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Organización obrera afiliada a la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL

Volumen 6, Número 80, octubre 30 de 2006

2006, Cien años de la huelga minera de Cananea (México)

Cien años de lucha de clases en México /V

Las huelgas de Cananea y Río Blanco fueron reprimidas pero marcaron una ruptura política.
Durante la Revolución Mexicana se organizaron los primeros sindicatos de empresa o gremio.
En 1915, Obregón pactó con la Casa del Obrero Mundial para combatir a Villa y Zapata.
Carranza asesinó a Zapata, después a Villa; a los obreros los reprimió violentamente.
En 1918 se fundó la CROM con patrocinio oficial, se inició el corporativismo sindical.

Esta no es la historia real y verdadera de la lucha de clases en México. Se trata solamente de una de las historias contadas por los trabajadores desde el interior del movimiento. Conocer nuestras raíces, entender nuestra propia historia, saber de dónde venimos, es una necesidad para proyectar mejor nuestras acciones en el presente. En esta ocasión, revisamos las relaciones del movimiento obrero mexicano con el Estado. Hoy, nuestro movimiento está totalmente desnaturalizado, infiltrado y destruido, corporativizado al Estado y sometido al gobierno en turno. Esto no es casual, hay razones políticas e ideológicas y, sobre todo, fuertes intereses históricos y coyunturales.

El llamado charrismo sindical que padecemos los trabajadores mexicanos desde hace ya varias décadas no es algo casual ni anecdótico. Es un fenómeno que, salvo efímeros períodos, se reproduce en todas partes del mundo. Se trata del corporativismo sindical con el Estado. Desde el surgimiento de los sindicatos hasta el día de hoy el capitalismo siempre ha tratado de anular a su contrario histórico introyectándole una ideología ajena, sometiéndolo a la represión, incorporándolo al Estado, penetrando a las organizaciones obreras y desviándolas por la vía de la corrupción, la desideologización, la persecución y represión violentas.

Cananea y Río Blanco, ruptura política

En México, los antecedentes obreros se remontan a 150 años atrás. El levantamiento obrero de Chalco, el Gran Círculo de Obreros, el periódico El Socialista y otras acciones surgieron bajo la influencia de los grandes acontecimientos en Europa, como la I Internacional y la Comuna de Paris, y en Estados Unidos en los acontecimientos de Chicago de 1886. El ciclo que culmina con la Revolución Rusa de 1905, significó para México el inicio de otro ciclo. Precedida por una huelga ferrocarrilera en Empalme, en 1906 estalló la huelga minera de Cananea y, al siguiente año, estallaron 97 huelgas textiles en Puebla, Tlaxcala y Veracruz, todas violentamente reprimidas por la dictadura de Porfirio Díaz.

A pocos días de la huelga de Cananea, desde San Luis Missouri, Ricardo Flores Magón dio a conocer el programa del Partido Liberal Mexicano (PLM). A este momento, los magonistas se habían alejado del liberalismo y, en el programa, hicieron un análisis crítico de la sociedad mexicana proponiendo diversas reivindicaciones obreras y campesinas, políticas, económicas y sociales.

Las huelgas de Cananea (1906) y de Río Blanco (1907) significaron una ruptura con el pasado inmediato caracterizado por el mutualismo sindical. En ambos casos, aún por reivindicaciones económicas, los mineros y textileros utilizaron la acción directa y, sin existir el derecho de huelga, las estallaron. La represión fue severa y no por casualidad, se trataba de la cruda expresión de la lucha de clases y, la burguesía y su gobierno enfrentaron violentamente a los obreros.

El estallido de la Revolución

Después de Cananea y Río Blanco, se inició un proceso para someter a los trabajadores por la vía de controlar y desviar a las organizaciones obreras. En 1909, el gobernador del Distrito Federal patrocinó a la Sociedad Mutualista y Moralizadora con la intención de evitar las huelgas y alentar el mutualismo. El gobernador porfirista “prometió ayuda económica, educación y diversiones honestas a los miembros de la Sociedad, siempre y cuando no frecuentaran las tabernas y obedecieran a sus patrones”.

