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Volumen 7, Número 83, enero 23 de 2007  

Organización obrera afiliada a la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL

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A veces, como escribió un poeta, somos como un caballo sin memoria que no recuerda la última valla que ha saltado. El imperialismo, a través de numerosas vías, se ha esforzado por obnubilar las mentes, atrofiar las conciencias, y enajenarnos hasta perder la memoria de nuestra propia historia.

A la caída del socialismo en Europa oriental, los filósofos del posmodernismo se apresuraron a decretar que la historia había terminado, y muchos lo creyeron. Pero, en las propias entrañas del monstruo, sin derechos, como hace más de 100 años, los trabajadores inmigrantes ratifican lo que ocurre en todas partes del mundo: la vigencia de la lucha de clases.

Con el desarrollo del capitalismo, la lucha obrera se extendió por todo el mundo dejando hondas huellas en la Comuna de París, influenciada por el pensamiento y la acción de la I Asociación Internacional de los Trabajadores (I Internacional). Luego, la lucha obrera de Chicago (1886), cruelmente reprimida, unificaría al proletariado del mundo por reivindicaciones comunes. En 1905, no pudo triunfar la Revolución Rusa, pero sí en 1917, con la primera revolución socialista de la historia.

A México llegaron las repercusiones del pensamiento revolucionario clásico. La prensa obrera de la época dio cuenta del Manifiesto y, las primeras acciones obreras, reprimidas por los gobiernos en turno, estuvieron animadas por las ideas del socialismo. Con el inicio del siglo XX, el periódico Regeneración, de Ricardo Flores Magón, impulsó la lucha como no había sido antes.

Hace 100 años, con la huelga minera de Cananea, se inició en México un ciclo que no se ha cerrado. La huelga fue violentamente reprimida pero, enseguida se produjeron otras que rompieron la “paz” de la dictadura y estalló la Revolución Mexicana. No fue ésta una revolución obrera sino campesina, tampoco fue posible la unidad, al contrario, el gobierno de Carranza vía Obregón se encargó de enfrentar a campesinos y obreros para, después, reprimir sangrientamente a ambos.

Sin embargo, por las propuestas programáticas y acciones del pueblo en armas, la Revolución Mexicana fue anticapitalista y una expresión de la lucha de clases.

Con el asesinato de Zapata se interrumpió violentamente la Revolución. Después, los gobiernos en turno se encargaron de destruir, desde sus inicios, al movimiento obrero. El mecanismo seguido es el mismo que hoy se practica: el corporativismo. Este, iniciado en el obregonismo con la formación de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) le imprimió al movimiento las peores características que hoy tiene: corrupción, colaboracionismo de clase y gansterismo. La pérdida de la independencia de clase es el hecho más grave en cien años de historia. El corporativismo se afianzó con Calles y se institucionalizó con Cárdenas pervirtiéndose después hasta convertirse, hoy en día, en el brazo sindical del imperialismo.

La Confederación de Trabajadores de México (CTM), surgida en 1936 a partir del Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP), fue un gran acontecimiento pero fugaz. Los grandes esfuerzos del sindicalismo industrial pronto fueron traicionados. Con el arribo de Fidel Velásquez, se inició una larga fase de desnaturalización sindical que aún no termina. El charrismo se convirtió no solamente en una superestructura política y económica sino en una estrategia clave del imperialismo para derrotar a su contrario histórico.

Hoy, la imagen del movimiento obrero mexicano visto en su conjunto, es deplorable, el sindicalismo está destruido por el charrismo.

Sin embargo, durante 100 años ha habido excepciones que honran al proletariado mexicano. Es el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que, en 1915, se negó a participar con los Batallones Rojos organizados por Obregón y Carranza para enfrentar a Villa y Zapata. El mismo sindicato, junto con otros destacamentos avanzados, llamó en 1936 a enfrentar al fascismo, convocando al CNDP y a la formación de la CTM de la cual salió al poco tiempo. Otra excepción notable fue el sindicato petrolero formado luego de heroicas luchas contra las empresas extranjeras. Al formarse como sindicato nacional de industria en 1935 y proyectar la firma de un contrato colectivo único, estalló la huelga en 1937 desembocando el conflicto en la expropiación petrolera de 1938 y las jornadas epopéyicas que siguieron para construir la industria petrolera nacional.

Después, se iniciaría un ciclo de derrota obrera que se ha prolongado 70 años. Fueron los ferrocarrileros, que durante décadas habían participado en varios movimientos, quienes estallaron importantes huelgas en 1958-59 enarbolando la bandera crucial del movimiento obrero mexicano: la democracia sindical. Las huelgas fueron reprimidas en violento enfrentamiento con el Estado.

La lucha por la democracia sindical fue desarrollada por los electricistas, desde los años 40s. La Federación Nacional de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas (FNTICE) y del SME, unidos en la Confederación Nacional de Electricistas de la República Mexicana (CNERM), fueron quienes propusieron la nacionalización eléctrica lograda en 1960. Luego, se llevaría acabo la reorganización sindical y del trabajo. 3 banderas históricas fueron enarboladas en grandes jornadas de lucha por los electricistas del Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (STERM): 1- integración de la industria eléctrica, 2-unidad sindical democrática, 3- contratación colectiva de trabajo única. La Tendencia Democrática del Sindicato Unico de Trabajadores de la República Mexicana (SUTERM) proyectó en 1976 una huelga eléctrica nacional que fue reprimida militar y políticamente en medio de provocaciones y traiciones. Con el golpe, se interrumpió la nacionalización de la industria eléctrica y la unidad sindical.

La lucha siguió y, en 1999, con motivo de las iniciativas del gobierno para modificar la Constitución y permitir explícitamente la privatización eléctrica, el SME reinició la lucha que sigue hasta el día de hoy. No obstante que, momentáneamente, hemos perdido ya la tercera parte equivalente de la Patria, más temprano que tarde vamos a revertir la situación a favor de la nación y pueblo de México.

En el curso de la lucha reciente, los electricistas y petroleros del Frente de Trabajadores de la Energía (FTE) de México, organización obrera afiliada a la Federación Sindical Mundial (FSM), hemos sido participantes activos levantando 2 banderas: 1- la lucha contra la privatización energética (petróleo, gas y electricidad) y 2- la democracia sindical. Dos propuestas concretas enarbolamos: el Programa Obrero, con hondas raíces proletarias y, un proyecto de Ley eléctrica para la Re-nacionalización.

Ahora, realizamos este V Foro de Energía en ocasión de los Cien años de Lucha de Clases en México. Presentamos, en el marco del 92 aniversario del Sindicato Mexicano de Electricistas, siete historias de momentos culminantes de nuestro movimiento. Esta no es la historia oficial, ni siquiera está completa, no es la interpretación de intelectuales ni la última palabra de la vida. Son breves historias con un valor propio: son contadas por trabajadores desde el interior del movimiento.

Hemos iniciado el estudio de nuestras propias luchas apoyándonos en elaboraciones, e imágenes previas, algunas conocidas y otras no tanto. Parte del relato lo hemos vivido, organizado e, incluso, dirigido en los últimos 40 años. Contamos estos hechos porque la historia no la deben escribir los “vencedores” sino los hacedores y porque debemos recordar a nuestra propia historia para no repetir los mismos errores.

¡Vivan las luchas de los obreros mexicanos! La Revolución no ha terminado, la lucha de clases no ha terminado. Seguiremos adelante luchando siempre incansables. ¡Hasta la victoria siempre!

¡Proletarios de todos los países, uníos!

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