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Volumen 7, Número 92, septiembre 7 de 2007  

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J. Veraza *
Universidad Autónoma Metropolitana
jorgeveraza@yahoo.com.mx




EL PROBLEMA

La lucha por el agua y la lucha por la energía, son dos luchas muy sentidas; la del agua de manera inmediata y por mucha gente; y la de la energía por pueblos, por naciones, a veces por Estados, es una lucha menos inmediata, pues no bebemos petróleo o gas, ni nos alimentamos del carbón. En fin, estas son luchas muy sentidas, son dos luchas humanas y vitales; sobre todo la del agua, pues la de la energía es una lucha en primer lugar civilizatoria. La humanidad en tanto humanidad civilizada es impensable sin energía. Pero más allá de ser luchas humanas, sentidas o nacionales, etcétera, quiero demostrar que son luchas clasistas. Así que hago la siguiente pregunta: ¿tienen un interés específico para la clase proletaria?, ¿o no, simplemente tienen un interés general en tanto que los proletarios son individuos o seres humanos? Y, entonces, ¿podrán participar en estas luchas y necesitarán y querrán hacerlo no como clase sino sólo como individuos, como ciudadanos? Esta es la cuestión, si además de ser luchas muy sentidas, humanas y nacionales e internacionales, también son luchas de tipo clasista. Este es el problema que yo trato de plantear y resolver.

Para plantear este problema, en un primer momento, hay que resolver –según veremos- la naturaleza del capitalismo neoliberal así como algunas otras cuestiones.

Ahora bien, el asunto decisivo es: que si incluso Al Gore está luchando contra el calentamiento global, eso significa que va a ser interés de cada vez mayor número de gente –incluso de muchísimos proletarios - luchar en contra del calentamiento global y por tanto dar la lucha por la energía. Y seguramente alguna ramificación de ésta va a ser la lucha por el agua, como parte de aquella contra el calentamiento global. Todos estamos involucrados en la misma sopa y hay que decirlo del siguiente modo, pues es en lo que se ha convertido al planeta: estamos todos involucrados en el mismo excusado y ahí a ver cómo nos salvamos.

Y bien, ¿el capitalismo tiene como resolver esta crisis? Sí, pero su método cuesta millones de vidas, no está cerrado a resolverla, no hay ninguna ley histórica o económica que diga que no la puede resolver. (De esto el proletariado debe tener claridad y todos los que luchan contra el capital también deben tenerlo claro). Pero este problema se cruza con los intereses inmediatos del capital: la explotación, la ganancia, el plusvalor, el despojo y entonces está después en sus prioridades. Y, según tales prioridades, da la solución después de la muerte de millones de personas. Después de que unos mueren, otros van persistiendo y mueren por envenenamiento, obesidad, cáncer, etcétera. Entonces no podemos entregarle a la dinámica automática del sistema –aunque no carezca de ella- la respuesta, pues su solución es muy cruel y sádica. A lo mejor todavía hay humanidad –si es que no hay una destrucción nuclear- para la cual ellos (el capitalismo, la burguesía) den una solución.

Y ya que los mecanismos estructurales del capitalismo pueden resolver el problema sólo de esta manera, la gente entonces se ve obligada a organizarse políticamente, arriesgarse a que la ataque la policía y a que le peguen en la cabeza, a que saquen al ejército y la masacren, pero sólo así hay una solución viable tanto para la gente como para el capitalismo. Fijémonos en esta enormidad pues he aquí la paradoja: aunque la gente salga y se organice, luche, muera y otra triunfe, no por eso se le quita un poquito, no se le hace nada nocivo al capitalismo, al contrario, se lo pone apto para que funcione mejor porque tal como él solito funciona, funciona para la decadencia y para la degradación.

Esta es la dinámica de los mecanismos objetivos automáticos del sistema y ésta es la dinámica de intervención del factor subjetivo. La gente es la que salva; en medio de estos engranajes que la van triturando, construye el mecanismo regulador.

Pero si bien los ciudadanos o si bien las naciones luchan por este conjunto de bienes que están siendo expropiados, su lucha y organización es difusa y laxa y ocurre que en el momento de la movilización cada quien viene de sus casas y se reúne en una marcha, en un plantón. De suerte que si esta es la única fuerza con la que cuenta la humanidad para dar una solución mejor que la que el capitalismo puede dar, es una solución lenta y la lucha carece de firmeza, aunque es mejor que la respuesta del capitalismo en tanto objeto. En fin, ahora tenemos al capitalismo en tanto sujeto, en tanto gente que somos todos formados por el capital, y ofrecemos una solución mejor, pero es difusa y vicariante: de repente funciona y de repente no; de repente unos sí le entran, y de repente llega el huracán o la inundación etcétera y hay confusión. Todos se preguntan ¿a qué se debe? Y responden: No sé. Cuando que se debe al capital, no nada más al clima. En fin, las respuestas son muy caóticas y poco cohesionadas, así que fácilmente manipulables por el Estado y los medios de comunicación burgueses. Por eso es importante determinar que la lucha por el agua y la lucha por la energía son luchas proletarias, luchas de tipo clasista; por que sólo de esa manera -si tal cosa fuera posible, si fuera verdad, que tienen ver que directamente con el corazón y con la barriga y con cada “célula proletaria” y no solamente con cada célula en general-, habría una cierta ventaja para la lucha de la humanidad, no solo para el proletariado. Pues se ganaría en conciencia clara acerca de la naturaleza capitalista opresiva de la situación; y se vería más nítido el enemigo y los medios para vencerlo. Se ganaría conciencia histórica, no sólo vicariante, no sólo coyuntural, no sólo en el plantón; y se gana en organización. Claro que el plantón es importante, claro que es importante que en la marcha toda la gente esté unida, pero también es importante que nuestra lucha tenga una columna vertebral, que mantenga claridad y cohesión permanentes. Entonces sí es importante resolver: ¿qué tiene que ver la lucha por el agua con la plusvalía? Bueno, tiene que ver con la plusvalía del capital hídrico, pero... los obreros que explota el capital hídrico ¿son los que más sufren de sed? Quien sabe, algunas veces sí y otras no. Así que no podríamos vincular esencialmente la lucha por el agua con la lucha de los proletarios que explota el capital que se apropia las ganancias por el agua. Por eso, más allá del plusvalor, hay que tratar de establecer una conexión esencial entre la lucha proletaria y la lucha por el agua, así como entre la lucha proletaria y la lucha por la energía.

Este es el problema al que trato de dar una respuesta. El problema es para todos y ya vemos cuán importante es darle solución.

Y bien, como parte de este complejo problema encontramos una curiosa perla que consiste en que el tema del agua es el tema de la sed, es el tema de la vida y algunos capitales –no todos los del mundo- lucran con el agua y atentan contra la vida de todo el planeta, pero también contra la vida de la otra parte de la burguesía, e incluso de si mismos como burgueses; entonces, tenemos con el tema del agua de manera inmediata –y aún, con el tema de la energía en tanto que genera calentamiento global- tenemos un tema que escinde a la conciencia de clase de la burguesía. Este es el planteamiento.

La lucha por el agua es distinta a la lucha por el salario. Es distinta a la lucha por la toma por el poder estatal. La lucha por el agua es una lucha peculiar que tiene su especificidad y que para el proletariado significa que al mismo tiempo que es una lucha inmediata como la del salario, sin embargo es también una lucha trascendente, posibilita una forma de lucha trascendente, posibilita una forma de organización y una visualización del futuro que dice: vivamos mejor sin capitalismo. Nada más por ver el agua, por ver cómo el vaso se va vaciando, digo: me hace falta ahora y mañana; y el futuro lo quiero ¿como capitalismo mejorado, libre competitivo o monopólico etcétera? No, nada más de ver cómo se va vaciando el vaso de agua, digo: la necesito ahorita, mañana y después y el futuro mejor sin capitalismo No es que el capital no pueda resolver la crisis climatológica y del agua; pero conforme el agua se va acabando, el pueblo tiene que llevar a cabo una lucha inmediata y luego una lucha trascendente respecto del capitalismo. En esto consiste lo esencial de la lucha por el agua para el proletariado. Mientras que la burguesía testifica cómo se escinde su propia conciencia.

