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Volumen 6, Número 80, octubre 30 de 2006

Represión foxista, signo de incapacidad política total

La ocupación de Oaxaca

Foxismo y charrismo sindical pretendieron doblegar a los maestros.
El gobierno no deseaba diálogo sino la imposición mediante la represión.
El Estado mexicano, solapando y patrocinando sicarios, armó la provocación.
El asesinato del periodista Brad Will debía investigarse, fue acción de mercenarios.
Fox decidió la ocupación policíaco-militar de Oaxaca; el pueblo resiste y lucha.

División e intriga del foxismo y charros

Con regreso o sin regreso a clases el gobierno foxista había tomado previamente la decisión. En el operativo" no intervendrá la PFP”, habían dicho, agregando que se haría “después del regreso a clases”. El 19 de octubre, la APPO hizo una contrapropuesta: “que fuera el gobierno federal el que tomara el control de los cuerpos policíacos de la entidad, así como del agrupamiento municipal, como alternativa para evitar que dichos elementos cometieran más abusos contra quienes exigen la salida de Ulises Ruiz”. Gobernación aceptó esa contrapropuesta y, después de que regresen a laborar los 70 mil profesores de Oaxaca, Abascal estuvo de acuerdo en "restablecer el orden" con ese mecanismo.

Ese día, Enrique Rueda había planteado en conferencia de prensa que el retorno a clases sería antes de terminar octubre. Eso, que fue reiterado ante la televisión privada, no fue bien recibido por las bases. Los medios procedieron a exagerar las diferencias e insistieron en la división del movimiento, táctica prevista por la secretaría de gobernación. Durante los funerales del profesor Pánfilo Hernández hubo muestras de indignación contra Rueda.

Luego del acuerdo del Senado de la República, apoyado por el PAN-PRI, Ulises Ruiz sintió que respiraba y, de inmediato, anunció el desalojo de la APPO incluyendo a todas las policías, aún la PFP. Los charros sindicales del SNTE, por su parte, arreciaron la campaña contra la sección 22 insistiendo en la creación de una nueva sección. Pero aún, dijeron que investigaban a Enrique Rueda y Alma Delia Santiago, para instrumentarles un proceso interno.

El 20 de octubre, la CNTE y la APPO desmintieron que hubiera ruptura e, incluso, descartaron que Rueda sea traidor. Por la tarde, en la ciudad de México se realizó una marcha magisterial de apoyo a Oaxaca.

Al siguiente día, en acalorada asamblea realizada en Oaxaca, los maestros de la sección 22 impugnaron la legalidad de la votación referida a la consulta para el regreso a clases. 26 mil a favor de regresar a clases y 15 mil en contra, fue el dato que ofreció Ulises a los medios antes de conocerse los resultados. Eso molestó mucho a los maestros quienes hicieron severas acusaciones a Rueda. Se acordó realizar a nueva consulta.

Como ha sucedido a lo largo del movimiento, en la madrugada, un grupo de desconocidos hizo disparos de arma de fuego contra los campamentos de la APPO. El 22 de octubre, el arzobispo de Antequera-Oaxaca, propuso que se entregara la ciudad "para que opere una fuerza de orden, pero de ninguna manera una fuerza de represión".

Regreso a clases pero con garantías

Desde hacía días se sabía que habían llegado a Oaxaca policías y soldados vestidos de civil e, incluso, tanquetas para “rescatar” a Oaxaca. El 23 de octubre, la APPO emplazó al (des)gobernador Ulises Ruiz a que renunciara e las siguientes 72 oras. También, demandó a la sección 22 a que no regresara a clases hasta la caída de URO. Asimismo, llamó a una “insurrección pacífica popular” para el 1º. de diciembre. La consigna “Si Ulises no se va, Calderón no pasará” se transmitió por Radio Universidad.

La fuerza pública es la única salida al conflicto en Oaxaca, declaró el PRI, porque “en las grandes democracias” (sic) se utiliza para restablecer el orden. Debido al conflicto, el SNTE suspendió el Congreso Nacional de Educación que había anunciado días antes.

En el municipio de Cosolapa, en la rivera del Papaloapan, se apareció Ulises “para inaugurar una biblioteca”. Los habitantes de la comunidad le cerraron el paso, se armó una gresca, se lanzaron cohetones y la policía civil hizo disparos al aire. Hubo varios lesionados. Ulises tuvo que salir en helicóptero. La televisión trasmitió los hechos. Entrevistado Ulises dijo que no había habido balazos y, agregó que, sus giras son a petición de las comunidades (sic).

