Volumen 5, Número 70, diciembre 1o de 2005

2005, 400 años de la publicación de El Quijote de la Mancha

El Quijote y México

Cervantes propuso venir a México pero su petición fue negada.
Sin embargo, Cervantes y El Quijote viven en México.
Los mexicanos hablamos el lenguaje de Cervantes.
Somos trabajadores-Quijotes y luchamos por la libertad.

Cervantes, El Quijote y Latinoamérica

Se dice por algunos historiadores que Cervantes empezó a escribir El Quijote en 1597 en una cárcel de Sevilla donde el poeta estaba en prisión. Años después, el 16 de enero de 1605, hace 400 años, se publicó la primera parte de la obra cumbre de las letras españolas. Después habría una versión apócrifa, la de un tal Avellaneda, atribuida por algunos a Lope de Vega. En 1615, Cervantes publicó la segunda parte de El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha.

Pero 15 años antes, en 1590, Cervantes había hecho una petición a Felipe II de España. En la petición cervantina, el inmortal manco de Lepanto solicitó al rey diversos empleos en América, entre otros, ser gobernador del Soconusco, en el sureste mexicano, hoy estado de Chiapas. Sin embargo, Cervantes jamás obtuvo respuesta a su petición.

Cuando se publicó la primera edición del Quijote, se enviaron algunos ejemplares a Latinoamérica. Investigadores del Archivo General de la Nación (AGN), de México, han dicho que, documentos de la Inquisición notifican la llegada del Quijote a México en septiembre de 1605. Los libros vinieron de España en la Goleta La Encarnación y fueron recibidos en la aduana del puerto de Veracruz.

Lisandro Otero, presidente de la Academia Cubana de la lengua, ha informado que, con base en el Archivo de Indias, en el galeón Espíritu Santo se enviaron a México, en 1605, 262 ejemplares. Otros libros llegaron después a varias partes del continente. De manera que, en Latinoamérica, El Quijote de Cervantes se ha leído desde el principio, hace ya 400 años.

Tradición Cervantina

Al principio, Cervantes no pudo venir a México pero el Quijote sí. No nadamás, el legendario caballero llegó para quedarse. Ahora, Cervantes y El Quijote, y Sancho y Dulcinea, viven en México.

En febrero de 1952, Cervantes (interpretado por el Rector de la Universidad) apareció por primera vez en la Plazuela de San Roque, en Guanajuato, México. Fue presentado por el maestro Enrique Ruelas cuando desde la azotea de una de las casas de la Plazuela dijo, “Ha nacido en España un genio, Miguel de Cervantes Saavedra” y emocionado expresó “¡Campanas de la Tierra, por su gloria, tocad!”. A continuación, las campanas de la iglesia de San Roque empezaron a tañer mientras, en la Plazuela, comenzaron a representarse episodios de la vida y obra de Cervantes. La multitud expectante seguía con atención cada cuadro hasta el final cuando, por una de las callejuelas, aparecen el Quijote y Sancho cerrando la función.

Fue la primera representación en Guanajuato de los Entremeses Cervantinos (La Guarda Cuidadosa, Los Habladores, y El Retablo de las Maravillas). Las funciones se repitieron con éxito todos los años en la puesta en escena del Teatro Universitario de Guanajuato, cuyos actores y actrices siempre han sido estudiantes universitarios, trabajadores y habitantes del pueblo.

Para celebrar los 20 años del Teatro Universitario, el maestro Ruelas propuso realizar el Primer Festival Internacional Cervantino, precedido por el Primer Coloquio Nacional Cervantino. Los integrantes del Teatro Universitario tomamos la propuesta con entusiasmo y nos dedicamos a prepararlo. En ese tiempo (1971), el movimiento estudiantil de la Universidad de Guanajuato estaba en lucha por la Autonomía Universitaria, habíamos realizado la primera huelga triunfante en 250 años de historia uniéndonos luego al movimiento electricista del STERM que estalló en León, Celaya y Guanajuato. En el Teatro Universitario participábamos varios de los principales dirigentes universitarios por lo que, el Primer Festival y los siguientes 5, tuvieron una amplia participación del movimiento estudiantil. El Primer Festival (1972) fue presidido por la primera actriz mexicana Dolores del Río.

