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Volumen 7, Número 90, agosto 31 de 2007  

Organización obrera afiliada a la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL

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MEDICO DE LOS TRABAJADORES.

Alberto Híjar *



El médico Jorge Fernández Osorio la pasa mal en sus años postreros. De tiempo atrás perdió la vista y salvo por algunos fieles seguidores del Sindicato Mexicano de Electricistas, nadie atiende al más constante y combativo de los defensores de la salud de los trabajadores. Personalmente, nadie como él tiene una formación de toda la vida para prepararse como sanitarista de los trabajadores y los trabajos. Luego de graduarse como médico en la UNAM en 1948, hizo una maestría en medicina industrial en el Instituto Ketterling de la Universidad de Cincinnati para regresar a trabajar en los puestos de fábrica del Instituto Mexicano del Seguro Social, cuando la atención de éste exigía estar en cada centro de trabajo para atender emergencias y accidentes. Fundó la especialidad de Medicina del Trabajo en la UNAM, articulándola a la investigación de posgrado y las tareas del IMSS. Esto le valió el puesto de Secretario Técnico de la Comisión Regional Americana de Prevención de Riesgos Profesionales entre 1972 y 1977. Para entonces no sólo amplió su influencia profesional al Comité Interamericano de Seguridad Social y al Departamento de Asuntos Internacionales del IMSS, sino orientaba los Contratos Colectivos que le eran consultados para hacer efectivas las Comisiones de Seguridad e Higiene Industrial. De aquí sus trabajos con el Ministerio de Salud Pública de La Habana y con la Oficina Panamericana de la Salud luego del reconocimiento de sus colegas como presidente de la Sociedad Mexicana de la Medicina del Trabajo. Además de numerosos artículos y conferencias, ha publicado el libro La lucha de los trabajadores por su salud editado en 1999 con el apoyo técnico de la Universidad Obrera de México y el más reciente, de septiembre de 2003, sobre Medicina del trabajo y salud de los trabajadores, contribución a la enseñanza y práctica de la medicina del trabajo, sin sello editorial lo cual indica el patrocinio personal y solidario. “Arma de lucha política de los trabajadores” considera el doctor Fernández Osorio a la medicina del trabajo. “Todo el oro del mundo no vale la vida de un trabajador” es la afirmación del Che puesta por delante de su primer libro donde reivindica sus experiencias como médico del Departamento de Riesgos Profesionales y como director de la Unidad de Medicina del Trabajo del IMSS donde debió confrontar sus propuestas concretadas en el SPAUNAM, STUNAM, SITUAM, el Sindicato de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo, con el de Telefonistas, con las secciones 147 y 288 de mineros, con los controladores del tránsito aéreo y con el SME. Toda una vida de práctica profundamente transformadora donde él mismo no considera actividades que no fueron tan constantes como las de los sindicatos enumerados, tal como ocurrió con al menos una sección sindical, la 83, de un sindicato estratégico, el de trabajadores de la salud envilecidos por Joel Ayala. De sus tesis principales hay cuatro destacables.

1. “La salud de los trabajadores debe ser un arma de organización política”. El alcance de esta tesis vale en razón de la genealogía de la seguridad social instituida no por revolución alguna, sino por el Canciller Bismarck como necesidad para contentar a los trabajadores con el cuidado del Estado y simular que le importan. De entonces y hasta ahora hay más de un siglo de maniobras de Estado culminadas en la privatización furtiva y abierta de la salud de los trabajadores hasta convertirla en gran negocio.

2. “Sólo los trabajadores están históricamente capacitados para defender su propia salud”. La certeza de que “las mismas leyes del capitalismo lo determinan así” es porque el trabajador como mercancía está sujeto a la ley del valor hasta regatearle el reconocimiento de los accidentes de trabajo o el de las enfermedades producidas por y en el trabajo que en ocasiones afectan a sus familias. Nadie protege a las familias de Torreón contaminadas por el arsénico de Peñoles ni prevé las consecuencias de la Minera San Xavier en el Cerro de San Pedro de San Luis Potosí donde la lixiviación como parte del proceso a cielo abierto, inocula cianuro y otros venenos a los mantos freáticos. Que sólo los trabajadores se salvan a sí mismos con luchas cruentas, exige contar Sipacapa, la película sobre el lugar de una minera igual de criminal que la devastadora de San Luis Potosí. Sipacapa es el lugar central de la organización de campesinos guatemaltecos que luego de un referéndum en los pueblos y comunidades votaron la expulsión de la empresa con una sola excepción, para obligar al gobierno a expulsar a la empresa. Obviamente, el gobierno alega siempre la protección a las inversiones extranjeras y a las fuentes de empleo con la debida simulación ambiental y sanitaria mantenida en el nivel de la recomendación, la multa pequeña, la invocación de algún reglamento violado con la complicidad de inspectores y delegados, a veces a nombre de los propios trabajadores traicionados, mientras crece el cáncer, las enfermedades de la piel, los abortos y malformaciones. En algún año de los ochenta, la revista POR ESTO! publicó en primera plana rostros y cuerpos monstruosos en la zona de explotación de Peñoles en Torreón.

