Volumen 15, Número 322, octubre 20 de 2015
 


Hoy, la tecnología crea desigualdad



También sirve para el beneficio humano, depende quien posee la propiedad y con qué política. Stephen Hawking, astrofísico y cosmólogo, dijo que no hay que temer a los robots sino al capitalismo. En efecto, ni la tecnología ni la ciencia son neutrales. Todo depende de la propiedad de las máquinas, usos y aplicaciones. Con el capitalismo, la tecnología crea desigualdad creciente.
Stephen Hawking


¿Es un problema la tecnología?

Stephen Hawking es un científico de primera línea, en la investigación y en la divulgación. Sus tesis y sus libros son fascinantes. Destaca a nivel mundial porque trata los asuntos en profundidad, sea de la estructura del espacio tiempo, los hoyos negros o la historia del tiempo.

En condiciones físicas harto difíciles, la mente del maestro es sobresaliente y no se queda encerrado en seis paredes, callando ante lo que pasa en el mundo. Tampoco es acrítico. Se manifiesta públicamente.

En 2004, acudió a Trafalgar Square, en Londres, para participar en un mitin contra la guerra en Irak. Tomó la palabra y expresó que lo que ocurría en ese país invadido, que había ocasionado multitud de víctimas, era incorrecto y reprobable. El FTE lo refirió en su momento.

Ahora, contestó diversas preguntas y se refirió a la automatización de las líneas de producción, específicamente sobre el impacto de la sustitución en la producción de humanos por robots.

La respuesta del maestro fue clara, no se anduvo por las ramas. El problema no es la tecnología, ni la ciencia, sino el sistema económico y político capitalista. Esto significa que no hay neutralidad valorativa.

Temer al capitalismo no a los robots

El físico Stephen Hawking es la celebridad más reciente en participar en los “Pregúntame lo que quieras” que organiza Reddit, que da a sus usuarios la oportunidad de hacer preguntas a grandes personajes.

Una de las preguntas que contestó el científico tiene que ver sobre la automatización de líneas de producción y el efecto que tendría sobre la sociedad que los robots hagan trabajos que antes hacían humanos (en http://prodigy.msn.com/, 8 octubre 2015).

"¿Prevés un mundo en el que la gente trabaje menos porque mucho del trabajo es autónomo?", preguntó un usuario.

Con el aumento de los trabajos automatizados, muchos se han preguntado el impacto que tendrá en el desempleo y la generación de pobreza y desigualdad.

Hawking respondió que la humanidad no debería tener miedo a los robots reemplazando a humanos en el trabajo, sino al sistema capitalista.

Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todos pueden disfrutar una vida de ocio lujoso si la riqueza producida por máquinas es compartida, o la mayoría de las personas puede terminar miserablemente pobre si los dueños de las máquinas pujan en contra de la redistribución de la riqueza. Hasta ahora, la tendencia parece ser hacia la segunda opción, con la tecnología creando desigualdad creciente, respondió.

La tecnología no es neutral

El conocimiento científico y sus aplicaciones tecnológicas no son algo aparte de la humanidad, ni se producen al margen de esta, son parte intrínseca de la fuerza natural representada por el trabajo humano.

En los albores del hombre había una conciencia espontánea, pero se avanzó hacia otros niveles. Las aplicaciones tecnológicas materializan en la concreción del conocimiento, en función del desarrollo económico y social. La tecnología avanza cuando lo hace el conocimiento humano y esto se hace en un contexto social determinado. El ser social determina a la conciencia no al revés.

Consecuentemente, su orientación depende y conduce a una determinada práctica. El capitalismo lleva a una determinada práctica, el socialismo, a otra. En el capitalismo mismo, la ciencia y la tecnología pueden servir para el bienestar humano o para su destrucción. Eso lo decide la política. En el capitalismo prevalece como política el lucro y la ganancia no la satisfacción de necesidades humanas.

Por eso, Hawking dice que la robótica podría permitir mucha riqueza y, al mismo tiempo, los seres humanos padecer creciente pobreza. El problema está en quien posee la propiedad de los medios de producción, es decir, las máquinas, las materias primas (p.e., recursos naturales) y la facultad para realizar los procesos de trabajo.

Para el capital importa mucho utilizar máquinas, que cada vez desplazan a la fuerza humana. Eso es muy claro en las industrias automotriz, aeronáutica, espacial, militar y muchas otras industrias tecnologizadas por su alta automatización. El desplazamiento de la fuerza natural no puede ser absoluto porque a las máquinas las programan y operan, necesariamente, los humanos. El capitalismo no puede existir sin la revolución tecnológica constante de los medios de producción y sin la explotación de la fuerza de trabajo humana.

