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Organización obrera afiliada a la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL

Volumen 6, Número 76, junio 26 de 2006

Pasajes de la lucha obrera mexicana

Cien años de lucha de clases en México/I

Los mineros de Cananea y textileros de Río Blanco iniciaron este ciclo centenario.
Los electricistas del SME desafiaron a Carranza en plena Revolución.
Electricistas y petroleros al frente en el auge de masas de los 30s.


Ya han pasado 5 generaciones de mexicanos, se han ido cien años más como un suspiro. Un largo batallar con victorias parciales y derrotas momentáneas, escenas heroicas y otras trágicas, un proletariado socialmente fuerte y políticamente débil, ausencia de movimiento obrero, miles de sindicatos y sindicatitos convertidos en organizaciones-cárceles, secuestro obrero por el charrismo sindical, corrupción, violencia y crimen, son algunas de las características de esta historia obrera aún por escribirse.

Los siguientes son solo algunos pasajes de la lucha proletaria mexicana. No están incluidas todas las luchas sino algunos ejemplos descritos brevemente; el análisis no es detallado, son apenas unos apuntes al vuelo. Pero esta historia está contada desde el interior del movimiento por algunos de los que la hemos hecho. En este centenario proletario, ¡Gloria a los obreros mexicanos que dieron su vida luchando! ¡Gloria a los hombres y mujeres que siguen en la batalla! El futuro es de los que luchan.¡Venceremos!

Despertar obrero en México

La madrugada del 1 de junio de 1906 anunció el estallido de la huelga minera en Cananea, Sonora, y con ella el inicio de la lucha de clases en México. Los proletarios mexicanos nos sumamos al torrente mundial luego de la Comuna de Paris (1871) y los acontecimientos de Chicago (1886). Cuando irrumpieron las huelgas minera de Cananea (1906) y textil de Río Blanco (1907) nuestro movimiento no tenía conciencia histórica organizada pero sí la influencia de algunos pensadores como Ricardo Flores Magón.

En la huelga de Cananea se expresó, por vez primera, la bandera de las 8 horas como jornada de trabajo. Con ello, el incipiente proletariado mexicano apenas salido de la esclavitud, se sumó objetivamente a la lucha obrera internacional. Los mineros estallaron una huelga, no siguieron tendencias lúdicas, hicieron mítines y marchas, nombraron democráticamente a una representación y defendieron sus derechos con la acción directa. En esa época no había aún sindicatos, el derecho de huelga era inexistente, se carecía de derechos obreros y se vivía en un estado de excepción marcado por una dictadura violenta que llevaba ya 25 años ejerciendo el poder político.

Cuando estalló la huelga de Cananea, estaban relativamente recientes hechos importantes de nuestra historia. En 1847 habíamos perdido más de la mitad del territorio que nos fue arrebatado por el gobierno norteamericano luego de una invasión armada y la traición de Antonio López de Santana, presidente mexicano en turno. También estaba presente la enorme lucha de Benito Juárez para restaurar la República, así como la gloriosa Batalla de Puebla cuando los mexicanos vencimos a la intervención francesa.

El proletariado mexicano empezaba a surgir en los talleres y fábricas de manufacturas. Muchos años antes existía una fuerte tradición minera. Con el impulso al capitalismo por la dictadura de Porfirio Díaz, los ferrocarriles unieron a la capital con las costas y fronteras. La política económica era de sumisión colonialista y dominio de la burguesía agraria, industrial y bancaria. Empezaba con fuerza la época del imperialismo.

La huelga de Cananea estalló como una respuesta obrera ante el límite de la opresión impulsada por el contexto económico y político de la época. En la forma en que ocurrió representó un abierto y frontal desafío al capital y su gobierno. La huelga fue violentamente reprimida sin que se hubiera logrado obtener la solución inmediata a ninguna de las demandas. Sin embargo, con la huelga de Cananea seguida por la de Río Blanco, se abrió un largo ciclo de lucha obrera aún inconcluso.

Estas huelgas fueron dos importantes antecedentes de la más grande irrupción de masas mexicanas en la historia reciente. La Revolución Mexicana, en su vertiente auténtica, encabezada por los ejércitos campesinos de Villa y Zapata, fue precedida por la acción obrera. Pero, al ser incipiente el desarrollo proletario, la influencia obrera en la Revolución fue muy limitada terminando por imponerse la tendencia burguesa representada por Venustiano Carranza y Alvaro Obregón.

No obstante, el legado de los huelguistas de Cananea y Río Blanco, que habían enarbolado la propuesta de Flores Magón sobre la jornada de 8 horas, fue retomada por el Ejército Libertador del Sur al incorporar esa demanda a su programa. Más tarde, el propio gobierno que traicionó a la Revolución asesinando a Villa y Zapata, incorporó en la Constitución de 1917 importantes cuestiones en materia del derecho a la tierra y al trabajo.

