J. López-Islas
FRENTE DE TRABAJADORES DE LA ENERGIA
energia@fte-energia.org
Con la formación de la CROM, en 1918, se
inició el corporativismo sindical en México. Esa central
incurrió en vicios y delitos que incluyeron la corrupción, el
colaboracionismo con los patrones y gobiernos, la violencia contra los
trabajadores y el asesinato. Los gobiernos de Obregón y Calles
incorporaron a los líderes al Estado. Después, de 1929 a 1938, se
produjo en México un importante ascenso del movimiento obrero con intenso
auge huelguístico. Los trabajadores enfrentaron directamente al fascismo.
El SME llamó a formar el Comité Nacional de Defensa Proletaria que
dio lugar a la CTM, que surgió con principios clasistas pero, pronto, fue
totalmente desnaturalizada. En 1936, el SME estalló la huelga –con
las armas en la mano– y obtuvo un importante triunfo para los
electricistas y trabajadores en general.
Crisis capitalista y respuesta obrera
El periodo de 1929 a 1938, fue un
tiempo de ascenso del proletariado nacional. Con el, se abre y cierra un ciclo
de intensa actividad proletaria.
Con la especulación en la bolsa
de valores de Wall Street en 1929, se dio inicio a una severa crisis
económica del sistema capitalista [19, 20, 30]. En México, la
crisis se hizo presente desde 1930 y sus efectos se extendieron hasta
1932.
La contracción en la agricultura, la ganadería y las
industrias petrolera, minera y de transformación, además de las
medidas del gobierno para paliarla, tuvieron repercusiones brutales sobre la
economía de los trabajadores.
Los despidos masivos, la
reducción de los turnos de trabajo con salarios insignificantes, aunados
a la carestía de la vida, llevaron a la clase obrera a una
situación de extraordinaria miseria.
La crisis, y su secuela,
detonaron en 1933 la acción de amplios sectores de trabajadores [88].
Inicio del corporativismo sindical
La CROM se fundó en 1918 y dominó hasta
1930 [10, 15]. Al principio se dijo que, el arma de lucha sería la
acción directa y que no habría adhesión a ningún
gobierno ni partido político alguno. Nada de eso se cumplió. Su
líder, Luis N. Morones, con el grupo político
“Acción” crearon, en diciembre de 1919, el Partido Laborista
Mexicano con el objetivo de apoyar la candidatura presidencial de Alvaro
Obregón [15, 46].
Morones y Obregón firmaron un pacto
secreto de acuerdo al cual, el gobierno trataría solamente con la CROM.
Es decir, ninguna organización independiente podría solucionar sus
problemas laborales sino era a través de esa central. Esta quedó
ligada al gobierno desde su creación.
Se inició el
corporativismo sindical y la corrupción fue su denominador común.
La CROM se convirtió, también, en un brazo represor del gobierno
habiendo llegado, incluso, al asesinato. La CROM obtuvo diputaciones,
senadurías y gubernaturas [15, 58].
Con la candidatura de Plutarco
Elías Calles, la identificación de la CROM era total [31]. Para
apoyarlo, la CROM propuso crear una milicia de trabajadores armados. Estas
milicias se formaron en varios estados. Calles ganó la elección
presidencial y en pago, Morones pasó a ocupar la Secretaría de
Industria, Comercio y Trabajo.
La colaboración con los patrones se
hizo más estrecha. Otra característica fue la creación de
sindicatos fantasmas. Los petroleros y ferrocarrileros se opusieron a la CROM.
Los electricistas del SME se mantuvieron fuera e, incluso, la
combatieron.
Cuando, en 1928, se modificó la Constitución
para permitir la reelección de Obregón, la CROM se dividió
internamente. Obregón salió triunfante y una semana después
fue asesinado. Se inculpó a Morones y éste fue obligado a
renunciar al gobierno. Varios sindicatos se salieron de la CROM. Su
desintegración se inició en 1929 para desaparecer a finales de
1936 [46].
Ascenso huelguístico
Una importante organización obrera de
la época fue la Confederación General de Trabajadores (CGT), con
presencia de comunistas, opuesta a la política de la CROM. Entre algunos
sectores, como los petroleros, la CGT se manifestó solidaria,
contrariamente a la oficialista CROM.
En agosto de 1931 se
promulgó la primera Ley Federal del Trabajo que contenía una serie
de medidas que limitaban las garantías de los trabajadores, a la vez que
otorgaban amplias seguridades al capital. Con la cláusula de
exclusión, se sentaron las bases para el dominio y manipulación de
los obreros.
