas fraudulentas, sin embargo por su impacto en la sociedad y en la economía, la batalla legal que siguió al caso Enron reveló que al final el capital financiero tiene la protección del gobierno y de la clase política. Luego de un largo proceso, que incluyó audiencias públicas ante las cámaras, no hubo indemnización para los afectados y, por el contrario, el gobierno del estado adquirió una deuda enorme con los generadores privados. , que se limitó a efectuar una reforma legal favorable a los grandes consorcios, que los deja a salvo de todo control y supervisión efectivos.

f) Pérdida y precarización del empleo

Las políticas generales de reducción del estado trajo aparejada la disminución y precarización del empleo en sectores otrora estables (servicios públicos), bajo la promesa de incrementar la eficacia e impulsar la productividad de las empresas, cosa que cuando se logró, se hizo abatiendo los costos de operación mediante la disminución de puestos de trabajo en la industria.

En el caso de la energía eléctrica se restructuraron y privatizaron las principales empresas públicas, empleando factores de evaluación rentistas, con grave reducción del empleo, hasta de un 50% según datos de la OIT [61]. Imponiendo además un cambio sustancial en las condiciones de trabajo y las oportunidades de desarrollo de los trabajadores, al subcontratar funciones estratégicas.

Además, al imponer factores de productividad de empresa privada, generalmente se sacrifica el cumplimiento de las normas básicas de seguridad y la calidad del trabajo.

g) Expropiación del saber obrero

Una cantidad imprecisa de trabajadores, despedidos durante el proceso de privatización, fueron absorbidos luego por el sector privado. Se trata de trabajadores desarrollados y especializados en la empresa pública, altamente capaces, lanzados al desempleo al desaparecer las funciones estratégicas que desempeñaban y que ahora realizan para las empresas privadas.

Hay el caso de áreas operativas completas desaparecidas, como las de construcción y mantenimiento, bajo el argumento de tratarse de funciones "no sustantivas" en el esquema de modernización. Estas mismas áreas aportan hoy la mayor parte del empleo generado por las empresas privadas, nada más que en condiciones precarias, por lo que generalmente utilizan personal poco preparado y prácticas poco probadas.

h) Expropiación de la renta energética

Un aspecto que merecería mayor comentario es el financiero. Por ejemplo, los altos precios (domésticos) de la electricidad no se reflejan en un incremento en los ingresos fiscales, lo que indica que parte importante del PIB energético se ha convertido en renta de las empresas privadas.

Con esto, la liberación de recursos fiscales para desarrollar el sector social, otra de las causales de privatización de los gobiernos neoliberales, tampoco se cumple. Para atraer capital se entrega, por vía de otorgar exenciones, buena parte de las aportaciones que correspondería pagar a las empresas privadas.
Este efecto, aunado a otros, refuerza la percepción generalizada de que la cura neoliberal se basa en el principio de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.


Trabajadores, campesinos, indígenas bolivianos en defensa de los recursos naturales energéticos e hídricos


11. Enseñanzas

La política neoliberal de privatizaciones no significa aceptación acrítica de la sociedad. Al contrario, cada día crece más el rechazo. En el sector energético se impuso retomando oportunistamente los aspectos más burdos del viejo liberalismo. Aunque no queda claro como empezó, sí esta registrado quienes la impusieron al resto del mundo. Queda pendiente analizar en cada caso los impactos específicos y buscar la forma de revertirlos, mediante alternativas que permitan reintegrar la industria para hacerla compatible con la esperanza de bienestar de los pueblos.

La privatización de los recursos energéticos reduce el acceso a ellos. En el sector eléctrico está visto que no solo no mejora la eficiencia sino que deja tras de sí una estela de apagones y en general un peor servicio. En el caso del petróleo la escasez es causa de apropiación violenta. En cuanto al gas, se trata del mercado más volátil y especulativo. El "éxito" neoliberal de las privatizaciones consiste en que las transnacionales obtienen mayor rentabilidad, o se apropian de ella.