“Vuelta a clases o se aplica el operativo”, anunció la secretaría de gobernación previendo un nuevo rechazo magisterial. El 24 de octubre la sección 22 canceló la asamblea para conocer los resultados de la nueva consulta por no existir condiciones de seguridad ya que, la noche anterior, se había producido un tiroteo cerca del Hotel Magisterio donde se hospedan los delegados.

Un sector de pequeños y medianos empresarios oaxaqueños se pronunció por la salida de Ulises. Esto ocurrió durante el encuentro denominado Economía Social y Solidaria de la Iniciativa de Diálogo realizado en el Convento de Santo Domingo.

El 25 de octubre, la secretaría de gobernación y el Centro de Inteligencia Nacional (Cisen) afinaban el operativo para “restablecer la paz y el orden” en Oaxaca. Las acciones incluirían el llamado a la APPO a negociar una vez que los maestros hubieran regresado a clases.

La asamblea de la sección 22 aprobó el 26 de octubre el regreso a clases por 31 mil contra 20 mil votos. Sin embargo, se dio que eso sería siempre y cuando hubiera garantías de seguridad física, laboral y administrativa. Los profesores también acordaron emplazar a que Ulises renuncie antes del 30 de noviembre o “reventarán la toma de protesta de Calderón”.

La radio se convirtió en un extraordinario instrumento de lucha que la APPOO ha utilizado correctamente. Como parte de las medidas de distensión política, varias estaciones de radio fueron entregadas. El 27 de octubre la APPO entregó La Ley del Pueblo. Al miso tiempo, entró al aire una radio pirata del gobierno. Las barricadas continuaban resguardadas, en un 90 por ciento, por maestras.

Represión policial y paramilitar

En acciones coordinadas simultáneas, las policías ministerial y preventiva, apoyadas por grupos de golpeadores del PRI, atacaron a las barricadas de la APPO. Tres muertos y 23 heridos fue el saldo. Las víctimas: un profesor, un comunero y Brad Will, camarógrafo estadounidense de la cadena independiente Indymedia. La APPO, nuevamente, declaró la “alerta máxima” en previsión de un ataque “de gran calado”.

La jornada de violencia fue intensa, las escenas parecían de guerra. El plantón de la APPO frente a la casa de gobierno fue roto, profesores y simpatizantes fueron desalojados, luego perseguidos, 50 profesores desaparecidos. Los pistoleros dispararon sobre reuniones de brigadistas. A los disparos, la APPO respondió con resorteras y tubos confeccionados para disparar cohetones, simulando bazukas. En la ciudad universitaria, encapuchados vestidos de negro intentaron tomar, sin éxito, Radio Universidad.

Brad Will registraba los hechos cuando recibió dos impactos de bala. Los brigadistas de la APPO y otros periodistas allí presentes trataron de auxiliarlo. En el trayecto a la Cruz Roja, Brad falleció. El hecho tiene seria significación política. ¿Quién y porqué dispararon al camarógrafo extranjero? Al parecer fuero sicarios conocedores de lo que hacían. El hecho es evidentemente político para agravar el conflicto. Son conocidas esas tácticas de contrainsurgencia, esas acciones son típicas de la CIA norteamericana. Con el equipo de Calderón operan “asesores” de la CIA, ellos fueron los autores de la campaña electoral sucia. No sería extraño que esos “mercenarios” estuvieran entre los provocadores contra el movimiento oaxaqueño.

El gabinete de seguridad foxista en “alerta máxima”

Como si fuera un chiste macabro, el secretario de gobernación pidió a Ulises esclarecer los hechos y “castigar a los responsables con todo el rigor de la ley". Bien sabe el gobierno que, las provocaciones son deliberadamente auspiciadas contra el movimiento por el propio Estado. Abascal aprovechó para declarar que aceptaba todas las condiciones de los maestros para el regreso a clases, “nosotros hacemos lo que ustedes quieran”, dijo. A la APPO la invitó a continuar las negociaciones para el sábado 28 de octubre.

Hechas las provocaciones, el foxismo siguió con el guión trazado. En reunión con su gabinete de seguridad (secretarías de la defensa, marina, gobernación, Cisen y PGR) acordaron que “deberían” tomar la decisión para que en las “próximas horas” se restableciera el estado de derecho y se castigara a los responsables de la violencia. El gobierno reiteró que el escenario a seguir dependería de la decisión de los maestros. Era demagogia. A ese momento, en Oaxaca y la nación entera estaba suficientemente claro que no había NINGUNA garantía de seguridad para los maestros que habían acordado volver a clases para el 30 de octubre.

