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Organización obrera afiliada a la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL

Volumen 6, Número 77, julio 27 de 2006

2 de julio de 2006, elecciones presidenciales

Elecciones en México
VII. Movilización y organización


Proceso electoral fraudulento

Una vez que cumplieron su papel, en el guión del fraude, las encuestas callaron momentánea y deliberadamente. El día de la elección no se aparecieron, dejaron que el Instituto del Fraude Electoral (IFE) jugara el papel que las mafias le asignaron. El IFE, mediante la manipulación del programa de cómputo y otras marrullerías se encargo de hacer coincidir los resultados electorales con los “pronósticos” de las falsas encuestas, especialmente las publicadas por el Grupo de Economistas Asociados (GEA) de Jesús Reyes Heroles (el chico), expriísta, ahora afiliado al PAN.

Voceros de la televisión privada han dicho que existe la percepción entre algunos mexicanos de que hubo fraude. Otros, han acotado de inmediato, señalando que esa percepción es de los perredistas que postularon a López Obrador. La realidad es que la percepción del fraude la tienen no únicamente los militantes y simpatizantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la percepción es mayor e incluye a más de los 15 millones de mexicanos que emitieron su voto a favor de la coalición “por el Bien de Todos”.

La muestra del descontento han sido las 2 grandes concentraciones masivas del 8 y 16 de julio en la capital del país. En esas demostraciones se ha manifestado el coraje e indignación. En el Zócalo, muchos asistentes lloraron, otros gritaron y todos mostramos una clara disposición para la lucha. En México, se ha producido la movilización social más importante de la historia reciente. Aún cuando se trata, hasta el momento, de acciones ciudadanas, individuales, la dinámica podría evolucionar rápidamente.

La “democracia” la hemos venido conquistando a un alto precio en multitud de luchas previas. En la proximidad del centenario del inicio de la Revolución Mexicana (1910) no se ha escrito la última palabra.

Neoliberalismo y charrismo a ultranza

La pretendida imposición de Felipe Calderón, candidato del PAN, es inaceptable por tratarse de un proceso fraudulento y sucio pero, ante todo, por razones políticas. La mayoría del pueblo mexicano no queremos que siga el neoliberalismo. Calderón representa a los intereses antinacionales. Desde la campaña electoral, este individuo se declaró explícitamente neoliberal.

El 23 de junio, en Baja California, Calderón ofreció a empresarios, o "a quien sea", generar energía eléctrica más barata que la que produce la Comisión Federal de Electricidad, de tal manera que "los que quieran meter su lana en el sector lo hagan con libertad".

Cuando Calderón fungió como diputado federal y, luego, como secretario de energía de Fox, sus acciones estuvieron dirigidas a favorecer a discreción no únicamente negocios familiares sino la entrega explícita a las corporaciones transnacionales de la riqueza y patrimonio colectivo social en materia de hidrocarburos (petróleo y gas) y de energía eléctrica. Ahora, anuncia ya la siguiente ofensiva privatizadora.

Al momento, el IFE lo ha declarado “ilegalmente” ganador de la elección presidencial pero el proceso no ha terminado. En México NO hay todavía NINGUN presidente electo. Hay una impugnación al proceso. El PRD sostiene que López Obrador ganó la elección y, luego de presentar un recurso de inconformidad ante el Tribunal Federal Electoral (Trife), éste deberá analizar las pruebas y decidir.

Pero, entretanto, aún evidenciándose políticamente muy débil, Calderón ha insistido en imponerse compulsivamente y ya promueve acciones de gobierno. Entre sus colaboradores ha incluido a Luis Téllez, promotor de la privatización energética en el gobierno de Zedillo, actualmente miembro del consejo consultivo de Sempra Energy, una de las transnacionales que ilegalmente genera electricidad en México. Ha trascendido, incluso, que Téllez se perfila como director general de Petróleos Mexicanos (Pemex). Sería una verdadera aberración para convertir finalmente a PeMEX en PeUSA.

No nada más, Calderón al promover su neoliberalismo a ultranza trata de apoyarse en los sectores más desprestigiados pero, al mismo tiempo, más proclives a la sumisión y entrega de México al imperialismo. Es el caso del charrismo sindical. En sendas reuniones, Calderón se ha hecho reconocer como “presidente electo” por la cúpula del charrismo presidida por Víctor Flores, individuo que destruyó al sindicato ferrocarrilero, y por Elba Esther Gordillo, quien usurpa al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Gordillo mantiene un fuerte cacicazgo en el magisterio y, ahora, dirige a una simulación de partido político, el PANAL, que fue favorecido por el IFE con un 5% de la votación lo que le permite tener a su servicio a algunos diputados y senadores.