El acceso a la energía es un Derecho Social. En el caso de la electricidad y el agua, el acceso debe ser universal, suministrado mediante un Servicio Público definido en términos de su proceso de trabajo, y cuyos medios de producción y control deben ser colectivos. Las privatizaciones deformaron el concepto, reduciéndolo. Hoy, algunos lo consideran un derecho humano de interés público. Eso es incorrecto, bajo tal definición la privatización sería procedente.

El neoliberalismo no pasa de ser una ideología. La política económica, al privilegiar al mercado, propició una sociedad que hace del consumo el centro de su vida, el vínculo principal del individuo con la sociedad, en un sistema en el que todo, absolutamente todo ¾el trabajo manual, el intelectual, la cultura e incluso la naturaleza misma¾ está sometido a las leyes del mercado. Bajo esa perspectiva, el futuro de la sociedad queda determinado por los límites de su propio desarrollo.


12. Conclusiones

El pensamiento pesimista postmoderno reduce la necesidad de pensar el futuro a una oscura percepción de enfoques catastrofistas e irremediables (como el fin de la historia, de las clases sociales, etc.). La conclusión parecería ser entonces que solo desde lo empírico, desde lo caótico, desde lo heterogéneo es posible observar y construir nuevas formas (abstractas) de organización social.

No hay tal. América Latina (y el mundo en general) vive una etapa de efervescencia social sin precedente, demostrando que el absurdo e innecesario estado de cosas creado por el neoliberalismo debe cambiar.

Desde la izquierda, el último cuarto de siglo anterior es un período socialmente complejo, pero sobre todo paradójico en cuanto al avance político de las masas. A decir de algunos, el Imperio impuesto "mediante la colonización y la interconexión profunda de más áreas de la existencia (el trabajo material e inmaterial, el ocio o las relaciones personales), ha llegado a crear la posibilidad de un modelo de democracia que no tiene precedentes" [62].

¿Es esto posible? ¿En verdad ya no se puede hablar de "silenciosas masas oprimidas"? ¿Es cierto que se desarrolla "un nuevo sujeto que forma una multitud espontánea y creativa capaz de forjar una alternativa democrática al actual orden global"? [63]. A primera vista, la realidad lo desmiente. Las protestas son múltiples a nivel mundial, con avances y retrocesos que no son sin expresión viva de la Lucha de Clases.

La izquierda surgida "a partir de Seattle", reunida básicamente en la lucha ati-globalización, tiene aún importantes obstáculos por remontar hacia la construcción de un bloque social que realmente permita modificar el orden establecido, que solo sirve para crear pobres cada día más pobres, mientras los ricos se reducen pero son cada vez más ricos.

Un nuevo orden social es necesario y es posible. Ello obliga a reflexionar sobre las dificultades objetivas y subjetivas para amalgamar todas las luchas en un mismo programa de construcción del socialismo. Un problema central es la falta de autocrítica, toda vez que el pensamiento neoliberal ha enraizado incluso en sectores de la izquierda. Se impone reivindicar los intereses inmediatos e históricos de nuestra clase y de los pueblos.

En el caso de la energía y el Agua, el papel de las transnacionales es determinante en el despojo a los pueblos de sus recursos vitales. Para enfrentarlas, se requiere crear la organización internacional del proletariado.

13. Propuestas

Corresponde a los trabajadores y los pueblos analizar su propia situación, sabiendo que los fenómenos obedecen a una causalidad que pocas veces se puede generalizar. En esta realidad, proponemos la movilización organizada, a través de las siguientes acciones:

1- Organizar movimientos de protesta y rechazo a las privatizaciones de la energía y el agua en todos y cada uno de los países del mundo.

2- Realizar movilizaciones diversas que incluyan marchas, mítines, paros y huelgas en defensa del patrimonio colectivo de los trabajadores y los pueblos, organizando la huelga energética en términos de la huelga general de todo el pueblo.

3- Integrar a los diversos sectores sociales, sindicales, políticos y populares en un mismo movimiento nacional unitario y democrático, estructurado territorialmente en cada país.

4- Realizar campañas de difusión masiva y denuncia, directamente, mediante eventos y publicaciones propias y/o a través de los medios de comunicación.