No es que los proletarios no se puedan escindir y decir tonterías sectarias, claro que pueden, pero eso no está en la esencia del problema. Puede formar parte de la grilla de los medios de comunicación para embaucar a la gente y escindirla y confundirla, pero no forma parte de la esencia del problema. La lucha por el agua tiene por esencia para el proletariado que lo unifica, y lo unifica en referencia a un elemento inmediato y en referencia a un elemento trascendente respecto del sistema. Y tiene la ventaja para la humanidad de que es una lucha esencial para el proletariado, entonces la humanidad luchando adquiere columna vertebral, claridad de consciencia, organización y combate según una tradición histórica que ahora se desarrolla. Y la humanidad y el proletariado luchan el uno por el otro y codo con codo.

En cambio respecto de la lucha por el agua la burguesía se escinde. No es que no se cohesione; claro que se puede cohesionar para privatizarla. Pero a la corta y a la larga este problema va escindiendo a la burguesía, porque una parte de ésta se inclina por la vida y otra por las ganancias, se le reparte la conciencia, en cambio para el proletariado ¿cuál ganancia? La cuestión es nada más vida o muerte. Por eso hablaba yo del diferente impacto que tiene la lucha para el proletariado y para la burguesía.

¿Qué esto posibilita alianzas? Es posible, pero nótese que el tipo de alianzas que a propósito de esta lucha se posibilitan entre la burguesía y el proletariado, tiene la siguiente peculiaridad. Cuando las dos clases digan: “la vida es importante”, la ventaja para el proletariado -a diferencia de otras alianzas que ha llevado a cabo con la burguesía (las alianzas por la nación o por la energía u otras alianzas), que son generalmente alianzas que pueden confundir fácilmente al proletariado y unificar a la conciencia burguesa- la ventaja para el proletariado en torno a la lucha por el agua consiste en que las alianzas posibles tienen una dinámica esencial distinta. Es una dinámica que unifica al proletariado y es trascendente; mientras que en referencia a la burguesía, en general la confunde y escinde.

Una vez esbozado el problema en general pasemos a resolverlo ordenadamente paso por paso. Comenzando por replantear nuestro objetivo.


K. Marx, F. Engels, apunte del Manifiesto Comunista y portada de El Capital



1. Objetivo de este escrito


El objetivo en la siguiente exposición es demostrar que la lucha por el agua y la lucha por la energía son luchas proletarias en análogo sentido a como lo es la lucha por el salario y otras formas de lucha [1], pues se trata en las luchas por el agua y la energía de luchas que se dirigen en contra de los respectivos actos expropiatorios que lleva a cabo el capital al conjunto de la humanidad; así que las luchas correspondientes son luchas de los pueblos y luchas de la humanidad por sobrevivir. Por donde las luchas por el agua y por la energía son luchas proletarias, en primer lugar, porque el proletariado forma parte de la humanidad y en los días que corren está siendo expropiado por el capital al mismo título que el resto de los pobladores del mundo.

Pero, en segundo lugar, las luchas por el agua y la energía son luchas proletarias en gracia al hecho de que la mundialización del capitalismo gran industrial -planteada formalmente a fines de la década de los cincuenta del siglo XX y francamente realizada en la de los noventa, bajo la figura del capitalismo neoliberal de acumulación salvaje de capital- la así llamada globalización, ha provocado un fenómeno económico y sociológico inédito: la proletarización de la humanidad [2] (prevista desde el Manifiesto del Partido Comunista pero sólo hoy vuelta realidad cotidiana). Así que no sólo el proletariado forma parte de la humanidad sino que nos encontramos en una situación paradójica en la que la humanidad casi en su totalidad forma parte del proletariado; mientras que del otro lado se encuentra la burguesía desplegando acciones prácticas, comportamientos e, incluso, teniendo actitudes y disposiciones subjetivas cada vez más contrarias y ajenas a la humanidad [3]. Pues nos encontramos en una época de franca decadencia de la sociedad burguesa. Aunque esto no debe movernos a equívoco, pensando que el capitalismo está débil o siquiera, que el imperialismo norteamericano lo está, como han creído diversos autores [4]. La creciente expropiación del agua y la energía que sufre la humanidad a favor de las empresas transnacionales de toda índole o de capitales nacionales que se ven arrastrados a la vorágine de acumulación de capital globalmente impuesta para sólo así realizar su vocación explotadora y esquilmadora, demuestra todavía vitalidad y una gran fortaleza del capitalismo y del imperialismo. Así que el proletariado y la humanidad deben advertirse de las características de éste fenómeno y del enemigo que tienen enfrente en vista de establecer una estrategia y una táctica que les permita sobrevivir y prevalecer así como preparar el triunfo sobre el capitalismo y el imperialismo. De ninguna manera cabe cantar victoria por adelantado o consolarse con que el enemigo de clase y de la humanidad está decrépito y a punto de caer o que es fundamentalmente benevolente y llegado el momento nos salvará. Tal es la dialéctica de la humanidad del proletariado y de la proletarización de la humanidad.

En tercer lugar, sobre la base de asumir la proletarización de la humanidad, cabe señalar el contenido específicamente proletario de la lucha por el agua y la energía así sea extendido para el conjunto de la humanidad. En efecto, el capital al expropiarle al proletariado el agua le expropia una condición de vida indispensable e inmediata por lo que de entrada atenta en contra del salario obrero, pues para que los proletarios se resarzan de esta expropiación se pretende que paguen por el agua; sin embargo los salarios no suben en la misma proporción en que ocurre la expropiación. La lucha por el agua es así en primer lugar una lucha por el salario bajo otra forma. Pero, además, es una lucha proletaria por las condiciones de existencia cualitativas y no sólo inconmensurables para el salario en términos cuantitativos (lo que ya es muy grave y el capitalismo no parece poder paliar) de tal manera que la degradación de las condiciones de existencia del proletariado propician una reproducción cada vez más degrada de esta clase –y como digo, de la humanidad- con lo que la lucha por el agua, además de una lucha por el salario bajo otra forma, es una lucha por la reproducción normal de la clase proletaria.

Y esta es una lucha que el proletariado se ve obligado a llevar a cabo en la medida en que el capital no respeta no sólo el salario mínimo –para la reproducción del obrero y su familia- que forma parte de las condiciones de intercambio mercantil entre el capital y el trabajo sino tampoco la garantía de las condiciones de reproducción de la clase obrera necesaria para explotarla. Desde su nacimiento el capitalismo ha transgredido una y otra vez esta condición de reproducción pero, ahora, con la expropiación del agua esta trasgresión se vuelve sistemática, se vuelve regla del régimen capitalista neoliberal además de instituirse como aspecto visible, cotidiano y supuestamente técnico para que el capital funcione.

Cierto que esto socava las condiciones de desarrollo del capitalismo incluso volviéndolo insustentable pero, en primer lugar, socava las condiciones de sobrevivencia de la humanidad y del proletariado, así que mientras tanto el capitalismo se sigue desarrollando conforme la humanidad y el proletariado se degradan y mueren por millones. La expropiación de la energía y la lucha en contra de esta expropiación sigue una lógica similar pero menos palpable así que la abordaremos más adelante.

