Volumen 16, Número 340, julio 16 de 2016
 

2. La pre nacionalización eléctrica

La insurgencia obrera se venía desarrollando por el interior del país. Rafael Galván fue el principal promotor desde la década de los 40´s. De formación cardenista, con una visión nacionalista, tenía su base en la central hidroeléctrica La Boquilla, en Chihuahua. Sindicalista convencido, desde joven proclamaba la importancia de la democracia sindical y la necesidad de una industria eléctrica nacional de carácter público.

Esto marcó un cambio respecto a los años previos, en el declive de esta etapa. Con anterioridad, durante el cardenismo se habían formado grandes sindicatos nacionales de industria que tuvieron una participación destacada antes y durante el cardenismo, primero en la lucha contra el fascismo y, luego, en apoyo a las nacionalizaciones, especialmente, de los ferrocarriles y del petróleo. Habiendo constituido al Frente Nacional de Defensa Proletaria y a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), se obtuvieron importantes logros, pero también hubo serios errores políticos y fuertes limitaciones. Esta vez solo nos referiremos a los aspectos del sector eléctrico.

En el sector, la industria venía avanzando con fuerza y se extendía por el país, principalmente, a través de empresas extranjeras. En 1937, Lázaro Cárdenas había fundado a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como una entidad pública pequeña muy limitada. Los trabajadores electricistas estaban diferenciados entre los de la capital, que contrataban a través del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y una multitud de sindicatos y sindicatitos que contrataban en la provincia con empresas extranjeras, tales como, la Mexican Ligth and Power Co. y la American Power Co. Con la fundación de la CFE surgió el Sindicato Federal de Electricistas, Similares y Conexos de la República Mexicana (SFESCRM), luego Sindicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos de la República Mexicana (SNESCRM), desde el principio en las filas de la CTM, que muy temprano abandonó los principios y asumió la degeneración sindical corporativa dependiente del Estado y gobiernos en turno.

No obstante el auge del cardenismo y sus potencialidades, y a pesar de la huelga laboralmente triunfante de 1936, el SME carecía de política eléctrica. A lo más que llegó fue a proponer la formación de una cooperativa eléctrica, propuesta muy inferior a las necesidades del país y de la clase obrera. Cárdenas estaba muy adelante. En el caso de los ferrocarriles y del petróleo, su propuesta fue la nacionalización de estas industrias que significó la propiedad nacional de las mismas, cuestión nada comparable con una cooperativa.

A nivel sindical no existía unidad ni se había propuesto la formación de un sindicato nacional de industria. El SME, surgido en 1914, se empezó a extender por el país al hacerlo así la industria. Hasta 1925, el SME agrupó a varios centros de trabajo en la capital e interior del país, pero ese proceso fue rápidamente interrumpido para concentrase en la zona metropolitana. La CFE crecía poco y donde se instalaba lo hacía también el SFE (SNESCRM). Los sindicatos que contrataban con las empresas extranjeras, empezaron un proceso de unidad sindical, promovido por Galván, en la perspectiva de un sindicato único de industria.

La unidad es un proceso, no basta declararlo sino hacerlo posible. Luego de varios años, se formó la Federación Nacional (antes Mexicana) de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas (FNTICE) que enfatizó las relaciones fraternas con el SME.

La FNTICE y el SME formaron la Confederación Mexicana de Electricistas, luego, Confederación Nacional de Electricistas (CNE) proclamando la unidad sindical de los electricistas y la necesidad de una industria eléctrica nacional. El 1o de mayo de 1952, los electricistas de la CNE marcharon con dos importantes pancartas, una que decía "Luchamos por la nacionalización de la industria eléctrica" y, otra que decía, "Un solo sindicato, un solo contrato". Estas consignas expresaban una política que por primera vez se manifestaba y eran las conclusiones de la FNTICE.

Los electricistas de la FNTICE fueron los promotores de la nacionalización y quienes lucharon por la misma. Además de la persistente lucha electricista, contó mucho la nefasta situación creada por las empresas extranjeras que auspiciaron la necesidad social objetiva. El servicio proporcionado a la población era restringido, pésimo, caro y de muy mala calidad. Las concesiones a los extranjeros eran territoriales, la expansión casi nula y el suministro inferior al requerido. Hubo un momento en que las compañías se vieron incapaces de cumplir y tuvieron que vender sus acciones. La lucha de años de los electricistas de la FNTICE había creado la necesidad comprensiva pero la situación objetiva rebasó a los acontecimientos.
Delegados de la FNTICE, impulsores de la nacionalización eléctrica.
FOTO: Revista Solidaridad






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