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Volumen4, Número 54, Octubre 2 de 2004

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“Gira del levantamiento de los haraganes”. Un esfuerzo costa a costa para que la mayoría abstencionista salga de su hibernación y propine algunas patadas en el trasero político, ha dicho Michael Moore, quien al igual que otras personalidades de los Estados Unidos recorren su país. El objetivo: convencer a los votantes para echar a Bush de la Casa Blanca norteamericana. (FTE).

El Rollo de Fahrenheit

El estreno de Fahrenheit 9/11 ha calentado la taquillas estadounidenses. A pesar de haber sido considerado por muchos como un filme de propaganda política, solo el primer día de su exhibición en dos salas de Nueva York, el documental del realizador Michael Moore, barrió con los récords de taquilla.

Moore, el exitoso director ganador de un Oscar por Bowling for Columbine y que se alzara este año la Palma de Oro en Cannes por Fahrenheit  9/ 11, no se ha andado por las ramas a la hora de declarar cuál fue su intención al realizar un documental en donde se descubre la vinculación del presidente George W. Bush, su familia y sus socios de negocios con la familia de Osama Bin Laden.

Como ha dicho el documentalista: “Solo espero que Bush sea expulsado de la Casa Blanca. No puedo soportar la idea de invadir un país, que no nos ha atacado, solo para preservar los negocios secretamente ilegales de varias familias. Sin olvidar a los jóvenes, sobre todo hispanos y afroamericanos de familias trabajadoras a los que el patriotismo les lleva a creer las arengas en nombre de Dios del gobernador Bush”.

Que Moore consiga o no su objetivo de sacar de la silla presidencial al ex socio de Osama no es tan importante si se tiene en cuenta que su opositor, el demócrata Kerry, no parece muy dispuesto enfrentarse a los intereses económicos de quienes metieron al pueblo estadounidense en el atolladero que se ha convertido Iraq.

El documental, no obstante, ya ha hecho bastante al dejar al descubierto la oreja peluda del fascismo norteamericano. Según su realizador, la derecha republicana ha hecho lo indecible para evitar que el público vea su película. Desde llamar a Mel Gibson de la Casa Blanca para advertirle que se le declararía persona non grata si financiaba la película, intentar limitar su exhibición a un público mayor de 17 años o hasta amenazar de muerte al dueño de un cine en Illinois si la exhibía en su local.

La Casa Blanca ha tratado de poner en duda la veracidad de la cinta. El director de comunicación, Dan Bartlett, la ha tildado de "escandalosamente falsa" y hasta Bush, el viejo, ha tenido que salir en defensa de su vástago. El ex mandatario calificó a Michael Moore de "bola de grasa" y ha descrito su documental como "un vicioso ataque personal" contra su hijo.

Moore por su parte ha creado lo que él llama "un gabinete de guerra” y enviará a los tribunales a todo aquel que se atreva a descalificar cualquier dato informativo del filme. "Cualquier intento de difamarme se encontrará con nuestra verdad. Si siguen contando mentiras les llevaré ante el juez".

Desatado el rollo, ahora solo queda esperar a ver hasta dónde aguanta el termómetro de la censura estadounidense.

Tomado de LA JIRIBILLA. 2004, www.lajiribilla.cu


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