Sin embargo, en la óptica gubernamental, los violentos son de la APPO, el gobernador sería “incapaz”. Para los medios, los sicarios no son nada ni nadie, todo es culpa del movimiento. En esa lógica, el foxismo planteaba “restablecer el orden” (roto por la APPO) y, para ello, nada mejor que la PFP para evitar que “se sigan matando entre ellos”. Es decir, las “negociaciones” con la APPO implicaban la entrega cándida del movimiento en manos de la policía más represiva que existe en México. ¡Qué fácil! No obstante, la APPO mantenía la disposición al diálogo. Los propios maestros señalaron que, con el regreso a clases, no claudicaban ni se desmarcan de la APPO ni aceptarían operativos policíacos ni militares.

Ese viernes, el foxismo estaba listo para sofocar el conflicto de Oaxaca. Se planteó la aplicación del plan militar DN-II para casos de insurrección (sic) y el envío del subsecretario de política criminal, de la secretaría de seguridad pública, para hacerse cargo del control de la plaza y de las policías locales. Los detalles del plan estarían a cargo del Cisen.

Contradicciones de una represión anunciada

La noche del sábado 28 secretaría de gobernación dio un ultimátum a la APPO para que entregara, inmediatamente (sic), calles, plazas, edificios públicos y bienes de propiedad privada tomados. Al mismo tiempo justificó el envío de más de 4 mil efectivos.

Arturo Chávez, subsecretario de gobernación, aclaró que “no está contemplada ninguna acción para las fuerzas federales en la noche de hoy y la madrugada de mañana, salvo que las circunstancias así lo impusieran”. Abascal dijo que la fuerza pública estará en Oaxaca “solo el tiempo que sea necesario”.

Las contradicciones eran muy claras y deliberadamente perversas. Para constatarlo mejor, el foxismo mantenía la invitación a la APPO para seguir “dialogando” pero la decisión sobre el operativo federal era una decisión tomada. La justificación para el despliegue de fuerzas era, precisamente, por los hechos violentos provocados el día anterior.

Soldados disfrazados toman Oaxaca por tierra y aire

En la madrugada del domingo 29 llegaron al aeropuerto de Oaxaca varios aviones transportando a miles de efectivos de la PFP, en su mayoría integrantes de la Policía Militar (PM), para “instaurar el estado de derecho”. Es decir, llegaron soldados del Ejército federal disfrazados de policías. Pronto se supo que llevaban dos uniformes, uno verde olivo y otro gris. La misma presidencia foxista se encargó de dar la noticia.

El operativo diseñado constaba de dos partes: 1- más de 3,500 elementos de la PFP, apoyados por 300 policías militares, entrarían a los campamentos de la APPO y los desalojarían; 2- más de 5 mil soldados ejecutarían el plan DN-II (contrainsurgente) en cinco zonas de la entidad.

La presencia militar no era novedad, desde hace meses están en varias partes del estado. El Ejército y la Fuerza Aérea tienen desplegadas batallones de infantería, regimientos de caballería motorizada en Pinotepa Nacional, Nopala, Tuxtepec, Tlaxiaco, Cocoxon, Huajuapan de León, Juxtlahuaca y otros lugares. A esto se suma la disponibilidad de aviones y helicópteros en la base militar de Oaxaca, así como miles de soldados dispuestos en varios batallones.

Al operativo se sumarían 120 elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI). Los hechos serían supervisados por notarios públicos e, incluso, observadores de derechos humanos. “No es un estado de guerra interna”, dijeron los militares al servicio del foxismo. Sin embargo, en la patología enfermiza de Fox parecía una película macabra. Los atacantes no llevarían armas letales pero sí agentes químicos (gas lacrimógeno), contarían con el apoyo de 10 vehículos antimotines (tanquetas). Los policías militares se harían cargo de las capturas pendientes, la PGR estaría en alerta para intervenir enseguida.

El centro de control de operaciones y lugar de concentración elegido fue la base militar localizada en el aeropuerto de Oaxaca. Tomada la decisión la noche del viernes 27, el desembarco se inició desde la mañana del sábado. El último contingente partió por la noche, una hora antes de que la secretaría de gobernación diera el ultimátum a la APPO. Mayor alevosía y ventaja no podía haber, las invitaciones a “negociar” eran parte de la perversidad.

