Volumen 16, Número 340, julio 16 de 2016
 

6. La lucha de 1975-76

6.1 La Tendencia Democrática del SUTERM

Se vino la huelga en la sección General Electric, en el Estado de México, por inconformidad ante una revisión contractual. Esta era una sección conexa del sindicato dedicada a las manufacturas eléctricas. La huelga concitó una gran solidaridad de las secciones del SUTERM, principalmente, del centro del país. Los nucleares, también conexos, se destacaron, brigadear era la novedad. Asimismo, se hicieron guardias a las que venían las secciones del interior del país. La sección General Electric provenía del SNESCRM.

Esta huelga marcó el inicio de la ruptura en el SUTERM. El grupo de Paco Pérez, encabezado por Amador Robles Santibáñez, secretario del interior del SUTERM, y un grupo de choque al servicio de la CTM encabezado por un tal Wallace de la Mancha, rompieron la huelga violentamente el 1 de julio.

Eso, por supuesto, motivó el enojo en las secciones. Galván denunció los hechos. Se culpó a Pérez Ríos y se cerraron las opciones. El Pacto de Unidad estaba a punto de romperse. Paco se agravó y fue llevado a Houston dejando momentáneamente acéfalo al sindicato.

Por un conflicto laboral en una sección conexa se auspició la ruptura del SUTERM, luego de un extraordinario proceso victorioso de más de 30 años. Los líderes nucleares habían logrado la simpatía de las demás secciones, se acercaron mucho a Galván para hablarle el oído y envenenarlo no obstante su larga experiencia. Eran los típicos grillos estudiantiles, politécnico uno y universitario el otro, a los que se hacía fácil la aventura con una huelga laboral local, que devino minoritaria y al margen del sindicato, sin que los huelguistas quisieran sino unos cuantos pesos más, su ignorancia sindical era total. Los resultados fueron desastrosos.

En septiembre se realizó una Conferencia del Movimiento Sindical Revolucionario (MSR) con el objetivo de articular a los sindicalistas que actuaban al interior de diversos sindicatos industriales. Se miraba con gran alcance más allá de lo particular e inmediato.

En diciembre, Galván convocó a las secciones afines a una reunión en Irapuato, a la que asistió una comisión minúscula del SME, y en ese nivel se mantuvo la presencia smeíta, para abordar la situación creada. Esencialmente, se buscaba darle una salida política al conflicto.

Ese año se logró, con la autoría nuestra y de científicos nucleares, la aprobación legislativa del párrafo 7o (actualmente 8o) del artículo 27 constitucional en materia nuclear, según el cual "Corresponde a la nación el aprovechamiento de los combustibles nucleares para la generación de energía nuclear". Se agregó que, "la energía nuclear solo podrá tener fines pacíficos". También se adicionó el párrafo 4o para indicar que corresponde a la nación el aprovechamiento de los minerales radiativos. En esta materia no se otorgarán concesiones ni contratos. Después, en el artículo 28 se estableció que estas son actividades estratégicas. Esta fue la última modificación positiva a la Constitución, hoy desecha.

No había fallecido Paco y, en un arrebato típico, Leonardo Rodríguez Alcaine, uno de los dos secretarios del trabajo del SUTERM, anunció en enero de 1975 un Congreso del sindicato, que se realizó el 21 de marzo, sin atender a las formas, ni siquiera hubo convocatoria. A ese Congreso le denominamos espurio por constituirse al margen de los estatutos, sin que se hubieran electo los delegados en asambleas generales, excluyendo explícitamente a las secciones provenientes del exSTERM, sino que fueron designados por Alcaine. Este se lanzó con todo. Se hizo elegir secretario general nacional, reorganizó al comité ejecutivo nacional, expulsó a Galván y a su grupo y se dijo que a todos los nucleares. En ningún caso se cubrieron los requisitos mínimos pero el gobierno reconoció a Alcaine apoyado por Fidel Velázquez, líder de la CTM. Se desató una amplia campaña de prensa contra Galván y provocaciones para culparlo. El exSNESCRM rompió el Pacto de Unidad provocando la escisión del SUTERM.