Bernardo Reyes, gobernador porfirista en Nuevo León, favoreció –bajo su control- la formación de un sindicato de ferrocarrileros en Monterrey en 1907-08. El mismo Reyes revisó y corrigió los Estatutos sindicales eliminando una proposición del sindicato para guiarse por el camino del socialismo. En 1909, Reyes lanzó su candidatura contra Díaz y hasta formó un partido obrero y un periódico, México Obrero, que pronto desaparecieron.

En 1910 estalló la Revolución Mexicana y se formaron los primeros sindicatos. Previamente, la política del gobierno de la dictadura había sido la intervención directa en la vida interna de los sindicatos para manipularlos particularmente en las elecciones sindicales. Parece que fue ayer, 100 años después, se sigue viendo la misma película.

Por su propia condición social y económica, Madero no mostró ningún interés por los problemas obreros ni campesinos. Sin embargo, durante 1911 y 1912 proliferó la formación de sindicatos principalmente entre los artesanos y las manufacturas. En 1911 se fundó en Coahuila la Unión Minera Mexicana (UMM). Los centros obreros principales estaban en la ciudad de México, en Veracruz y en el norte del país. La ideología iba del mutualismo al anarquismo. En 1912 se fundó la Casa del Obrero Mundial “sin estatutos, ni estructura ni declaración de principios”. Madero fue hostil a la Casa en la que participaron Luis N. Morones y otros. La Casa funcionó como centro de coordinación y otros sindicatos del país se afiliaron habiéndose producido varias huelgas.

El Departamento del Trabajo, creado por Madero, pronto intervino en aquellas organizaciones “responsables y moderadas” con el gobierno especialmente las mutualistas y una confederación llamada Gran Liga Obrera. Durante el maderismo, dos hechos políticamente erróneos tuvieron lugar. Primero, en Cuatro Ciénegas, un grupo de ferrocarrileros luchó junto a Pablo González; segundo, unos batallones irregulares de mineros de la UMM participó al lado de Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila.

El primer Primero de Mayo

En 1913, el golpe militar de Victoriano Huerta contra Madero se produjo sin oposición obrera, había mucha confusión política dominada por el anarcosindicalismo. Pero, esto no está bien estudiado, algunos autores habla de severa represión; otros, señalan relaciones tensa pero nada más.

Ese año, se realizó una gran marcha obrera el 1º. de mayo. Fue la primera ocasión en plena dictadura huertista. Algunos dicen que hubo represión; otros que no la hubo. Hay quien habla de un acto, otros de tres. Sin embargo, después de haber intervenido en un mitin realizado frente a la Cámara de Diputados a Serapio Rendón, la dictadura lo apresó y luego le mandó cortar la lengua. Más tarde, hubo detenidos y varios extranjeros fueron expulsados. Si eso no es represión, quién sabe de que historia hablen esos historiadores. Respecto a la fecha, algunos indican que la primera vez de la marcha no fue en 1913 sino un año antes, el 1o. de mayo de 1912, organizada por el Partido Obrero Socialista de la época.

En abril de 1914, la marina de Estados Unidos se apoderó del puerto de Veracruz. El movimiento obrero se colocó en un falso dilema: defender la soberanía de la nación o solidarizarse con la dictadura de Huerta en resistencia contra la agresión. Eso dividió al movimiento. En la capital se realizó una manifestación contra la agresión extranjera y de apoyo al gobierno. Inmediatamente después, al siguiente mes, Huerta clausuró a la Casa y detuvo a sus dirigentes. Luego, las fuerzas de Villa y Zapata destruyeron a la dictadura y quebraron al ejército federal.

La alianza carrancista vía Obregón

Entre 1914 y 1915 se iniciaron las nefastas relaciones entre el Estado y el movimiento obrero, situación que se ha prolongado hasta el presente. Con la entrada de Obregón a la capital, la Casa del Obrero Mundial volvió a abrir sus puertas. En la inauguración estuvo Antonio Villarreal, gobernador de Nuevo León y, el gobierno carrancista a través de Obregón, le regaló la Casa de los Azulejos para instalar las oficinas así como una imprenta. En algunos estados se promulgaron códigos laborales reconociendo algunas demandas como la jornada de 8 ó 9 horas.

