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Volumen 7, Número 90, agosto 31 de 2007  

Organización obrera afiliada a la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL

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DOS NACIMIENTOS FUNDAMENTALES

Alberto Híjar *



En medio del páramo lleno de espejismos y ventiscas, alguien encuentra el camino de Mariátegui y el Che. El arquitecto Reynaldo Estevez los plantea como “Arquitectos de una nueva sociedad y un mundo nuevo” y anota su dirección del Taller 1 para advertir que el autogobierno de Arquitectura vive. Todo esto exige discutir la vigencia de “Los dos guías intelectuales de la Gran Patria indoafrolatinoamericana”, tan grande como el cuadro de Augusto Ramírez donde el cadáver del Che aparece rodeado de impertérritos indios, negros, mestizos, la madre mulata pecho al aire con su hijo pegado.

La clave está en el célebre título-consigna de José Carlos Mariátegui: “peruanicemos al Perú” (1928). La publicación en Amauta, la revista fundada en 1926 para criticar las consecuencias de la reforma universitaria resultante de la huelga de 1919 y del Congreso de Estudiantes del Cuzco de 1920 presidido por Víctor Raúl Haya de la Torre, dirigente del APRA, esa ambiciosa y exitosa organización política nacionalista y antiimperialista de relumbrón influyente en el movimiento obrero donde la Confederación General de Trabajadores del Perú y la revista Labor cumplían con otra consigna-título de Mariátegui: “Defensa del marxismo”. Disminuido físicamente por la enfermedad y en plena dictadura alimentada por el nacionalismo de Estado demagógico y racista, Mariátegui no pudo asistir a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires en junio de 1929. Topan ahí los delegados del partido socialista del Perú con la Tercera Internacional y el seguidismo promovido por Vitorio Godovila, el delegado chileno defensor a ultranza de las orientaciones soviéticas de impulso a los frentes amplios y frentes populares mediante alianzas con una ilusoria burguesía nacionalista promotora de la industrialización donde se engendra el proletariado. A la par había que orientar el incipiente movimiento obrero hacía el antiimperialismo socialista por la defensa de los bienes y recursos nacionales en el sentido de la propiedad administrada por el Estado. Nadie parecía recordar la caracterización del Estado como Estado-nación garante de la acumulación capitalista, lo cual exigía y exige poner en crisis la cuestión nacional, el lugar en ella de las comunidades originarias que en Los Andes son mayoría. Sin folclorismos y con claro deslinde del indigenismo de Estado demagógico, la posición de los socialistas peruanos resultó intolerable para los creyentes aferrados a la doctrina de los manuales de catecismo marxistoide. Peruanizar al Perú significaba, significa, la exigencia de cumplirle a Marx en aquello de pensar por cuenta propia para hacer del marxismo no un dogma interpretado por funcionarios de Estado alguno sino un recurso fundamental de transformación con consecuencias emancipatorias abiertas. Si esto choca con el conservadurismo de Estado y partidos en el poder, peor para ellos. Con la colaboración de Hugo Pesce, Mariátegui escribió para la reunión de Buenos Aires “El problema de las razas en América Latina” que acompañó la ponencia sobre “Punto de vista antiimperialista”, para dar a entender la necesidad histórica de contar con el campesinado indígena, no fetichizar a los movimientos obreros, apuntar a las manipulaciones del nacionalismo de Estado falsamente antiimperialista y en fin, peruanizar al Perú, americanizar a América, nada de lo cual niega sino concreta las lecciones aprendidas por Mariátegui en Italia, las de Gramsci en especial.