Nuevos vientos soplarían con la declinación
paulatina de la CROM. Las huelgas eran la respuesta de los trabajadores a las
condiciones de explotación y miseria a la que eran sometidos por las
empresas, en su mayoría, trasnacionales.
En estas huelgas destaca
la de los tranviarios de 1932 declarada inexistente. En 1935, estalló una
nueva huelga de los tranviarios para lograr un mejor contrato [10, 15, 46]. Los
tranviarios recibieron la solidaridad de los ferrocarrileros y
electricistas.
En los años 1933-35 la consigna obrera era el
rechazo al arbitraje obligatorio del estado en los conflictos laborales pues los
gobiernos de aquella época aprovecharon la situación en que se
debatía la clase obrera para fijar nuevas reglamentaciones, que le
permitieran ampliar su capacidad de acción en los conflictos laborales
[88].
Las huelgas suscitaron un movimiento de solidaridad de todas las
organizaciones sindicales. Esto generó, el 12 de junio de 1935, unas
declaraciones de Calles [46] quien culpó a los trabajadores de traidores
a la patria [31].
En respuesta, varias organizaciones protestaron
enérgicamente declarando que se opondrían a toda
trasgresión de los derechos utilizando la huelga general contra la
implantación de un régimen fascista. Entre los firmantes estaban
los sindicatos de tranviarios, ferrocarrileros, telefonistas y el SME
[48].
El 13 de junio, Cárdenas hizo otras declaraciones [31].
“estimo que (los movimientos huelguísticos) son la consecuencia del
acomodamiento de los intereses representados por los dos factores de la
producción”, dijo. “Su correcta solución traerá
un mayor bienestar para los trabajadores, de acuerdo con las posibilidades del
sector capitalista”, agregó.
El Comité Nacional de Defensa Proletaria
El mismo 12 de junio, el
comité central del SME convocó a todas las centrales obreras y
sindicatos independientes a una reunión urgente. Reunidas en el local del
propio SME, en la calle de Colombia número 9, las organizaciones
asistentes acordaron un Pacto de Solidaridad [48].
De acuerdo a la base
primera, se determinó constituir un Comité Nacional de Defensa
Proletaria (CNDP). En la base quinta, se obligaban a que en el momento en que
aparecieran en el país manifestaciones de carácter fascista... que
pusieran en peligro los derechos fundamentales de la clase trabajadora...
declararían la huelga general. En la base sexta se acordó llevar a
cabo un Congreso Nacional Obrero y Campesino que tratara lo relativo a la
unificación del proletariado en una sola central.
Los obreros y
campesinos de México decidieron apoyar a Cárdenas contra las
amenazas de Calles. Se realizaron grandes manifestaciones motivando el
envío de Calles al exilio [48].
Los trabajadores enfrentan al fascismo
Se desató la violencia auspiciada por la CROM. Las
cámaras de comercio crearon grupos en contra de Cárdenas y del
Comité Nacional de Defensa Proletaria. El grupo más prominente era
Acción Revolucionaria Mexicanista conocidos como “camisas
doradas”. Este grupo era financiado por políticos callistas y
tenía relaciones amistosas con la embajada de Alemania. Su programa y
métodos eran fascistas. Bien armados y adiestrados se especializaban en
organizar choques en mítines obreros, atacar oficinas sindicales y quemar
retratos de líderes izquierdistas.
El 20 de noviembre de 1935, se
produjo un violento enfrentamiento. Una columna de camisas doradas con autobuses
y caballos entraron al Zócalo cuando los obreros del Distrito Federal
celebraban un mitin. Empezó la batalla.
Algunos choferes de autos
de alquiler dirigieron sus vehículos como tanques contra la
caballería de los camisas doradas. Hubo muertos y heridos. El pueblo,
dirigido por las organizaciones revolucionarias, frustró un intento de
golpe fascista. En los funerales de las víctimas sindicales miles, de
obreros marcharon en silencio. Se levantó una fuerte indignación
contra los camisas doradas.
El Comité Nacional de Defensa
Proletaria manifestó su antifascismo ordenando un paro de 24 horas. Los
electricistas y transportistas pararon 20 minutos. Por todo el país se
paralizaron las industrias y se realizaron mítines [46].
Fundación de la CTM
El 21 de febrero de 1936, con la presidencia de Francisco
Breña Alvírez, se realizó el Congreso Constituyente de la
Confederación de Trabajadores de México, CTM [46, 48,
88].