En la Casa había alguna reticencia a la intervención política del gobierno pero no se articuló ninguna respuesta. Algunos dirigentes como Antonio Díaz Soto y Gama, se fueron a Morelos con Zapata; otros, como Eloy Benavides, prefirió el nombramiento de inspector del Departamento del Trabajo carrancista.

En 1914 se había realizado la Convención de Aguascalientes que había aprobado un programa de reformas políticas y sociales. Al siguiente año, se discutieron las propuestas laborales que reconocían el derecho de sindicalización y de huelga. Sin embargo, en 1915, la Casa decidió unirse a Carranza. Esta fue una decisión trágica cuyas consecuencias llegan hasta hoy.

En febrero de 1915, el recién formado Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) estalló la huelga en la Compañía de Teléfonos Ericsson. Con la participación del pintor Gerardo Murillo (doctor Atl), el gobierno carrancista intervino la empresa y la puso en manos de los trabajadores. Luis N. Morones, fue nombrado gerente general de la telefónica. La experiencia fue desafortunada.

Debido a la situación económica imperante, el gobierno de Carranza ofreció una suma de dinero a la Casa para distribuirla entre sus afiliados. La ayuda era condicionada a cambio del apoyo al carrancismo. Luego de airadas discusiones internas, por acuerdo de un cónclave secreto, una comisión de la Casa viajó hasta Veracruz para pactar la alianza con Carranza. Se inició una corrupción entre el gobierno en turno y los sindicatos que no ha terminado aún.

Los batallones rojos

El 17 de febrero de 1915 se firmó un triste pacto de colaboración con el gobierno de Carranza obligando a los trabajadores a tomar las armas contra los ejércitos campesinos de Villa y Zapata. El único sindicato que se opuso fue el SME. Se dice que se formaron cuatro o seis batallones llamados rojos, mismos que intervinieron en la batalla de Celaya donde Obregón derrotó a Villa obligándolo a replegarse hacia el norte.

La Casa se dedicó a hacer violenta e insultante propaganda a favor de Carranza y en contra de Villa. Luego, con el apoyo militar del gobierno se organizaron filiales de la Casa en varias partes del país. La intervención del gobierno en los sindicatos sigue hasta el día de hoy. “El constitucionalismo es el futuro” se tituló un manifiesto de la Casa publicada en la prensa de la época, entre los firmantes estaba Luis N. Morones. Se inició una política traidora de las burocracias sindicales que no ha terminado. El 1º. de mayo en Veracruz, la Casa aclamó a Carranza, práctica que siguió con los gobiernos en turno hasta hoy día.

A principios de 1916 vino otra vez la represión luego que los Batallones Rojos fueron disueltos. La Casa fue ocupada por las tropas de Pablo González. En varias partes del país, hubo detenciones y clausuras de oficinas sindicales. En mayo, con motivo de a huelga ferrocarrilera, Obregón había dado órdenes militares para detener a todos los huelguistas. En marzo, la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal (FSODF) convocó a un congreso que se realizó en Veracruz.

En agosto de 1916, en medio de serias dificultades en la economía nacional, la Casa convocó a una huelga general exigiendo el pago de salarios en oro. Uno de los tres comités de huelga estuvo encabezado por Atl quien llevó al comité de huelga ante Carranza aparentemente para iniciar negociaciones. Carranza calificó a los huelguistas de traidores a la patria y ordenó su detención acusados de rebelión social. De acuerdo a un decreto de Carranza, basado en una ley de 1862, a los organizadores de la huelga se les imponía la pena de muerte.

Desde que se inició la Revolución ésta era la huelga más importante. La acción más significativa fue realizada por los electricistas del SME. Los líderes fueron detenidos y llevados ante un tribunal militar. Ernesto Velasco, secretario general del SME, fue sentenciado a muerte; luego, debido a la solidaridad de los demás trabajadores, se le condenó a 25 años de prisión.