Con marchas y denuncias las secciones del exSTERM trataron de impedir, sin éxito, ese congreso. "¡Charrazo!", dijimos, "ese Congreso es espurio y no tiene validez". Por supuesto, ni los nucleares ni las secciones del exSTERM reconocimos los acuerdos.

Galván comenzó a reorganizar las fuerzas. En marzo convocó a dos reuniones en Guadalajara, a las que asistimos todos los nucleares. Queríamos marchar ya, estábamos tomando al movimiento solamente con base en las sensaciones. Pero se impuso la prudencia de Galván, quien deseaba convencer a las secciones Jalisco y Puebla, las más importantes del sindicato, ambas provenientes del exSTERM. Con Jalisco no era sencillo por tratarse de un fuerte cacicazgo regional y, en Puebla, Carreto tenía mucha reticencia. Tuvimos que ingresar a una asamblea del llamado "super Carreto", para que de último momento se acordara asistir a la siguiente reunión.

El 5 de abril de 1975 se reanudaron las Jornadas Nacionales por la Democracia Sindical, con una gran marcha en Guadalajara a la que asistieron todas las secciones antes del exSTERM así como organizaciones solidarias, entre otras, los profesores organizados en el Sindicato de Personal Académico de la UNAM (SPAUNAM). Al salir del trabajo la tarde del viernes anterior los nucleares viajamos toda la noche hacia Guadalajara. En el trayecto ensayamos ¡Venceremos! y La Internacional, en versiones adaptadas, que cantamos al siguiente día. Al siguiente día marchamos por primera vez con banderas rojas.

La marcha fue muy relevante por su número y composición social y, más aún, por su contenido político. Tres banderas definieron al movimiento: 1- Integración de la industria eléctrica nacionalizada, 2- Unidad sindical democrática, 3- Contratación Colectiva de Trabajo Única. En la Plaza de Armas tapatía se presentó la Declaración de Guadalajara, la nueva versión del programa que, se decía, era para llevar adelante la Revolución Mexicana. Este programa era de corte nacionalista. Surgió así la Tendencia Democrática (TD) del SUTERM.

La Declaración fue una versión más elaborada pero continuación del ¿Por qué Luchamos? Otra vez, el primer punto era la democracia sindical pero se desarrollaban mejor otros puntos, como la reorganización del movimiento obrero en sindicatos nacionales de industria, y se incorporaron demandas agrarias, educativas, de seguridad social, fortalecimiento del sector estatal de la economía y la lucha por diversas nacionalizaciones. Se incluía la gestión industrial pero no el control obrero de la producción ni el internacionalismo ni la política eléctrica independiente.

Abanderados con este programa volvimos a recorrer las calles de numerosas ciudades del país. Las nuevas Jornadas Nacionales por la Democracia Sindical resurgieron con más fuerza, no solo en el Consejo Regional Centro sino en otras partes, como el Norte, Golfo Norte, Centro Sur y Oriente. No había mayores discusiones para movilizarnos, los derechos colectivos estaban en riesgo y había que defenderlos.
Sección Jalisco del SUTERM. FOTO: Revista Solidaridad
Sección Aguascalientes del SUTERM. FOTO; Tígre /TD SUTERM
Comités femeniles de la TD SUTERM. FOTO: Tígre /TD SUTERM
Sección Chihuahua del SUTERM. FOTO: Tígre /TD SUTERM
Sección Morelia del SUTERM. FOTO: Tígre /TD SUTERM
Sección Parral del SUTERM. FOTO: Tígre /TD SUTERM
Sección Coyuca de Benítez del SUTERM. FOTO: Tígre /TD SUTERM


6.2 La marcha del 1o de mayo de 1975

La CFE reconoció al comité ejecutivo nacional de Rodríguez Alcaine y trataba los asuntos laborales solo con él. No era sencillo porque la mayoría de las secciones venían del exSTERM y estaban enteras. Lo que hizo la CFE fue pasar por sobre lo acordado en el CCT y en la ley. Con la parte democrática del sindicato no trataba, en los hechos desconoció a las representaciones seccionales, la relación laboral fue congelada llegando al extremo de no tratar siquiera las cuestiones elementales. Las quejas en las secciones aumentaban día a día.