5- Formular propuestas alternas específicas sobre diversos aspectos legales, tarifas, reservas, funcionamiento y operación de las industrias energética e hídrica, incluyendo propuestas alternativas de legislación en materia de energía y agua.

6- Incorporar a los contratos colectivos de trabajo, el derecho de los trabajadores a participar en la formulación, desarrollo, concreción y evaluación de los planes, programas y proyectos de la industria energética, organizados en Consejos obreros.

7- Luchar por la defensa del empleo, el salario, la salud obrera y la seguridad social.

8- Organizar en el sindicato a todos los trabajadores del sector independientemente de la empresa y el carácter para la cual estén contratados.

9- Impulsar los estudios e investigaciones sobre energía, agua, geopolítica y proceso de de trabajo, a través de la Facultad de Energética, Facultad del Agua, Instituto de Energía e Instituto del Agua, de la Universidad Internacional de los Trabajadores, propuesta aprobada por el 15 Congreso Sindical Mundial (2005) cuyo proyecto está en desarrollo.

10- Practicar la solidaridad internacional apoyando mutuamente a todos los movimientos y luchas de los trabajadores de la energía y sus respectivos pueblos.


¡La resistencia obrera en Irak, y en el mundo, vencerá!



13. Referencias y notas


[1] El marxismo es tanto una teoría como una práctica política basada en la crítica de la economía política realizada por Carlos Marx y Federico Engels, para alcanzar una sociedad sin clases [Ver 3] y sin estado(es decir comunista), basada en la propiedad colectiva de los medios de producción, a través de la dictadura del proletariado (cuyo estado de transición sería el socialismo). Por extensión, cualquier práctica basada en la interpretación del los trabajos de Marx y Engels es llamada marxista. En la práctica se dice que han existido (y existen) partidos y hasta estados comunistas (marxistas), que luchan por mejorar las condiciones materiales del pueblo trabajador y equilibrar las relaciones sociales vigentes. No obstante, varían en el grado de conciencia de estas relaciones, de las clases sociales y de la posición de estas frente a tales relaciones, así como de los cambios operados en estas.

[2] Posmodernismo. Se refiere al movimiento que se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo pasado en el campo de la cultura (filosofía y literatura) caracterizado por su oposición al modernismo, aunque en este texto se involucra al postmaterialismo, corriente del último cuarto de siglo que analiza las aspiraciones "materialistas" de la sociedad (como la seguridad, económica y ciudadana). Ronald Inglehart desarrolló una escala de "valores materialistas", que en el orden económico se determina por el grado de control de la estabilidad económica y de los precios así como por la tasa de crecimiento. En el orden social se mide por la reducción de la delincuencia y el grado de poder de coerción del Estado. Los "valores postmaterialistas" en cambio determinarían el nivel (subjetivo) de participación en las decisiones concernientes al trabajo y la comunidad (en política y libertad de expresión), pero sobre todo a la percepción sobre el mejoramiento del entorno físico y social (ciudades más bellas, preservación de la naturaleza, un trato menos impersonal), hacia una sociedad en que predominen las ideas sobre el dinero.

[3] (A partir de 1), el concepto de lucha, establecido por Marx y Engels, entre dos clases: burgueses ¾los capitalistas, dueños de los medios de producción¾, y proletarios ¾los trabajadores¾.

[4] Sustentada en el terreno filosófico por humanistas como John Locke y David Hume; y en el económico, por los economistas llamados "clásicos", Adam Smith y David Ricardo.

[5] Noción derivada de la doctrina alemana (Rechtsstaat), donde la autoridad se reparte entre los diferentes órganos autónomos de poder, cuyos responsables ¾temporales¾, se determinan mediante un procedimiento institucional establecido, y actúan en base a normas jurídicas definidas, destinadas a hacer respetar, promover y consagrar los derechos esenciales individuales y de todos los cuerpos que constituyen a la sociedad. El término, tantas veces mencionado, carece sin embargo de significación para el común de los ciudadanos, para quien persiste la sensación de inseguridad e impotencia ante leyes confusas, decisiones arbitrarias o frente a derechos establecidos pocas veces respetados.