“No vamos a entregar la ciudad a la PFP, ni al Ejército y Fuerza Aérea” contestó la APPO la noche del sábado 28, luego de conocer el arribo de las fuerzas federales. Sin embargo, la APPO mantuvo la prudencia dispuesta a acudir a los llamados al diálogo. La APPO declaró que la resistencia sería pacífica, exhortó al pueblo a salir a las calles, fortalecer las barricadas y lanzar consignas contra los policías y soldados que “no son bienvenidos a estas tierras”, dijeron. De inmediato, la APPO anunció que el mismo domingo 29 realizaría una marcha contra la incursión de las fuerzas armadas. Los maestros de la sección 22 dijeron que habría acciones de “autodefensa”. El movimiento se había preparado para la incursión armada de ese domingo.

Con tanquetas y disparos, policías y soldados, toman Oaxaca

Los soldados-policías salieron del aeropuerto rumbo a la ciudad. Iban acompañados con vehículos antimotines, todos en formación de ataque y fuertemente armados con rifles de asalto, lanzagranadas y toletes. En más de 80 autobuses fueron transportados utilizando trascabos que barrían las barricadas para hacerles paso. Desde su arribo se habían suspendido los vuelos comerciales.

Desde el principio comenzó el repudio del pueblo, en cada esquina eran recibidos con lluvias de piedras. Al entrar a la ciudad se produjeron los primeros enfrentamientos en las barricadas. Las fuerzas federales siguieron avanzando no sin encontrar resistencia popular, de entrada, dos tanquetas fueron destruidas. El avance de las tropas fue apoyado por grupos especiales de inteligencia y táctica, así como por helicópteros de la policía y el Ejército.

A su paso, las tropas iban destruyendo las barricadas pero el pueblo ponía nuevas atravesando trailers en las vías del ferrocarril, arrojando piedras con hondas, bombas molotov y cohetones, e incendiando autobuses. En dos ocasiones fueron replegadas las fuerzas invasoras. En las barricadas, los brigadistas resistieron varias horas con piedras y cohetones.

Flavio Sosa, en el mitin de la APPO realizado en pleno zócalo de Oaxaca mientras avanzaban las tropas de ocupación, había dicho que no habría enfrentamiento directo por encontrase en desigualdad de fuerzas. Sin embargo, conforme se aproximaban los policías y soldados al centro histórico, la resistencia era mayor. Luego, vino el repliegue hacia la ciudad universitaria, desde donde transmitía Radio Universidad.

Pasadas las 2 de la tarde, las fuerzas invasoras habían ocupado parte del centro histórico, rompiendo las barricadas con las tanquetas que lanzaban agua a presión, también lanzaron gas lacrimógeno, enfrentaron a brigadas de estudiantes y colonos. En los enfrentamientos hubo disparos, de inmediato se supo de un muerto, luego de 3 y varios heridos. Fue hasta las 11 de la noche que las fuerzas policíacas y militares entraron al zócalo de Oaxaca. Las tanquetas se posesionaron de la plaza cuando ya no había nadie, luego dijeron que la toma había sido “pacífica”.

Después de la ocupación, las fuerzas policíaco-militares se dedicaron a catear domicilios procediendo a detener las primeras 50 personas. Los detenidos fueron trasladados en helicópteros a la 27 zona militar. Las fuerzas ocupantes, también, irrumpieron en las oficinas públicas, alcaldía capitalina y se dispusieron a hacer lo mismo con otras alcaldías en el estado.

Temple y prudencia de la APPO

Durante la ocupación, la APPO mantuvo la serenidad política decidiendo no enfrentar formalmente a la PFP e intentando negociar. Sin embargo, la secretaría de gobernación cortó toda posible comunicación, ni siquiera contestaron el teléfono. En declaraciones a la prensa, la APPO consideró que Felipe Calderón estaba involucrado en la acción represiva. En la marcha que se hizo por la tarde del domingo, la APPO llamó la población a “resistir pacíficamente” la ocupación de las fuerzas federales y señaló que “no fuimos nosotros quienes rompimos el diálogo”.

El mismo gobierno evitó el regreso a clases que había pactado previamente con los maestros. Las condiciones creadas por el propio gobierno impedían tal acción. Enrique Rueda, secretario general de la sección 22 dijo de inmediato que “peligra el regreso a clases” programado para el día siguiente.

Durante la primera noche de ocupación, aviones y helicópteros hicieron al menos 10 vuelos de reconocimiento sobre la ciudad universitaria. El movimiento procedió a reforzar la defensa de la radio, el mismo rector de la UABJO envío un mensaje oponiéndose a un eventual ingreso de la policía.