La movilización también. En el valle de México, los nucleares organizamos 100 brigadas, cada una formada por 5 compañeros (as), es decir, prácticamente todos pues éramos 548, que nos dimos a la tarea de volantear masivamente. Nos pusimos a recorrer todos los centros de trabajo de la CLFC para llevar información a los electricistas del SME, repartiendo volantes, nuestro periódico Unificación Proletaria y la revista Solidaridad.

Hacer la unidad desde las bases era nuestra propuesta. Eso mismo decía el SME pero solamente en el discurso. Antes de entrar al trabajo o a la salida estábamos con el SME. Con mucho trabajo se detenían algunos smeítas a escucharnos, otros pocos cooperaban en el bote el día de pago. Pero ninguna brigada faltaba, ahí estábamos todos los días.

También acudíamos a brigadear a los electricistas administrativos de las Oficinas nacionales de la CFE. Allí la hostilidad contra nosotros era muy marcada. Apenas nos acercábamos a las puertas en la calle Río Ródano, col. Cuauhtémoc, y enseguida nos rodeaba la policía que vigilaba las instalaciones. Discutíamos e insistíamos. No nos hacían caso, nosotros tampoco. Cada vez que brigadeábamos era corretiza segura.

Las Oficinas Nacionales eran un centro muy grande pero muy difícil. Allí había quedado pendiente la reorganización sindical. No se constituyó ninguna sección o secciones, laboral y sindicalmente los trabajadores quedaron a cargo del comité ejecutivo nacional del sindicato. Lógicamente tampoco se aplicó la paridad en la representación pues solo existía una sección, la 35, proveniente del exSTERM.

En el corredor industrial de Toluca, había detenidos cada vez que hacíamos una brigada, que eran casi diarias. Una vez detuvieron al ingeniero Manuel Aragonés, del departamento de combustibles nucleares. De inmediato nos movilizamos en masa para su liberación.

En otros lugares la situación estaba peor. Por ejemplo, en el sistema hidroeléctrico Miguel Alemán-Colorines, en Valle de Bravo, Edomex, base de Alcaine. Pero hasta allá llegaban nuestras brigadas. Una vez la brigada encabezada por Candelaria González fue amenazada por los charros, la brigada fue perseguida con las armas en la mano y, luego emboscada. Los brigadistas tuvieron que escapar a través de las milpas y sembradíos.

Las brigadas se extendieron hacia los centros de trabajo de Pemex, logrando que desde el interior se repartiera nuestra propaganda apoyados por el Movimiento Independiente Petrolero "Lázaro Cárdenas" (MILC). También a los centros telefónicos con gran apatía de los telefonistas, los automotrices de la Ford de Ejército Nacional y los universitarios de la UNAM.

Se entró en conversaciones con el SME para proponerle que el 1o de mayo marcháramos juntos. No hubo respuesta del comité central pero sí de la Comisión Legislativa "de Unidad". Se acordó que el SME invitaría a la TD para que ambos contingentes marcháramos en una sola columna. ¿Cómo fue que ocurrió esto? Por habilidad política del grupo smeíta que nos apoyaba, el cual era pequeño pero tenía influencia con el presidente de la Legislativa, ni siquiera hubo discusión. El comité central no pudo hacer nada, ante la fuerza de la TD no sabía qué hacer, el conflicto estaba ya en el primer plano nacional y se aprovechó la coyuntura.

Ese día en el Zócalo la marcha fue encabezada por el comité central del SME y la dirección nacional de la TD. Luego venían intercalados una sección de la Tendencia y un departamento del SME. En nuestro caso, las secciones de la TD marcharon por orden alfabético empezando por las secciones Aguascalientes y Acapulco y finalizando con Veracruz y Zacatecas. Vinieron todas. El DF estuvo representado por la exsección 35 del STERM. Los nucleares marchamos con mantas y banderas rojas.