[6] Término acuñado por el economista francés de Gournay: "laissez-faire, laissez-passez", dejar hacer (libertad de manufactura), dejar pasar (libertad aduanera); noción central en el desarrollo del liberalismo.

[7] Karl Marx y Friedrich Engels, filósofos alemanes que en 1948 publicaron El Manifiesto comunista, a petición de una organización obrera revolucionaria. El Manifiesto recoge la experiencia utópica del pasado y la transforma en un programa político para el futuro.

[8] El primero habría sido durante La Comuna de París, en 1871.

[9] Ver Energía 71 Regeneración I, Surgimiento y evolución, 1900-1906 y Energía 73 Regeneración II, Manifiesto a la Nación, 1905.

[10] Corriente filosófica, pero también movimiento social, que se opone y llama a la abolición de la autoridad o forma de control social por considerarlas formas de opresión y explotación.

[11] La Primera (I) de 1914 a 1918 y la segunda (II), entre 1939 y 1945.

[12] Keynes, John M. Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero.

[13] Crisis económica mundial de la década de 1930, que afectó a los países industrializados así como a los exportadores de materias primas. Comenzó en EU con el colapso del capital financiero, pero se propagó rápidamente por efecto del comercio mundial. En esa nación surge el New Deal (a propuesta del presidente F. Roosevelt) en respuesta a la crisis, mediante el otorgamiento de subsidios y otro tipo de ayudas, que los post-keynesianistas habrían de incluir en el gasto público. Un segundo New Deal, aboliría todos los programas sociales de Roosevelt.

[14] De bienestar, según otros autores, que mediante instituciones especializadas garantizaba la seguridad social ¾cuando menos derecho a la salud, vivienda y algunas firmas pensión como de jubilación¾, así como a la educación y sobre todo, cierta seguridad y protección en el trabajo.

[15] Friedman, M. Hayek, F. Menger, C.

[16] En 1971, EU dió por cancelado unilateralmente el orden económico establecido en Bretton Woods (Un sistema de reglas comerciales y financieras establecido por las potencias industriales, casi al final de la II Guerra mundial que obligaba a los países miembros a establecer el valor de su moneda dentro de un rango de referencia al oro), cuando el entonces presidente de EU, Richard Nixon canceló la convertibilidad directa del dólar. Luego Nixon calentó la "guerra fría" al visitar China y al año siguiente hundió a EU en una grave crisis política a raíz del escándalo Watergate (1972). Para resolver su crisis, EU presionó a los países productores de petróleo a bajar los precios. En particular atizó el conflicto árabe-israelí en Medio Oriente apoyando a Israel. A través de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP (fundada en Bagdad, 1960 por Iran, Iraq, Kuwait, Arabia Saudita y Venezuela, para asumir el control de la distribución de petróleo y anular el poder de mercado de los países consumidores, a través de las 7 hermanas petroleras) los países árabes respondieron decretando un embargo petrolero en contra de EU, Europa y Japón, lo que provocó el alza e inestabilidad de los precios. La economía mundial entró entonces en un período de recesión, cuyos efectos provocaron la caída de los precios nuevamente, resultado de la recesión.

[17] Las reglas eran: 1 Absoluta disciplina fiscal; 2. Reorientación del gasto público (eliminación de subsidios a cambio de mejores servicios); 3. Reforma Fiscal (ampliando la base de contribuyentes para reducir su magnitud); 4. Liberalización de las tasas de interés; 5. Tasas de cambio competitiva; 6. Liberalización importaciones (eliminando restricciones cuantitativas y proteccionismo); 7. Liberalización de la Inversión Extranjera Directa; 8. Privatización de las empresas estatales; 9. Desregulación de mercados o de competencia (límites a la injerencia del Estado en la actividad económica); 10. Garantía legal al derecho de propiedad.