Las condiciones generales para llegar a existir lo anterior podemos puntualizarlas en el argumento de El Capital de Marx:


2. Condiciones de posibilidad generales (de la expropiación del agua y la energía)


En el capítulo V de El capital Marx hace la demostración ante nuestros ojos de la explotación de plusvalor que sufre el proletariado por parte del capital, procediendo a puntualizar las determinaciones de esta explotación a lo largo de los quince capítulos siguientes [5]. Pero a partir de allí el argumento de Marx se radicaliza denunciando un horror adicional en ocasión de explorar el proceso de reproducción del capital en la sección séptima. En efecto, el salario obrero [6] encubre no sólo la explotación de plusvalor (pv) sino aún lo que debe denominarse con toda propiedad enajenación de la riqueza (c + v + pv) por parte del capital al proletariado. Enajenación expuesta con toda precisión en el capítulo XXIII (La Ley General de la Acumulación Capitalista).

Por si fuera poco, el capítulo XXIV muestra cómo en el curso de la reproducción simple y ampliada de capital este recuerda la cicatriz de su origen, la ruptura de su cordón umbilical con las formas de sociedad preburguesas. Por donde el proletariado se nos muestra no sólo como un ser humano explotado y enajenado de toda la riqueza social producida por la sociedad sino, aún más radicalmente, como un despojado de la naturaleza y el territorio, según lo demuestra el largo y sangriento proceso de acumulación originaria que dicho capítulo expone, el cual no sólo dio origen al capitalismo sino que acompaña permanentemente a la acumulación de capital [7].

Y bien, con la privatización del agua y de la energía -que no son sino un doble proceso de expropiación encubierta por leyes jurídicas diseñadas ad hoc- se reactualiza para el obrero de manera sintética su triple carácter de explotado, enajenado y despojado, pero se reactualiza en forma profundizada llevada más allá del límite en que la reproducción de la clase obrera es sustentable incluso como clase explotada dentro del capitalismo. Se pone en cuestión no sólo su carácter de ser humano sino aún su carácter de ser vivo, desde el momento en que el agua –que constituye más del 70% de su cuerpo- le es expropiada. Así que la lucha por el agua y por la energía son luchas obligadas, forzadas por el capital hacia la clase obrera. Del mismo modo que lo es la lucha por la jornada de trabajo, expuesta por el capítulo VIII de El Capital, lucha obligada así sea sólo para sobrevivir dentro del capitalismo todavía como explotado, enajenado y despojado. Pues si esta lucha no se da, las condiciones de existencia serían aún peores para cada proletario individual y para la clase en su conjunto.

En efecto, se trata de una lucha a través de la cual se patentiza la incapacidad del capital para construir una ley que regule la explotación de plusvalor; misma que sólo puede quedar establecida en la práctica mediante la resistencia obrera; y análogamente la incapacidad del capital para regular la explotación de la naturaleza de manera sustentable tiende a subsanarse a través de la resistencia de la humanidad y del proletariado en particular para defender sus condiciones de existencia ecológicas [8]. De tal manera que incluso las más cruentas luchas en contra del capital en este rubro no pueden sino perfeccionar su funcionamiento; pero sin que quepa la posibilidad de no luchar y así no prestarle un servicio, porque tal inacción coincidiría con la muerte. Así que el obrero es libre de luchar o de morir; tal y como es libre de vender su fuerza de trabajo o morir. Aquí reencontramos una cuarta determinación del ser proletario no sólo como explotado, enajenado y despojado sino como productor de las reglas que perfeccionan el funcionamiento del capital para que prosiga explotándolo, enajenándolo y despojándolo. Pues bien, sólo a través de esta lucha en la que el obrero se enajena, es posible que encuentre el camino para destruir y trascender a la sociedad burguesa. Por eso Marx ha descrito la forma dialéctica completa del proceso de liberación del proletariado y de transformación revolucionaria de la sociedad burguesa con la profunda tesis aforística siguiente: “el camino de la superación de la autoenajenación hace el mismo camino que la autoenajenación” [9].

Y bien, ¿cuáles son las condiciones de posibilidad de la privatización del agua?, pregunta que coincide con la determinación de la naturaleza del capitalismo neoliberal.



3. Acumulación originaria residual y neoliberalismo privatizador del agua


La mundialización del neoliberalismo a partir de 1982 trajo consigo la mundialización de diversos procesos privatizadores, entre ellos el del agua. El neoliberalismo no hace sino regular la novísima acumulación de capital. Se trata de una acumulación de capital de medida acrecentada, de manera que los capitales individuales ven acrecentada su composición orgánica más allá del cincuenta, sesenta o setenta por ciento, así que cada vez menos capital variable en proporción al constante constituye la forma de producción del capital. De tal manera que la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia actúa de manera patente y constante; mientras que hasta antes de 1971 esta ley de vigencia constante se mantenía latente y sólo irrumpía en momentos de crisis cíclicas volviéndose patente; pero a partir de la crisis de 1971-1982 no sólo se hizo crónica la crisis [10] sino la patencia de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. La manera en que el capital constrarresta normalmente esta caída es acrecentando la explotación de plusvalor tanto absoluta como relativa a la clase obrera, así como también abaratando los costos de las materias primas auxiliares y energéticas para el ejercicio de la industria [11]; pero conforme el capitalismo se mundializó se fueron agotando las posibilidades de descubrir territorios en los que las materias primas, etcétera, fueran más baratas y conforme la industrialización del mundo fue llevada a cabo también fueron instauradas correlativamente en los diversos territorios del planeta naciones burguesas más o menos independientes que administraron los recursos naturales para su propio beneficio. De tal manera que los grandes capitales de composición orgánica acrecentada experimentaron sus propias fronteras nacionales como ámbitos cada vez más estrechos en los cuales encontrar fuerza de trabajo barata y materias primas, auxiliares y energéticas menos costosas, impulsados a transformarse en capitales transnacionales se enfrentaron no solamente con otros capitales transnacionales en la competencia mundial y con los diversos capitales nacionales sino aún con las naciones burguesas que detentaban los recursos naturales en el conjunto del planeta. La crisis del petróleo de 1973 puso en evidencia por primera vez en la historia este problema, cuando la OPEP impuso un alto precio al petróleo que usaban las naciones europeas y en menor medida EU. A partir de ahí el capitalismo internacional inicia la violación sistemática de la soberanía nacional de cada vez mayor número de naciones periféricas. He aquí en forma históricamente desarrollada el rasgo estructural de la sociedad burguesa que denuncia Marx con la siguiente paradoja: “el capital es el límite del capital mismo” [12].

Bajo tales condiciones, la acumulación de capital maquínistico gran industrial y de medida acrecentada –que es la que regula el neoliberalismo- no puede sustentarse simplemente con cuotas y masas cada vez más grandes de plusvalor tanto absoluto como relativo sino que debe acompañarse necesariamente del despojo directo de riqueza a las distintas sociedades nacionales, sus respectivas clases proletarias incluidas, a favor del capital trasnacional y, en general, de cualquier capital de medida acrecentada. De tal manera, la acumulación de capital neoliberal se caracteriza por añadir a la explotación salvaje de plusvalor una acumulación originaria salvaje y sistemática, con el despojo consiguiente de la riqueza social, cultural, natural y territorial a favor del capital en ámbitos que hasta entonces él no había tocado sino que le servían de base de sustentación de la reproducción de la sociedad y en particular de la clase obrera para garantizar la continua y creciente explotación de plusvalor. Pero el problema fue que el plusvalor dejó de ser suficiente para el vampiro obeso en que se había convertido el capitalismo, así que había que añadir la acumulación originaria residual de capital aunque la misma atenta en contra de las condiciones de reproducción del plusvalor como lo patentiza el despojo mediante privatización del agua.