Esta fue la marcha electricista más importante de la historia y la última. La anterior había sido 23 años antes entre la FNTICE y el SME, integrantes de la CNE. La combatividad de los contingentes era extraordinaria y muy emocionante. Parecía que la unidad era posible y estaba cerca, el SME y la TD juntos hacíamos amplia mayoría en el sector. En el balcón presidencial, Echeverría y Muñoz Ledo invitaron a Rodríguez Alcaine a observar la marcha. Cuando pasamos los electricistas, se llevaron una sonora rechifla, ni los músicos de Venus Rey se escuchaban tan fuerte. "¡Este puño sí se ve!" coreamos. Echeverría reaccionó airado y dijo que esos puños eran fascistas. "¡Este puño no es fascista es de lucha socialista!", contestamos.
Marcha del 1o mayo 1975. FOTO: Revista Solidaridad
Marcha del 1o mayo 1975. Al frente david bahen (con sombrero).
FOTO: Tígre


6.3 Marcha del 15 de noviembre de 1975

La marcha del 1o de mayo fue muy revitalizante, el movimiento iba hacia arriba y continuamos la movilización. Se sucedieron las marchas locales. A varias asistíamos los nucleares, en Aguascalientes, Irapuato, Guanajuato, Monterrey, Cuautla, Puebla, Veracruz, Acapulco. Los nucleares obtuvimos un aumento salarial del 15% en julio aún sin estar ya reconocidos por el SUTERM.

También se intensificó la acción interna de los nucleares. La situación se discutía activamente en los departamentos y laboratorios, "grupos de discusión" se llamaban. Algunos del liderazgo de los nucleares y smeítas que apoyaban habían sacado la conclusión de organizarse políticamente y se formó un pequeño grupo alrededor del periódico "La unidad". Este grupo no duró mucho, fue disuelto por sus propios promotores.

En el Centro Nuclear de Salazar se formó el Círculo Socialista que jugó un papel destacado, el Círculo constituyó el ala socialista de la TD, con fuerte influencia a nivel de la política, la organización y la acción. Fue una gran experiencia en la lucha contra el charrismo. El Círculo funcionaba en la mayor discreción posible, sus boletines circulaban de mano en mano, las propuestas en la asamblea eran públicas, se destacaba en los grupos de discusión y en las 100 brigadas, alcanzando un enorme prestigio entre la base pues no solo se echaba rollo sino se ponía el ejemplo en la acción. También se mantenía una atención cercana al contexto internacional y se estudiaba el marxismo-leninismo.

Las reuniones de los consejos regionales y nacional de la TD eran frecuentes y puntuales, lo mismo la presencia en la prensa nacional. La TD publicaba frecuentes desplegados de prensa en el diario Excélsior de Julio Scherer, además de nuestra propia prensa.

Se proyectó, entonces, una gran marcha nacional en la ciudad de México para el 15 de noviembre de 1975. Los preparativos se hicieron con mucha antelación y cuidado, invitando especialmente al SME y a los universitarios de la UNAM. El primero no contestó, los segundos sí a través de los profesores del SPAUNAM y los trabajadores y empleados del STEUNAM. Los nucleares fuimos los encargados de organizar la marcha en todos sus aspectos. La situación no era trivial porque después de 1968 y 1971 era muy riesgoso hacer marchas en la capital, de hecho, había dejado de haberlas. Nosotros estábamos recuperando ese derecho.

Por vías aérea y terrestre recibimos en el aeropuerto y carreteras a las secciones de la TD que se desplazaron a la marcha. Nuevamente, asistieron todas las secciones del exSTERM aumentadas con la incorporación de electricistas que eran del exSNESCRM. Solo faltó la sección Colima. Poco antes de llegar a la caseta de Tepozotlán, en la carretera México-Querétaro, un joven electricista, hijo de otro electricista, que venía atrás se pasó adelante. El autobús en que viajaban se impactó con otro vehículo y el joven murió. Lo hizo con el puño izquierdo en alto, llorando porque ya no podía llegar a la marcha. Toda la sección regresó a Colima.