[18] La macroeconomía observa solo el comportamiento y las tendencias generales de la economia en su conjunto a través de políticas fiscales y moneraias. Casi siempre los parámetros básicos; ingreso nacional, desempleo, inflación, inversión y comercio internacional, son manejados tendenciosamente ya que la medida total de la reproducción del capital, siempre es positiva.

[19] Weisbrot, Mark et al. El marcador del desarrollo: 25 años de progreso disminuido. Center for Economic and Policy Research (CEPR). Washington, 2005. [Disponible en http://www.cepr.net/documents/publications/development_2005_09_espanol.pdf]

[20] Incluso las del siglo XX, según García, M y Ronquillo, G. Estados Unidos, Petróleo y Geopolítica. Plaza y Valdés – IMP. México. 2005.

[21] Almeyra, G. La protesta Social en la Argentina (1990-2004). Ediciones Continente, Argentina. 2004.

[22] «La crisis mexicana ha sido resuelta porque se ha convertido en un problema manejable (...) reducir en diez puntos reales los salarios de sus gentes... permitir tal sufrimiento humano... permitir que aproximadamente un millón de personas pierdan sus empleos... no... definitivamente... sólo México» Michel Camdessus , director gerente del FMI, 22 de mayo de 1995.

[23] Beder, Sharon. Energía y Poder. La lucha por el control de la electricidad en el mundo. Fondo de Cultura Económica, México, 2005. p 378.

[24] Íbid, p. 378.

[25] Hannah, Leslie. Electricity before Nationalization, citado por Beder, Nota 3.

[26] Íbid, citado por Beder, Nota 14.

[27] Jackson, Peter & Price, Catherine. Privatisation and Regulation, citado por Beder, Nota 25.

[28] Diversos estudios demostraban que hubiese sido más económico rehabilitar dichas plantas (Ver por ejemplo Evans, M.J. Partrick, M.A., Power-station refurbishment within the CEGB, Power Engineering Journal Vol. 3, No. 4, Jul 1989).

[29] Thomas, Steve. The Privatisation of the Electricity Supply Industry, John Surrey (ed.). 1996.

[30] El cliente más importante de NCB era la CEGB, que consumía el 70% de toda la producción. En marzo de 1984 la NCB anunció su intención de cerrar una mina de carbón (Cortonwood, en Brampton, Yorkshire), ello desencadenó un movimiento casi espontáneo de los trabajadores que, mal preparado, fue derrotado.

[31] Beder, p.417.

[32] Office of Electricity Regulation, Pool Price, a Consultation by Offer. February, 1999.

[33] Digest of UK Energy Statistics 2005 [www.aepuk.com]

[34] Datos de la Energy Networks Association [www.energynetworks.org]

[35] Datos de la Energy Retail Association [www.energy-retail.org.uk]

[36] Beder, p. 449.

[37] Citando a Harvey Easserman (The Last Energy War, Seven Stories Press, 199).

[38] Beder p. 55.

[39] Creada en 1933 para controlar la navegación, las inundaciones, generar electricidad y otras funciones destinadas a favorecer el desarrollo en la cuenca del Tennessee (que además de ese estado abarca parte de Alabama, Kentucky, Georgia, Carolina del Norte y Virginia).

[40] En 1997 la Comunidad Europea acordó, con carácter de obligatoria, una directiva que obliga a todos sus miembros a aceptar normas comunes para la Generación, Transmisión y Distribución de electricidad. El objetivo final es tener un mercado eléctrico común, europeo, que se desarrollaría también de acuerdo a un solo programa. La comunidad estableció también plazos de cumplimiento a la norma.

[41] Por ejemplo Gazprom, la mayor gasera del mundo, se mantiene íntegra y es controlada principalmente por Rusia. Algo similar ocurre con la petrolera Lukoil.

[42] Entre ellas, una guerra contra Irán, de 1980 a 1988.

[43] En energía 72.