En efecto, el agua no es mercancía ni puede serlo –mientras no se la produzca industrialmente desde su nivel molecular- pero se la convierte en mercancía en forma impositiva y mediando diversos grados y formas de violencia, asesinato y genocidio incluidos. Pues la conversión violenta del agua en mercancía se lleva a cabo en primer lugar para despojarla a sus poseedores originales: los seres humanos, las naciones, los pueblos, el conjunto de los seres vivos; y en segundo lugar para transformarla en condición de producción del capital sin que medie retribución a los poseedores originales. En tercer lugar, se la convierte en mercancía para venderla con ganancias monopólicas sin proporción con el trabajo humano plasmado en ella. Así que es una mercancía que contiene un mínimo de plusvalía y que se convierte en un canal de succión de plusvalor de otras ramas de la industria hacia los capitales “productores de agua”; es una mercancía máximamente constituida por despojo y enrevesamiento de la legalidad y que además de succionar plusvalor de otras ramas succiona capital variable y transfiere valor en general al capital hídrico monopólico [13].

De tal manera, la privatización del agua es síntoma de la decadencia histórica del capitalismo en la medida en que bajo la forma mercancía- y correlativos trucos financieros- suceden fenómenos de despojo y caciquismo despótico desplegados por el conjunto de capitales hídricos no sólo contra el proletariado y la humanidad sino incluso contra el resto de capitales.
Por primera vez en la historia los recién referidos procesos precapitalistas de sujeción, invasión y conquista ocurren bajo la forma de la competencia capitalista de manera generalizada y normalizada; mientras que hasta ahora el capitalismo había echado mano de tales procedimientos sólo en el curso de una guerra determinada por condiciones geopolíticas concretas, y ello exclusivamente dirigidos contra una nación y contra los correspondientes capitales. Además, nunca contra la humanidad en su conjunto, como ahora es el caso. Sólo el capitalismo nazi desencadenó bajo forma bélica tales procedimientos contra la humanidad y contra el resto de capitales. Pero lo de hoy ocurre sin guerra aparente, bajo la forma mercancía en el curso de la competencia intercapitalista y normalizado de manera truculenta no sólo económica sino aún jurídicamente.


La historia escrita de la humanidad es la historia de la lucha de clases



4. La lucha por el agua como lucha proletaria inmediata y trascendente


Siendo el agua una condición de vida permanente de los seres humanos inherente a su reproducción continua, la privatización del agua lesiona las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo, deprime y aún inhabilita al salario obrero para reponer dichas condiciones de vida cotidianamente. En efecto, con la privatización del agua, esta condición esencialísima de la vida del trabajador ha quedado transformada en condición de producción y comercio del capital. La clase obrera ha sido despojada directamente además de indirectamente. De ahí que la lucha por el agua sea sustancialmente una lucha proletaria; cuya forma es análoga a la forma de lucha por el salario en tanto lucha forzosa y forzada por el capital. Forzada no sólo en el sentido de impuesta sino aún –como dijimos- en el sentido de que los resultados de esta lucha benéficos para el proletariado y la humanidad no son de ninguna manera nocivos para el capitalismo y en lugar de lesionarlo lo perfeccionan, pues los puede recuperar de manera mediada.

Pero también es, en tercer lugar, una lucha forzada vitalmente; esto es, no sólo social y tecnológicamente determinada por el capital sino determinada porque se pone en cuestión a la vida, así que –como ésta contesta- se trata de una lucha biológicamente determinada, determinada desde las raíces mismas de la vida. Y en la medida en que el agua es condición de vida no sólo del proletariado sino general de toda la sociedad y de toda la biosfera puede, en cuarto lugar, transformarse en una lucha que subvierta completamente al capitalismo toda vez que este se vuelve insustentable no sólo económica sino social y biológicamente.

La lucha por el agua es vitalmente forzosa para el proletariado y lo será cada vez de modo incluso más urgente que la lucha por el salario; aunque de entrada no es sino una lucha por el salario modificada. Pero en el curso de desplegarse transgrede esta forma de lucha. En efecto, es una lucha a través de la cual el proletariado se organiza de nuevo modo; y, a través de la cual, la conciencia de clase proletaria se extiende impulsada por la urgencia del problema y se profundiza dada la radicalidad del mismo; y, en fin, sintéticamente dicho, se desarrolla en dirección a una condición de vida cualitativa originaria respecto de la vida, irreductible respecto de la sociedad burguesa y trascendente respecto de la misma, a la vez que inmediata, evidente y a la mano. Mientras que hasta ahora la conciencia proletaria inmediata se reducía al salario, a una cuestión meramente cuantitativa, atada al capitalismo e intrascendente respecto del mismo; y las condiciones revolucionarias trascendentes sólo tenían que ver con las formas más mediadas de la conciencia de clase.

Por si fuera poco, la lucha por el agua además de desarrollar la conciencia de clase proletaria en un sentido a la vez inmediato y trascendente respecto del capitalismo, profundiza –contra todo sectarismo- la solidaridad entre las clases en sentido rebelde; y de hecho la solidaridad de todo el pueblo en el mismo sentido. Y precisamente dado que la lucha por el agua es esencialmente una lucha proletaria, no sólo una lucha popular en particular o humana en general, la lucha por el agua realiza por la izquierda la condición proletaria de todo el pueblo, así que desenmascara conforme avanza, la condición proletarizada de todo el pueblo, de toda la nación, de toda la humanidad crecientemente despojada por el capital.

De hecho, una vez que la lucha por el agua adquiere una forma desarrollada, fuerza incluso a la burguesía a definirse, en primer lugar a favor de los capitales hídricos o a favor de su propia vida y entonces también a favor de la del pueblo, el proletariado y la humanidad; y, en segundo lugar, a favor de los intereses capitalistas de la legalidad burguesa en general o a favor del recién mencionado conjunto de referentes vitales. Es decir, se trata de una lucha que apunta a fragmentar de manera esencial a la conciencia de clase de la burguesía y al frente político tanto espontáneo como mediado de dicha clase. De tal manera que la dialéctica de reforma y revolución descubierta por Rosa Luxemburgo en la primera década del siglo XX, contra el carácter antinómico de las mismas enarbolado por la socialdemocracia alemana [14], se verifica aquí nítidamente permitiéndole al proletariado observar con toda claridad inmediatamente que puede aceptar a tal o cual segmento de la burguesía como aliado sólo en la medida en que éstos acepten las exigencias proletarias y populares. Siendo la lucha por el agua –a diferencia de otras luchas y en la medida en que conduce a una alianza– no un motivo de confusión de la conciencia proletaria con posiciones burguesas sino un motivo de fragmentación de la conciencia y el frente burgués en gracia a posiciones vitales tendencialmente desclasantes.



5. El triple carácter del agua y la lucha por la soberanía alimentaria

Por cierto, todo lo dicho es posible debido a que el agua es un objeto de consumo directo de todo el pueblo. Pero debemos observar que también es un objeto de trabajo para la limpieza, para el transporte, utilizado como disolvente y como refrescante en los procesos de producción y es aquí donde la expropiación que lleva a cabo el capital hídrico entra en colisión con los usos de la misma de los pequeños propietarios tanto campesinos como artesanos que –proletarizados en mayor o menor medida- forman un inmenso ejército en el planeta del que depende buena parte de la producción alimentaria mundial, no digamos de la nacional en México.

Así que la privatización del agua atenta directamente contra la soberanía alimentaria de nuestro país y contra la garantía de alimentación de la humanidad. Lo que de nuevo nos reconduce hacia el salario y a la canasta de bienes que éste puede comprar; de nuevo observamos la faz cualitativa de las condiciones de vida que oculta el cuantitativismo del salario. La lucha por la soberanía alimentaria es, también, para el proletariado, una lucha por el salario bajo otra forma; pero además, en las actuales condiciones, es una lucha por el agua bajo otra forma. Lucha doblemente cualitativa y que desarrolla la conciencia de clase proletaria más allá de las determinaciones económicas inmediatas hacia condiciones políticas nacionales y aún trascendentes respecto del capitalismo. De por medio la alianza del proletariado y del campesinado, así como del proletariado industrial y el agrícola.