En las demás entradas a la ciudad también había brigadas de nucleares para asistir a los contingentes que eran detenidos por la policía, otros estábamos en la marcha desde temprano distribuyendo la prensa, las consignas y volantes. No gritábamos cualquier cosa sino solo consignas programáticas. En la tarde de ese 15 de noviembre ocupamos buena parte del Paseo de Reforma. Salimos del Monumento a la Revolución con la intención de llegar al Zócalo. La marcha era inusitada por su composición social eminentemente obrera, los contingentes muy compactos, disciplinados y combativos. Los nucleares encabezamos la marcha. Éramos miles, del orden de 200 mil, muchos para esa época.

Legamos a la Alameda y al aproximarnos al Palacio de Bellas Artes topamos con una barrera de granaderos, acompañados de caballos y perros, respaldados por otra barrera de soldados y tanques de agua, antimotines y militares. El objetivo era evitar que llegáramos al Zócalo. En ese tiempo, después del 68, estaba prohibido llegar al Zócalo, ocupado por unos cuantos del CT. Esa vez no pudimos recuperar el espacio, lo haríamos después.

La marcha regresó en paralelo dándole vuelta a la Alameda. A la altura del Centro Cultural José Martí, se incorporaron Natalio Vázquez Pallares, senador michoacano, y Cuauhtémoc Cárdenas, funcionario federal, así como Ramón Danzós Palomino, dirigente de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC). Cuando arribamos al Monumento no habían salido los últimos contingentes. El momento era de euforia y el mitin fue muy combativo. "¡Tiemblen charros!", resonó con fuerza el grito de Elías Noriega, maestro de ceremonias y secretario general de la sección Acapulco.

En la siguiente semana nos reunimos los nucleares para analizar los resultados. ¿Y ahora qué?, se dijo. "Hay que hacer una nueva marcha", propuso Gershenson, para el día 28. "Los charros están muy débiles, se caen a la vuelta de la esquina", argumentó. Eso sonó como un análisis político superficial e improvisado. No fue en las siguientes dos semanas pero sí más adelante, tan débiles estaban que los charros se cayeron ... pero encima de nosotros. Por esos días Echeverría había pronunciado un discurso que retomó Gershenson. "Ya lo dijo Echeverría, que su gobierno va por el camino del nacionalismo revolucionario". "Eso muestra un gran avance", remarcó. ¡Vaya conclusión tan simplista! Organizar una marcha nacional en unos cuantos días no era tan sencillo, implicaba el desplazamiento nacional de los electricistas, contratación del transporte, preparativos, gastos. Además, con esa visión lineal, si los charros se caían con una marcha más, habría que hacer tres para democratizar al SUTERM y cuatro para reorganizar al movimiento. ¡Qué fácil!

No hubo que esperar mucho, en los siguientes días, un grupito disidente de provocadores nucleares del DF afines a Alcaine, tomaron las oficinas de las secciones nucleares en la ciudad de México. El SUTERM envió a un grupo de apoyo de electricistas eventuales de Tula que se concentraron en el Parque Hundido. Los provocadores no se sostuvieron.

Para el 28, la CTM convocó a una marcha a la misma hora y en el mismo lugar. El gobierno desautorizó a ambas.

6.4 La ley eléctrica de 1975

El exSTERM, desde hacía años, había insistido en la necesidad de una ley eléctrica, la existente provenía de 1928. La nacionalización necesitaba de una ley secundaria que la afirmara, reglamentando las modificaciones de 1960 al artículo 27 constitucional. El proyecto de ley se había discutido en las asambleas. En diciembre lo aprobaron diputados y senadores. Fue un gran logro de los electricistas democráticos.

La Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE), de 1975, ratificó la propiedad de la nación sobre la industria eléctrica, definió a esta como al conjunto del Sistema Eléctrico Nacional aplicable a todas las fases del proceso de trabajo eléctrico, incluía incluso a la investigación científica en la materia. También estableció el concepto de servicio público de energía eléctrica, de gran significación, y a la organización de la industria integrada, con un solo sistema nacional interconectado, en un solo organismo nacional, recayendo en la CFE la representación de la industria eléctrica nacionalizada.
Marcha del 15 de noviembre de 1975. FOTO: Tígre /TD SUTERM


6.5 Provocaciones charras

La LSPEE fue una enorme conquista de los electricistas del exSTERM, ahora Tendencia Democrática del SUTERM. Esto animó al movimiento. Pero el charrismo también se movía y lo hacía violentamente. En una marcha regional en Aguascalientes, se hicieron dos simultáneas. Era la nueva táctica del charrismo. Por una calle avanzaba la TD, por la otra, los agresores. No hubo interacción, solo amenazas. En el centro de la ciudad realizamos un mitin y nos retiramos.

La situación se repitió en Irapuato. Allí la coincidencia de las marchas era tal que solo un delgado lazo separaba a ambos contingentes. Tampoco hubo interacción pero estuvo a punto. Lo mismo ocurrió en San Luís Potosí y en Zacatecas. La política de la TD era eludir las provocaciones. Así se hizo, pero cada vez había más dificultades.

Nuestra lucha también se reflejaba en otras esferas. Se realizó una intensa campaña de denuncia contra la CTM, por sus relaciones con el imperialismo desde la década de los 30s. La American Federation of Labor - Congress of Industrial Organizations (AFL-CIO) norteamericana, ligada a la Central de Inteligencia Americana (CIA), había intervenido al movimiento sindical mexicano para destruirlo. El plan había empezado a principios de siglo con la intervención de AFL en la CROM de Morones-Lombardo. El plan fue exitoso, el charrismo sindical es una estrategia del imperialismo para someter a los trabajadores y pueblo de México a los intereses imperialistas. La CTM se había afiliado a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) y a su aparato regional, la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT). Las oficinas de esta estaban en las propias de la CTM. En el aparato ejecutivo de la CIOSL figuraba Fidel Velázquez.

Procederemos "Con la Constitución o sobre la Constitución", amenazó Fidel a los electricistas. "¿Es Fidel árbitro de la nación?", contestó la TD en un desplegado de prensa. A estas alturas era evidente que las fuerzas del Estado, empresarios e imperio se habían alineado contra los electricistas.

Al final, expulsamos de México a la ORIT, se fue a Panamá y luego a Venezuela, donde auspició el intento de golpe de Estado contra Chávez en 2002. Actualmente está en Brasil, ahora se llama Confederación Sindical de las Américas (CSA) pero mantiene la misma política intervencionista y destructora. La CIOSL también cambió de nombre, ahora se llama Confederación Sindical Internacional (CSI) a la que están afiliadas la CTM, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y la actual Unión Nacional de Trabajadores (UNT), que continúan subyugando al proletariado mexicano.

La CTM trataba de resolver el conflicto electricista a golpes. Varias veces lo intentó con sus grupos de choque. Una marcha de electricistas de la Región Lagunera iba de Gómez Palacio a Torreón y fue agredida. Los electricistas contestaron y hubo tranquiza. Los charros creían que eran impunes y que con el solo apoyo del gobierno podían hacer lo que querían. No lo permitieron los compañeros.

En Saltillo, volvió a repetirse la agresión. Los charros hicieron destrozos materiales y hubo heridos. Cada vez se escalaba la violencia.

Una vez fuimos a brigadear a la central de Valle de México, en poder del exSNESCRM. En las puertas de entrada, por las ventanillas de los autobuses pasábamos nuestros volantes. Pero, al mismo tiempo, éramos perseguidos por los charros blandiendo amenazantes machetes. "Ya nos vamos, ya terminamos", les dijimos y salimos corriendo.

Otra vez brigadeamos en la planta de General Electric en Cerro Gordo, Ecatepec, Estado de México. Cuando terminamos nos alejamos. Alcanzamos a ver a una persona tirada en el suelo cubierta por una sábana. Decidimos regresar por la autopista de la carretera México-Pachuca. En el camino escuchamos el radio. Domingo Salgado Valle, secretario general de la sección, había sido asesinado. ¿Quién fue? En la radio hablaban de una camioneta combi sin dar más datos. Nosotros viajábamos en esa camioneta del sindicato pero no teníamos nada que ver. En tiempo record llegamos al Centro Nuclear. Luego, el hecho se atribuyó a la Liga 23 de septiembre porque Salgado "les impidió volantear", dijeron en la radio.