En la propuesta inicial se trataba de hacer un Festival con la tradición popular del Teatro Universitario. Pero, el Festival pronto tomó otro rumbo que dio motivo, contradictoriamente, a la represión policíaca de los gobiernos en turno contra la juventud, los universitarios fueron relegados imponiéndose la burocracia y el mercantilismo. Dicen las malas lenguas que hasta Sansón Carrasco, e incluso, el mismo Avellaneda han sido funcionarios del Festival.

Pero, el Teatro Universitario de Guanajuato, dirigido por su fundador el maestro Ruelas, construyó una tradición cervantina de largo alcance. Entre los logros relevantes del Teatro está la custodia del lenguaje. Hoy, en México hablamos el lenguaje de Cervantes en su versión moderna y somos, numéricamente, mayoría en el mundo.

Cervantes, y El Quijote, y Sancho y Dulcinea, y el Rucio y Rocinante, son parte hasta de las leyendas callejeras que recuerdan los momentos importantes de la historia del pueblo guanajuatense. No solamente los actores y actrices, sino hasta los niños, se saben los versos de Cervantes y los dichos de sus personajes.

Son ya muchas generaciones de actores y actrices del Teatro Universitario. Joaquín Arias estuvo en la primera función y lleva 53 años activo. Alma América Cadena es la Dulcinea de todos los tiempos. También son fundadores del Festival Internacional Cervantino la señora García Carranza, René Dorado, Arturo Padilla, Eduardo Villagómez, Jaime Padilla, David Bahena y muchos más.

El Quijote mexicano

El espíritu del Quijote ha animado a los grandes libertadores de América. En México, el jefe del Ejército Libertador del Sur, Emiliano Zapata, se convirtió en Quijote pero no es el único. Hay también un Ché Quijote y un Fidel Quijote. Algunos dicen que, los mexicanos y latinoamericanos confundimos a la libertad con Dulcinea, lo mismo que el Quijote, por eso soñamos sin descanso.

El Quijote está también presente entre los obreros de México, porque tenemos grandes ideales, sentimientos nobles, aspiraciones profundas y soñamos todos los días con plenitud.

Claro que nuestro quijotismo no se queda en el nivel literario, ni se reduce a una aspiración ética, pero somos quijotes en la medida en que luchamos incansables y pretendemos establecer en la Tierra la justicia, la honradez y otros valores que para el neoliberalismo son estorbosos.

El Quijote ha sido motivo de muchas interpretaciones. En México nos quedamos con las apreciaciones latinoamericanas de Rubén Darío cuyos versos decía emocionado el maestro Ruelas, al finalizar los Entremeses, ante un público conmovido en la Plazuela, las callejuelas y azoteas de Guanajuato.

“Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y lanza en ristre, toda corazón”.

El Quijote, a pesar de tantas vicisitudes, no ha sido vencido y si una vez fue engañado por Sansón Carrasco, disfrazado como el Caballero de la Blanca Luna, eso sirvió para que, al recobrar la cordura, Sancho y Dulcinea perdieran la razón y se convirtieran en una realidad previamente imaginada.

Tenemos que ser Quijotes para impedir que el mundo sea dominado por orates que se hacen pasar por cuerdos. Necesitamos al Quijote para enfrentar a los gigantes que fingiendo ser molinos de viento pretenden apoderarse del mundo. Y, debemos ser Quijotes para mirar más alto cada vez y deletrear lo que escriben las estrellas.


Calavera Quijotesca, de José Guadalupe Posada, pintor y grabador mexicano,
Grabado en zinc, 19x31 cm. Fuente: Museo Iconográfico del Quijote,
Guanajuato, México.



Don Quijote y Sancho, Arnold Belkin, pintor mexicano-canadiense,
acrílico sobre tela, 80X100 cm. Fuente: Museo Iconográfico
del Quijote, Guanajuato, México.
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