Obregón le propuso a la FSODF y a la Casa que suspendieran sus actividades. Así se aceptó y la Casa desapareció para siempre.

El mismo año 1916, Zapata criticó fuertemente a Carranza por la pobreza de contenido de su programa político y social. En 1918, reiteró la crítica a la política de oponer a los obreros contra los campesinos y viceversa. Habiendo ajustado cuantas con los obreros en lucha, Carranza asesinó a Zapata utilizando a las tropas asesinas de Pablo González.

La CROM

Un Congreso Nacional Obrero había acordado en 1916 formar una nueva organización, la Confederación del Trabajo de la Regional Mexicana (CROM). Se dijo que el arma de lucha sería la acción directa, que no habría adhesión a ningún gobierno ni partido político y que ningún representante sindical podría ser funcionario de gobierno. Nada de esto se cumplió. Lo que prevaleció de inmediato fue el oportunismo de la burocracia sindical que pronto se alió con Obregón perdiendo toda independencia de clase.

Cuando se realizó el Congreso Constituyente en 1917 que aprobó una nueva Constitución, la presencia obrera fue prácticamente nula. Sin embargo, en el artículo 123 se reconocieron algunas demandas a favor de los trabajadores. Tales fueron la jornada de 8 horas y el derecho de huelga, enarboladas por Flores Magón. Sin embargo, se impusieron un conjunto de limitaciones que anularon de inmediato a los derechos. Se crearon las Juntas de Conciliación y Arbitraje que han sido perniciosas a los trabajadores hasta el día de hoy. El Estado fue colocado por encima de las clases y se erigió en árbitro del colaboracionismo. La Constitución de 1917 negó, en esencia, la lucha de clases.

La CROM se fundó finalmente en 1918 y dominó el escenario obrero hasta 1930. En 1917 se había realizado un segundo congreso en Tampico y, en 1918, se realizó el tercero en Saltillo. Este fue convocado mediante un decreto expedido por el gobernador del estado de Coahuila quien ofreció pagar los gastos de los delegados del país. Este congreso eligió por mayoría a Luis N. Morones como secretario general. Morones impulsó la idea de abandonar la acción directa y conseguir patrocinadores oficiales para tener una representación política. Era el inicio del corporativismo y fue Zapata quien hizo las críticas más severas.

A la CROM se unió la Unión Minera Mexicana, después la FSODF y varios sindicatos del interior del país sin lograr atraer a la mayoría de los trabajadores. La CROM surgió como una organización reformista. Dado que Carranza prefería la fuerza contra los obreros y Obregón era más proclive a la conciliación, la CROM se alió a Obregón. Con motivo de las elecciones presidenciales de 1920, Morones y Obregón firmaron un pacto político secreto. Así, la CROM quedó uncida al gobierno en turno. En ese pacto se planteó que la Secretaría del Trabajo trataría solamente con la CROM reconociéndole el derecho exclusivo de representación. Esta perniciosa acción ha seguido hasta la fecha, el gobierno en alianza con el charrismo sindical, decide a discreción a quienes reconoce. Fue Morones quien lanzó, precisamente, la candidatura de Obregón.

Cuando se produjo el levantamiento armado de Agua Prieta, que derrocó a Carranza, la CROM se sumó con el grupo del norte. Luego, durante el gobierno interino de Adolfo de la Huerta, la CROM fue recompensada con puestos menores en el gobierno. En las elecciones, varios cromistas fueron candidatos a senadores y diputados. Morones, candidato a diputado, perdió. Electo Obregón se olvidó de las promesas a Morones quien, sin embargo, recibió puestos menores en el gobierno.

Uno de los apoyos del gobierno a la CROM fue el descuento por nómina de las cuotas sindicales, así como el control de los conflictos de trabajo al habérsele entregado la sección de Conciliación. La CROM también obtuvo empleo para los líderes e importantes sumas de dinero del gobierno para gastos de los sindicatos y federaciones. Se iniciaba un amplio proceso de corrupción que ha llegado a nuestros días. Con la ayuda del gobierno, la CROM sometió al movimiento obrero con el doble papel de un discurso aparentemente radical y, al mismo tiempo, de apoyo al gobierno.