Por la tarde de ese día apareció un balazo a ocho columnas en las Ovaciones. "Centro Nuclear, nido de terroristas", se intitulaba con grandes letras. Se daba cuenta del homicidio de Salgado Valle y se culpaba a Whaley y a Gershenson, quienes fueron detenidos. Al siguiente día realizamos una asamblea en horas de trabajo, se analizó la situación y david bahen propuso que, si no eran liberados enseguida, al término de la jornada saliéramos con los autobuses del Instituto hacia la secretaría de gobernación. Así fue. En gobernación realizamos un mitin y exigimos la libertad de Whaley y Gershenson, los que fueron liberados.

¿Qué estaba pasando? Que las bandas criminales de los charros andaban desatadas armando la provocación. Sacrificaron a uno de los suyos con tal de culparnos pero se cayó su farsa, ante la respuesta inmediata y enérgica de los nucleares.

Estábamos los nucleares en un mitin frente a la secretaría del trabajo cuando una batería de motociclistas se aproximó amenazante. Los nucleares manteníamos bloqueada la calle Vértiz, col. Doctores, donde se ubicaban las oficinas de la secretaría del trabajo y previsión social (STPS). En un determinado momento la policía motorizada se lanzó contra el contingente. Los palos de nuestras banderas fueron utilizados como bats de béisbol y varios motociclistas cayeron al suelo. Los palos de las mantas los utilizamos como lanzas y detuvimos en seco a las motocicletas. Durante el encuentro varias compañeras fueron derribadas, otros fueron golpeados pero paramos la provocación. Terminamos cantando, sin sonido, La Internacional y ¡Venceremos!

La indignación era muy grande. Cuando Porfirio Muñoz Ledo, secretario del trabajo, recibió a una comisión se quiso disculpar. Nos acompañaba Godofredo Vallejo, secretario general de los obreros de Spicer, que llevaban varias semanas en huelga de hambre a unas cuadras de la STPS. Godofredo se acercó a Porfirio y le dio una bofetada. Porfirio no supo qué decir, pero se volvió energúmeno contra nosotros.

Las marchas regionales y locales continuaban. Las compañeras electricistas organizaron los Comités Femeniles de la TD y le imprimieron mucha combatividad al movimiento en varias secciones. Los electricistas de Mexicali establecieron relaciones con los electricistas de Los Angeles y obtuvimos la solidaridad de la Union Electrical (UE) and Radio Machine Workers of América, de los Estados Unidos. Fue el único caso de solidaridad internacional. Nadie más se pronunció en apoyo a la TD.

Cada vez se insistía en la necesidad de la huelga. Los electricistas creían que con una huelga se pondría fin a tantas agresiones de la CFE y del gobierno. En las reuniones del consejo nacional y regionales de la TD se analizaba la situación política. A ese momento, la situación era muy desigual. Por una parte los nucleares con Whaley y Gershenson cada vez más radicalizados. Destacaban también Héctor Morales, secretario general, y Juan Morales, secretario del trabajo de Chihuahua, Eleazar Valdés de Saltillo, Carlos Salas de Veracruz, Marco Antonio Hernández de León, Gilberto Mireles de Celaya, muy firmes pero serenos y políticos con amplia experiencia. José Aceves de Guadalajara nunca hablaba y Víctor Manuel Carreto de Puebla, lo hacía muy poco. Algunos secretarios generales, como Víctor Balboa de Monterrey y Juan Pérez de Querétaro, enfatizaban mucho en los asuntos laborales no resueltos en las secciones. Era evidente que estos ya pesaban mucho en el ánimo de la base. Pero la autoridad de Galván era muy grande, explicaba pacientemente la situación política y los objetivos del movimiento resumidos en sus tres banderas. Era claro que conducía al movimiento responsablemente.

