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Volumen 7, Número 86, abril 27 de 2007  

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2007, 50 años sin Diego Rivera



La creación

Diego regresa de Europa a México

Después de estar en España, Francia e Italia, “en el centro del mundo de la plástica, donde los colores y las formas existían en su estado puro”, como el mismo Diego dijo.

Cuando Diego Rivera regresa a México, luego de su estancia por varias partes de Europa, la Revolución Mexicana había sido violentamente interrumpida con el asesinato de Zapata. En 1921, Alvaro Obregón ocupaba la presidencia del gobierno y había nombrado a José Vasconcelos como secretario de educación.

Una de las primeras iniciativas de Vasconcelos, el mismo que criticó a los combatientes zapatistas armados cuando ocuparon a la capital del país aquel 6 de diciembre de 1914, fue impulsar un programa de educación popular que adoptó a la pintura mural como un medio de culturización en los edificios públicos.

Recién llegado Diego de Europa acompañó a Vasconcelos, junto con Adolfo Best y Roberto Montenegro, a una gira por Yucatán con la intención de familiarizarse con los tesoros mayas de Chichón-Itzá y Uxmal. Al regreso, Diego pintó dos óleos intitulados El Balcón.

El muralismo mexicano

El mismo año, 1921, Vasconcelos decidió utilizar la Escuela Nacional Preparatoria, ubicada en el antiguo Colegio de San Ildefonso, en el centro histórico de la ciudad de México, como un lugar de prueba para los pintores muralistas.

El muralismo mexicano tiene una honda tradición en las culturas azteca y la maya. Este tipo de pintura ha sido criticado por críticos y pintores. De hecho, se trata de una pintura monumental, muy colorida pero plana y lineal, bidimensional, sin perspectiva, ni volumen ni textura. Más tarde, el nuevo muralismo sería criticado por otros que hicieron escarnio de la obra de los grandes muralistas contemporáneos, básicamente por razones ideológicas y políticas, porque el nuevo muralismo es diferente del antiguo.

En la nueva etapa, se considera que la iniciativa fue de Justo Sierra, en 1910, siendo secretario de educación, junto con la Asociación de Pintores y Escultores Mexicanos, apenas días antes del estallido de la Revolución Mexicana. Al principio, el proyecto estuvo influenciado por Gerardo Murillo, alias el Doctor Atl, conocido agente de Carranza; Atl pensaba recrear en México los frescos del Renacimiento.

Durante el obregonismo se inició un período de auge de la pintura mural mexicana con amplia huella en la tradición pictórica nacional. El reciente muralismo se desarrolló influenciado por la ideología y política en el contexto de la Revolución Mexicana. El muralismo estuvo representado principalmente por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Esta pintura evolucionó, algunas obras son sobresalientes e, incluso, superó al pasado al integrar la pintura a la arquitectura, introducir la textura, volúmenes, tridimensionalidad, nuevos materiales y colores. En este sentido, son relevantes algunos murales de Rufino Tamayo.

La Creación

La Creación revela el inicio incierto y aparentemente contradictorio del muralismo mexicano. De hecho, los primeros murales del siglo XXI, más que una influencia en la tradición mexicana, se caracterizaron por las normas intelectuales griegas y la moral de la religión cristiana. Esta expresión era parte del idealismo filosófico e individualista típico de Vasconcelos.

Mientras otros pintores decoraban las paredes del patio, a Diego le tomó un año la idea de un fresco experimental por medio de un proceso encaústico con pan de oro. Para pintar el mural, Diego fue asistido por Jean Charlot, Xavier Guerrero y Amado de la Cueva.

El mural es una alegoría influenciada por los estilos italiano y Bizantino y expresa la idea de la creación como resultado de los aspectos duales de hombre y mujer humanos y los elementos naturales de tierra, agua, fuego y viento. De acuerdo al mismo Rivera, el tema de su mural La Creación representa “los orígenes de las ciencias y las artes, un tipo de versión condensada de los principales eventos del género humano”.

Diego pintó a la encáustica el nicho y el muro de fondo del Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria; en aquel, a partir de la célula original, representó el árbol de la vida y los símbolos -el león, el querubín, el águila y el toro- de los redactores de la doctrina de Jesús, de cuyo conjunto, que abraza al órgano, brotan el hombre y la mujer; y en los muros del escenario: al centro, la energía; al lado derecho del espectador, el conocimiento, la fábula, la tradición, la poesía erótica, la tragedia, la prudencia, la justicia, la fortaleza, la continencia y la ciencia; y del izquierdo, la danza, la música, el canto, la comedia, la fe, la esperanza, la caridad y la sapiencia. El conjunto, en cuyas figuras aparecen ya rasgos mexicanos, constituye una alegoría de La Creación.

La figura de la Música está rodeada por dos figuras de mujer, una era una niña de Guadalajara, Lupe Marín, quien posó como modelo. Con ella se casaría Diego y tendrían dos hijas: Guadalupe (1924) y Ruth (1927).

Crítica y controversia

El mural es interesante pero no tuvo un efecto totalmente convincente. A la crítica de la época le pareció una mezcla de simplificaciones cubistas y volúmenes con influencias italianas del Cuattrocento y del Renacimiento.

No obstante la influencia del fresco italiano, en La Creación se observan inicios del nacionalismo cultural que se desarrollará posteriormente. Es el caso de la mujer que Rivera pintó con claros rasgos mestizos. Más clara es la parte central del mural, conceptualizada de manera muy diferente al área externa. En el área central se muestra la lujuria tropical con abundantes plantas, animales exóticos y figuras indígenas.

En 1922, Rivera realizó un viaje a Tehuantepec, Oaxaca, en el sureste del país. Al regreso, su imagenería era otra. El mural La Creación fue inaugurado en 1923 suscitándose opiniones diversas. Jean Charlot (1979) refiere que, José Clemente Orozco se manifestó muy escéptico, el mural le pareció “incomprensible” y criticó la pintura seudocubista realizada de acuerdo a las recetas importadas de Paris.

El mismo año de 1922, Diego Rivera ingresó al Partido Comunista Mexicano, fundado en 1919. Junto con Siqueiros y Xavier Guerrero, Diego participó en la organización del Sindicato Revolucionario de Pintores, Escultores y Técnicos.

Referencias

Charlot J. 1979, The Mexican Mural Renaissance, Hacker Books, NY.
Colegio Nacional 2007, Diego Rivera, en www.colegionacional.org.mx
García L. 2004, Diego Rivera, Susaeta.
Rochfort D. 1993, Mexican Muralists, Cronicle Books.




La Creación, 1922-1923, de Diego Rivera, Encausto y Pan de Oro.
Anfiteatro Bolívar, Escuela Nacional Preparatoria, Ciudad de México



El maestro Diego Rivera, pintor mexicano.

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