En tercer lugar, el agua es utilizada como fuente de energía tanto por su energía cinética en las caídas de agua mediante las cuales se produce electricidad, como por la fuerza expansiva del vapor y por la energía atómica liberada en la disociación de las moléculas de hidrógeno respecto del oxigeno utilizadas en motores de automóviles etcétera. Todo lo cual nos obliga a que más abajo hablemos de otras formas de energía.



6. Desarrollo de las formas de lucha del proletariado

El triple carácter del agua como objeto de consumo, de trabajo y como materia energética la sitúa en un punto estratégico de vinculación de la producción y el consumo. Es decir, de lucha por la integración total de la reproducción de la sociedad, tanto de su producción como de su consumo fuera de los ámbitos dictatoriales y explotadores del capital. Nos será más claro lo recién dicho si recordamos las formas de lucha del proletariado históricamente generadas dentro del capitalismo. En primer lugar las luchas económicas, ideológicas y políticas que desde fines del siglo XVIII hasta la fecha despliega el proletariado para sobrevivir y devenir de clase en si a clase para si, de sujeto sufriente a sujeto soberano.

En segundo lugar, las luchas nacionales tanto de defensa del territorio nacional como de liberación nacional en las que el proletariado ha participado descollantemente desde fines del siglo XIX y durante todo el siglo XX conforme los rasgos imperialistas del capitalismo se recrudecían a la par de su proceso de mundialización gran industrial [15]. Siendo que cada vez menos la burguesía y el resto de clases sociales se mostraban aptas para forjar un proyecto de nación viable aunque participaran en mayor o menor medida en el proceso de liberación nacional como es el caso descollante del campesinado en todas las revoluciones sociales del siglo XX [16].

En tercer lugar, las luchas culturales que el proletariado ha debido desarrollar a partir de los años veinte del siglo pasado cuando en el período de entreguerras se fueron forjando las condiciones de la emergencia del fascismo y el nazismo y la identidad ética y emocional del proletariado [17] quedó puesta en cuestión radicalmente.

En cuarto lugar, el capitalismo posterior a la segunda guerra mundial hegemonizado por EU después de un proceso de recuperación adquirió la fuerza suficiente como para imponer a la clase obrera en todo el mundo nuevas condiciones de reproducción sexual procreativa convenientes a las nuevas formas de acumulación de capital, con lo que se puso a la orden del día –conforme los capitales luchaban entre si por el plusvalor extra y las ganancias extraordinarias- la lucha proletaria por nuevas formas de sexualidad y procreación [18]. Siendo los jóvenes estudiantes y obreros quienes sufrían la mayor presión al respecto, fueron también ellos quienes desplegaron esta forma de lucha aunada al antiautoritarismo y por la democratización no sólo de la enseñanza sino de la sociedad, según se patentizó en las jornadas internacionales de 1968 que en los diversos países retomaron distintos aspectos de las formas de lucha antedichas para articularlos con la lucha sexual procreativa e intentaron poner en cuestión de manera integral a las diversas sociedades capitalistas nacionales y al capitalismo mundial en su conjunto [19].

En quinto lugar, desde fines de los sesenta e inicios de los setenta la lucha antinuclear y medioambiental pasó a completar a la lucha contra la guerra y, sobre todo, a la lucha a favor de la crítica de la vida cotidiana que desde fines de los cincuenta [20] del siglo XX se había venido perfeccionando hasta redondearse con las dimensiones sexual procreativas y no sólo culturales, económicas e ideológicas; pero ahora se añadían las condiciones naturales de reproducción de la sociedad como objeto de lucha y no sólo la raíz sexual natural de la propia humanidad.

En sexto lugar, el fomento publicitario del consumismo mediante el cual el capitalismo trató de resolver sus problemas de realización de plusvalor en vista de seguir explotando cada vez más plusvalor venían tocando una melodía in crecendo desde fines del siglo XIX pero se volvió estridente y problemática sólo hacia fines de los cincuenta como parte de la promoción del American Way of Life para “beneficio” de todo el mundo en tanto que este “Way of Life” era el agente de promoción del capital industrial norteamericano hegemonista, así que la vida cotidiana en Europa se vio crecientemente cuestionada en la forma burguesa tradicional en la que venía dándose. Pero con el agotamiento de las ramas industriales donde el plusvalor explotable a la clase obrera era suficiente para compensar el hambre de plusvalor de las cada vez más altas composiciones orgánicas de los capitales en funciones, se debieron abrir cada vez nuevas ramas de producción y generar nuevas necesidades correspondientes a las mismas o a subramas inéditas en las que la composición orgánica comenzara desde cero o fuera muy baja. Así que se propició una renovación total de la planta productiva del capitalismo, una renovada subordinación real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital hecha en arreglo con nuevas necesidades inéditas para la humanidad. Por donde, desde mediados de los sesenta, se patentiza una subordinación real del consumo bajo el capital como expresión del desarrollo de la subordinación real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital [21]. Sonó pues la hora de la lucha por el valor de uso, por el contenido del consumo, como parte de las luchas obreras.

En efecto, conforme el capital se mundializó y creció su medida impulsando a la transnacionalización de los capitales, el carácter geográficamente englobante de la circulación y acumulación de capital a nivel mundial coincidió con el dominio integral del capital sobre el proceso de reproducción social en su conjunto en cada nación [22]. De suerte que las necesidades humanas de consumo individual pasaron a formar parte de las condiciones de producción de los capitales individuales y a ser reproducidas, desarrolladas y alteradas en forma creciente al ritmo de la reproducción del capital [23]. La subordinación real del consumo bajo el capital ha venido perfeccionándose conforme el capital de medida acrecentada se encarga de mayor número de procesos y condiciones de vida de la sociedad desde los referentes a los objetos de consumo -en tanto objetos producidos por la industria- hasta los referentes a las condiciones naturales de existencia vitales de la sociedad desde el aire, el agua y el medio ambiente en su conjunto [24], incluida la biosfera en su totalidad y las condiciones climáticas del globo puestas en cuestión por el calentamiento global producido por la industria capitalista planetaria.

En fin, es como parte de la subordinación real del consumo bajo el capital –y, entonces, del control y dominio no sólo de las condiciones de producción por parte del capital individual sino también de sus condiciones de reproducción [25], del ciclo entero producción consumo tanto individual como productivo de todos los insumos sociales, es como parte de la subordinación real del consumo bajo el capital, digo- que se han puesto a la orden del día la promoción de diversas formas de energía y la expropiación de sus fuentes naturales y nacionales por parte del capital. La lucha por el agua y por la energía –en tanto lucha por valores de uso decisivos para la reproducción de la sociedad- es el producto sistemático del avance de la subordinación real del consumo bajo el capital.

 
La Comuna de Paris, primera gran experiencia de poder proletario



7. Incidencia de las diversas fuentes de energía y de los recursos naturales en la lucha de clases


Después de utilizar carbón como fuente de energía para la gran industria, los barcos y los ferrocarriles –poniendo de por medio la presión expansiva del vapor de agua– el capitalismo utilizó el gas y el petróleo como fuentes de energía desde fines del siglo XIX; el carbón fue pasando a segundo lugar, convirtiéndose preponderante el uso del petróleo hacia la primera guerra mundial y acompañándolo crecientemente la energía eléctrica.

Tanto el carbón como el gas y el petróleo son combustibles fósiles que generan calentamiento climático y se obtienen del subsuelo teniendo que ver con la propiedad de la tierra. Pero, sobre todo, el gas y el petróleo -dada la dificultad de su explotación y el alto costo correspondiente- se convirtieron no solamente en propiedad de la nación sino en varios países en objeto de explotación estatal dada la inmensa medida de capital requerida para su explotación.