Las contradicciones al interior del movimiento no tenían salida. Por un lado, estaban los interesas generales eminentemente políticos; por otra, los intereses inmediatos de tipo laboral. Era esta la contradicción entre partido y sindicato. Pero la TD no era partido político ni siquiera sindicato, sino solo una parte de este. Por lo mismo, no podía dar respuesta a tareas propias de un partido político y, lo peor, ni siquiera a las sindicales. De hecho, la TD estaba haciendo las funciones de partido ante la carencia de este. En cuanto a los aspectos laborales no podía ejercer la autonomía de las secciones ni administrar el CCT por el bloqueo explícito de la patronal de la CFE y autoridades laborales.

Esta contradicción no se discutía pero se expresaba con toda claridad. En la práctica, los intereses inmediatos tendían a tener más peso. El ánimo siempre se sobrepone a la reflexión y a veces la obnubila. Pero teníamos que seguir adelante.

Concertamos una entrevista con Hernández Juárez, a la que asistió su asesor de cabecera Mateo Lejarza. El objetivo nuestro era solicitarle la solidaridad con los electricistas. El movimiento de los telefonistas, con el cual nos solidarizamos de inmediato, estaba muy reciente. Hernández (y Lejarza) tenía un discurso muy ambiguo y confuso, su entendimiento sobre la democracia obrera era muy primitivo. No se comprometieron a nada. Nunca hubo ningún apoyo de nada. Hoy ya cumplieron 40 años en el puesto y se dicen "democráticos y de izquierda" afiliados a la central imperialista CSI. También se buscó el apoyo con el Sindicato de Actores Independientes (SAI), presidido por Enrique Lizalde, sin éxito. No quisieron meterse, decían que su movimiento era gremial. Con mucho consenso pero en el aislamiento, ese movimiento se perdió.

6.6 El mitin del 20 de marzo de 1976

El movimiento seguía en ascenso y se convocó a una marcha nacional para el 20 de marzo de 1976. Nos concentramos en el Monumento a la Revolución. Otra vez, los electricistas vinieron de todas partes del país, viajando día y noche. Entre los aliados más destacados asistió la Alianza Nacional de Cañeros, perteneciente a la Confederación Nacional Campesina (CNC) del PRI, encabezada por Roque Espinozo Foglia y Armando Rodríguez, así como, los profesores de la UNAM. A la hora que quisimos salir del Monumento no hubo manera de hacerlo, fuimos impedidos por la fuerza pública. Estábamos presentes más de 100 mil.

Caballos, perros, granaderos, soldados, tanques de agua, antimotines y militares nos rodearon. Las instrucciones del gobierno eran tajantes: impedir manifestarnos. Después de cierto forcejeo decidimos hacer un mitin. La euforia y enojo de la TD eran intensas. En el mitin se leyó el desplegado de prensa publicado al siguiente día en Excélsior. Se anunció la decisión de la TD de estallar la Huelga Eléctrica Nacional.

El solo anuncio público llenó de emoción a todos los asistentes. Panchito Ortiz, secretario general de SLP lloró, Elías Noriega de Acapulco se emocionó con el grito "¡Tiemblen charros!", los nucleares tomamos el micrófono y cantamos "¡Venceremos!". "Definiremos el rumbo de la nación con la huelga", "defenderemos el derecho de huelga con la huelga misma", expresó la TD. Con ello no había ninguna duda, estábamos configurados como uno de los contingentes de impacto nacional.

El contrario también se manifestó y lo hizo al mismo tiempo. En el Zócalo, prohibido para nosotros, Porfirio Muñoz Ledo, ahora presidente nacional del PRI, reunió a sus sectores (CTM, CNC, CNOP). Muy retóricamente, Muñoz Ledo excitó a la violencia contra sus opositores qué éramos nosotros. El apoyo a los charros del SUTERM fue pleno, lo mismo que a la política antiobrera de la CFE y autoridades gubernamentales.
Mitin del 20 de marzo de 1976. FOTO: Tígre /TD SUTERM






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