[44] Milton Friedman, economista neoliberal ortodoxo, se le concedió el nóbel de economía en 1976, a pesar que en aquella época ya causaban estupor las teorías sobre los límites del desarrollo humano en cuanto a la contradicción entre el rápido crecimiento de la población, la disponibilidad finita de recursos y las políticas económicas. Estudios como La Reforma de Orden Internacional (“The Reform of International Order”, 1976), realizado por otro nóbel (Tinbergen, 1969) y un grupo mundial de investigadores de renombre, y el informe Leontieff sobre "El futuro de la economía mundial" (Future of the world economy, 1977), ambos encargados por instituciones del sistema (el primero fue auspiciado por el Club de Roma, y el segundo por la ONU). En aquel moemnto era demostrable que la crisis económica no se debía exclusivamente a la escasez de recursos naturales ni a la falta de conocimientos científicos y tecnológicos, sino que eran fundamentalmente obra humana; anticipando que, sin cambios profundos en las relaciones internacionales, hacia el fin del siglo (pasado) se profundizaría la brecha de bienestar entre los países avanzados y las periferias del planeta.

[45] Los ingresos per cápita para la región crecieron en más de 80 por ciento durante el período 1960-1979, pero solamente en cerca de un 11 por ciento durante 1980-2000 y 3 por ciento durante 2000-2005. [Íbid nota 4, p. 10].

[46] La primera generación de trabajadores chilenos, jubilados bajo el régimen pinochetista de pensiones, pudieron comprobar en carne propia que reciben mucho menos que los que decidieron acogerse al viejo esquema. Ver nota del corresponsal del The New York Times en sudamérica, Larry Rohter: Los jubilados chilenos encuentran un recorte en el plan privado (27.07.05).

[47] Chong, A y López-de-Silanes, F. La privatización en América Latina Mitos y realidad. Banco Interamericano de Desarrollo. 2005. p. 79.

[48] Reporte del Ministerio de Economía 2000.

[49] Íbid 15, p. 126.

[50] Segba, Memoria de las privatizaciones. Ministerio de Economía y Producción. Disponible en http://mepriv.mecon.gov.ar/segba/Index.htm

[51] Desde 1857 y hasta 1930 ingresaron al país más 6 millones de trabajadores, casi todos procedentes de Europa, que llevaban consigo las ideas obreras del viejo continente.

[52] De las decenas de miles de “desaparecidos” por la dictadura militar (1976 - 1983), muchos fueron trabajadores, dirigentes y activistas sindicales.

[53] Durante el Cordobazo (1969), insurrección popular encabezada por el sector obrero en la Provincia de Córdoba, pero que se repitió en Rosario, Tucuman, Mendoza y otras partes.

[54] Fernando de la Rúa (electo en 1999 por la Alianza) enfrentó el 19 y 20 de diciembre de 2001 una grave revuelta popular causada por la política económica impulsada por el Fondo Monetario Internacional, cuyos estragos eran evidentes: reducción de salarios, aumento de impuestos, desempleo. Encima se impuso el Corralito (el congelamiento de cuentas bancarias) que insertó de golpe a las clases medias en las protestas (el cacerolazo). El gobierno respondió con el estado de queda. Ante la rebelión popular se reprimió, causando más de 30 muertos. La crisis se acentuó. 4 presidentes fueron cambiados en dos semanas, hasta que se eligió un interino (Eduardo Duhalde). !Que se vayan todos! ¾era la consigna de aquellos días, !Que no quede uno solo! La rebelión fue cúspide del movimiento anticapitalista. Del campo socialista provinieron las iniciativas de organizar el poder popular, surgieron las Asambleas y el "rescate" de las fábricas cerradas por la burguesía. Mientras, el gobierno incurrió en el impago de la deuda externa, provocando negociaciones de emergencia. ¿Buscaba el cacerolazo la abolición de la clase política? Al menos sin dirección política es evidente que No podía hacerlo; ante la falta de alternativas expresadas en un programa único, los políticos realizaron nuevas elecciones (2003), a las cuales se presentó buen parte de las masas que, voluntarista pero fragmentariamente, habían participado en la revuelta. Menem ganó la primera vuelta, retirándose de la segunda en favor de Néstor Kirchner.

[55] Chong, A. La privatización en América Latina. Mitos y Realidades. Banco Mundial y Alfaomega. Inter American Development Bank. Colombia, 2005.