Ola de protestas en México y el mundo

Mientras las fuerzas de ocupación entraban a Oaxaca, en la ciudad de México se realizaban acciones de protesta. En Oaxaca, Ulises Ruiz seguía paso a paso la entrada de la policía-soldados. Al siguiente día, declaró a la radio que él no era culpable de la violencia e informó que todas las policías del estado estuvieron acuarteladas desde el viernes de la balacera. También dijo que hay colonias que aplauden a la policía. Abascal dijo que no había habido “ningún deceso” agregando que “se ha usado un método muy cuidadoso para no herir ni lastimar”.

La CNTE anunció para el 30 de octubre un paro laboral en los estados de Zacatecas, Distrito Federal, Morelos, Durango, Guerrero y Chiapas. En Morelia, San Cristóbal las Casas y Chilpancingo se realizaron actos de apoyo a Oaxaca. Al siguiente día, las protestas ocurrieron en Tlaxcala, Guadalajara, Cancún y Chihuahua.

“Decisión muy atinada” que Fox enviara a la PFP a Oaxaca, declaró a los medios el cardenal Norberto Rivera, individuo involucrado en actos de pederastia según denuncias en México y Estados Unidos.

En Milán, Italia, Madrid y España se realizaron las primeras acciones solidarias con los pueblos de Oaxaca. Luego siguieron las protestas en Barcelona, Roma, Paris, Marsella, Hamburgo y Munich. Las manifestaciones se extendieron ante varios consulados mexicanos en Estados Unidos: Chicago, Filadelfia, San Francisco, Los Angeles, Tucson, Seattle y Houston, entre otros.

La APPO se reagrupó en la plaza de Santo Domingo, en Oaxaca, y acordó no asistir a la secretaría de gobernación porque “se ha establecido un estado de excepción y se han suspendido las garantías constitucionales”. Para tener un diálogo verdadero, la APPO exigió cuatro condiciones: el retiro inmediato “del ejército de ocupación”, la salida de Ulises, la libertad de los presos políticos y garantías para la comisión negociadora.

Las protestas continuaban en el centro histórico y la policía las reprimía con gases lacrimógenos y agua a presión, al tiempo que seguían los cateos domiciliarios. Por la tarde se realizaron tres marchas del magisterio y de la APPO en repudio a la presencia de las fuerzas de ocupación. En la ciudad de México, por la noche, fueron liberados 3 de los 4 presos políticos del magisterio y la APPO.

Fox y Calderón, derrotados

El foxismo, en vez de desarmar y detener a los homicidas se ensañó con las víctimas. Con el argumento pueril de que “ambas partes se estaban matando mutuamente”, el gobierno del PAN decidió la incursión armada, misma que festinaron con “saldo blanco” pero en la cual hubo 3 muertos y decenas de heridos y detenidos arbitrariamente.

En Oaxaca, los derrotado son Fox y Calderón porque la entrada de las fuerzas policíaco-militares no desactivó el conflicto político y social, al contrario, lo agravaron. Oaxaca se convirtió en el conflicto social y político más importante de los últimos tiempos. Con sangre, Fox trata de imponer a Calderón. He allí los resultados de la alianza PRI-PAN para sostener a Ulises. Fox dijo que, con el operativo, Oaxaca “ya recuperó la paz social”. Por su parte, Calderón avaló el operativo de fuerza.

El movimiento de la APPO tiene hondas raíces populares que proceden de una larga tradición de lucha. Eso, por supuesto, no lo entienden los gobernantes de la derecha, el PAN procede a la manera de Carranza: utiliza la fuerza pública para reprimir el descontento. Sin embargo, las causas del conflicto allí siguen.

Fox está a punto de irse derrotado y, Calderón pretende llegar también derrotado; si llegara, difícilmente podría poner un pie en Oaxaca. Un conflicto de orden laboral ha rebasado los propósitos iniciales, los gobiernos estatal y federal fueron incapaces de resolverlo y lo agravaron. La APPO ha sabido desarrollar el movimiento y, no obstante, las dificultades se abren posibilidades para el movimiento social de avanzar no solamente en Oaxaca sino en todo el país.


El pueblo repudió la ocupación por parte de las fuerzas policíacas militares. El conflicto no está resuelto, el gobierno foxista fue incapaz de entender las razones y las causas, prefirió la represión.


Maestros y pueblo de Oaxaca enfrentaron políticamente a los soldados disfrazados de policías. La APPO ha conducido al movimiento adecuadamente evitando una masacre.


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