El de Mariátegui es marxismo distinto al académico por lo que Alberto Flores Galindo inicia su reflexión sobre la polémica con la Tercera Internacional (1980), apuntando la falta de entendimiento con la URSS, el acoso del gobierno de Leguía al descubrir la conspiración comunista del 5 de junio de 1927 y la construcción del partido revolucionario deslindado de la demagogia antiimperialista y nacionalista del APRA, la Alianza Popular Revolucionaria Americana fundada en México en 1924 según placa realmente existente revalidada por Alan García en el anfiteatro Bolívar de la Universidad vasconceliana, espiritualista y racista. Vanconcelos y Haya de la Torre fueron almas gemelas. La excelente investigación del historiador muerto a los cuarenta años, su despedida fechada el 14 de diciembre de 1989 en Lima con el título de “Reencontremos la dimensión utópica” y el cumplimiento de esta consigna por sus compañeros y discípulos, finaliza el libro póstumo de elocuente nombre: Los rostros de la plebe (ed. Critica, Barcelona, 2001), recoge las investigaciones sobre el bandolerismo libertario, los movimientos de resistencia indígena, la dialéctica entre la violencia y el autoritarismo, los avatares de Mariátegui y el anticipo de la reflexión que ya no hizo Alberto Flores sobre José María Arguedas como prueba de uso deliberado de lo mejor de las ciencias sociales, marxismo incluido, para peruanizar al Perú, americanizar América, construir el lugar emancipatorio de América en el mundo. Otro día habrá que escribir de En busca del inca, la inculpación falsa con Sendero Luminoso y el lugar histórico y social de las formaciones campesinas.

Ahora resulta, según José Stainsleger, que la mamá del Che, Celia de la Serna, confesó que el Che no nació el 14 de junio de 1928 sino de mayo, pero como es mal visto el embarazo sin matrimonio de por medio, inventaron la fecha de junio. Es lo de menos. Lo de más es la publicación de los Apuntes para la crítica de la economía política (2006) donde está la reflexión sobre el Manual de economía política soviético, los apuntes para un esquema alterno sin el cuento de que la URSS iba derechito al comunismo, que la agricultura masificada, tecnificada y con propiedad del Estado sobre los medios de producción, era la garantía pareja a la industrialización planificada para transitar al socialismo y de ahí al comunismo. Los comentarios del Che párrafo a párrafo transcrito en el libro, dan cuenta de una cuidadosísima lectura sintomática de la ideología irreconciliable con los problemas concretos de la planificación socialista, de su reducción cuantitativa con el cálculo económico aprendido del capitalismo tanto como el stajanovismo y su afán productivista en todo semejante al taylorismo con sus tiempos, movimientos y estímulos a la productividad sin más. Hay que esclarecer la dialéctica entre el estímulo material, la producción en general y el trabajo voluntario.

Hay dos Lenin, escribe el Che a Fidel: uno es el de El Estado y la Revolución, inconcluso para ir a hacer la revolución y dejar de escribir sobre ella y otro Lenin es el enfrentado a la construcción del socialismo mediante la Nueva Política Económica (NEP). Parece necesario plantear dos Ches: el guerrillero internacionalista y el Presidente del Banco Nacional luego Ministro de Industrias. Las actas publicadas de las reuniones internas de dirección del MININD, evidencian discusiones de alto nivel al igual que la correspondencia con distinguidos economistas siempre a partir de la necesidad del socialismo en los países subdesarrollados. Las síntesis biográficas de Marx, Engels, Lenin y Mao son una muestra de apropiación para pensar por cuenta propia y deslindar la construcción del socialismo de la ignorancia de los problemas del subdesarrollo, del capitalismo monopolista de Estado tan fácil de confundir con el socialismo, de las trampas cooperativistas, de los límites de la autogestión en relación con la planificación, del cálculo económico ocultador de la urgente formación de la conciencia proletaria. Ocean Press-Ocean Sur, al fin ofrece un plan editorial con inclusiones nuevas tan importantes como la pobremente reseñada y la de títulos tan atrayentes como el de Armando Hart, el histórico exministro de Cultura de Cuba: “Marx, Engels y la condición humana”.

Ese es el punto, la condición humana degradada como nunca antes con todo y las aceptaciones de las infamias como fatalidad en esta era llamada por los posmodernistas del postdeber. En bien de algo más que las resistencias pragmáticas sin más, bienvenida la conmemoración de los natalicios en Moquegua, Perú el 14 de junio de 1894 y el oficialmente registrado en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928 a las tres y cinco de la madrugada.

Todo está por cambiar y en Mariátegui y el Che están las claves.

* Alberto Híjar, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.


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