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Volumen4, Número 54, Octubre 2 de 2004

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Burocracia neoliberal contra México

¡Fuera tecnócratas
neoliberales!

Un año antes de que Vicente Fox asumiera la presidencia de la república, el "doctor" (en economía, por la universidad de Boston) Santiago Levy se desempeñaba como subsecretario de egresos de la secretaría de hacienda y crédito público ¿cómo fue a parar al cargo de director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)? Seguro que a los "head hunters" que conformaron el gabinete empresarial de Fox les impresionó el perfil privatizador del doctor Levy.

Al igual que el secretario de salud, Julio Frenk (otro "doctorcito" nomás que éste en sociología y organización de la salud ¿? título que otorga la Universidad de Michigan), ex-empleado de la Organización Mundial de la Salud, ambos, antes de integrarse al gabinetazo, eran distinguidos tecnócratas, convencidos ¿por sus becas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial? de la necesidad de reformar el sistema de salud, como prueban diferentes estudios que publicaron, como debe ser, en los centros de investigación favoritos del zedillismo.

Desde aquel tiempo Levy se reveló como un estudioso de la pobreza y propuso "originales" teorías para la "erradicación" de la misma –mediante programas de apoyo a las familias pobres, que les facilite alcanzar niveles adecuados de alimentación, salud y educación–, aunque no pudo proponer, como su formación podría haber supuesto, la forma de financiar dichos programas. Ya en el poder, las teorías de Levy no sólo resultaron insuficientes sino que sus actos lo convierten en verdugo de la seguridad social básica existente, al menos para 55 millones de mexicanos,

Pero no es un cambio súbito, ya desde entonces Levy alababa una reforma previa a la Ley del Seguro Social cuyos efectos acentuaron la actual crisis financiera del IMSS. Simplemente podemos diagnosticar que su locura se agravó.

Una de sus más memorables aportaciones académicas fue la definición del "tianguiscalco" (parece que su paso por Boston no dañó al menos su manejo del náhuatl). Según esta "ideota" para equilibrar la dispersión poblacional habría que promover la creación de núcleos capaces de absorber una población flotante determinada periódicamente (para intercambiar sus productos) en un intento para sustentar el desarrollo regional.

Según Levy (S. Levy y E. Dávila, en “La Seguridad Social en México”, CIDE. México 1999) un adulto puede recorrer unos cuatro kilómetros en una hora, y cualquier trabajador está dispuesto a caminar al menos 20 minutos para llegar a su lugar de trabajo (o para intercambiar sus productos), por lo que bastaría entonces un mapa y un compás para definir “científicamente” el reacomodo óptimo de la población. Semejante idea, además de tonta (ideota), es alarmantemente fascistoide, hasta para un tecnócrata como él, por todas sus implicaciones.

¿Qué se fumaba en aquél entonces allá en Boston? Seguro Levy no nos lo dirá jamás, pero más relevante sería advertir que su adicción parece haber empeorado y por lo mismo no debe permanecer un minuto más al frente del IMSS, pero Vicente Fox tampoco, como presidente de la Nación.

Porque a final de cuentas, Levy, al igual que Muñoz Leos en Pemex, Elías Ayub en CFE o De Pablo en LyFC no son ineptos, son tecnócratas neoliberales que ocupan los más altos cargos en instituciones estratégicas, creadas para sustentar el desarrollo económico y social de nuestro país, nunca para chantajear a los trabajadores, ni para imponer su ideología neoliberal. Con ellos a la cabeza, ningún avance democrático es posible y, de llegar a suceder, ahí están ellos para revertirlo. Ya tuvimos el ejemplo más descarado con Petróleos de Venezuela (PDVSA), durante el intento de golpe de hace un año.

Y es que Fox y sus secuaces ni siquiera son originales, nos proponen la vuelta a una forma de "organización social" que ya existió en nuestro país y que nos costó una Revolución. Nos invitan a volver a trabajar por un techo miserable y UNA y pésima comida. Fox busca desaparecer de las políticas públicas la seguridad social, la educación, los recursos energéticos, etc. no sólo por lo que resta de su sexenio, sino de una vez para siempre. Eso es lo que está en el centro de la disputa.

El estado mexicano concede al presidente la posibilidad de nombrar a sus secretarios de estado, dependientes del poder ejecutivo, sin embargo este sistema de gobierno se ha desvirtuado de tal modo que hoy día es un poder absoluto, que impone o remueve funcionarios públicos, de cualquier nivel, a su antojo. Para revertir este proceso procedería limitar las facultades extraordinarias que el ejecutivo ejerce en los hechos. Sin embargo, el tiempo apremia, el tamaño de la embestida neoliberal es de tal magnitud que la construcción de un Poder Popular es indispensable. Lo procedente para los trabajadores es plantearnos la pertinencia de la toma del poder.

Son ya muchas las agresiones. Para revertir no solo la reciente reforma a la Ley del Seguro Social, sino las inconstitucionales concesiones en materia de generación eléctrica y parar la ilegal explotación de nuestra riqueza petrolera... ¡Urge rescatar a México del mal gobierno!

¡Que se vayan todos!
¡Consejos populares, en todos los lugares!


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