Al siguiente día, 22 de febrero, se reanudó el
Congreso. El 23 siguieron los trabajos y el 24 se aprobaron los Estatutos. A las
13 horas de ese día, el Congreso declaró “creada y
establecida” a la Confederación de Trabajadores de México,
CTM. A continuación, los delegados de pie cantaron La
Internacional.
Vicente Lombardo Toledano resultó electo
secretario general. Para la secretaría de organización fueron
propuestos Miguel Angel Velasco, Fidel Velázquez, Gustavo Ortín y
Francisco Breña Alvírez. Este último retiró su
candidatura señalando que el SME no deseaba ningún puesto.
Ortín también declinó. Quedaron 2 candidatos:
Velásquez y Velasco.
Realizada la votación, resultó
electo Velasco, apoyado por los ferrocarrileros, mineros, petroleros,
tranviarios y, en general, por la mayoría de organizaciones.
El
congreso pasó a la elección de la secretaría de
educación y se propuso a Fidel Velásquez. De inmediato se produjo
un escándalo en las galerías. Organizaciones afines a
Velásquez se inconformaron alegando equilibrio en los cargos.
En
uso de la palabra, Valentín Campa retiró la candidatura de Miguel
Angel Velasco. Luego, Breña Alvírez, dijo que el SME
sostenía la candidatura del “ratón”. Sin embargo, la
maniobra estaba hecha. Con la propuesta de Campa, se concedió la
secretaría de organización a Fidel Velásquez y, la de
educación, al ratón Velasco. A las 16 horas y 10 minutos fue
clausurado el congreso de la CTM.
En los primeros Estatutos de la CTM se
decía que “el proletariado de México luchará
fundamentalmente por la total abolición del régimen
capitalista”. También, que “el proletariado de México
reconoce el carácter internacional del movimiento obrero y campesino y el
de la lucha por el socialismo” [48].
El lema inicial de la CTM fue
“por una sociedad sin clases”. Con el tiempo, los principios de la
CTM cambiaron y se seguiría una política totalmente opuesta. Con
la llegada de Fidel Velásquez se afianzó el corporativismo [88].
Los ferrocarrileros y la administración obrera
En 1934, recién formado el
sindicato, los ferrocarrileros habían obtenido un aumento salarial
ínfimo. En 1935, hubo otra petición salarial y, Cárdenas,
recomendó sin fijar plazo, la firma de un contrato único con el
sindicato sin que se hubiera concretado.
En 1936, los ferrocarrileros
reiteraron las demandas pidiendo la firma de un nuevo contrato. La huelga fue
declarada inexistente por la Junta de Conciliación y Arbitraje.
En
junio, la CTM realizó su primer Consejo Nacional y acordó realizar
un paro en todas las industrias en solidaridad con los ferrocarrileros
[26].
En noviembre de 1936, el Congreso de la Unión aprobó
la ley de expropiación. El 23 de junio de 1937 se aplicó por
primera vez la ley; el gobierno expropió los Ferrocarriles Nacionales de
México. El 1º de mayo de 1938, el sistema se entregó a los
trabajadores para que lo administraran.
Los compañeros recibieron
una industria endeudada y casi en ruinas. La administración obrera fue un
fracaso [46].
El desarrollo de la industria eléctrica
De 1900 a 1925, el crecimiento de la
industria eléctrica fue de 12% anual, pasando de 31 a 390 MW. El
incremento en capacidad prosiguió con bajas tasas. En abril de 1926 fue
expedido el Código Nacional Eléctrico. A finales de los
años treinta existían cerca de 90 empresas eléctricas,
siendo las más importantes Impulsora de Empresas Eléctricas,
filial de Bond and Share norteamericana, y Mexicana de Luz y Fuerza, empresa
canadiense [7, 29].
El 14 de agosto de 1937 fue creada la Comisión
Federal de Electricidad (CFE). El 11 de febrero de 1939 se publicó en el
Diario Oficial de la Federación la primera Ley de la Industria
Eléctrica, en la que se definió a la electricidad como un servicio
público que podía ser prestado por el Estado o por los
particulares, mediante concesiones.
En 1943 se registró una
capacidad de 680 MW. El impulso lo dio la Comisión Federal de
Electricidad, una vez que los primeros proyectos entraron en servicio, pasando
de 720 MW, en 1945, a 1,400 MW en 1951. En 1950 existían 1,531 empresas
eléctricas en el país, con casi 17,000 trabajadores agrupados en
50 diferentes sindicatos. Había 1,273 MW de capacidad instalada, con una
generación de 4,548 MWh, para una población de 25.75 millones con
un consumo per cápita de 162.6 Kwh.