Los primeros huelguistas fueron reprimidos, la Revolución fue traicionada pero el ciclo que iniciaron no se ha cerrado.

El primer Primero de Mayo

Después de Cananea y Río Blanco, en plena Revolución Mexicana, surgieron las primeras organizaciones sindicales mexicanas a partir de organizaciones mutualistas y gremiales. Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano impulsaron la formación de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (la primera CTM). De enorme importancia fue la constitución, en 1911, de la Liga Mexicana de Electricistas misma que en 1914 se transformó en Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

Un año antes, ahora en la dictadura militar de Victoriano Huerta, el asesino de Madero y Pino Suárez, se realizó en México por primera vez un acto el 1º de mayo de 1913. Fueron 3 eventos, el primero de ellos fue un mitin en el Hemiciclo a Juárez, en el centro de la capital mexicana. Trabajadores e intelectuales de la época se dieron cita muy de mañana. La represión no se hizo esperar. La dictadura procedió violentamente para dispersar a los manifestantes, luego detuvo y encarceló a los organizadores. A Serapio Rendón, uno de los oradores, la dictadura le cortó la lengua.

La marcha del 1º de mayo en México fue conquistada al precio de sangre obrera. Desde entonces, sin embargo, el proletariado mexicano hemos estado presentes en esa histórica jornada de lucha proletaria, a veces en desiguales condiciones, otras veces en peores circunstancias y, algunas, en momentos culminantes.

Huelga electricista de 1916

Mientras el mundo estaba ocupado en la I guerra Mundial, los mexicanos participábamos de una Revolución, justamente cien años después de la revolución de Independencia. Cuando se fundó el SME, en 1914, la Revolución Mexicana estaba en su clímax. Ese año se había alcanzado un momento máximo desde el punto de vista militar en la batalla de Zacatecas con el triunfo de la División del Norte, encabezada por Pancho Villa, contra el ejército de la dictadura a la postre destrozado por los revolucionarios. Unos días antes, se había producido en la capital mexicana una impresionante marcha “con las armas en la mano” de los ejércitos villista y zapatista.

Otras organizaciones obreras también surgieron así como los primeros liderazgos no revolucionarios. La Casa del Obrero Mundial (COM) pronto optó por el colaboracionismo de clase. El gobierno de Carranza asumió una compatibilidad de clase y, a través, de Obregón propusieron la inmediata subordinación política explícita y contrarrevolucionaria. A la Casa le propusieron formar los tristemente célebres “Batallones Rojos” con obreros armados por el gobierno para combatir a los ejércitos campesinos de Villa y Zapata. Todos los sindicatos de la época aceptaron excepto el SME, hecho que lo honró y proyectó a la gloria. Los “Batallones” en cambio se sumaron a la traición y, en la batalla de Celaya, se enfrentaron a Villa infringiéndole una seria derrota. Fue allí donde Obregón perdió físicamente un brazo pero, políticamente, se hizo de otro iniciándose un largo ciclo de traiciones obreras que aún no termina.

El SME surgió como un sindicato de lucha. En 1916, en el contexto de una huelga general organizada por la Federación Obrera del Distrito Federal, estalló en la capital del país la primera huelga electricista de la historia de México. La Revolución había entrado en declive pero el SME estalló la huelga en abierto desafío a Carranza. Este, de inmediato, procedió a detener a la dirigencia encabezada por Ernesto Velasco y amenazó con realizarles un juicio de guerra sumario. Pero los electricistas no se amedrentaron y en una intensa movilización caracterizada por la solidaridad del pueblo lograron la libertad de sus dirigentes y el primer triunfo político del proletariado mexicano.

Colaboracionismo sindical

El ala derecha de la Revolución también impulsó burocráticamente a su vertiente obrera. Luis N. Morones, salido de las filas del SME, representó después de la COM a una tendencia sindical colaboracionista con los gobiernos en turno. Ese fue el principio del corporativismo sindical en México. Con esa base social “prestada”, Obregón siendo presidente de la república procedió a la desnaturalización del movimiento obrero. Los Primeros de Mayo de la época se empezaron a caracterizar por el culto al presidencialismo y la sumisión obrera. A Obregón le gustaba ser aclamado por los trabajadores y se hacía llamar “el Lenin mexicano”.

Muy reciente estaba, precisamente, el triunfo de la primera revolución socialista de la historia. Para desviar políticamente al movimiento Obregón manipulaba el discurso y las acciones. Los gobernantes sabían que actuaban para impedir que el movimiento obrero se desarrollara y, la estrategia seguida fue impedir la independencia de clase.