El agotamiento del petróleo –fuente de energía del capitalismo globalizado neoliberal– se prevee a más tardar para 2030. Así que la lucha geopolítica imperialista para apropiarse las últimas fuentes de petróleo se ha vuelto cada vez más encarnizada desde fines de los ochenta del siglo XX. Poniéndose a la orden del día, también, el despojo de diversas naciones por las potencias capitalistas más poderosas, en especial por parte de EU, así como por parte de las empresas transnacionales petroleras actuando en sincronía o alternadamente con sus gobiernos respectivos. Para llevar a cabo este despojo primeramente se lesiona la soberanía nacional mediante la guerra o mediante las deudas o con ambos métodos a la vez hasta poner a la nación de rodillas en vista de apropiarse de sus fuentes de petróleo y gas [26]. Mientras la nación resiste, se procede como en México a desestructurar la planta del capital industrial nacional y a convertir al capital financiero mexicano y al propio Estado en correas de transmisión de poder y plusvalor desde México hacia EU y los diversos capitales transnacionales, en especial norteamericanos con lo que se debilita económica y políticamente al país hasta obligarlo a llevar a cabo la privatización/extranjerización de las fuentes de gas y de petróleo nacionales [27]. O como en el caso de Irak, mediante la invasión militar se lo expropia simple y llanamente, si es posible justificar internacionalmente un evento tal.

Las fuentes de energía pertenecen en México a la nación que es en esencia una nación capitalista pero la condición de la ciudadanía de los mexicanos, y en primer lugar del proletariado mexicano, depende de la vigencia de la soberanía de dicha nación burguesa. Así que la pérdida de la soberanía conlleva la degradación de hecho y quizá aún de derecho de los mexicanos al carácter de colonizados o súbditos del imperio, su degradación a ciudadanos de segunda categoría. Debiendo, así, añadir a la explotación y a la sobreexplotación condiciones humillantes de convivencia que presionan a acrecentar la sobreexplotación vigente [28]; como es el caso de los migrantes mexicanos en EU pero sin los altos salarios que obtienen en dicha nación. El deterioro en las condiciones de acumulación del capital nacional agravadas al máximo en caso de que se nos expropie el petróleo, el gas o la energía eléctrica etcétera, vía privatización que encubra dicha expropiación, redundará, además, en deterioro del salario y de las condiciones generales de vida del proletariado mexicano. De ahí que la lucha por la energía es una lucha proletaria en la medida en que es una lucha nacionalista [29] y también en la medida en que –si bien las fuentes de energía no son condiciones inmediatas de la sobrevivencia de la clase obrera– son condiciones necesarias para el funcionamiento de la gran industria sea que ésta se encuentre en manos de los capitalistas o que pase a manos del proletariado. En ambos casos la lesión de dichas condiciones redunda en lesionar las condiciones de vida de la clase obrera e, incluso, la posibilidad de ésta para gestionar la producción en caso de expropiarle al capital los medios de producción industriales [30]. La lucha por la energía es como la lucha por el agua, una lucha proletaria.

Ahora bien, la situación se vuelve altamente paradójica en la medida en que el alto desarrollo de la industria capitalista basada en los combustibles fósiles, en primer lugar el petróleo, han generado durante todo el siglo XX una acumulación de deshechos contaminantes particulares del medio ambiente deteriorando las condiciones de vida de las poblaciones locales vecinas a dichos eventos contaminantes. Pero, además, conforme el capitalismo gran industrial petrolero se mundializaba, no sólo se sumaron al conjunto de dichos eventos contaminantes particulares de toda índole -desde deshechos de petróleo, gas y carbón hasta derivados de la química del petróleo como aerosoles, plásticos, fertilizantes y pesticidas- sino que se suscitó un fenómeno general de sobrecalentamiento global del planeta como alteración nociva de las condiciones climatológicas para la biosfera y en especial para la vida humana.

Así que por un rodeo el agua del planeta además de estar puesta en peligro por la privatización creciente, se vuelve a poner en peligro no sólo de contaminación particular, esto es, local, si bien generalizándose dicha contaminación a mayor número de lugares y, en realidad, extendiéndose por todo el planeta; así que hablaremos de contaminación particular generalizada. Pero también está puesta en peligro, digo, por los efectos generales del sobrecalentamiento global climatológico. Convirtiéndose el agua -en tanto medio de producción del clima- no sólo en herramienta catastrófica al modo de huracanes, elevación del nivel del mar, etcétera para las actividades humanas; sino, también, en objeto indefenso de mezcla catastrófica y envenenante con aguas negras, grises y con contaminantes de todo tipo conforme las condiciones climáticas se salgan fuera de control y previsión (como ya comenzó a suceder).

De tal manera, por un lado el capital hídrico privatiza el agua y con ese acto pone en peligro a toda la población porque es encubiertamente un acto expropiatorio de una condición de vida esencial y permanente; pero de otro lado los diversos capitales industriales contaminan el agua de diversas maneras. Lo que constituye otra forma de expropiación del agua como condición para que el proceso de acumulación de capital se lleve a cabo. Así que el agua se convierte en condición de producción del capital y del plusvalor sólo en la medida en que sea posible de ser contaminada. De condición de vida de la población se transforma en condición de producción del capital al tiempo en que se vuelve inutilizable para la población; o, bien, utilizable involucrando peligro de envenenamiento, enfermedad y muerte. En particular en el caso del proletariado tenemos que se le expropia una condición de vida esencial y permanente -parcialmente traducible a cierta porción del salario- indispensable para la reproducción de la fuerza de trabajo que el obrero vende al capital para que éste le explote plusvalor. Como se ve, la lucha por el agua y la lucha por la energía no son solamente luchas proletarias en esencia sino que es forzoso en algún momento del desarrollo de cada una de ellas que el proletariado las lleve a cabo coordinando a la una con la otra; ya que sólo así cada una de estas luchas se vuelven eficaces una vez alcanzado cierto desarrollo, en la medida en que deben confrontar tanto a la privatización del agua operada por cierto tipo de capitales y a la contaminación de la misma operada por otro conjunto de capitales cuya reproducción irracionalmente sincronizada pone en peligro la reproducción de la población y de la fuerza de trabajo en particular.

Así que de nueva cuenta la lucha por el agua y la lucha por la energía se convierten en lucha unitaria por la sobrevivencia frente a la irracionalidad capitalista global que hace patente la necesidad urgente de una regulación humana tanto de las fuentes de energía como de las hídricas que sólo el proletariado y el pueblo en su conjunto pueden llevar a cabo sea que logren hacerlo dentro del capitalismo (puede aquí tomarse como ilustrativo el caso de Venezuela) o más allá del mismo.

De hecho el capitalismo mundial y la humanidad en su conjunto se encuentran ante una coyuntura de gravedad extrema dualmente caracterizada por la necesidad de ofrecer tanto alternativa al agotamiento de las fuentes de energía petrolera y gasera como a la destrucción ecológica particular generalizada y al calentamiento global. La tecnología de paz para utilizar la energía nuclear mostró su ineficiencia integral con el desastre de Chernobil que dio la noticia de que el capitalismo había perdido más de quince años persiguiendo esta alternativa altamente contaminante frente al petróleo y el gas en vez de la de otras fuentes de energía. Mientras que la energía hidráulica, geotérmica, eólica, marina y solar implican menor contaminación ambiental pero todas ellas se encuentran mediadas por su transformación en energía mecánica y luego en energía eléctrica así que su eficiencia inmediata es menor que la del petróleo, el gas o la energía atómica. Pero se vuelven cada vez más actuales conforme la eficiencia global de estas fuentes de energía tiende a cero sea por su agotamiento o por la contaminación peligrosa que provocan volviéndolas fuentes insustentables.