[56] Vidal, G. Privatizaciones, fusiones y Adquisiciones. Las grandes empresas en América Latina. UNAM-IIEc y UAM, 2001.

[57] "Nuestros negociadores actúan con seriedad, responsabilidad y profundo patriotismo. Saben que los acuerdos que se tomen influirán por muchos años en el desenvolvimiento económico del país. (...) En virtud de que se trata de una negociación para obtener acceso a otros mercados, tendremos que facilitar el acceso al nuestro. Pero como lo he reiterado en diversas ocasiones, en el caso del petróleo y de la electricidad no propondremos modificaciones a la disposición constitucional que reserva al Estado mexicano la propiedad y el control sobre nuestros energéticos." Carlos Salinas de Gortari, III Informe de Gobierno, 1991.

[58] Aprovechándose de su debilidad política e ideológica, el ala burguesa la enfrentó a los campesinos.

[59] Beder, p. 451.

[60] Caracterizada por una cadena de precios extremadamente altos y constantes apagones, que duró de marzo de 2000 a septiembre de 2001. California "desreguló" su mercado en 1996, y el mercado mayorista había comenzado a operar apenas en 1998 cuando, en 2000 comenzó la escalada de precios y para junio de ese año, en plena onda cálida, se presentó el primer apagón dejó sin energía a cerca de 100 mil usuarios en la ciudad de San Francisco. De inmediato se detectó manipulación del mercado que obligó al gobierno del estado a decretar el estado de emergencia (obligando a los generadores a mantener funcionando sus plantas generadoras).

[61] Organización Internacional del Trabajo. Gestión de la Privatización y restructuración de los servicios públicos (agua, gas y electricidad). OIT. Ginebra, 1999.

[62] Hardt, M. y Negri, A. "Multitud. Guerra y Democracia en la era del Imperio". Ed. Debate. España, 2004.

[63] Íbid.
Otras Fuentes:
La privatización en América Latina (Inter American Development Bank) http://www.iadb.org/IDBDocs.cfm?docnum=906696
Organización Latinoamericana de Energía, OLADE.
Seminario Internacional, Impactos de la privatización eléctrica a nivel mundial. Estado desarrollo y soberanía.
Thomas S., Electricity liberalisation: The beginning of the end. World Energy Council Congress, 2004.
Informe La gestión de la privatización y reestructuración de los servicios públicos (agua, gas, electricidad). Oficina Internacional del Trabajo. Ginebra. 1999
Observatorio Social de América Latina. Informes y Seguimiento de conflictos.
Periódicos en Internet:

Costa Rica
www.prensalibre.co.cr

Bolivia
www.la-razon.com
www.lostiempos.com

Ecuador
www.expreso.ec
www.hoy.com.ec
www.lahora.com.ec
www.telegrafo.com.ec

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www.cadenaglobal.com
www.el-nacional.com

Peru
www.larepublica.com.pe

Chile
www.latercera.cl
www.cronica.cl
www.emol.com

Argentina
www.clarin.com

India
www.cybernoon.com
www.asianage.com
www.businessstandard.comOtras referencias

U.S. Department of Energy Energy Information Agency http://www.eia.doe.gov

North American Energy Working Group
http://www.pi.energy.gov/naewg.html

National Energy Board (Canadá)
http://www.neb.gc.ca/clf-nsi/rcmmn/hm-eng.html

Secretariado del TLCAN
http://www.nafta-sec-alena.org

Seguridad y Prosperidad de América del Norte http://www.spp.gov

American Petroleum Institute
http://api-ec.api.org/

Norwegian Petroleum Directorate
http://www.npd.no/English/Frontpage.htm

Wikipedia, enciclopedia libre en Internet
http://en.wikipedia.org/wiki/Main_Page


1 Francisco Javier Sainz, ingeniero en comunicaciones de Luz y Fuerza del Centro.
2 Aarón Hernández Jarillo, arqueólogo, trabajador petrolero de Petróleos Mexicanos.
3 Jorge López Islas, trabajador electricista de Luz y Fuerza del Centro.

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