Aún cuando empezó el control estatal de varias organizaciones sindicales, las contradicciones inherentes al trabajo y el capital seguían presentes. Los gobiernos en turno, desde Díaz, estaban dispuestos a fortalecer el desarrollo del capitalismo en México. A ese momento, el país estaba convertido en un país exportador de materias primas, básicamente minerales, a través de la red ferroviaria nacional. En este sector se había iniciado la tradición de lucha desde los tiempos de la huelga de Cananea y, en 1924, se volvió a organizar un movimiento de huelga que el gobierno de Obregón no pudo impedir.

Huelga electricista de 1936

En el mundo había un ascenso con el impulso a varios procesos revolucionarios. En México, la formación de nuevas organizaciones sindicales había llevado al escenario a más protagonistas. Mineros, maestros, electricistas, ferrocarrileros revitalizaban la lucha. En 1931 se había aprobado la primera Ley Federal del Trabajo reglamentaria del artículo 123 constitucional en materia laboral.

Por primera vez en nuestra historia, surgió la preocupación por impulsar la organización obrera al más alto nivel. En 1919, a propuesta del propio Lenin, se había fundado el Partido Comunista Mexicano (PCM) que había logrado importante presencia al interior del movimiento.

En 1936, los electricistas del SME volvieron a estallar la huelga. Al poco tiempo de estallada, los compañeros realizaron una marcha hacia la secretaría del trabajo e iban armados. Esta fue, tal vez, la última de las huelgas obreras pos-revolución realizadas con las armas en la mano. Encabezados por Francisco Breña Alvírez, secretario general del SME, la huelga triunfó.

El SME se destacó en ese tiempo por los enormes esfuerzos para potenciar la unidad y solidaridad. Junto con otros destacamentos industriales participó ese mismo año en la formación del Comité Nacional de Defensa Proletaria, antecesor de la Confederación de Trabajadores de México (la segunda CTM) presidida por Vicente Lombardo Toledano, primer secretario general. Los objetivos iniciales de esta CTM incluían la lucha por el socialismo, su lema era “Por una sociedad sin clases”.

Después, en el primer congreso de la CTM, el PCM incurrió en varias maniobras y errores políticos que derivaron en el ascenso de Fidel Velásquez, convertido más tarde en el jefe máximo del charrismo sindical. Al poco tiempo, el SME abandonó a la CTM. Luego, Velásquez impulsó una política abiertamente anticomunista. Los comunistas, por su parte, se salieron de los sindicatos “autoexpulsándose” del movimiento obrero en el más grande error histórico. Sin enemigos al frente, se iniciaría la fase más larga y oscura del sindicalismo mexicano dominado, secuestrado, por el charrismo sindical.

Huelga y expropiación petrolera en 1938

Durante los años 30s, se produjo en México una nueva irrupción de masas, la más importante de la pos-revolución. El arribo al gobierno de Lázaro Cárdenas, en un contexto internacional favorable, permitió al movimiento obrero llevar adelante varias iniciativas. Una de estas fue la formación del sindicato petrolero surgido como una organización nacional de industria, combativa y de lucha.

Con motivo de una huelga petrolera cuyas peticiones eran negadas por las empresas extranjeras, el gobierno en turno tomó la decisión de expropiar a la industria petrolera. Los trabajadores y el pueblo mexicano se desbordaron en apoyo a la medida. Se expresó la decisión de primero incendiar los pozos antes de permitir una intervención militar extranjera. Pero no nada más. En filas enormes, el pueblo acudió a para ofrecer su cooperación para que el gobierno hiciera frente a los compromisos derivados de la expropiación. Dinero en efectivo, joyas, gallinas y otros animales domésticos se entregaron desinteresadamente.

Lo más importante, en epopéyicas jornadas, los técnicos y trabajadores petroleros se dedicaron a hacer funcionar a la industria de vanguardia de la época. Cargando, literalmente, los tubos se inició la construcción de la industria petrolera mexicana. Con esos esfuerzos se logró producir el tetraetilo de plomo y otros productos. Las empresas extranjeras habían declarado que pronto serían llamadas porque los mexicanos no seríamos capaces de nada. Muy pronto les de mostramos que cuando una nación se decide a ser independiente es capaz de alcanzar grandes logros.

El sindicato petrolero, STPRM, encabezado por Ernesto Soto Innes, fue pilar obrero para la construcción de la industria petrolera mexicana. Después, con el ascenso del charrismo se convertiría en una de las organizaciones más corruptas y criminales.

 
¡Vivan las luchas obreras de México!


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