La relación, y pacto, de Calderón con los sectores más degradados del charrismo sindical implica su pretensión de “gobernar” con las mafias coincidentes con su proyecto privatizador.

¿Moviliza para desmovilizar?

En rápida respuesta, millones de mexicanos participamos de una amplia movilización social en repudio al fraude electoral intentando revertir el complot oficial. Una gran parte de los participantes no pertenecemos al PRD, sin embargo, hay un sentimiento generalizado que obliga a tomar acciones más allá de una candidatura.

La movilización inicial parece haber rebasado a la frágil estructura del PRD y a su dirigencia política más frágil aún. La movilización, que debió convocarse antes del fraude anunciado, apenas empieza y ya hay voces que reiteradamente preparan la desmovilización. La derecha y sus voceros de la televisión privada apuesta a que el movimiento se “desfondará” en poco tiempo, más aún si el Trife insiste en validar un proceso viciado. Lo grave es que la izquierda (socialdemócrata) se está preparando, prematuramente, para suspender las movilizaciones. López Obrador y colaboradores cercanos asumen que son ellos los que pueden convocar y des-convocar a discreción. El pueblo, en general, les ha depositado su confianza pero da la impresión que confunden la nobleza con la sumisión.

Política, organización y programa

La política basada en la desmovilización es errónea, en la presente coyuntura y después. Por supuesto, la movilización NO significa marchas diarias ni acciones improvisadas y voluntaristas. Toda movilización requiere realizarse con sentido y objetivos definidos. La movilización se debe realizar a nivel nacional, no solo en la capital sino en las diversas regiones del país, incluyendo las principales ciudades y centros de trabajo.

La movilización se basa en la política y ésta no puede reducirse al conteo de votos ni siquiera al reconocimiento de López Obrador como ganador de la elección. En este caso, sería más pertinente la movilización organizada para llevar adelante un gobierno socialmente decoroso y políticamente digno. Muchas y amargas experiencias en Latinoamérica muestran que sin una sólida organización social es sumamente difícil que algún presidente pueda gobernar y menos aún profundizar un proceso social democrático.

De manera que, la movilización implica construir organización, misma que mucha falta nos hace a los mexicanos por ser prácticamente inexistente. Es necesario estructurar al partido (PRD), incluso crear un nuevo partido de la izquierda socialista. También hace falta construir la organización obrera destruida por el charrismo sindical desde hace varias décadas. Desde luego, hace mucha falta la construcción de organización social para integrar a los millones de mexicanos en todo el territorio nacional, con sus diversos sectores y en todos los lugares.

La política de ciudadanos, de individuos valiosos pero desorganizados, es insuficiente. La multitud que se congrega al llamado de los políticos es muy importante pero solo tiene valor numérico, mismo que palidece al no estar organizado y guiado solamente por el inmediatismo promovido por las cúpulas tradicionales.

Séptima estrella y última:
Movilización y construcción de organización

Construir organización es una tarea muy difícil pero es algo necesario para extender el movimiento, consolidarlo, darle continuidad y mayores perspectivas. Por el momento, estamos ante un conflicto post-electoral que debe tener una culminación exitosa. Pero sería conveniente analizar los múltiples escenarios. Una de las primeras tareas, entonces, es promover intensamente la discusión colectiva en las calles, colonias, centros de trabajo, sindicatos, escuelas, mercados, oficinas y plazas públicas.

En esas discusiones políticas convendría enfatizar en la necesaria organización, a nivel local, municipal, estatal, regional y nacional. Nuestra aspiración y propuesta es construir una solo organización en todo el territorio. Tal organización asumiría un programa que sería enarbolado cuanto antes, con o sin el gobierno en nuestras manos.

La construcción de organización es una tarea urgente sobre todo para los trabajadores. Es preciso salir del estrecho marco estatutario que, por la contracultura auspiciada por el charrismo e imperialismo, ha llevado al conjunto de trabajadores mexicanos a apartarse de la política y de la lucha social. En el curso de la discusión, deberemos abordar el rescate de los sindicatos actualmente en manos de los charros sindicales, desafiar al corporativismo, si es necesario crear nuevas organizaciones y, lo más importantes, dinamizarlas para ser capaces de reorganizar democráticamente al movimiento obrero de México.

¡Salud y Revolución Social!

¡Venceremos!




1.5 millones de mexicanos en protesta contra el fraude electoral presidencial en el Zócalo de la Ciudad de México, el 16 de julio de 2006.

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