Por lo demás en años recientes se ha perfeccionado -sí sea en magra medida- la generación de energía nuclear disminuyéndose los riesgos de su empleo también en magra medida. Pero por contra, el grave riesgo que representa el sobrecalentamiento global que ya muestra síntomas catastróficos en todo el mundo, la energía nuclear vuelve a plantearse como alternativa viable ya no única o al lado del petróleo sino al lado del resto de formas de energía tendiéndose a abolir el petróleo [31].

Y sin embargo todas estas formas de energía así como la nuclear, el petróleo y el carbón involucran la soberanía nacional para ser gestionadas, así que de nueva cuenta no sólo al ciudadano individual sino a las clases que componen a la sociedad civil moderna, en primer lugar y en número creciente al proletariado.

De pasada puntualicemos lo siguiente. Es el menor grado de eficacia inmediata de estas fuentes de energía, en particular de la energía solar, la que movió al capitalismo a elegir la vía nuclear como alternativa al petróleo y, así, a equivocarse garrafalmente. Y no más bien, como se ha dicho, el hecho de que la energía solar como proviene del Sol y éste es para todos, no es monopolizable, no puede convertirse en propiedad privada e intrínsecamente atenta en contra del capitalismo. Pues para los usos humanos productivos tanto industriales como domésticos de la energía solar, se requieren actualmente celdas fotoeléctricas; y si bien el Sol y la energía solar no son privatizables ni nacionalizables, las celdas fotoeléctricas sí; esto es, la tecnología intermedia necesaria para utilizar productivamente la energía del Sol [32].



8. ¿Los biocombustibles como alternativa?


En todo caso, a diferencia de la energía nuclear y los combustibles fósiles, las otras formas de energía –en primer lugar la solar y la eólica, así como los nuevos diseños de megaplantas eléctricas submarinas [33] - presentan ventajas ecológicas evidentes a nivel particular y global aunque su eficacia productiva inmediata sea todavía menor que la de aquellas. Mientras tanto el capitalismo neoliberal intenta sacar adelante como alternativa al agotamiento del petróleo los biocombustibles derivando etanol; sobre todo del maíz y la caña de azúcar. Lo que ofrece un paliativo al agotamiento de energía petrolera y gasera pero no ha demostrado ser una alternativa medioambiental eficiente porque si bien parece que tiende a disminuir la emisión de gases contaminantes de efecto invernadero, es posible que su proceso de producción global genere mayor sobrecalentamiento planetario además de que el suelo en el que se siembran las plantas que deberán producir biocombustibles no sólo son propiedad del suelo bajo soberanía nacional determinada, de Brasil, de EU, de México, etcétera, sino que el cambio de cultivo y el cambio de los fines para los cuales se siembra involucra la expropiación creciente de los campesinos a favor de la gran industria petrolera convertida en ingeniera agrícola industrial para la producción de biocombustibles [34]; y asimismo el deterioro general de las condiciones de soberanía alimentaria que dichos campesinos –en nuestro país indígenas en su mayoría- garantizaban.

El caso del etanol, en tanto biocombustible, ilustra bien un doble problema. En primer lugar, que el capitalismo tiene en sus manos diversos instrumentos eficaces –tanto tecnológicos, económicos como políticos– para resolver la crisis ambiental incluido el calentamiento global; sin descartar el hecho de que las grandes empresas capitalistas –caso de Walmart y otras– tienen la capacidad de convertir en negocio la mejoría ambiental [35]. Pero en segundo lugar, el caso del etanol ilustra el hecho de que la forma capitalista de administrar los recursos y de utilizar la tecnología así como de distribuir los costos sociales entre las clases subalternas mientras propicia la apropiación de la mayor cantidad de ganancias y riqueza para los grandes capitales, sí, que la forma capitalista de sociedad impone trabas y desvíos sistemáticos a la implementación técnica, económica y política de medidas que combatan la contaminación y el calentamiento global provocado por el uso de combustibles fósiles. Es evidente que tales desvíos y retrasos significan mayores sufrimientos y mayor número de muertos para la humanidad. Así que hasta en los escenarios posibles que propicia el calentamiento global descritos por el Departamento de Estado de los EU se considera necesario el que la sociedad civil participe políticamente de modo legal y democrático presionando a los gobernantes en todo el mundo y en cada localidad para que se lleven a cabo dichas medidas. Además de señalarse la necesidad de que cada uno de los pobladores del planeta modifique su cultura del uso del agua y de la energía a fin de que el problema sea efectivamente resuelto.

De tal manera, la participación ciudadana masiva de tipo político es instrumento forzoso en la lucha por la energía y por el agua así como por la correlativa lucha contra la contaminación y el calentamiento globales; mientras que la participación individual y familiar de la gente se vuelve instrumento forzoso de tipo tecnológico en dichas luchas. En lo que sigue argumentaré por qué si bien son necesarios ambos caminos –y es algo que las organizaciones proletarias deben tomar muy en cuenta– no son suficientes; y solamente una lucha de tipo clasista proletaria da redondeamiento y eficacia a las luchas por el agua, la energía y el medio ambiente a favor de la humanidad.

Ello es así porque la cuestión no solamente es de una correlación cuantitativa entre el tiempo y ritmo al que avanza el calentamiento global y el agotamiento del petróleo y del gas contra el tiempo y ritmo en el que el capitalismo podrá implementar nuevas tecnologías no contaminantes con base en transformar la protección del medio ambiente en negocio y mediante presiones políticas que la sociedad civil pueda llevar a cabo, incluyendo la gestión individual y familiar de la vida cotidiana que diversos pioneros ecologistas puedan implementar de manera privada.
Sí, la cuestión no solamente es el tiempo y ritmo del problema ambiental y el tiempo y ritmo de la humanidad capitalistamente determinada [36], sino que el problema se especifica mediante la forma social y económica que el capitalismo le impone al tiempo y a las conductas humanas. Y esta forma social y económica debe ser enfrentada y desafiada eficientemente por la gente con plena conciencia de que es el carácter capitalista de dicha forma, el carácter explotador de plusvalor, el carácter enajenador de la riqueza y el carácter despojador del territorio y la naturaleza por parte del capital el obstáculo principal a salvar. Algo que sólo la conciencia de clase proletaria y el desarrollo de ésta clase en cuanto tal están en posibilidad de llevar a cabo.


Los acontecimientos de Chicago plantearon sentidas reivindicaciones obreras.
Hoy, el programa obrero incluye el derecho social a la energía y al agua.



9. Acumulación originaria residual terminal y lucha proletaria revolucionaria


Según vimos, el etanol nos pone de nueva cuenta a la orden del día un proceso de acumulación originaria residual con la concomitante proletarización definitiva de grandes masas humanas de campesinos en buena medida garantes de la soberanía alimentaria. Ahora bien, en tanto que no sólo se despoja a la gente de las últimas condiciones naturales y culturales de vida que el capitalismo no había invadido (o residuales) sino de condiciones de vida tales cuya lesión en curso apuntan a destruir la vida humana y la biosfera toda del planeta conforme se intenta que sirvan a la acumulación de capital, tenemos que la acumulación originaria residual correspondiente a la lucha por la energía es con más precisión dicha una acumulación originaria terminal [37], como lo es desde su inicio la correspondiente a la lucha por el agua. Categoría en la que entran también los transgénicos y la degeneración incontrolada del germoplasma que éstos provocan. La irracionalidad global del capitalismo vuelve a poner a la orden del día la alternativa socialismo o barbarie como en ocasión de las dos grandes guerras mundiales del siglo XX y acentúa por múltiples caminos el carácter de la lucha proletaria por el agua y la energía.

De tal manera, observamos la diversa incidencia de los tipos de energía y de los recursos naturales en las condiciones de vida de la clase obrera y del pueblo en su conjunto. De donde deriva también la diversa incidencia de estos tipos de energía y de recursos naturales en la lucha de clases y en la lucha por la nación en la medida en que en todos estos procesos se involucran diversas formas de acumulación originaria residual de capital y al despojo de la clase obrera generador de proletarización se le añaden formas de enajenación de toda la riqueza y de explotación y sobreexplotación de plusvalor al interior de procesos de acumulación globales de capital cada vez más salvajes.

