Volumen 5, Número 58, Enero 31 de 2005

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2005 es el 400 aniversario de la publicación de Don Quijote de la Mancha, libro escrito por Miguel de Cervantes Saavedra. Cumbre de las letras españolas, El Quijote ha pasado a ser patrimonio de la humanidad. Academias, gobiernos, universidades, intelectuales y artistas celebrarán el acontecimiento en múltiples formas. Los trabajadores de la energía de México realizaremos el evento “El Quijote y los Trabajadores”. Para el conocimiento de todos los compañeros estudiaremos las letras, la plástica y la poesía quijotescas. El siguiente es un texto escrito por el maestro cubano Lisandro Otero, publicado en Rebelión y tomado de La Jiribilla (www.lajiribilla.cu).

Don Quijote en América

Lisandro Otero • Rebelión


El pasado domingo 16 de enero se cumplieron exactamente 400 años de la primera edición de la primera parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Es una fecha sobresaliente que marca el inicio de la novela moderna y la entrada en lozanía de un idioma que se había estructurado lentamente a lo largo de los tiempos anteriores. Era el alba de la formación de un imperio.

La llegada del libro a nuestro continente se conoce con exactitud gracias al Archivo de Indias. En el galeón "Espíritu Santo" se enviaron en 1605 a México, a Clemente de Valdés vía San Juan de Ulúa, 262 ejemplares de un libro impreso en Madrid por Juan de la Cuesta, de un tal Miguel de Cervantes. Se remitieron tres ejemplares a Cartagena de Indias a Juan de Zaragoza y un segundo embarque, también a Cartagena, de cien ejemplares para Antonio de Toro. Pero esos no fueron los únicos ejemplares que llegaron porque muchos de los viajeros que venían en esa flota leían el libro en sus camarotes, tal como atestiguaron los revisores de la aduana de Veracruz que subieron a bordo tan pronto anclaron los buques.

Era usual que los inquisidores subieran a bordo de los barcos a investigar la existencia de literatura prohibida y se solía interrogar a los viajeros al respecto. Por ello ha llegado a saberse que en el galeón "Nuestra Señora de los Remedios" el sevillano Juan Ruiz de Gallardo, de 26 años de edad, admitió que se había distraído a bordo leyendo el Quijote. Y en el "San Cristóbal", otro sevillano, Alonso López de Arze, de 25 años, admitió que traía en su equipaje un ejemplar de la novela de Cervantes.

Los galeones que cruzaban el Atlántico solían estacionarse en Cartagena y de ahí surcaban hacia Portobelo, donde descargaban su mercancía que en recuas de mulos atravesaba el istmo y la entregaban en Panamá. Por flota de cabotaje eran llevadas entonces a Lima. En marzo de 1605 un librero de Alcalá de Henares, Juan de Sarriá, condujo a Sevilla, a lomo de burros, sesenta y un bultos de mercancías en las cuales venían cuarenta ejemplares de El Quijote. Esa carga venía destinada a Miguel Méndez, en el Virreinato del Perú. En el tramo entre Portobelo y Panamá la lluvia caló la carga y fue necesario deshacer el empaquetado y desechar noventa libros destruidos por efectos del agua, pero solamente uno era del Quijote así que 39 copias llegaron exitosamente, más tarde, a Lima. Pero, según las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma el primer ejemplar del Quijote que llegó a Lima fue el del conde de Monterrey, Virrey del Perú, y procedía de Acapulco. O sea, que había atravesado sin obstáculos el Virreinato de la Nueva España, del Golfo al Pacífico. Todo ello ha venido a saberse gracias a los esfuerzos investigativos de Irving Leonard, quien en su obra "Los libros del conquistador" realizó un cuidadoso rastreo de los primeros libros que iluminaron a América.

Recordemos que en aquellos tiempos estaba de moda la literatura caballeresca con libros que tenían nombres tan sonoros como Sergas de Esplandián, Philesbian de Candaria, Clarián de Landanis, Cirongilio de Tracia o Florisel de Niquea. El Quijote venía a quebrar aquél mundo ideal de honores ultrajados y reparación de dignidades, de aventuras ingenuas y pundonor acrisolado con un toque de realismo, con un aterrizaje crudo que alteraba los arquetipos de nobleza convencionales.

Cervantes nos habló de gente de aldea, de sabiduría popular y de un pobre loco consumido por su obsesión, Don Quijote, un delirante enajenado que no logra situarse dentro del contexto social en que reside, desafía su entorno y es derrotado. Pretende alcanzar un inexistente orbe armónico y se frustra en su empeño. Es un idealista abrumado por su nobleza de espíritu. Rechaza el absurdo de una sociedad donde los cuerdos pasan por orates. Espíritu similar es el que animó a los libertadores americanos de Bolívar a Hidalgo y Louverture, de Martí a Artigas y San Martín y O´Higgins,

A casi cuatro siglos de la desaparición del escritor se le reconoce haber profundizado en el conocimiento de la idiosincrasia humana y habernos legado un testimonio artísticamente esplendente de la época en que vivió.

Fuente: www.lajiribilla.cu

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El Quijote y Sancho Panza, de Pablo Picasso
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