La fuerza natural tiene mucho que ver, p.e. en la costosa robótica médica. Una máquina es muy precisa pero no piensa, ni sabe lo que hace. Puede hacer una cirugía a corazón abierto, pero es necesario que se programe y opere al robot debidamente.

En la industria automotriz, también. Un error mínimo vuelve loca a la máquina. En la línea de montaje, se ha dado el caso, de un robot que aplastó a un obrero por ser incapaz de discernir sobre lo que hacía, solo seguía instrucciones.

Esto pasa con las mismas computadoras, capaces de hacer cálculos muy rápidos, producir muchísima información, incluso, correr muy bien los códigos, hacer grandes simulaciones y dar resultados incoherentes. Se necesita de la interpretación, del criterio humano para utilizar tan fabulosas herramientas.

Pero ese criterio no es solo científico y tecnológico sino político y social. La burguesía utiliza los avances sin importarle la desigualdad social que provoca. Muy diferente sería otra sociedad solidaria.

Por eso, Hawking tiene razón cuando dice que más que temer al uso de robots, al que hay que temer es al capitalismo, con la explotación irracional que genera y la desigualdad social que produce.

En el centro de este debate están dos cuestiones. Una, ¿en manos de quién está y debe estar la propiedad de los medios de producción? La propiedad privada aprovecha la ciencia y la tecnología y las degrada utilizándolas solo para la acumulación de capital. Por ello, para los trabajadores, la propiedad privada no es ajena y, la sociedad basada en la propiedad privada, también. Para los trabajadores, la propiedad debe ser colectiva y aprovecharse con una apropiada política independiente, de clase.

Dos, la ciencia y la tecnología no son neutrales y, por lo mismo, no son apolíticas ni acríticas. Ni las transnacionales ni los gobiernos son apolíticos ni neutrales. Estos, sin embargo, tergiversan todo y hacen creer a científicos y tecnólogos que no deben tener ideas políticas sino mantenerse neutros, al margen de las decisiones que toman las corporaciones en su nombre.

La evolución no es nada más genética, también es cultural, y en esa medida es política. La ciencia y la tecnología no se producen fuera de la sociedad sino en el seno de esta. Pueden ser en beneficio o en contra de tal sociedad, pero no porque sean neutrales sino porque no lo son. Por eso es pertinente ser antimperialistas y cambiar al capitalismo.

Tomar posiciones políticas

Cambiar al sistema social no es un asunto declarativo. Lograrlo, incluso, va más allá de la simple aspiración ética. Se trata de un proceso de ruptura y de construcción.

Importa terminar con el oprobio desde sus raíces, no con acciones electoreras superficiales e inútiles. Más importante es el proceso de construcción de lo nuevo. Eso requiere de una política y dinámica concretas.

Todo empieza por la fuerza de la energía, el dinamismo expresado en la voluntad vital para seguir una lucha programática, organizada y conciente. Lo mínimo que hay que hacer es manifestarse sobre los acuciantes problemas de la humanidad y del país.

Una posición neutral, "estrictamente académica", es muy cómoda, limitada solo a mirar de lejos y en silencio, nunca cuestionar al capital ni a las transnacionales, recibir presupuesto de estas y callar. Evidentemente, no existe la neutralidad. Lo que existe es la conveniencia y la corrupción, una neutralidad falaz en nombre de una ciencia y tecnología que NO son neutrales ni pueden serlo.

¿Comprometidos con la sociedad? Eso es impreciso. Primero, debía aclararse ¿cuál sociedad? ¿La actual, la existente, la burguesa? Esa definición, en general, es borrosa. Más que eso, hay que definirse por el derecho de propiedad. Si se trata de preocuparse por una sociedad que está basada en la propiedad privada, evidentemente, estamos hablando de la sociedad burguesa.

El FTE no está preocupado por esa sociedad que no es ajena, que nos enajena y oprime. Al contrario, rechazamos a tal sociedad, que no es nuestra ni nos preocupa. Nuestra sociedad solidaria es el socialismo.


Ref.: 2015, elektron 15 (278) 1-3, 8 octubre 2015, FTE de México.
Robots humanoides. Los robots son máquinas que dependen de los humanos. El problema es quién tiene la propiedad y con qué política se utilizan.FOTO: www.konstrubotica.com

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