3. “Hay que aprovechar todas las instancias que ofrecen las leyes y reglamentos laborales, así como cualquier espacio, oportunidad o coyuntura que ofrezca el sistema capitalista para la lucha de los trabajadores por su salud”. De aquí la condena al radicalismo al fin de cuentas reaccionario que aboga por desentenderse de toda reclamación legal para no hacerle el juego al Estado tramposo de por sí. Vale también condenar posiciones como la de un dirigente de la comunidad que votó a favor de la devastación de Sipacapa con la extracción del oro a cielo abierto con el argumento de que si se trata de destruir, así lo dice en la película, ellos saben como hacerlo y no hay que oponerse porque los campesinos son ignorantes. Este conformismo avala una noción de progreso en la que no cabe consideración alguna por el bienestar del ambiente y los trabajadores, al fin de cuentas sustituibles y, en este sentido, renovables porque hay una fila de hambrientos en espera de trabajo remunerado como sea.

Todo esto exige de los sindicatos y en general de las organizaciones de los trabajadores, una vigilancia máxima de “los signos objetivos más sutiles, tanto como los síntomas subjetivos que permiten descubrir las enfermedades profesionales y aplicar los métodos fisiológicos más indicados para evaluar los perjuicios de origen profesional”. A nadie más que a representantes electos democráticamente por los trabajadores, atañe el alerta constante para atender a tiempo y con imaginación dialéctica el deterioro de la vida laboral. Abundan los médicos y las enfermeras envilecidas por la rutina patronal que cuando mucho otorgan unos días de licencia a quienes están en proceso de muerte. Y cuando no se puede trabajar más, vienen los mil recursos de abogados y comisiones corruptas para reducir al mínimo o a la nada los derechos a la salud, tal como ocurre con los mineros de Pasta de Conchos.

4. De aquí las orientaciones propuestas por el doctor Fernández Osorio respecto a la clínica y a la medicina legal, responsables de la higiene industrial descubierta en la Primera Guerra Mundial para sanear el ambiente lo mejor posible o para atacarlo según el caso. No se si el doctor hacía mención en sus lecciones a Norman Bethune, ese esforzado canadiense reconocido por Mao Tse Tung por sus sacrificios que detuvieron epidemias y salvaron vidas de republicanos españoles y de comunistas chinos hasta costarle la propia. Por esto la orientación en la salud pública con la mira puesta en el carácter colectivo y clasista de los riesgos profesionales y las enfermedades de trabajo. No basta con pagar un sobresueldo por riesgos sino que hay que pelear por condiciones de trabajo dignas, todo lo cual es opuesto a la actual polivalencia y flexibilización por las que nadie tiene seguro su puesto. Es en esta microfísica de la producción donde se siente el neoliberalismo globalizado sin que nadie acierte a combatirlo en concreto por la distracción de las grandes reivindicaciones salariales y de seguridad social. Hay una globalización furtiva que ha logrado la precariedad extrema en las nuevas condiciones de producción.

5. Orientación ergonómica y psicosocial son fundamentales para evitar enfermedades profesionales. La ergonomía es también una necesidad desarrollada para la guerra, afirma el doctor Fernández Osorio al seguir la línea de investigación marxista de descubrir como necesidad militar la máxima eficiencia de las relaciones de producción y de todos los usos de los medios de producción, todo lo cual será aplicado en la innovación tecnológica posterior. Desarrollar el mobiliario garante de la seguridad y comodidad relativa del atacante, es garantía de eficacia militar luego aplicada, según Taylor, en el control de tiempos y movimientos. Piénsese en el interior de un tanque o de una cápsula espacial donde cada tiempo y movimiento está en armonía con los muebles y los instrumentos. Chaplin ironizó la explotación extrema resultante en Tiempos Modernos. Por esto es responsabilidad de los sindicatos vigilar la psicología de sus agremiados de modo de salirle al paso a las depresiones y neurastenias propias de los espacios opresivos y la inseguridad resultante sobre todo ahora en tiempos de flexibilización, polivalencia y control de calidad que dejan inerme al trabajador.

Esto es sólo un apunte introductorio a la obra teórico-práctica del doctor Jorge R. Fernández Osorio, el combatiente mayor por la salud plena de los trabajadores a quienes ha dedicado lo mejor de sus fructíferos más de ochenta años sin recibir mejor reconocimiento que el solidario amor compañero de todos los beneficiados de cerca. Son ellos, unos cuantos, Cutberto al frente, quienes van de reunión en reunión ofreciendo los dos libros del doctor en beneficio de un pequeño fondo de resistencia por la vida del querido médico.


Portada de un libro del Dr. J. Fernández


* Alberto Híjar, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.


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