A mitad del siglo las
centrales generadoras en el país operaban con diferentes frecuencias;
eran nueve. En la ciudad de México, la mayoría, era de 50 ciclos
por segundo y, en el resto del país, de 60 ciclos por segundo. Estas
diferencias impedían la interconexión entre centrales generadoras,
sistemas de transmisión y distribución.
La revisión contractual del SME
Hasta 1932 no existía contrato
colectivo entre el SME y la Mexican Light and Power. Las relaciones
obrero-patronales estaban regidas por los convenios pactados entre las partes.
Ese año se firmó el primer contrato [74] con base en los convenios
previos.
El 30 de abril de 1936 terminó la vigencia del contrato
colectivo sin que hubiese uno nuevo. En la revisión del 36, el sindicato
exigió una participación anual de las utilidades de la empresa de
un 3.5%, pidió servicios médicos para toda clase de enfermedades y
su prevención. El sindicato se oponía a que los trabajadores
técnicos fueran sacados del sindicato. También se pedían
aumento en las pensiones y otras reivindicaciones.
La empresa se negaba a
aceptar las peticiones. El sindicato argumentó que la empresa era
próspera. Todos los demás sindicatos declararon su apoyo al SME.
La compañía rechazó las peticiones del sindicato.
La huelga electricista de 1936
El 16 de julio estalló la huelga electricista. La
corriente eléctrica fue “cortada” en la ciudad de
México y zonas circunvecinas con excepción de los hospitales,
edificios públicos, instalaciones hidráulicas, alumbrado y otros
servicios esenciales [46, 68]. Fue un momento culminante.
Los
electricistas del SME estallaron la huelga con júbilo. Encabezada por
Francisco Breña Alvírez, secretario general, y Manuel
Paulín, secretario del trabajo. Esta huelga fue defendida con las armas
en la mano [7].
La ciudad se quedó sin tranvías y sin
cines. La industria tuvo que parar sus actividades. Los sindicatos, que operaban
las centrales eléctricas en el interior del país, votaron una
huelga de solidaridad a nivel nacional.
Casi todas las organizaciones de
la CTM acudieron ante la Junta para conocer su veredicto. De acuerdo al laudo de
la Junta, “la huelga era legal” [46] y, desde luego,
existente.
La CTM organizó el apoyo inmediato a la huelga. El
Partido Comunista Mexicano también fue solidario. La excepción fue
la CROM que pidió una ley para establecer el arbitraje obligatorio en
caso de huelga en los servicios públicos.
Triunfo electricista
Ante la movilización obrera y popular, la
empresa aceptó las 107 cláusulas propuestas por el sindicato para
el nuevo contrato, pagando los salarios caídos de los 10 días que
duró la huelga. El SME logró una importante victoria para el
movimiento obrero. El contrato conquistado [75] sirvió de precedente para
otros sindicatos. Con la huelga del SME se afirmó el derecho de huelga.
La Junta aprobó una iniciativa de la CTM para que los trabajadores de las
industrias afectadas por la huelga recibieran el pago íntegro de sus
salarios.
El aspecto más importante de los logros laborales fue la
conquista de la bilateralidad en las relaciones obrero-patronales. Esto
permitió una mejor organización del trabajo, una nueva estructura
organizativa de la empresa, la definición de zonas de trabajo
determinadas geográficamente, una estructura de puestos establecida por
los escalafones y las definiciones de las labores por cada
departamento.
Una importante conquista fue, también, la
cláusula 64 referida al derecho a la jubilación [76]. La huelga
del SME de 1936 fue de gran importancia histórica. Todo el clausulado fue
aprobado. Lo más importante fue la conquista del derecho de huelga con la
huelga misma. Este contrato se convirtió en modelo para otros sindicatos.
Más adelante, con las siguientes luchas, el contrato sería
mejorado.
La lucha de los trabajadores electricistas se extiende hasta el
día de hoy, en contra de la privatización y en defensa de la
industria eléctrica nacionalizada. ¡Viva el Sindicato Mexicano de
Electricistas!
¡Salud y Revolución Social!
Comité Nacional de Defensa Proletaria, 1935
Los obreros enfrentaron decididamente al fascismo
Electricistas del SME en huelga, subestación Taxqueña, 1936.
FOTO: Carlos/Joaquín Rivera Melo