La lucha por el agua y por la energía son luchas proletarias al mismo título como lo son la lucha por el salario o la lucha por la consciencia y la organización del proletariado. Al mismo título que la lucha por reformas políticas y la lucha por el poder político y, aún más, al mismo título que la lucha por el revolucionamiento completo de la sociedad burguesa. Con la característica resaltante de que son luchas que vinculan todos los aspectos en conflicto y todas las dimensiones de la conciencia de clase desde las inmediatas a las mediatas así como la lucha del proletariado con las luchas del pueblo y de la humanidad en su conjunto, pues vinculan la gestión de la producción y la del consumo de la sociedad. Son luchas desencadenadas por la subordinación real del consumo bajo el capital llevada a cabo a nivel planetario en tanto desarrollo de la subordinación real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital. Y son luchas que se enderezan inmediata y mediatamente en contra de dicha subordinación hasta lograr subvertirla por completo. Son luchas en las que el sectarismo queda excluido por principio pero en las que debe observarse la especificidad proletaria de su columna vertebral para que sean eficaces y para que el proletariado las tome en sus manos más pronto y de mejor manera.

La lucha por la energía es en primer lugar una lucha de tipo nacional en vista de adquirir soberanía sobre las fuentes de energía. Es también una lucha a favor de medio ambiente para determinar los usos de la energía y de los tipos de ésta más viables. En este sentido la lucha por la energía es una lucha no sólo nacional sino mundial porque tiene que ver con el patrón tecnológico globalizado y una lucha individual y familiar. Mientras que la lucha por el agua, además de presentar las características anteriores, también se da como lucha inmediata ya antes de entrar en juego el tema de la nación; y por cierto, presenta la peculiaridad de que su gestión local sólo puede ser colectiva y de ninguna manera sólo individual o familiar. Además, entiéndase que la autogestión colectiva del agua a nivel local toma la forma de la lucha por la autonomía municipal [38], haciendo valer el derecho de la gente para determinar las condiciones de vida en el lugar que habitan [39]. Es esta una lucha ciudadana pero que tiene la peculiaridad de que los ciudadanos la despliegan sólo cuando son proletarios o se encuentran en curso de proletarizarse porque se les expropian sus condiciones de vida [40]. Es pues una lucha específicamente proletaria y, por carente de sectarismo, popular y ciudadana [41] a la vez que una lucha por la nación llevada a cabo desde la raíz de la organización nacional: la autonomía municipal [42]; también desde la raíz es una lucha de vocación internacional y aún mundial.

Conforme el mayor número de proletarios tomen conciencia de estos hechos y se organicen y actúen en consecuencia, habrá menor número de catástrofes y de sufrimientos para la humanidad en su conjunto, se salvarán mayor número de vidas humanas y se abrirá la posibilidad no sólo de volver reversible la catástrofe ecológica planetaria –hoy a punto de ser irreversible- parte de la cual es el proceso de privatización y expropiación del agua a esos seres vivientes que somos todos los humanos; sino que se abre la posibilidad incluso de construir una sociedad socialista, sustentable y democrática sobre las ruinas del capitalismo.

10. Referencias


[1] Jorge Veraza U, Lucha por el agua. Lucha por la autonomía. Una radiografía del neoliberalismo, Itaca, México, 2006.

[2] Jorge Veraza U, Subsunción real del consumo bajo el capital y proletarización de la humanidad (de la década de los sesentas a los noventas), Itaca, 1994.

[3] Jorge Veraza U, Dialéctica del sujeto histórico y del sujeto antihistórico. En edición.

[4] Jorge Veraza U, El siglo de la hegemonía mundial de Estados Unidos. Parte IV/Capítulo II, Itaca, México, 2004.

[5] Secciones III (Producción del plusvalor absoluto), IV (La producción del plusvalor relativo), V (La producción del plusvalor absoluto y del relativo), y VI (El salario).

[6] Expuesto en la sección VI (El salario).

[7] K. Marx, El Capital/t.1. Capítulos XXIV (“La llamada acumulación originaria) y XXV (La teoría moderna de la colonización).

[8] Jorge Veraza U, Economía y política del agua. México, Itaca, 2007.

[9] K. Marx, Manuscritos de 1844. Tercer Manuscrito. Propiedad Privada y Comunismo. Aforismo comentado ampliamente en mi Dialéctica del sujeto histórico y del sujeto antihistórico. En imprenta.

[10] Ernest Mandel, La crisis económica de 1974-1980. México, Era, 1980.

[11] K. Marx, El Capital/t. 3. Capítulo “XIV. Causas contrarrestantes”.

[12] Ibid, capítulo “XV. Desarrollo de las Contradicciones Internas de la Ley”.

[13] Jorge Veraza U, Economía y política del agua. Ed. Cit.

[14] Rosa Luxemburgo, Reforma o Revolución en Obras escogidas. Era, México, 1980, prólogo y selección de Bolívar Echeverría

[15]Jorge Veraza U, El siglo de la hegemonía mundial...

[16] Ibid.

[17] Jorge Veraza U, Para la historia emocional del siglo XX, Itaca, México, 2003.

[18] Ibid.

[19] Jorge Veraza U, Subsunción real del consumo bajo el capital y proletarización de la humanidad (de la década de los sesentas a la de los noventa). Itaca, México, 1994.

[20] Cfr. Henri Lefebvre, Crítica de la vida cotidiana en Obras en dos tomos Pena Lillo editor, Buenos Aires, 1967.

[21] Jorge Veraza U, Génesis y estructura del concepto de subordinación real del consumo bajo el capital. Itaca, México, 1994.

[22] Ibid.

[23] Ibid.

[24] Jorge Veraza U, Economía y política del agua. Ed. Cit.

[25] Jorge Veraza U, Génesis y estructura...

[26] Jorge Veraza U, Lucha por la nación en la globalización ¿quién lucha y por qué tipo de nación?, Itaca, Paradigmas y Utopías, México, 2005.

[27] Ibid.

[28] Ibid.

[29] Ibid.

[30] Ibid.

[31] Stephen Schneider, Climate Change Policy: A Survey, Island Press- Standford University, 2002. y "Atmospheric Carbon Dioxide and Aerosols: Effects of Large Increases on Global Climate” en http://www.sciencemag.org/cgi/content/abstract/173/3992/138, 6 de septiembre de 2007.

[32] Jorge Veraza U, El siglo de la hegemonía mundial. Ed. Cit.

[33] Stephen Schneider, Op. cit.

[34] Silvia Ribeiro, “Agrocombustibles, el Juego de las Lógicas Perversas”, en La Jornada, 14 de abril de 2007.

[35] Stephen Schneider, Op. Cit.

[36] Stephen Schneider, Op. Cit.

[37] Jorge Veraza U, Economía y política del agua.

[38] Jorge Veraza U, Lucha por el agua. Lucha por la autonomía. Una radiografía del neoliberalismo. Ed. Cit.

[39] Andrés Barreda, “Morelos, Zona de Desastre e Injusticia Ambientales” texto manifiesto de la Caravana “En Defensa del Lugar en que vivimos” realizada en 2007.

[40] Veraza U, Lucha por el agua. Lucha por la autonomía...

[41] Jorge Veraza U, Economía y política del agua.

[42] Jorge Veraza U, Lucha por la nación en la globalización ¿quién lucha y por qué tipo de nación? Paradigmas y Utopías-Itaca, México, 2006.

* Dr. Jorge Veraza Urtuzuástegui, profesor e investigador de la Universidad Autónoma
Metropolitana, unidad Azcapotzalco

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