Las milicias de la CROM y Calles

En 1923, con motivo de las siguientes elecciones presidenciales, se produjo la sublevación de Adolfo de la Huerta. El candidato propuesto para suceder a Obregón era Plutarco Elías Calles. La CROM estaba completamente identificada con éste. Para apoyarlo, la CROM propuso crear una milicia de trabajadores armados. A pesar de la reticencia inicial de Calles se formaron milicias en varios estados del país.

La CROM se había convertido en un brazo represor del gobierno, se apropió de las posesiones enemigas e, incluso, entró de lleno en el asesinato político. Eran los inicios de las características sindicales que se han prolongado ya 9 décadas.

Las relaciones entre Calles y la CROM se volvieron más estrechas. Al poco tiempo, en recompensa, Vicente Lombardo Toledano, prominente cromista, sería gobernador de Puebla. En la campaña, Calles se hacía llamar “el candidato de la clase obrera” y la CROM se deshacía en zalamerías. Calles ganó y la integración del movimiento obrero con el gobierno en turno se afianzó. Morones y camarilla se enriquecieron como quisieron y la corrupción sindical tomó carta de naturalidad, el gobierno se encargó de financiar al sindicalismo. La confabulación con los patrones fue una característica distintiva. Respecto al gangsterismo, la CROM no vacilaba en enfrentar a sus rivales. Así ocurrió con la Confederación General del Trabajo (CGT), lo mismo que ferrocarrileros o petroleros. Estos métodos están generalizados hoy en día.

En esa época era común que la CROM recurriera al uso de soldados de línea. Es el caso de la represión a los textiles de la fábrica La Carolina cuando quisieron separarse de la CROM. Lo mismo ocurrió durante la huelga de los tranviarios de 1925. En esa ocasión, la CROM los obligó a incorporarse a la central no obstante la oposición de ferrocarriles y electricistas del SME.

Cuando en 1926-27 se produjeron las huelgas ferrocarrileras, la CROM llamó a las fuerzas del Ejército federal para romper las huelgas. También se acudió a los esquiroles e, incluso, a la provocación de enfrentamientos entre obreros. Otra acción era la creación de sindicatos fantasmas afiliados a la CROM. Esa práctica es, actualmente, una de las peores perversiones sindicales toleradas y auspiciadas por el propio Estado a través de las Juntas de Conciliación y Arbitraje. Los métodos divisionistas se intentaron contra los petroleros. No obstante enfrentamientos con soldados y esquiroles, los petroleros se negaron a ser afiliados contra su voluntad a la CROM.

Los electricistas del SME se mantuvieron fuera de la CROM y la combatieron, especialmente cuando Morones pasó a ocupar la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo. El poder político de Morones había llegado a un alto nivel, contando con gobernadores, diputados y funcionarios de la CROM. Emilio Portes Gil quien sucedería a Calles en la presidencia era enemigo declarado de la CROM. Al momento, durante el régimen de Calles, la integración de la CROM con el Estado era plena, se había formalizado el corporativismo que aún hoy en día padecemos, el colaboracionismo de clases era una realidad. “No somos enemigos del capital, sino sus colaboradores” publicó la CROM como mensaje navideño en 1927.

Ese año se modificó la Constitución para permitir la reelección de Obregón apoyada por el Partido Laboral de Morones. La CROM se dividió en torno al apoyo, Morones no era partidario de Obregón. Este fue electo en 1928. Unas semanas después fue asesinado, Morones fue inculpado y renunció al gobierno callista. Varios sindicatos se separaron de la CROM y ésta se desintegró en 1929 con el auspicio estatal que le retiró las canonjías y patrocinio económico.
La dependencia del movimiento obrero respecto del Estado no se alteró en los siguientes años. Incluso, durante el cardenismo (1934-1940) el corporativismo se consolidó e hizo oficial. Hoy en día, el sindicalismo mexicano visto en su conjunto tiene una imagen deplorable.


Huelga minera de Cananea de 1906, Manifestación obrera


Huelga petrolera de 1937, Manifestación en el Zócalo de la Ciudad de México


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